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¿Qué tiene a Duque al fin en las mieles del Congreso?

Las elecciones de Margarita Cabello como procuradora y de Carlos Camargo como defensor del Pueblo dan cuenta de la tan esperada luna de miel que buscaba el Gobierno en el Parlamento. Las explicaciones van desde mermelada y las sesiones virtuales hasta los Char. Hablan congresistas.

Javier González Penagos
30 de agosto de 2020 - 02:00 a. m.
La procuradora electa, Margarita Cabello, acompañada del presidente del Senado, Arturo Char. / Senado
La procuradora electa, Margarita Cabello, acompañada del presidente del Senado, Arturo Char. / Senado
Foto: Redes sociales
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El presidente Iván Duque empezó 2020 con un gran reto a cuestas: tener por fin gobernabilidad en el Congreso. Según analistas, el mandatario desperdició el primer año de todo gobierno en el Parlamento, cuando —se supone— allí son más dóciles y mansos. Por ello, arrancó el año con revolcón ministerial, con el anhelo de mejorar las relaciones con los partidos y conceder representación política. Sin embargo, cuando el Legislativo preparaba motores y se iban a poner a prueba los fusibles, el verdadero desafío llegó con la pandemia. Hoy, aun en medio de las dificultades que ha supuesto el COVID-19, parece que al menos en el Congreso las cosas comienzan a darse para el mandatario. ¿Por qué?

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Basta echar un vistazo a lo que ha pasado en el Parlamento en poco más de un mes desde que se inició al tercer año legislativo. Duque, auspiciado por una holgada mayoría en la Cámara de Representantes, puso a Carlos Camargo como defensor del Pueblo, pese a los reparos por su falta de experiencia y dominio en derechos humanos. Luego, aglutinó mayorías alrededor de Margarita Cabello para que el Senado la eligiera el jueves como procuradora, pasando por alto cuestionamientos frente a su independencia y autonomía, pues hace 15 días era nada menos que su ministra de Justicia.

Todo lo anterior con un respaldo multipartidista que hasta ahora había sido esquivo para el jefe de Estado, por no hablar de las ventajas de equiparar las tres “ías” —Fiscalía (donde está otro de sus exfuncionarios, Francisco Barbosa), Procuraduría y Defensoría—, y poner en cada una a fichas o allegados suyos. Incluso, el contralor general, Carlos Felipe Córdoba, es cercano al mandatario.

Al margen del debate que se abre frente al equilibrio de poderes y el sistema de frenos y contrapesos, lo cierto es que Duque comienza a tener esa quimera legislativa que ansían los mandatarios. El análisis del por qué demanda una revisión de varios factores y circunstancias, y depende también desde qué orilla política se observe. No obstante, la mayoría de los congresistas consultados coinciden en dos hechos decisivos que parece vivir el gobierno Duque con el Congreso: que se esté sesionando desde un computador y no desde el Capitolio y la llegada del clan Char a escenarios de incidencia como la presidencia del Senado.

Para el senador Iván Marulanda, de la Alianza Verde, el cambio es sustancial, pues mientras en los primeros dos años lo que hubo fue un Gobierno débil, sin capacidad de congregar mayorías, lo que hay ahora es un acaparamiento indebido y poco democrático. En esa línea, advierte que lo que se ve también es cierto temor por parte de algunos parlamentarios que, ante la crisis social y económica derivada del coronavirus, buscan no perder votos y transferirle responsabilidades al Ejecutivo. En otras palabras, se lavan las manos para no terminar señalados en caso de alguna dificultad, que atribuirán a Duque.

“Hay una crisis brutal y los partidos tradicionales se sienten temerosos de lo que está ocurriendo de que salgamos de la pandemia a una situación de explosión y ruina social que les reste apoyos frente a sus reelecciones. Por eso, formaron alianzas clientelistas para mantener mayorías que les permitan gestionar la política pública de aquí a 2022 con cierto margen de maniobra”, dice Marulanda.

