Reforma política: crónica de un hundimiento anunciado
La Comisión Primera del Senado obligó a que el Gobierno retirara el proyecto. Pocos han querido hacerse responsables del primer fracaso del Ejecutivo en el Congreso.
El gobierno Petro tuvo su primera gran derrota en el Congreso. Le hundieron la reforma política, la que fue la gran apuesta legislativa en los primeros meses de mandato. Ya había tenido cuatro debates en el segundo semestre de 2022 y ahora comenzaba su segunda ronda en el Senado, puesto que es un acto legislativo que reforma la Constitución y obligatoriamente necesita ocho debates de discusión -cuatro por corporación-. Sin embargo, en esta ocasión no contó con la misma suerte de la anterior vuelta por el Congreso. Los legisladores no la dejaron salir viva de la Comisión Primera del Senado. De inmediato, como varios congresistas han dicho a este diario, “le dieron cristiana sepultura”.
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El gobierno Petro tuvo su primera gran derrota en el Congreso. Le hundieron la reforma política, la que fue la gran apuesta legislativa en los primeros meses de mandato. Ya había tenido cuatro debates en el segundo semestre de 2022 y ahora comenzaba su segunda ronda en el Senado, puesto que es un acto legislativo que reforma la Constitución y obligatoriamente necesita ocho debates de discusión -cuatro por corporación-. Sin embargo, en esta ocasión no contó con la misma suerte de la anterior vuelta por el Congreso. Los legisladores no la dejaron salir viva de la Comisión Primera del Senado. De inmediato, como varios congresistas han dicho a este diario, “le dieron cristiana sepultura”.
Aunque parece sorpresivo este primer revés del gobierno de Gustavo Petro, las condiciones estaban dadas para que la reforma se hundiera apenas se le diera trámite. Desde finales de año, varios congresistas expresaron que era muy poco probable que el proyecto siguiera adelante, puesto que tenía puntos impopulares para el Congreso. El primero de estos eran las listas cerradas. Esto unió a tradicionales, que han aprendido a sobrevivir a través del clientelismo favorecido por el voto preferente, y algunos alternativos como los verdes, que temen que este tipo de listados permitan que se imponga el “bolígrafo”, que es la decisión de unos pocos para definir el orden de las listas y así garantizar que los cercanos a las directivas logren su elección.
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La molestia ya se venía cultivando desde ese entonces, y algunas cabezas de los partidos presagiaban que se hundiría el texto del Gobierno: “Una primera vuelta no se le niega a nadie, pero el otro año será a otro precio”. Además, aseguraban que el primer semestre estuvo sazonado con las expectativas y las intenciones de congraciarse con el nuevo gobierno. Sin embargo, ya en 2023 sería otro el panorama, pues Gustavo Petro no tendría los mismos apoyos y se acarrearía con problemas como la situación económica del país y el desgaste por posibles choques políticos. Y como si lo hubiese predicho Nostradamus, así ocurrió. El Gobierno comienza su segundo semestre con muchas dificultades, que no solo se sintieron con el hundimiento de la reforma política, sino con las trabas en el trámite de la reforma a la salud y los anuncios de que los partidos tradicionales de gobierno no acompañarán algunas de las iniciativas del Ejecutivo si estas no son modificadas.
Además de los vaticinios hechos desde hace meses, y que se cumplieron al pie de la letra, el proyecto no tenía muchas esperanzas de vida ante la forma en que fue recibida la ponencia para quinto debate, radicada el jueves pasado. Ese día, desde la Alianza Verde se expresaron las primeras posiciones en contra. Las representantes Katherine Miranda y Catherine Juvinao advirtieron que, a pesar de que se eliminaban las listas cerradas obligatorias -un punto en el que la colectividad estaba en contra- se mantenía el tema de que los que escogieran este tipo de listados podrían saltarse los mecanismos de democracia interna para definir el orden de las listas para 2026 y simplemente “copiar y pegar” la forma en que quedaron en los comicios de 2022 -lo que consideraron una especie de reelección automática-.
Por otro lado, advirtieron sobre una polémica adición a un apartado que, de por sí, ya generaba controversia. En la ponencia para quinto debate no solo se mantuvo el punto de que no existía incompatibilidad para que los congresistas pudieran saltar de inmediato a ocupar un cargo en el Ejecutivo, sino que se añadió un parágrafo en el que se dejaba claro que luego podían volver a la curul que abandonaron, siempre y cuando siguieran en el periodo para el que fueron elegidos. Para varios, se consagró una especie de doble puerta giratoria, en la que el congresista no solo podía renunciar a su curul, sino que se le cuidaba “el puesto” mientras volvía. En otros sectores no cayó bien que se hubiesen eliminado las listas cerradas, pues consideraban que era el punto fundamental de la reforma y que, sin estas, algunos de los artículos del proyecto podrían ser “muy peligrosos”.
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La ponencia generó tantas molestias, que cuatro de los ocho ponentes no la firmaron: los senadores Alfredo Deluque, Juan Carlos García, Paloma Valencia y Jorge Benedetti. “La ponencia de quinto debate que recibimos era un texto grotesco. Incluía una serie de micos y orangutanes”, dijo a este diario el senador Benedetti, quien además, junto con Paloma Valencia, presentó una ponencia de archivo. Sin embargo, varios consultados señalaron que la molestia no fue con lo que se agregó en la última ponencia, sino que ya estaban reacios desde hace algún tiempo. “Ya habíamos advertido. Varios puntos ya venían de atrás y beneficiaban al Pacto. Los micos no eran algo nuevo”, sentenció el senador Carlos Fernando Motoa, quien hizo énfasis a su rechazo a apartados como eliminar incompatibilidades, el transfuguismo, entre otros.
