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Pasada la sorpresa por los resultados de las elecciones presidenciales del domingo, en las que las votaciones por los candidatos Humberto de la Calle, del Partido Liberal, y Germán Vargas Lleras, de la coalición entre la U, Cambio Radical y algunos sectores del Partido Conservador, fueron sorprendentemente dramáticas, en el interior de las campañas ha empezado la búsqueda de las responsabilidades individuales. En el caso del exjefe negociador de paz, los señalamientos apuntan al director de la colectividad, el expresidente César Gaviria; mientras que en la del exvicepresidente responsabilizan a los dueños de la maquinaria.
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Si hay un responsable por la histórica derrota del candidato del Partido Liberal, Humberto de la Calle, es su propio director, dicen los militantes de la colectividad. La avalancha de críticas que le cayeron con los escasos 399.180 votos que logró De la Calle en la primera vuelta del domingo le cobraron a Gaviria, inevitablemente, su rol como jefe de uno de los partidos más antiguos de Colombia, uno que ha gobernado por décadas en este país y que hoy pareciera haber quedado reducido “a la niña fea de la fiesta”, con la que ya no vale la pena “negociar” sus votos de cara a la segunda vuelta del 17 de junio.
Lo dijo de manera airada el exministro Juan Fernando Cristo en una entrevista con La W Radio, al advertir que la peor decisión que ha tomado la colectividad roja fue haber designado a Gaviria como jefe único del partido. “Nos equivocamos cuando lo elegimos jefe del partido y lo advertimos con el senador Juan Manuel Galán en su momento, como también el haber convocado a una consulta popular en noviembre. (…). Se equivocó Gaviria cuando se atravesó como mula muerta a la posibilidad de una coalición con Fajardo”, recriminó Cristo.
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Pero, ¿qué falló para que De la Calle hubiera sido humillado —según sus seguidores— por tan pírrica votación? Voces en el liberalismo son conscientes de que no se metieron a fondo con la campaña del exjefe negociador de paz, entre otras cosas, por la división que se venía evidenciando desde el año pasado dentro del partido. Además, las elecciones legislativas influyeron en que quienes no resultaron electos no apostaran un peso para los comicios de primera vuelta.
Previendo la derrota, congresistas anticiparon que varios liberales saldrían a cobrar la cabeza de Gaviria, pidiendo su renuncia, a lo que el expresidente de manera anticipada respondió en un documento revelado ayer: “Cuando culminó la consulta liberal nos encontramos con que el candidato de la Alianza Verde propuso una consulta bastante extraña: él quería una coalición con el candidato De la Calle, pero no con el Partido Liberal, al que descalificó de una manera tajante y ofensiva. (…) No entiendo cómo nos atribuye la responsabilidad de la formación de una coalición de centro izquierda”, dijo el expresidente, respaldado por varios legisladores que le reconocieron su jefatura pese a la arrasadora derrota del Partido en las urnas. Una derrota nunca antes ocurrida en la historia del Partido Liberal Colombiano.
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Pero si en el liberalismo llueve en el “vargasllerismo” no escampa. El exvicepresidente lo tenía todo para ser presidente: la experiencia pública, el conocimiento político, los apoyos electorales, la maquinaria y las alianzas mayoritarias, pero nada de esto fue suficiente para que superara la prisión del 6 % que le asignaban las encuestas, de las que Vargas renegaba asegurando que pasaría a la segunda. En lo que le cabe de responsabilidad a su partido, Cambio Radical, le acuñan la culpa de la derrota, principalmente, a su director, Jorge Enrique Vélez quien, dicho sea de paso, anunció su retiro del cargo si las encuestas se veían reflejadas en las urnas. Fuentes cercanas al exvicepresidente califican de “desastrosa” la gestión de Vélez al punto de cuestionar los resultados en Antioquia, su región, y donde Vargas logró escasamente 99.642 votos.
En cuanto a los resultados en Bogotá, tampoco se vieron reflejados los votos de los congresistas de la capital. Y calificaron de “caricaturesca” la figura del exministro David Luna, quien supuestamente se había retirado del cargo bajo la promesa de ofrecer un importante caudal electoral, dada su condición de excandidato a la Alcaldía distrital. “Pero renunció ya muy tarde. ¿Qué iba a poder hacer a un mes de las elecciones? Nada”, dijo un miembro de Cambio Radical.
Los reclamos también le caen a Luis Felipe Henao, gerente de la campaña de Vargas, a quien también le piden responsabilidad política. “Hubo errores. Tiene una absoluta inexperiencia en materia de contienda electoral y no supo gestionar la candidatura de quien creemos que era el mejor aspirante a la Presidencia”, añade una voz crítica de Henao.
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Y es que fueron tan malos los resultados donde sus aliados sacaron portentosas votaciones en las elecciones legislativas, que en el interior de la campaña de Vargas ha empezado el ejercicio de individualización de responsabilidades. Por los lados del sector conservador que lo apoyó, los ojos acusadores están puestos sobre el senador electo David Barguil, quien en marzo consiguió casi 140 mil votos, la mayoría en Córdoba, pero esos respaldos no le llegaron al candidato, quien perdió con Petro y con Duque y sólo consiguió 66 mil votos allí.
En el Partido de la U, que también apoyó a Vargas, la conclusión es distinta. “Estamos en un país que ha cambiado mucho. Es más incluyente, democrático, en el que por primera vez había cuatro candidatos con opciones, y este país está votando a conciencia. No aceptan instrucciones de partidos, las maquinarias nunca han funcionado muy bien en las elecciones presidenciales, pero en estas sí demostraron su fracaso. El crecimiento de la participación ciudadana las apabulló. Por Vargas no votó ni su partido. El país le cobró los tibios movimientos a la derecha y luego a la izquierda, ser el vicepresidente de Santos, y todo lo malo que encarna la política acabó achacándoselo a él”, conluyó un dirigente de la U.
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