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A los 29 años Óscar Iván Zuluaga, con amplia vocación empresarial, tuvo su primera aventura política. Desde entonces el líder caldense ha escalado varios peldaños para llegar a la Casa de Nariño, por la que competirá de nuevo en las elecciones de 2022 en representación del Centro Democrático. A sus 62 años, tras haber pasado por el Concejo y la Alcaldía de Pensilvania, su municipio natal, el Congreso, el Ministerio de Hacienda y haber sido derrotado por Juan Manuel Santos en las elecciones de 2014, Zuluaga busca reconquistar a los colombianos que, según las encuestas y las recientes movilizaciones sociales, desaprueban el Gobierno del presidente Iván Duque, elegido también por la colectividad uribista.
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A pesar de haber sido alcalde de Pensilvania entre 1990 y 1992, para Zuluaga no era tan clara una vida en la política. De hecho, luego de dejar la alcaldía municipal regresó a la empresa de su familia, Acesco, que es una de las siderúrgicas más importantes del país. Asumió la presidencia de la empresa acerera, pero no tardó mucho en admitirse a sí mismo que por encima de los negocios familiares quería seguir una carrera política. En ese proyecto contó con el apoyo de su amigo Luis Alfonso Hoyos, también nacido en Pensilvania, quien tuvo un trepidante escalamiento en ese mundo e incluso puso a Zuluaga como suplente en su aspiración al Senado en 1994.
En las elecciones de 2002 se dio la irrupción definitiva de Zuluaga en la política. Dentro del Movimiento Cívico por Pensilvania, fundado por ambos políticos, no había dudas de que Zuluaga era el llamado a suceder en el legislativo a Hoyos, quien en 2001 fue destituido como senador por lo que no podía ser reelegido. Entonces, el hoy candidato presidencial del uribismo, se apartó de la dirección de Acesco y empezó a acercarse al fenómeno electoral de ese momento, que terminó quedándose con la Presidencia: Álvaro Uribe Vélez.
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De la mano del expresidente Uribe, Zuluaga obtuvo 85.000 votos, una votación alta para un departamento como Caldas y para alguien con poco reconocimiento nacional en ese momento. Su debut en el Congreso estuvo marcado por su férrea defensa del expresidente Uribe. Zuluaga fue uno de los líderes de la bancada de gobierno y promovió con dinamismo la reelección de Uribe en 2006. También fundó, junto a Rafael Pardo, Alfonso Valdivieso y otros políticos, el Nuevo Partido en 2003, que más que una colectividad era una coalición que congregó a políticos de diferentes partidos alrededor del naciente uribismo y que fue la base del Partido de la U.
La fuerza del uribismo aumentó la confianza e importancia de Zuluaga dentro de la naciente colectividad. Tanto así que decidió no presentarse de nuevo al Congreso, pues el siguiente paso era hacer parte del inminente segundo periodo presidencial de Uribe. Así ocurrió y en 2006 el expresidente puso a Zuluaga en la Alta Consejería Presidencial, cargo en el que el caldense no solo empezó a manejar importantes temas del país sino que se consolidó como la mano derecha de Uribe.
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Esa confianza mutua derivó en que en 2007 fuera nombrado ministro de Hacienda, donde estuvo hasta el final del gobierno de Uribe y en el que tuvo un paso con múltiples cuestionamientos por parte de la opinión pública. Zuluaga fue cuestionado por temas como la firma de varios tratados de libre comercio en condiciones que para algunos políticos fueron adversas para el país, el presunto favorecimiento en otorgar zonas francas a los hijos de Uribe, o su poca acción frente al escándalo de las pirámides en 2008.
En 2010, luego de que Uribe saliera de la Casa de Nariño e iniciara el gobierno de Juan Manuel Santos, Zuluaga se dedicó a impulsar el uribismo en diferentes partes del país, pero sobre todo en su departamento, donde sonó como candidato a gobernador. Incluso estuvo en la baraja de candidatos a la Alcaldía de Bogotá, pero por su falta de reconocimiento en la capital desistió de la aspiración y se encaminó hacia el mayor reto hasta ese momento: liderar la cruzada uribista para regresar a la Presidencia.
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Consolidarse como candidato presidencial no fue fácil, sobre todo porque tuvo que competir con líderes de peso como Francisco Santos y Carlos Holmes Trujillo. Pocos lo veían como ganador, pero Zuluaga terminó imponiéndose como el candidato único del uribismo para intentar arrebatarle el poder a Santos. La campaña presidencial de Zuluaga fue duramente criticada porque se lo vio por todo el país a la sombra de Uribe, pero también porque para muchos uribistas no tenía el carácter ni el carisma suficiente para disputar la presidencia.
A pesar de eso, e incluso de arrancar con un 1 % en las encuestas, Zuluaga empezó a crecer ante el rechazo de una buena porción del uribismo al proceso de paz que adelantaba Santos. En ese camino tuvo escándalos de marca mayor como su presunta relación con el hacker Andrés Sepúlveda, quien apareció en un video junto a Zuluaga hablando sobre información delicada y obtenida de manera ilegal relacionada con el proceso de La Habana, que se habría usado para impactar la campaña de Santos.
A pesar de todo, Zuluaga y Holmes Trujillo, su fórmula presidencial, lograron concentrar el rechazo al proceso de paz y hasta ganaron la primera vuelta presidencial con 3,7 millones de votos, que luego se transformaron en 6,9 millones de apoyos en el segundo round, que perdió por 900 mil votos ante el expresidente Santos. Tras la derrota, su nuevo desafío fue liderar la etapa del Centro Democrático como partido de oposición, por lo que fue designado director de esa colectividad,
Luego de dos años al frente del partido uribista, Zuluaga renunció a ese encargo para ponerse al frente de la campaña en contra del plebiscito que propuso Santos para refrendar el Acuerdo Final que firmó con Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como “Timochenko”. Tras haber ganado el “No” que impulsaron desde el uribismo, algo que de paso le dio un nuevo aire a la colectividad, Zuluaga se motivó para aspirar otra vez a la Presidencia, pero tuvo que apartarse tras haber sido involucrado en el escándalo de Odebrecht.
Tras cuatro años de indagaciones, y una vez clausuradas las investigaciones por ese episodio, Zuluaga volvió al ruedo electoral y anunció sus intenciones de representar de nuevo al Centro Democrático en la carrera hacia la Casa de Nariño. Así entró al ramillete de precandidatos, junto a las senadoras María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, el exgobernador Alirio Barrera y el exviceministro Rafael Nieto, que tuvieron una competencia por momentos tensa que se extendió durante unos dos meses.
Al final, luego de nueve foros por todo el país y un proceso de encuestas internas entre la militancia del partido, Zuluaga fue elegido de nuevo como el candidato presidencial del uribismo para las elecciones del 2022, en un proceso diferente al de 2014 marcado por el furor por las coaliciones. Por ese motivo, desde su elección como candidato, el político caldense le ha hecho guiños a la coalición de centro-derecha, denominada Equipo por Colombia, que recién conformaron los exmandatarios Alejandro Char (Barranquilla), Enrique Peñalosa (Bogotá), Federico Gutiérrez (Medellín) y Dilian Francisca Toro (Valle del Cauca) y el senador conservador David Barguil.