“Soy ciudadano y siento que me debo meter”: Róbinson Díaz
La beligerancia y crudeza en sus mensajes de redes sociales y en sus caricaturas le han generado fuertes críticas a uno de los actores más consagrados de Colombia. En esta charla franca y sin eufemismos, reivindica el valor de las redes sociales y critica al Gobierno, al Congreso, a la Fuerza Pública y a la prensa.
Juan David Laverde Palma
Róbinson Díaz tiene 55 años, una de las carreras artísticas más prolíficas del país y una indignación que le sale de las tripas. Dice que se le llenó la taza, que este gobierno ha sido indolente con el pueblo y que el presidente jamás escucha. Desde hace un buen tiempo, desde su cuenta de Twitter, es cada vez más ácido y virulento en sus críticas. También, en sus caricaturas de “Thumor” en este diario, que firma como Picho & Pucho. Las mismas que arreciaron en estos días agitados del paro nacional. Lo primero que advierte es que odia los eufemismos y que por eso va cantando sus verdades sin edulcorarlas. “Estoy harto de que hayan matado a Jaime Garzón, de que amenacen a Alejandro Riaño, de que amenacen a líderes sociales”, añade. Así fue su diálogo con El Espectador.
Estamos en un momento muy álgido, con un paro nacional que ajusta casi un mes, donde los extremos parecen haberse exacerbado y, en la mitad, más de 40 muertos. ¿Usted cómo lee esta fotografía de la historia del país hoy?
A mí me parece que hay un presidente absolutamente soberbio, un hombre incapaz, un títere verdaderamente que recibe órdenes desde una finca, y unas Fuerzas Armadas que parece que se mandan solas.
Usted es uno de los actores más respetados en Colombia, lleva 30 años haciendo cine, televisión y teatro. Ese ha sido su escenario natural. Hoy, además, desde su cuenta de Twitter, que tiene más de 417 mil seguidores, opina con mucha beligerancia sobre la realidad política de Colombia. Algunos dirán, incluso, que sus trinos están escritos con las tripas.
Primero soy ciudadano y luego artista. Y me duele mucho este país ya que las decisiones políticas que está tomando esta gente nos afectan a todos. Que los artistas comprometidos con el uribismo, que reciben sus contratos, no se manifiesten es supremamente entendible, pero yo tengo una independencia que me permite opinar sobre lo que está sucediendo. Además, me di cuenta de que eso de que los artistas no pueden opinar porque son artistas es pura mierda. Las decisiones políticas afectan la economía, el comportamiento social, los animales, el medio ambiente. Y mientras tanto, con mis impuestos, uno ve unos señores en el Congreso que se roban la plata, que están desconectados de la gente, que se van a vacunar a Miami pero que acá nunca sesionan en vivo. Todo eso hace que yo me salga de la ropa. Cuál artista ni qué vainas. Soy ciudadano y siento que me debo meter. Yo veo lo que está pasando con el Esmad ya desmadrado y con los muertos y con los abusos y digo: si uno está al margen de esto es que no le duele nada.
Antes de meternos en sus trinos, que son muy ácidos y virulentos, ¿cuál fue el punto de inflexión suyo, en qué momento se le llenó la taza?
A mí se me viene llenando la taza desde hace rato, hermano, con el paro de 2019 que vi un presidente que no le importa nada, que lo que hace es dilatar y desgastar la protesta social y que le importa un comino. Más que no escuchar, no resuelve. Ellos creen que este paro es una emoción pasajera. No, hermano, hay una insurrección nacional que viene desde mucho tiempo atrás: este es un país sin oportunidades. Qué tal esa cobradera de peajes tan alta o el fracking en los páramos.
Y esa indignación que tiene y que ratifica en esta entrevista la suelta toda en su cuenta de Twitter.
Twitter es lo que no hacen los medios periodísticos en Colombia, allí se cuenta la noticia de inmediato: como caricaturista y como ciudadano me he enterado de las cosas en primicia en Twitter. Hay de todo, claro, pero es más creíble y es más inmediato que lo que hacen muchos medios que son absolutamente cómplices de este régimen. Muchos de ellos se quedan en los vándalos y no ven las causas de las protestas. ¿Usted cree que sale este montón de gente a protestar porque qué chimba protestar? No. Si no fuera por Twitter no hubiéramos visto todo lo que está haciendo el Esmad, ni nos enteramos de lo que le pasó a Dilan Cruz o lo que le pasó a la muchacha de la que abusaron en Popayán. Estaríamos otra vez en la época de Turbay.
