Exceso de ruido: así quieren regular un problema que también causa muertes
Un proyecto de ley, que está pendiente de segundo debate en la Cámara, establece límites y condiciones para garantizar la convivencia. Hay casos documentados de asesinatos por intolerancia frente reclamaciones por escándalos.
Cada tanto saltan a la discusión pública casos de intolerancia que derivan en hechos violentos por cuenta de niveles excesivos de ruido; personas a las que no les gusta que les reclamen por su incapacidad de controlar el volumen en fiestas o estando solas terminan agrediendo –e incluso asesinando– a quienes se atreven a llamarles la atención. Tanto así que hay un caso documentado de dos uniformados asesinados en una de estas situaciones.
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Cada tanto saltan a la discusión pública casos de intolerancia que derivan en hechos violentos por cuenta de niveles excesivos de ruido; personas a las que no les gusta que les reclamen por su incapacidad de controlar el volumen en fiestas o estando solas terminan agrediendo –e incluso asesinando– a quienes se atreven a llamarles la atención. Tanto así que hay un caso documentado de dos uniformados asesinados en una de estas situaciones.
Y es precisamente en ese marco, que esta semana regresó al debate nacional por la agresión a piedra contra una periodista antioqueña que les reclamó a unos vecinos escandalosos, que en el Congreso avanza un proyecto de ley que busca regular –incluyendo sanciones– los niveles de ruido permitidos en un entorno de convivencia.
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La iniciativa es del representante Daniel Carvalho, con el respaldo de otros 19 legisladores, la cual ya surtió su primer debate en la Comisión V de la Cámara. En plata blanca lo que busca establecer es una política pública con la cual las autoridades regionales y nacionales, más allá de la Policía, tengan herramientas para controlar el ruido que se hace desde sitios privados y que molesta a los vecinos.
“Es necesaria una ley contra el ruido porque encontramos que toda la normativa existente en la materia es bastante dispersa, a veces confusa”, le dijo Carvalho a El Espectador. Y agregó: “El Código de Policía tiene unas sanciones al respecto, pero a mí me parece inadecuado que todo recaiga en la Policía. Estamos en una situación de orden público particularmente difícil en nuestro país y a la Policía terminamos echándole todo”.
De hecho, en medio del diagnóstico que se realizó para impulsar el proyecto de ley se detectaron situaciones en las que, según el legislador, se han presentado abandonos de viviendas y desvalorización de propiedades debido, precisamente, a los ruidos que se generan por terceros.
“En Colombia hay muchas leyes para todo y no se cumplen, por eso me parece fundamental que los mandatarios locales definan estrategias contra el ruido en sus planes de desarrollo”, precisó Carvalho.
Más información: El ruido (opinión)
En su columna en este diario publicada este jueves 11 de enero, la periodista Claudia Morales recogió el testimonio de su colega Ana Cristina Restrepo y describió cómo, en la vereda El Tablazo, del municipio antioqueño de Rionegro, vecinos ruidosos terminaron cogiéndole a piedra el carro por haberles reclamado el excesivo ruido que tenían.
Pero si bien ese caso sonó duro en redes durante la última semana, no es el único. En efecto, Morales recogió al menos otros tres que, incluso, dejaron víctimas mortales por la intolerancia de quienes eran objeto de reclamación por exceso de ruido.
Contó, por ejemplo, que el 17 de noviembre del año pasado, en el barrio Las Cruces, en el centro de Bogotá, Álvaro Manuel Amador fue asesinado por un vecino al que le reclamó por el exceso de ruido y de quien recibió como respuesta una mortífera puñalada. Además, el 31 de octubre del 2021, en el sector de Nueva Guinea, en la isla de San Andrés, en una situación similar terminaron muertos dos policías.
Lo que se documentó fue el caso de los patrulleros Sandra Pérez y Leibiston Ortiz, quienes acudieron a ese lugar a atender una queja por exceso de ruido y, al llegar al sitio, los mataron a tiros. Y el 10 de julio de 2022, en Medellín, Hernán Darío Castrillón –de 67 años– fue agredido por vecinos escandalosos del barrio La Colina que no aguantaron su reclamo y lo agredieron hasta dejarlo ciego.
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“Los ciudadanos y a veces las autoridades no tienen claras cuáles son sus responsabilidades”, precisó Carvalho, quien agregó que en su proyecto se incluyen sanciones porque “estamos ante un problema que está afectando la vida de las personas, su salud física, su salud mental; por el ruido se producen numerosos problemas de convivencia y de riñas que a veces terminan en hechos violentos, e incluso en homicidios”.
Es por eso que en los 15 artículos del proyecto de ley, que está pendiente de ser agendado para su segundo debate en la plenaria de la Cámara, se establece que es necesario diseñar una política pública contra el ruido que dé claridades sobre cómo identificarlo, a cuántos decibeles ya se considera escándalo, quiénes deben controlarlo y, entre otros asuntos, establecer mecanismos para frenar la contaminación auditiva.
“La contaminación acústica o el ruido molesto perjudica a los colombianos de todas las ciudades, principalmente a los centros y las zonas residenciales. Según informes de la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos, Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena son de las más ruidosas del país. El 61% de los bogotanos están insatisfechos con el nivel de ruido de la ciudad. En Medellín y el Valle de Aburrá el 48% de los ciudadanos consideran que el ruido es un problema ambiental prioritario; y en Cartagena las quejas por ruido aumentaron un 80%”, se lee en parte de la justificación de la iniciativa.
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A esto hay que sumarle que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el exceso desmedido de ruido puede generar problemas que van desde una sordera, pasando por ataques de nervios y llegando a escenarios, entre otros, como el insomnio.
Carvalho, además –tomando como fuente la OMS–, identificó algunos niveles de ruido. Por ejemplo, una pisada puede generar hasta 10 decibeles, mientras que la explosión de un artefacto puede llegar a los 180; el límite del “umbral del dolor” está en 120 decibeles.
En todo caso, más allá del proyecto de ley y de las contravenciones que se establecieron en el Código de Policía, el principal componente para atender situaciones ruidosas que afectan la tranquilidad de una comunidad urbana o rural pasa, necesariamente, por la tolerancia y la cultura ciudadana, algo que a juzgar por los casos recopilados por la periodista Claudia Morales está lejos de ser una constante.
Este es el proyecto de ley que se aprobó en primer debate en la Cámara:
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