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Para el congresista de la oposición, además de que la virtualidad ha impedido un genuino control político, ha terminado siendo también un instrumento para desmotivar y debilitar a los antagonistas del Gobierno. “Estamos en la dictadura del presidente del Senado [Arturo Char] con un botón”, agrega Marulanda. Precisamente, señala que la llegada del clan familiar a la más alta dignidad del Congreso también ha facilitado los planes del Gobierno: “Hay mayorías que convirtieron el Parlamento en una entidad subordinada al Ejecutivo”, lamenta.

En este punto no se puede pasar por alto el espaldarazo de Cambio Radical, pues, aunque se ha declarado como independiente, su bancada parece caminarle al Gobierno. Gozan no solo de tener a Arturo Char como presidente del Senado —cuyo grupo político es cercano a la ahora procuradora Cabello—, sino que tienen representatividad en el Ejecutivo con Fernando Ruiz como ministro de Salud. Con este enroque, Duque supo dejar contentas a ambas alas del partido: la vargasllerista y la charista.

“Cambio Radical estuvo estos dos primeros años fuera del Gobierno. Pero, negoció el Ministerio de Salud e inclinó la balanza. Eso le da mayorías a Duque. Lo que le funcionó a ese partido, como hacen muchos, fue posar de independiente al principio del gobierno para luego presionar y que en Palacio empezaran a aflojar”, explica por su parte el senador Gustavo Bolívar, de la Lista de la Decencia.

Esa tesis la comparte el también senador opositor Jorge Robledo, del Polo Democrático, quien alega que lo que hay es un reacomodo burocrático fruto de “un chorro de mermelada”, un hecho que el propio Duque criticó como parlamentario y que puso a raya en su primer año de gobierno. “Duque, a punta de mermelada, nos regresó al Frente Nacional, con todos sus horrores. Logró cuadrar mayorías de los mismos con las mismas, es decir, la clase política tradicional”.

Ante los señalamientos, reivindicando que aún son un partido declarado en independencia, Rodrigo Lara, de Cambio Radical, responde que, contrario a la mermelada, lo que tiene al Gobierno de mieles con el Congreso son las sesiones virtuales. Según el legislador, esta circunstancia fue “una aparición divina” para el Ejecutivo, pues el Parlamento “perdió su dimensión política, no tiene dientes para hacer control y las leyes pasan como pretende el Gobierno”.

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Incluso, miembros de la colectividad que pidieron no ser citados admitieron que Char supuestamente acordó con Duque que haya sesiones virtuales hasta junio del otro año, dadas las supuestas facilidades para “presionar y convencer a congresistas aislados y solos en sus casas, sin mayor desgaste (…) Quizá sí hay mermelada, pero en las comisiones económicas. En todo caso, para tener semejante gobernabilidad, tendría que estar repartiendo mucho”.

Desde los liberales, el senador Guillermo García Realpe corrobora que la estrategia de dar representatividad política a los partidos a través de los ministerios —por ejemplo la U, que se terminó quedando con la cartera de Trabajo en el reacomodo— está dando frutos. No obstante, advierte que en el caso de las elecciones de defensor y procurador, lo que se vio también fueron unos rivales débiles que no pudieron entrar en puja con los designados por el mandatario.

“El ofrecimiento de ministerios reafirmó la coalición, pero la única mermelada que hay es para el Centro Democrático: en todos los cargos de servicio exterior, en embajadas y consulados. Sin embargo, lo verdaderamente problemático es que el Gobierno, con esas mayorías, no aproveche para sacar una agenda de interés nacional. No. Persiste en los conflictos con Venezuela y Cuba”, dice el congresista, quien critica también el impacto de la virtualidad: “No permite los debates, ni las tareas con suficiente dinámica”. Por los lados de la U, el senador Roy Barreras asegura que, a pesar de que la virtualidad le facilita al Gobierno “manipular un Congreso silenciado” y que las mesas directivas están entregadas a Duque, no se puede hablar de una verdadera gobernabilidad, pues el Ejecutivo no tiene “ninguna agenda legislativa”. “Lo único que ha logrado este Gobierno es aprobar la cadena perpetua para violadores de niños, pero ¿dónde está la reforma a la justicia, la política, la laboral o la pensional?”.

