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En la puerta del horno se cayó el acto legislativo para regular el uso adulto de cannabis: ocurrió el último día y a última hora, en la plenaria de Senado ¿Qué pasó?
Conforme iba avanzando el proyecto y cuando empezamos a tramitarlo durante la segunda vuelta, sabíamos que el debate más difícil iba a ser, justamente, en la plenaria del Senado porque el partido Conservador tiene una bancada muy amplia y, si se quiere, por la barrera generacional que existe en su composición. Necesitábamos, mínimo, 54 votos y contando los de los sectores progresistas, partido Liberal y los de la U, sumábamos 52. Para la segunda vuelta, nos encargamos de modificar la redacción para sumar apoyos. Sin embargo, las dificultades que tuvimos en la Comisión Primera de Senado, hicieron que se acortara el tiempo y que llegáramos, a última hora, sin posibilidad de conciliar textos. Esos factores, sumados a algunas ausencias desafortunadas, terminaron hundiendo el proyecto.
Me parece que fuera de los problemas de tiempo, el Senado siempre ha sido más conservador y tradicional que la Cámara ¿Es cierto o impresión?
Es absolutamente cierto y tiene una explicación electoral: la Cámara casi siempre se renueva en un promedio de 60% y llegan nuevas generaciones; alcanzar una curul en el Senado es mucho más difícil y, justamente por eso, hay menos jóvenes y menor renovación. Recuerde, de otro lado, que para aspirar al Senado el límite de edad es de 30 años y el de la Cámara, de 25. Además, el Senado actual tiene gran número de conservadores, sumado a las bancadas de otros partidos que tienen esa misma tendencia.
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¿Es verdad que las bancadas de la coalición gubernamental se retiraron el lunes festivo cuando se iba a votar el proyecto de cannabis para romper el quorum, e impedir que se hundiera esa noche, o hubo unas ausencias muy sospechosas del Pacto Histórico?
El lunes alcanzamos a contar 53 votos, bajo el entendido de que si lo aprobábamos ese día, tendríamos la posibilidad de acoger las proposiciones presentadas por Cambio Radical para conciliar los textos de Cámara y Senado, el martes 20. Sin embargo, aún nos faltaba un voto. Dos senadores que apoyaban el proyecto, no estaban presentes pero nos dijeron que venían en camino. Pasadas las 9 de la noche, algunos presentes empezaron a retirarse. Al final, uno de los ausentes llegó pero ya habíamos perdido otros apoyos. El presidente Alexánder López, en todo caso, mantuvo abierta la sesión. Se pidió verificación del quorum y, en el momento del conteo, unos se habían marchado, otros estaban en proceso de abandonar el recinto y algunos y que se habían retirado, procuraron volver pero, al final, tuvo que levantarse la sesión.
¿Percibió que las dos ausencias y el retiro de otros senadores fue una “jugadita”, como se dice ahora cuando lo sucedido es programado con malicia?
No creo que hubiera sido malicioso. Sin embargo, hay admitir que hubo alta dosis de irresponsabilidad por parte de quienes faltaron a la sesión del lunes. Todos los congresistas sabemos que el último mes del periodo legislativo es definitivo. Humberto de la Calle, por ejemplo, viajó una semana vital para la aprobación del proyecto, a Madrid (España), y nos faltó su voto para la aprobación. Si él hubiera estado presente, de pronto el destino del acto hubiera sido distinto.
Aun cuando usted es liberal, su proyecto de regulación del uso del cannabis fue apoyado por el Gobierno. La tensa situación política entre la administración Petro y la oposición en el Congreso, ¿incidió en el hundimiento del acto legislativo?
Vale la pena recordar que esta era una iniciativa de esencia liberal pero no, exclusivamente, del partido. A su radicación, nos acompañaron congresistas de la U, de Cambio Radical, de la Alianza Verde y el Pacto Histórico. El Gobierno también la apoyó desde las carteras de Justicia, Salud e Interior. Ahora, es claro que el proyecto sufrió el impacto de las dificultades gubernamentales: en el sexto debate se presentó la crisis ministerial y el retiro del ministro Alfonso Prada lo cual creó un escenario hostil. Mientras se daba el séptimo debate en Comisión Primera, explotó el escándalo de la exjefe de gabinete y eso enrareció el ambiente y tensó, aún más, la relación con Cambio Radical. Finalmente, en los últimos días de legislatura, la administración tuvo que gastar su capital político en el intento de salvar las reformas sociales y nos dejó solos.