(También puede leer: Un paro que no para: cronología de un mes de paro nacional)
Esa crítica a los medios es muy rotunda, pero ¿acaso en Twitter no circulan mentiras? Aun con todas sus bondades, también resulta muy peligroso creer en todo lo que sale allí.
Yo sí creo que lo que sale en Twitter, aun con toda la basura, las mentiras y las exageraciones, es el país de las noticias reales, en caliente, no son noticias de periodista trasnochado ni de periodistas que escriben desde un sofá. Esto es real. Esto que está pasando sacude incluso al periodismo.
Pero los periodistas tenemos la obligación de constatar cada información que llega, cada video que circula, cada documento que se presenta como primicia. Ese es un deber del oficio y no podemos renunciar a él.
Claro que tienen esa obligación, claro.
Por eso. Y esos procesos de verificación toman tiempo. Siendo así, le pregunto: ¿hacer eso convierte a los medios en trasnochados o en “cómplices”?
Estoy de acuerdo con esas verificaciones, pero lo que he visto en los últimos 20 días es que muchas cosas se han ignorado, esa es la parte que a mí me duele. Yo digo: están pasando una cantidad de crímenes y esta gente no habla de eso. A eso me refiero, no visibilizar lo que ocurre. No estoy diciendo que los medios tienen que entrar en caliente, pero sí decir: “mire lo que me llegó, vamos a corroborar rápido”.
Si por lo que usted dice, solo le cree al mundo de las noticias en Twitter, ¿cómo está haciendo para no caer en ciertas manipulaciones y bodegas que también existen? ¿Cómo se blinda para no estar mal informado?
Hermano, con mi experiencia. Porque ya estoy cansado de leer los medios tradicionales que le ponen naftalina a todo. Yo cancelé la suscripción que tenía de muchos medios porque eso es como para mantenerlo a uno dopado y hay mucho sesgo detrás del cuento de “las instituciones”. Entonces yo le creo a Twitter porque cuenta lo que está ocurriendo, sin edulcorarlo. Sin Twitter no sabríamos lo que está ocurriendo en el país que no sale en los medios. Ni nos hubiéramos percatado de los videos de la gente “de bien” en Cali. Sí, soy mamerto, hermano, qué hacemos.
Usted en sus trinos ha tratado al presidente de “asesino” y de “malparido” por lo ocurrido en las protestas. Apelando a su autocrítica le pregunto: ¿en semejante momento de crispación social ese lenguaje no contribuye a echarle más gasolina al incendio?
Los eufemismos dejémoselos a Duque, hermano, que no escucha. Llevamos semanas de protestas y uno ve al señor en sus alocuciones o entrevistas y es como si no estuviera pasando nada. Esa cosa de ser políticamente correcto nos está pudriendo a todos. Cuando escribo en Twitter mucha gente me dice: “Gracias, Róbinson, por fin alguien lo dijo”. Las calificaciones que hago y las palabras que uso salen porque no encuentro otras más certeras para decir lo que pienso, ni acudo a eufemismos porque no me quiero esconder en ellos. Yo soy antioqueño y a mí las cosas me salen de las tripas. Así me cueste lo que me cueste. Estoy harto de que hayan matado a Jaime Garzón, de que amenacen a Alejandro Riaño, de que amenacen a líderes sociales. Esa gente está tratando de que los escuchen y de que los cuiden. Y mientras tanto hay muchachos que se quedan sin ojos después de las protestas y entonces yo digo, no, papá, sin eufemismos.
¿No teme que ese lenguaje desde las tripas termine al final siendo mucho más nocivo?
Qué hacemos, hermano, si a nuestros gobernantes les vale hongo el pueblo. Qué tal ese ministro de Defensa diciendo que los niños reclutados son “máquinas de guerra”. Entonces yo digo: qué voy a temer yo si siempre he vivido así. Y mi papá también, que tiene 78 años. Él me dice: “siquiera los jóvenes están haciendo algo”. Mi papá se cansó de marchar, hermano. Hoy ya el gobierno está asustado porque empieza a entender la dimensión del paro, y por eso hoy se habla de los desabastecimientos y se refuerza la idea de los actos vandálicos y siempre se quieren pegar de ahí. Pero, en cambio, la protesta masiva no la ven.
¿Si lo interpreto bien, dice usted que buena parte del problema en Colombia es que hemos maquillado mucho las realidades con las palabras, que nos quedamos en eufemismos, que la gente ha esquivado el lenguaje directo y visceral que usted hoy usa?