Uno de sus copartidarios, que prefirió hablar bajo la reserva de su nombre, fue más allá y dio su propia versión de las mayorías en la elección de defensor y procuradora. Según el parlamentario, lo que le permitió a Carlos Camargo llegar a la primera plaza fue el descontento de la U y la división de partidos, mientras que Margarita Cabello en la Procuraduría es un triunfo de la casa Char, que sumó apoyos al Gobierno. “¿Cuál gobernabilidad?”, cuestionó.

Pese a las acusaciones, en los otros partidos de Gobierno —Centro Democrático y Conservador— la lectura es menos clientelista, por supuesto, y más enfocada en los resultados que en la gestión del presidente. Según el senador uribista Santiago Valencia, si bien han salido avante proyectos del Ejecutivo, no están exentos de dificultades y, pese a cualquier mayoría, se mantiene el bloque que no permite modificar lo pactado en La Habana (Cuba) con la otrora guerrilla de las Farc.

“Las dificultades siguen, pero hemos tenido éxito”, manifiesta, descartando que la presidencia de Char influya en la agenda del Gobierno: “Acaba de empezar y no lo podemos medir. No ha pasado nada”. Para Valencia, el Gobierno mantiene su coalición inicial y aunque Cambio Radical apoya en ciertas situaciones, en otras reivindica su independencia. “No han cambiado porque tengan alguna representación. Es una actitud propositiva, acompañando algunas cosas y oponiéndose a otras”.

Valencia agrega un ingrediente al buen desempeño parlamentario de Duque: el arribo de Alicia Arango a la cartera del Interior en febrero pasado, en remplazo de Nancy Patricia Gutiérrez. “Le ha ido bien, ha logrado relacionarse con el Congreso”. Sin embargo, para los senadores Iván Marulanda y Guillermo García, es todo lo contrario, pues reclaman que la funcionaria ha brillado por su ausencia.

“No la he visto en el Senado una sola vez. Aquí las relaciones se están manejando por canales invisibles. No hay una relación democrática, ni transparente; es clandestina. Persisten las mayorías con sus intereses burocráticos y haciendo acuerdos debajo de la mesa. Arango no ha asistido a ningún debate ni responde las preguntas”, asegura Marulanda. Finalmente, para Efraín Cepeda, del Partido Conservador, la favorabilidad legislativa con el presidente obedece a cambios en su actitud, en tanto ahora permite a todos los partidos incidir en las decisiones. “Se está dando lo que no se daba antes, que es el guiño del Gobierno. Están ayudando, se fortaleció interlocución y la cercanía con los partidos. Por supuesto, hay mayor participación en el Ejecutivo, es decir, representación política. Eso no es mermelada”, opina Cepeda, quien sale en defensa de la virtualidad: “Somos más puntuales, más ordenados y hay garantías. Que no metan cuentos, estamos siendo más eficientes”.

Pese a los argumentos y pataleos de lado y lado, lo cierto es que, aunque Duque puso a los suyos tanto en la Defensoría como en la Procuraduría, el desafío es también sacar adelante su agenda legislativa de proyectos. No es para menos: en la que concluyó en junio pasado, apenas pudo sacar pecho por la aprobación de la cadena perpetua para violadores de menores. No obstante, ahora llega con reformas en todos los frentes bajo el brazo: salud, justicia y política son algunas de ellas. En su discusión, serán puestas a pruebas las mayorías de las que parece gozar hoy .

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