Se dice que su propuesta perdió votos de unos congresistas de la coalición y de otros de oposición que habían votado, antes, por su aprobación ¿Por qué pasó eso tan extraño?
En el partido Verde hubo senadores que decidieron no apoyar la iniciativa como JotaPé Hernández quien repitió los argumentos de María Fernanda Cabal y de Iván Name, para el archivo del proyecto. En el partido Liberal, Karina Espinosa y Juan Pablo Gallo se opusieron a la iniciativa y el senador Mauricio Gómez Amín se ausentó de todos los debates. Se perdieron los apoyos de Cambio Radical. Sin embargo, intentamos convencerlos pero el partido no aceptó y el resultado fue el retiro de sus votos para el proyecto y, con esa decisión, su hundimiento.
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Ya que usted menciona al senador autodenominado “JP”, este y otros elegidos por, presuntamente, representar la modernización y juventud de la política, ¿resultaron ser, en realidad, aliados de la derecha tradicional y de los conservadores más extremos como se comenta?
En el caso de JP Hernández es evidente que es así, y no ha solo respecto del proyecto de cannabis: él, sin duda, se ha convertido en uno de los opositores más recalcitrantes del Gobierno y, lo que es peor, lo hace desde una de las bancadas fundamentales de la coalición: el partido Verde. En el caso del liberalismo, la senadora Karine Espinosa es la antítesis del pensamiento liberal: sus tesis y posturas serían consideradas de extrema derecha hasta en el Centro Democrático. Y en el caso de Mauricio Gómez Amín, sus reiteradas ausencias parecieran deliberadas: su decisión fuse no votar en contra, tal vez para no quedar mal con el partido, pero con la intención de hundir el proyecto.
Hacer coincidir la fecha de las marchas de la oposición con la fecha de la última votación de su propuesta, ¿fue una movida para enrarecer el ambiente y justificar la ausencia de varios senadores?
La marcha estaba convocada con anterioridad a tener claridad sobre la fecha en la que se votaría el proyecto. Lo que sí fue una jugada, reconocida por la propia senadora Paloma Valencia en sus redes sociales, fue la de solicitar la presidencia de una sesión del Senado que otorga el Estatuto de la Oposición, para el martes 20 de junio, último día para aprobar el proyecto. La oposición pretendía que se le diera esa fecha en un claro abuso del derecho pues no buscaba ejercer control político al Gobierno ni aprobar proyectos de su autoría sino garantizar que el acto legislativo de cannabis no se incluyera en el orden del día.
¿Por qué cree que los senadores y quienes lideran los partidos tradicionales, le temen tanto a la regulación del consumo de cannabis?
Algunos de ellos tienen preocupaciones legítimas; pero hay otros que se dejan llevar, no por los argumentos sino por lo que dicta la calle, o su electorado. A pesar de entender que la regulación es el mejor camino, les cuesta mucho ponerle la cara a quienes votan por ellos, en especial a los electorados rurales que son particularmente conservadores.
Se sabe que los directores de los partidos de oposición están encima de sus congresistas para evitar que se aprueben los proyectos del Gobierno ¿Es verdad que Vargas Lleras le ordenó a su bancada votar en contra de su proyecto, aun en contra de sí mismos, pues algunos parlamentarios ya habían dado su voto favorable? Y que, de otro lado, César Gaviria ¿les pidió a los liberales apoyarlo a usted pero no le hicieron caso?
Varios de los miembros de Cambio Radical, tanto en Senado como en Cámara, están convencidos de la necesidad de aprobar este proyecto. A pesar de eso, Vargas Lleras logró bloquearlos en Cámara, lo que nos costó 11 votos. En Senado, si bien no hubo votación de bancada, terminamos dependiendo de esos apoyos. En el caso del Partido Liberal, ya teníamos unos votos garantizados y el expresidente Gaviria ayudó a alinear a la bancada, con la excepción de los senadores Karina Espinosa, Juan Pablo Gallo y Mauricio Gómez Amín. Y otros dos liberales no llegaron por distintas razones: Lidio García, por una intervención quirúrgica, y el senador Miguel Ángel Pinto, por el lamentable deceso de su esposa.