Absolutamente. Con ese cuento de la escuela doña Rita de que “hay que marchar por la acera, sin rayar las paredes y si va a decir algo no puede ser con groserías”. Yo sí peco por grosero, pero estos manes pecan por descarados, y no quieren escuchar. No hay forma de cambiar esto que tenemos sino es con las urnas.
¿Le da miedo de que le pase algo por sus opiniones?
Claro que sí. Pero yo creo que esta vez, si la cosa es matando, tendrán que matarnos a muchos. Esta vez no es Jaime Garzón solo, ahora somos muchos los inconformes, más de 10 o 15 millones de personas, hermano, que estamos muy ardidas con esto. Es que mire los niveles de pobreza y este gobierno hace una reforma tributaria, ¿ah? Un tipo que le mete IVA a los entierros en plena pandemia es un canalla. Que dijo que iba a reconstruir a Providencia en 100 días y vaya usted a mirar eso en qué va. Las cosas por su nombre. Yo le perdí el respeto a este gobierno. Mi hijo de 23 años marcha también y me dice: “Papá, si nos matan, que nos maten”. Yo le digo: “Hijo, yo no voy a ser José Antonio Galán ni nos vamos a ir de mártires, pero si decir la verdad nos cuesta la vida, qué se hace”.
(Le podría interesar: Opinión: ¿A quién le habla (en inglés) Duque?)
¿No le parecen también peligrosas esas exageraciones que hace en sus redes? Usted ha usado unos calificativos muy duros contra la Policía, por ejemplo.
Yo sé pa dónde va usted y es el cuento ese de unas manzanas podridas. Y le digo: las órdenes son de arriba. O sea, uno habla con un policía y dice: “No, hermano, es que a mí me dan las órdenes”. Aquí debería haber una Policía supremamente educada. No educada de decir “buenos días, buenas tardes”, no, sino con pleno conocimiento de los derechos humanos. Una Policía ideal sería la que comprenda lo social, que sea empática, una Policía bien paga, con sueldos dignos, que entrar allá sea un honor, pero no unos gamines con placa. Yo quiero un Ejército incorruptible, que no viole niñas embera. Esto tiene que cambiar. Yo creo que en medio de estas protestas hay más de un ladrón, hay más de un vándalo, hay más de un vago, hay más de uno que no tiene trabajo y dice “bueno, vamos por lo menos a caminar”. Yo sé que hay todo eso, hermano, pero hay un 80 por ciento de la gente que está con la mierda afuera.
¿Cómo vio lo ocurrido hace unos días con la minga indígena en Cali y los civiles que vimos en video disparando?
Es que el paramilitarismo no lo tenemos en Cali o Medellín, lo tenemos en la mente los colombianos. Aquí resolvemos todo a las patadas. Yo tengo también un paramilitar adentro y un guerrillero adentro. Es producto de la rabia, de que no escuchen al pueblo, de que suelten a poderosos por vencimiento de términos; mire la procuradora persiguiendo al alcalde de Medellín, el defensor del Pueblo tomando whisky en Anapoima, el fiscal haciendo extinción de dominio a unas chivas de la minga... Esto es muy triste.
¿Tiene algún candidato para las próximas elecciones?
Petro. Yo tibio no soy, yo voy por Petro, hermano. Necesitamos un cambio.
¿Usted cree que Gustavo Petro hizo una buena alcaldía en Bogotá?
No, pésima.
¿Y entonces?
Pero en este momento es el que está diciendo la verdad, es el gallo. Por lo menos está frenteando el corte. En Colombia no hay empatía, en Colombia la cosa es “sálvese quien pueda”. Por eso hay que votar bien. Y esto lo digo como ciudadano, yo no tengo aspiraciones políticas.
Hablando de empatía, uno de los muertos en este paro fue un capitán de la Policía que fue asesinado en Soacha. Eso tiene que generar repudio nacional, como también lo ocurrido con tantos otros civiles.
Claro, claro, ese es el problema, que los muertos los siguen poniendo los más bobos. No hay buenos muertos jamás, ni los de la izquierda, ni los de la derecha, ni civiles ni policías, son muertos todos al fin y al cabo, y todos son colombianos. La mayoría de los policías son gente de pueblo. Uno ve a esos pobres policías sudando, vueltos nada, y los comandantes: “Vaya, vaya, éntrele, moral, mi tropa, moral”. Moral qué, hermano.
