Ella es Katia Burgos, la mamá de Nicolás Petro, y su historia con Gustavo Petro

En el documento del Ministerio de Justicia de su desmovilización de la exguerrilla del M-19 firmó como Catalina Burgos Burgos. Ahora la conocen como Katia. Dicen que fue el amor de juventud del hoy Jefe de Estado, Gustavo Petro, y con quien tuvo su primogénito, Nicolás Petro Burgos, imputado por los delitos de lavado de activos y enriquecimiento ilícito.

De la mamá de Nicolás Petro poco se sabe y poco se ha dicho. Es del municipio de Ciénaga de Oro y se crió en Montería (Córdoba). Prefiere mantenerse alejada de la política, de los escándalos y de los medios de comunicación. Se conoció con el padre de su hijo, Gustavo Petro Urrego, a sus 25 años, en ese municipio, de donde son oriundos.

En Ciénaga de Oro, los Burgos son una de las familias más conocidas y respetadas. Tienen trayectoria política en Córdoba desde antes de que se fundara Ciénaga como municipio. En 1853, cuando era parte del territorio de la provincia de Cartagena, empezó a cobrar importancia por su cercanía con lo que hoy se conoce como Montería, Cereté, San Carlos y San Pelayo. En 1863, cantaron su grito de independencia y uno de sus primeros gobernantes fue, justamente, el señor José Burgos Villadiego.

Se dice que apenas un año después de conocerse y cuando ya tenían una relación, Gustavo Petro le contó que se uniría a la exguerrilla Movimiento 19 de Abril, más conocida como el “Eme”. Catalina lo siguió en ese camino y también se unió al M-19, donde estuvo hasta antes de dar a luz de su primogénito, en 1986.

Es por eso que cuando el presidente Gustavo Petro, en entevista con Cambio, dijo “yo no lo crié”, refiriéndose a su primogénito, hacía alusión a que su nacimiento se dio cuando el mandatario estaba en la guerrilla. Y meses después fue capturado en Barrancabermeja (Santander) junto a otros exmilitantes. En sus primeros años de vida, a Nicolás lo crió su madre, Catalina, y sus abuelos paternos Gustavo Petro Sierra y Clara Nubia Urrego.

Ante el Ministerio de Justicia, la desmovilización de “Katia” se dio en 1990, el año en el que, por primera vez, se firmó un acuerdo de paz entre el Estado colombiano y una guerrilla, bajo el mandato del entonces presidente Virgilio Barco. En ese momento, 4.969 exguerrilleros cambiaron la lucha armada por la lucha política. Catalina Burgos Burgos fue la excombatiente número 613 en esa lista. Su entonces pareja, el número 3.487 en pasar a la legalidad.

Lo que se sabe del presente de Burgos Burgos es que vive en Montería, prefiere mantenerse al margen de la política costera y tiene una relación distante con su expareja, el hoy presidente de la República. Ni siquiera cuando su primogénito Nicolás Petro se lanzó a la gobernación del Atlántico, en 2019, su madre quiso estar en el foco de los medios de comunicación.

Este diario conoció un manuscrito de 1991 de homenaje a varios exmilitantes del M-19 asesinados después de la firma del acuerdo de paz que firmó Catalina Burgos Burgos. “El hecho de que algunos de nuestros compañeros no le hayan apostado a la alternativa legal para construir su vida de manera individual, no nos da pie para desconocerlos”.

En el documento, que parece hecho en máquina de escribir, también recuerdan palabras de Carlos Pizarro Leongómez: “La desmovilización es una responsabilidad de la comandancia; por lo tanto, la comandancia está en la obligación de mantener unida, en la desmovilización, a su militancia”.

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En el documento del Ministerio de Justicia de su desmovilización de la exguerrilla del M-19 firmó como Catalina Burgos Burgos. Ahora la conocen como Katia. Dicen que fue el amor de juventud del hoy Jefe de Estado, Gustavo Petro, y con quien tuvo su primogénito, Nicolás Petro Burgos, imputado por los delitos de lavado de activos y enriquecimiento ilícito.

De la mamá de Nicolás Petro poco se sabe y poco se ha dicho. Es del municipio de Ciénaga de Oro y se crió en Montería (Córdoba). Prefiere mantenerse alejada de la política, de los escándalos y de los medios de comunicación. Se conoció con el padre de su hijo, Gustavo Petro Urrego, a sus 25 años, en ese municipio, de donde son oriundos.

En Ciénaga de Oro, los Burgos son una de las familias más conocidas y respetadas. Tienen trayectoria política en Córdoba desde antes de que se fundara Ciénaga como municipio. En 1853, cuando era parte del territorio de la provincia de Cartagena, empezó a cobrar importancia por su cercanía con lo que hoy se conoce como Montería, Cereté, San Carlos y San Pelayo. En 1863, cantaron su grito de independencia y uno de sus primeros gobernantes fue, justamente, el señor José Burgos Villadiego.

Se dice que apenas un año después de conocerse y cuando ya tenían una relación, Gustavo Petro le contó que se uniría a la exguerrilla Movimiento 19 de Abril, más conocida como el “Eme”. Catalina lo siguió en ese camino y también se unió al M-19, donde estuvo hasta antes de dar a luz de su primogénito, en 1986.

Es por eso que cuando el presidente Gustavo Petro, en entevista con Cambio, dijo “yo no lo crié”, refiriéndose a su primogénito, hacía alusión a que su nacimiento se dio cuando el mandatario estaba en la guerrilla. Y meses después fue capturado en Barrancabermeja (Santander) junto a otros exmilitantes. En sus primeros años de vida, a Nicolás lo crió su madre, Catalina, y sus abuelos paternos Gustavo Petro Sierra y Clara Nubia Urrego.

Ante el Ministerio de Justicia, la desmovilización de “Katia” se dio en 1990, el año en el que, por primera vez, se firmó un acuerdo de paz entre el Estado colombiano y una guerrilla, bajo el mandato del entonces presidente Virgilio Barco. En ese momento, 4.969 exguerrilleros cambiaron la lucha armada por la lucha política. Catalina Burgos Burgos fue la excombatiente número 613 en esa lista. Su entonces pareja, el número 3.487 en pasar a la legalidad.

Lo que se sabe del presente de Burgos Burgos es que vive en Montería, prefiere mantenerse al margen de la política costera y tiene una relación distante con su expareja, el hoy presidente de la República. Ni siquiera cuando su primogénito Nicolás Petro se lanzó a la gobernación del Atlántico, en 2019, su madre quiso estar en el foco de los medios de comunicación.

Este diario conoció un manuscrito de 1991 de homenaje a varios exmilitantes del M-19 asesinados después de la firma del acuerdo de paz que firmó Catalina Burgos Burgos. “El hecho de que algunos de nuestros compañeros no le hayan apostado a la alternativa legal para construir su vida de manera individual, no nos da pie para desconocerlos”.

En el documento, que parece hecho en máquina de escribir, también recuerdan palabras de Carlos Pizarro Leongómez: “La desmovilización es una responsabilidad de la comandancia; por lo tanto, la comandancia está en la obligación de mantener unida, en la desmovilización, a su militancia”.

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