Entonces, ¿es cierto que Vargas Lleras está dispuesto a acabar con todo lo que huela a Gobierno y que, al menos unos liberales le desobedecen al jefe del partido?
Germán Vargas Lleras fue el principal opositor, tras bambalinas, del acto legislativo de regulación de cannabis así como lo es respecto de todos los proyectos de origen gubernamental o que tengan el aval de la Casa de Nariño. La de Vargas Lleras es una oposición de lo más irreflexiva posible porque trata de tumbar todo porque sí, y sin importar si los argumentos son ciertos o falsos. En cuanto al liberalismo, es innegable que hubo quienes se hicieron los de la vista gorda con las instrucciones del jefe del partido: le aseguraron que votarían a favor pero lo hicieron en contra o, simplemente, no aparecieron en los debates.
Con el término de la legislatura, todo lo avanzado se pierde y corresponde empezar de cero en cuanto al proyecto cannabis ¿Está dispuesto a volver a “pedalear” por el uso recreativo de cannabis o se cansó y desistirá?
Este proyecto ofrece unas posibilidades enormes y abre una discusión que, en nuestro país, es más legítima que en cualquier otro. Por supuesto que la frustración es grande después de haberlo hecho aprobar en siete debates, lo que requirió un esfuerzo descomunal. Pero nuestro país necesita que sigamos intentándolo. Hace un año ni el más optimista hubiera creído que era posible estar a un voto de aprobarlo. Y, a final, ganamos con 47 votos sobre 43; lastimosamente no logramos la mayoría requerida. Pero ojalá mucho más temprano que tarde, este cambio sea una realidad. El fracaso de la guerra contra las drogas es evidente y el planeta entero va en la dirección que estamos planteando.
¿Cuántas veces ha intentado que pase su proyecto y por qué persiste?
Este es el quinto intento y desistir no es una opción. He persistido y persistiré porque es una causa por la que vale la pena luchar.
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Para quienes no están familiarizados con su propuesta, ¿en qué consiste, qué se permitiría y cómo se regularía el mercado de cannabis?
La propuesta busca crear un mercado regulado de cannabis de uso adulto en nuestro país. Aquí ya es legal su consumo, cultivo y porte; pero para comprar la sustancia, el consumidor se ve obligado a ir a mercados ilegales porque su venta está prohibida. La ilegalidad expone a los consumidores a la violencia y a los peores estándares sanitarios. El proyecto pretende crear un mercado legal y regulado, creando, simultáneamente, empleo formal, garantías sanitarias a los consumidores y pago de impuestos que serían invertidos en los sectores de salud y educación.
Hay quienes temen que regular el mercado es incentivar el consumo, ¿Qué les diría?
Que están equivocados. Nosotros reconocemos que el consumo de cannabis produce unos daños y unos riesgos para la salud humana, tal como lo hacen otras sustancias peligrosas que, sin embargo, han regulado sus mercados como el cigarrillo y el alcohol. Justamente porque hace daño, el mercado de cannabis no puede quedar en manos de las mafias sino que el Estado es el que debe poner las reglas sin hacer apología sobre su consumo. Lo digo porque hay gente que confunde la regulación con la promoción. Regular el mercado de cannabis es imponerle normas sin promover el consumo o su uso. Son dos cosas completamente diferentes.
Precisamente, una congresista fue sometida a toda clase de agresiones verbales por decir que era consumidora habitual de marihuana ¿Qué piensa usted, al respecto?
En primera instancia, hay que decir que las agresiones a la representante Susana Boreal son absolutamente inaceptables. No obstante, también hay que decir que su intervención rayó en la apología al consumo. El representante Daniel Carvalho afirmó, en público, que es consumidor de marihuana pero nadie se sintió agredido ni pensó que estaba promoviendo su consumo. Así mismo, nadie lo atacó.
Perdone la pregunta pero me parece pertinente: ¿usted es consumidor habitual de cannabis?
Fui consumidor habitual de cannabis pero hace 15 años que no tomo ninguna sustancia de ese tipo, ni siquiera alcohol: soy abstemio.
Los temores que salen a relucir entre quienes se oponen a la legalización van desde que incentivará la “drogadicción” hasta que “Dios castiga a los consumidores” ¿Hay desconocimiento y la discusión parte de niveles muy bajos?