Si usted pudiera tomarse un café con el presidente Duque, ¿qué le diría?
Yo no iría a ese café porque ese señor no escucha. Es un caso perdido. Él tampoco iría al café, estoy seguro.
Róbinson Díaz tiene 55 años, una de las carreras artísticas más prolíficas del país y una indignación que le sale de las tripas. Dice que se le llenó la taza, que este gobierno ha sido indolente con el pueblo y que el presidente jamás escucha. Desde hace un buen tiempo, desde su cuenta de Twitter, es cada vez más ácido y virulento en sus críticas. También, en sus caricaturas de “Thumor” en este diario, que firma como Picho & Pucho. Las mismas que arreciaron en estos días agitados del paro nacional. Lo primero que advierte es que odia los eufemismos y que por eso va cantando sus verdades sin edulcorarlas. “Estoy harto de que hayan matado a Jaime Garzón, de que amenacen a Alejandro Riaño, de que amenacen a líderes sociales”, añade. Así fue su diálogo con El Espectador.
Estamos en un momento muy álgido, con un paro nacional que ajusta casi un mes, donde los extremos parecen haberse exacerbado y, en la mitad, más de 40 muertos. ¿Usted cómo lee esta fotografía de la historia del país hoy?
A mí me parece que hay un presidente absolutamente soberbio, un hombre incapaz, un títere verdaderamente que recibe órdenes desde una finca, y unas Fuerzas Armadas que parece que se mandan solas.
Usted es uno de los actores más respetados en Colombia, lleva 30 años haciendo cine, televisión y teatro. Ese ha sido su escenario natural. Hoy, además, desde su cuenta de Twitter, que tiene más de 417 mil seguidores, opina con mucha beligerancia sobre la realidad política de Colombia. Algunos dirán, incluso, que sus trinos están escritos con las tripas.
Primero soy ciudadano y luego artista. Y me duele mucho este país ya que las decisiones políticas que está tomando esta gente nos afectan a todos. Que los artistas comprometidos con el uribismo, que reciben sus contratos, no se manifiesten es supremamente entendible, pero yo tengo una independencia que me permite opinar sobre lo que está sucediendo. Además, me di cuenta de que eso de que los artistas no pueden opinar porque son artistas es pura mierda. Las decisiones políticas afectan la economía, el comportamiento social, los animales, el medio ambiente. Y mientras tanto, con mis impuestos, uno ve unos señores en el Congreso que se roban la plata, que están desconectados de la gente, que se van a vacunar a Miami pero que acá nunca sesionan en vivo. Todo eso hace que yo me salga de la ropa. Cuál artista ni qué vainas. Soy ciudadano y siento que me debo meter. Yo veo lo que está pasando con el Esmad ya desmadrado y con los muertos y con los abusos y digo: si uno está al margen de esto es que no le duele nada.
Antes de meternos en sus trinos, que son muy ácidos y virulentos, ¿cuál fue el punto de inflexión suyo, en qué momento se le llenó la taza?
A mí se me viene llenando la taza desde hace rato, hermano, con el paro de 2019 que vi un presidente que no le importa nada, que lo que hace es dilatar y desgastar la protesta social y que le importa un comino. Más que no escuchar, no resuelve. Ellos creen que este paro es una emoción pasajera. No, hermano, hay una insurrección nacional que viene desde mucho tiempo atrás: este es un país sin oportunidades. Qué tal esa cobradera de peajes tan alta o el fracking en los páramos.
Y esa indignación que tiene y que ratifica en esta entrevista la suelta toda en su cuenta de Twitter.
Twitter es lo que no hacen los medios periodísticos en Colombia, allí se cuenta la noticia de inmediato: como caricaturista y como ciudadano me he enterado de las cosas en primicia en Twitter. Hay de todo, claro, pero es más creíble y es más inmediato que lo que hacen muchos medios que son absolutamente cómplices de este régimen. Muchos de ellos se quedan en los vándalos y no ven las causas de las protestas. ¿Usted cree que sale este montón de gente a protestar porque qué chimba protestar? No. Si no fuera por Twitter no hubiéramos visto todo lo que está haciendo el Esmad, ni nos enteramos de lo que le pasó a Dilan Cruz o lo que le pasó a la muchacha de la que abusaron en Popayán. Estaríamos otra vez en la época de Turbay.