Sin embargo, además de las molestias, jugó un tema de honor frente al Gobierno. “Ya habíamos pedido que no se impusiera la reforma y no nos escucharon”, añadió Motoa. Esta tesis fue ahondada por otro senador, que pidió reserva de su nombre y aseguró que el hundimiento de la reforma se venía cocinando desde el martes, cuando fue incluida en tercer lugar en el orden del día. Este aseguró que se jugaron las cartas de forma disimulada para que “no pensaran” que iban en la cacería de la reforma política. Supuestamente hicieron hincapié en que el proyecto de protección animal, impulsado por la senadora Andrea Padilla, no se podía votar por vicios de trámite y pidieron seguir con el Código Electoral. Luego, cuando se aprobó la ponencia, pidieron suspender la aprobación de este texto y seguir con la reforma política, para así pasar a votar el archivo.
Desde el Gobierno se habrían dado cuenta de la movida y habrían intentado frenar la “jugadita”, tratando de que la plenaria comenzara antes de que se pudiera proceder a votar el archivo. Incluso, los artífices de esta movida señalaron a María José Pizarro de haber empantanado el debate para salvar el proyecto. En respuesta, la senadora comentó a este diario: “Estábamos citados para discutir el Código y en la mitad del debate, de la nada, desde Cambio Radical presentan una modificación del orden del día y tratan de meter la reforma. Eso fue una argucia, una triquiñuela”. De acuerdo con Pizarro, esta no estaba de acuerdo con varios puntos del proyecto, pero tampoco comulgó con la intención de “hundir la reforma por la puerta de atrás, sin discusión”.
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La prolongación del debate hasta el comienzo de plenaria del Senado solo dio un día de vida a la reforma política, pues ya estaba sentenciada. El Gobierno vendió cara la derrota y se desmarcó del proyecto en la mañana del jueves. El presidente Gustavo Petro y el Pacto Histórico la repudiaron y pidieron que fuera retirada bajo el argumento de que ya no tenía sentido, pues se habían eliminado las listas cerradas. Asimismo, el ministro Alfonso Prada, en el debate, se alejó de los puntos controvertidos y, de cierta manera, llegó a responsabilizar a los ponentes de ellos. Por último impulsó una moción para que se retirara la iniciativa. El Ejecutivo no quiso recibir el golpe completo de la derrota y no permitió que se votara la ponencia de archivo. “El Gobierno pidió retirar el proyecto y por decencia lo permitimos”, expresó uno de los senadores, quien advirtió que este procedimiento pudo haber sido irregular debido a que no se recogieron las firmas de todos los coautores para que la solicitud fuera válida.
Como se dijo anteriormente, algunos aseguran que fue un punto de honor tumbar el texto, puesto que “se está haciendo costumbre con este gobierno que se les hunden artículos y en la otra Cámara los aprueban, y entonces reviven los artículos en la conciliación”, y así habría pasado con la reforma política. Además, más allá de que había varios artículos que no gustaban y “estaban a la medida del pacto”, se habría tomado esta como una oportunidad de jalarle las orejas al Ejecutivo: “El Gobierno cree que la vamos a votar sí porque sí. Hay falta de manejo y experiencia. Van y meten temas sin consultar. Es un mensaje de que no es lo que ellos digan”.
¿Quién fue el responsable del texto hundido?
Al final, nadie se quiso hacer cargo del fracaso de la reforma política. Desde el Ejecutivo trataron de desligarse de ella y de sus controversias. El presidente Petro la repudió en la mañana a través de un trino, pues se eliminaba la obligatoriedad de las listas cerradas. Luego, el ministro Prada alcanzó a justificar varios de los puntos polémicos e incluso alcanzó a achacarle algunos de estos a otro de los ponentes, el senador Ariel Ávila, que no estaba en la sesión puesto que estaba en un viaje oficial en Buenos Aires. Además, aseguró que varios puntos en controversia no eran del agrado del gobierno, pero que los mantenían en la ponencia bajo el respeto de la independencia de poderes.
En el caso de Ariel Avila, que fue uno de los que terminó cuestionados por su participación en la ponencia, este aceptó que firmó la ponencia porque logró introducir dos y medio de los tres cambios pedidos por su partido: listas cerradas y mantener el tope para hacer coaliciones. “Me echan la culpa porque no estoy en Colombia Todos los temas vienen desde el principio. Ahora escurren el bulto”, dijo Ávila, que admitió que fue el que metió el punto de que los congresistas que renunciaran para ser ministros pudiesen volver al Congreso luego de su paso por el Ejecutivo. Expresó que lo hizo pensando en los regímenes parlamentarios y para evitar de que este punto fuera a la medida de uno que otro senador -no quiso dar nombres- que estaría pensando en renunciar en junio y “terminar la carrera política como ministro”.
Roy Barreras también habló del fracaso y aseguró que el proyecto es de gobierno y este hizo parte de la construcción de todas las ponencias. En ese sentido, reveló que la propuesta de mantener el sistema mixto de listas -cerradas y abiertas- vino del propio Ejecutivo. “El gobierno decidió debilitar la lista cerrada y dejarla tal como está hoy”, expresó el senador, que aseguró que este era uno de sus puntos básicos para la reforma, por lo que estuvo de acuerdo con su archivo. Asimismo, expresó su apoyo al punto introducido por Ávila sobre el “ir y volver” del Congreso al Gobierno y aseguró que el archivo de este jueves sólo significa una pérdida de tiempo, pues sí o sí debe haber una reforma política y es muy probable que se terminen haciendo cambios más drásticos en los próximos años.