El debate se dio, en términos generales, en el marco del respeto. Reconocemos que hay preocupaciones válidas y parte de nuestra tarea fue y será ayudar a aclarar y a desmontar esas creencias que se basan más en suposiciones o, incluso, en el desconocimiento de las normas que permiten consumir, portar y cultivar cannabis. Las tres preocupaciones que más se argumentaron tenían que ver con un posible aumento del consumo, la desprotección a la niñez y el aumento de la criminalidad. Debate a debate, fuimos desmontando esos argumentos apoyados en cifras y en las experiencias de los países en donde ya existe la regulación. Hubo otros argumentos, sobre todo de tipo religioso pero, realmente, no vale la pena detenerse en ellos.
Solo desde el punto de vista de la medicina, ¿por qué debería regularse el consumo? ¿El consumo excesivo de cannabis produce o no daños en el cuerpo humano?
El consumo de cannabis tiene efectos sobre la salud humana y, más aun cuando es excesivo. Pero que una sustancia produzca daños a la salud, no implica que deba ser prohibida. De ser así, deberíamos prohibir el uso del cigarrillo y el consumo de alcohol, sustancias mucho más nocivas que la marihuana, según todos los estudios disponibles sobre la materia. Y justo por ese motivo, el Estado debe regular y vigilar el mercado de cannabis: las normas permiten un enfoque acertado de salud pública e incentivan la práctica de políticas de prevención del consumo mientras que, en un mercado ilegal, el enfoque es puramente punitivo, y lucrativo para el mercado ilegal.
¿Los debates sobre cannabis en el Congreso no estuvieron ausentes de argumentos de orden ético ¿Las discusiones fueron moralistas?
Hubo intervenciones muy valiosas. Se mencionaron cifras, estudios, informes que ayudaron a nutrir el debate. En general, la evidencia demuestra que la regulación del cannabis, en el mundo, ha sido positiva. Sin embargo, hay un momento, dentro de las discusiones, cuando ya se han expuesto todos los argumentos, que la decisión de votar el proyecto pasa a un plano ético o, incluso, político. Muchos nos dijeron: ¿Saben qué? Ustedes tienen razón pero no puedo acompañarlos”.
Mencione dos estudios en países donde ya exista la regulación del uso de cannabis y sus efectos sobre el mercado.
Quizá el estudio más relevante sea el de Anderson y Rees, de este año, porque consiste en una revisión de todos los informes que se han escrito sobre regulación del cannabis de uso adulto, en el mundo. Ahí se muestra, entre otras cosas, que, en un 75% de los casos, la regulación disminuye o no aumenta el consumo de cannabis en edades tempranas. El estudio de Alley, del año 2020, indica que la regulación de cannabis ayuda a reducir el consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas más fuertes. Esa reducción es más fuerte en jóvenes entre los 15 y los 25 años. También se ha confirmado que la regulación disminuye las tasas de mortalidad asociadas al consumo de opioides.
El mercado legal, ¿hace subir o bajar el precio y las cantidades vendidas se incrementan o disminuyen?
Lo que ha mostrado la experiencia internacional es que, al inicio de los mercados regulados, puede haber un pequeño aumento porcentual en el número de consumidores que, en casi todos los países, ha sido del 5% al 6%. Pero, también ha mostrado que, después de un tiempo, se vuelve a la normalidad y el número de consumidores suele ser el mismo que antes.
En el mercado ilegal de cannabis, en el mundo, circulan millones y millones de dólares sucios. Cuando la producción y venta de marihuana se legaliza, ¿sus dineros siguen estando contaminados?
Como todos los procesos, la regulación se hace por etapas. De la noche a la mañana no se sustituye un mercado ilegal por uno legal. Ese es uno de los grandes retos que tiene nuestro país: hay que crear un marco regulatorio que permita la formalización rápida y gradual de los cultivadores de cannabis. Los incentivos son fundamentales, el proceso de formalización no debe tener barreras innecesarias y debe estar pensado en clave de las regiones como el norte del Cauca, principal zona de producción de cannabis del país. En cuanto a los efectos sociales de su regulación por el Estado, las experiencias han sido buenas: el consumo en edades tempranas, tiende a bajar; el mercado ilegal se va sustituyendo, con el tiempo, por uno legal; y el recaudo tributario ayuda a financiar los desafíos que la propia regulación plantea, en materia de salud pública.