(También puede leer: Un paro que no para: cronología de un mes de paro nacional)
Esa crítica a los medios es muy rotunda, pero ¿acaso en Twitter no circulan mentiras? Aun con todas sus bondades, también resulta muy peligroso creer en todo lo que sale allí.
Yo sí creo que lo que sale en Twitter, aun con toda la basura, las mentiras y las exageraciones, es el país de las noticias reales, en caliente, no son noticias de periodista trasnochado ni de periodistas que escriben desde un sofá. Esto es real. Esto que está pasando sacude incluso al periodismo.
Pero los periodistas tenemos la obligación de constatar cada información que llega, cada video que circula, cada documento que se presenta como primicia. Ese es un deber del oficio y no podemos renunciar a él.
Claro que tienen esa obligación, claro.
Por eso. Y esos procesos de verificación toman tiempo. Siendo así, le pregunto: ¿hacer eso convierte a los medios en trasnochados o en “cómplices”?
Estoy de acuerdo con esas verificaciones, pero lo que he visto en los últimos 20 días es que muchas cosas se han ignorado, esa es la parte que a mí me duele. Yo digo: están pasando una cantidad de crímenes y esta gente no habla de eso. A eso me refiero, no visibilizar lo que ocurre. No estoy diciendo que los medios tienen que entrar en caliente, pero sí decir: “mire lo que me llegó, vamos a corroborar rápido”.
Si por lo que usted dice, solo le cree al mundo de las noticias en Twitter, ¿cómo está haciendo para no caer en ciertas manipulaciones y bodegas que también existen? ¿Cómo se blinda para no estar mal informado?
Hermano, con mi experiencia. Porque ya estoy cansado de leer los medios tradicionales que le ponen naftalina a todo. Yo cancelé la suscripción que tenía de muchos medios porque eso es como para mantenerlo a uno dopado y hay mucho sesgo detrás del cuento de “las instituciones”. Entonces yo le creo a Twitter porque cuenta lo que está ocurriendo, sin edulcorarlo. Sin Twitter no sabríamos lo que está ocurriendo en el país que no sale en los medios. Ni nos hubiéramos percatado de los videos de la gente “de bien” en Cali. Sí, soy mamerto, hermano, qué hacemos.
Usted en sus trinos ha tratado al presidente de “asesino” y de “malparido” por lo ocurrido en las protestas. Apelando a su autocrítica le pregunto: ¿en semejante momento de crispación social ese lenguaje no contribuye a echarle más gasolina al incendio?
Los eufemismos dejémoselos a Duque, hermano, que no escucha. Llevamos semanas de protestas y uno ve al señor en sus alocuciones o entrevistas y es como si no estuviera pasando nada. Esa cosa de ser políticamente correcto nos está pudriendo a todos. Cuando escribo en Twitter mucha gente me dice: “Gracias, Róbinson, por fin alguien lo dijo”. Las calificaciones que hago y las palabras que uso salen porque no encuentro otras más certeras para decir lo que pienso, ni acudo a eufemismos porque no me quiero esconder en ellos. Yo soy antioqueño y a mí las cosas me salen de las tripas. Así me cueste lo que me cueste. Estoy harto de que hayan matado a Jaime Garzón, de que amenacen a Alejandro Riaño, de que amenacen a líderes sociales. Esa gente está tratando de que los escuchen y de que los cuiden. Y mientras tanto hay muchachos que se quedan sin ojos después de las protestas y entonces yo digo, no, papá, sin eufemismos.
¿No teme que ese lenguaje desde las tripas termine al final siendo mucho más nocivo?
Qué hacemos, hermano, si a nuestros gobernantes les vale hongo el pueblo. Qué tal ese ministro de Defensa diciendo que los niños reclutados son “máquinas de guerra”. Entonces yo digo: qué voy a temer yo si siempre he vivido así. Y mi papá también, que tiene 78 años. Él me dice: “siquiera los jóvenes están haciendo algo”. Mi papá se cansó de marchar, hermano. Hoy ya el gobierno está asustado porque empieza a entender la dimensión del paro, y por eso hoy se habla de los desabastecimientos y se refuerza la idea de los actos vandálicos y siempre se quieren pegar de ahí. Pero, en cambio, la protesta masiva no la ven.
¿Si lo interpreto bien, dice usted que buena parte del problema en Colombia es que hemos maquillado mucho las realidades con las palabras, que nos quedamos en eufemismos, que la gente ha esquivado el lenguaje directo y visceral que usted hoy usa?
Absolutamente. Con ese cuento de la escuela doña Rita de que “hay que marchar por la acera, sin rayar las paredes y si va a decir algo no puede ser con groserías”. Yo sí peco por grosero, pero estos manes pecan por descarados, y no quieren escuchar. No hay forma de cambiar esto que tenemos sino es con las urnas.
¿Le da miedo de que le pase algo por sus opiniones?
Claro que sí. Pero yo creo que esta vez, si la cosa es matando, tendrán que matarnos a muchos. Esta vez no es Jaime Garzón solo, ahora somos muchos los inconformes, más de 10 o 15 millones de personas, hermano, que estamos muy ardidas con esto. Es que mire los niveles de pobreza y este gobierno hace una reforma tributaria, ¿ah? Un tipo que le mete IVA a los entierros en plena pandemia es un canalla. Que dijo que iba a reconstruir a Providencia en 100 días y vaya usted a mirar eso en qué va. Las cosas por su nombre. Yo le perdí el respeto a este gobierno. Mi hijo de 23 años marcha también y me dice: “Papá, si nos matan, que nos maten”. Yo le digo: “Hijo, yo no voy a ser José Antonio Galán ni nos vamos a ir de mártires, pero si decir la verdad nos cuesta la vida, qué se hace”.
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¿No le parecen también peligrosas esas exageraciones que hace en sus redes? Usted ha usado unos calificativos muy duros contra la Policía, por ejemplo.
Yo sé pa dónde va usted y es el cuento ese de unas manzanas podridas. Y le digo: las órdenes son de arriba. O sea, uno habla con un policía y dice: “No, hermano, es que a mí me dan las órdenes”. Aquí debería haber una Policía supremamente educada. No educada de decir “buenos días, buenas tardes”, no, sino con pleno conocimiento de los derechos humanos. Una Policía ideal sería la que comprenda lo social, que sea empática, una Policía bien paga, con sueldos dignos, que entrar allá sea un honor, pero no unos gamines con placa. Yo quiero un Ejército incorruptible, que no viole niñas embera. Esto tiene que cambiar. Yo creo que en medio de estas protestas hay más de un ladrón, hay más de un vándalo, hay más de un vago, hay más de uno que no tiene trabajo y dice “bueno, vamos por lo menos a caminar”. Yo sé que hay todo eso, hermano, pero hay un 80 por ciento de la gente que está con la mierda afuera.
¿Cómo vio lo ocurrido hace unos días con la minga indígena en Cali y los civiles que vimos en video disparando?
Es que el paramilitarismo no lo tenemos en Cali o Medellín, lo tenemos en la mente los colombianos. Aquí resolvemos todo a las patadas. Yo tengo también un paramilitar adentro y un guerrillero adentro. Es producto de la rabia, de que no escuchen al pueblo, de que suelten a poderosos por vencimiento de términos; mire la procuradora persiguiendo al alcalde de Medellín, el defensor del Pueblo tomando whisky en Anapoima, el fiscal haciendo extinción de dominio a unas chivas de la minga... Esto es muy triste.
¿Tiene algún candidato para las próximas elecciones?
Petro. Yo tibio no soy, yo voy por Petro, hermano. Necesitamos un cambio.
¿Usted cree que Gustavo Petro hizo una buena alcaldía en Bogotá?
No, pésima.
¿Y entonces?
Pero en este momento es el que está diciendo la verdad, es el gallo. Por lo menos está frenteando el corte. En Colombia no hay empatía, en Colombia la cosa es “sálvese quien pueda”. Por eso hay que votar bien. Y esto lo digo como ciudadano, yo no tengo aspiraciones políticas.
Hablando de empatía, uno de los muertos en este paro fue un capitán de la Policía que fue asesinado en Soacha. Eso tiene que generar repudio nacional, como también lo ocurrido con tantos otros civiles.
Claro, claro, ese es el problema, que los muertos los siguen poniendo los más bobos. No hay buenos muertos jamás, ni los de la izquierda, ni los de la derecha, ni civiles ni policías, son muertos todos al fin y al cabo, y todos son colombianos. La mayoría de los policías son gente de pueblo. Uno ve a esos pobres policías sudando, vueltos nada, y los comandantes: “Vaya, vaya, éntrele, moral, mi tropa, moral”. Moral qué, hermano.
Si usted pudiera tomarse un café con el presidente Duque, ¿qué le diría?
Yo no iría a ese café porque ese señor no escucha. Es un caso perdido. Él tampoco iría al café, estoy seguro.