Santander Lopesierra: así se mueve quien sería el primer alcalde exnarco del país
Tras haber pagado casi 20 años de cárcel en Estados Unidos por narcotráfico, Santander Lopesierra le apuesta a redimirse en la Alcaldía de Maicao, La Guajira. Para sus seguidores, nada de lo que digan los medios importa, pero una decisión del CNE podría cambiar el panorama.
David Efrén Ortega
Aún no son las 11:00 de la mañana y en Maicao, La Guajira, la temperatura ya llegó a los 35 °C. De pie, apoyado en una mesa de madera, la que golpea con el puño cada que necesita hacer algún énfasis en su discurso, Samuel Santander Lopesierra les habla a cerca de 40 líderes y lideresas wayuus, quienes lo escuchan mientras combaten el bochorno con sombreros o papeles que sirven de abanico.
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Aún no son las 11:00 de la mañana y en Maicao, La Guajira, la temperatura ya llegó a los 35 °C. De pie, apoyado en una mesa de madera, la que golpea con el puño cada que necesita hacer algún énfasis en su discurso, Samuel Santander Lopesierra les habla a cerca de 40 líderes y lideresas wayuus, quienes lo escuchan mientras combaten el bochorno con sombreros o papeles que sirven de abanico.
Él termina y ellos lo aplauden. Luego, aquel viernes de principios de este septiembre que aún corre, toman la palabra para expresarle sus preocupaciones, para contarle que en cierta ranchería todo va mal o simplemente para saludarlo y decirle que lo apoyan. Varios le hablan en wayuunaiki, al principio parece pedir traducción y luego solo asiente con la cabeza y abre más los ojos. Ya sentado, se seca el sudor con el poncho que siempre va colgado en su hombro.
Santa, como lo llaman todos ahí, pues ninguno se interesa por el remoquete del “Hombre Marlboro”, dice que estuvo 19 años en una celda de tres por dos metros, lo que le permitió adquirir “solidez espiritual” y “temor de Dios”. Aunque no explica las razones de su paso por la cárcel, lo que parece tener sin cuidado a su audiencia, señala que no existe una ley que le haya quitado el cariño de su pueblo.
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A sus 62 años quiere ser alcalde de Maicao, un municipio con más de 160.000 habitantes, con un índice de pobreza multidimensional del 60 % (para 2018) y que, al haber dependido económicamente del comercio con Venezuela, ha recibido los coletazos de la crisis social y política de ese país.
Su campaña podría ser la de cualquier otro político de la región y, de hecho, lo es; está protagonizada por las vallas y afiches en cada esquina, las caravanas de camionetas Toyota Burbuja forradas con su rostro, la ausencia de debates y encuestas, y los cantos vallenatos. “Este es un hombre que conoce, Santa Lopesierra es el hombre, el alcalde que todos queremos”, dice uno compuesto en su honor.
Sin embargo, su aspiración llama la atención del centro del país. No solo es su pasado turbio como narcotraficante y contrabandista lo que lo tiene bajo la lupa, también es seguido paso a paso por estar salpicado en el escándalo de la posible entrada irregular de dinero a la campaña del presidente Gustavo Petro. La Fiscalía acusa al hijo del mandatario, Nicolás Petro, de haber recibido cerca de $600 millones de Lopesierra, quien dijo haber votado por Petro, pero negó cercanía con la campaña.
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Por todo el cubrimiento mediático que ha tenido el caso, según dicen quienes lo rodean, el hoy candidato no acepta ninguna entrevista. Se las ha negado a todos los noticieros, revistas y emisoras que han ido a buscarlo. El Espectador viajó hasta Maicao para conocer de cerca el panorama electoral del municipio y en general de La Guajira. Al llegar a su sede de campaña, el equipo de Lopesierra, en permanente contacto con radios de comunicación, impidió grabar videos e incluso solicitó que se borraran todas las fotografías de la fachada del lugar.
“Son órdenes de él mismo”, dijo uno de sus colaboradores. “Tienen que entenderlo, le han montado una persecución sin sentido”, agregó con tono más sereno uno de sus simpatizantes, Daniel Macías, quien se presentó como veedor vial del municipio. “Este es un hombre que ha sido perseguido, que tuvo sus errores, como todos, pero los pagó. La gente tiene un sentir, un encanto que ni los medios comprados van a destruir. Él no tiene padrinos políticos, nadie le va a pedir la administración de la salud o del tránsito, de ahí esa confianza que tenemos”, explicó Macías.
Esa es en general la percepción que tienen los votantes de Lopesierra, quienes conocen su pasado y presente, pero prefieren pasarlos por alto. “No importa si no cumple todas las promesas, aunque sea algunas, porque el ser humano no es perfecto y comete errores”, dijo una profesora wayuu que pidió no ser citada.
“Es una persona para gobernar, tiene una ideología distinta, la gente cree en él porque es temeroso de Dios y también porque se le nota el amor a Maicao. Sobre los temas jurídicos yo no tengo respuestas, yo creo en Santa y si lo sacan será el 31 de diciembre de 2027, después de que cumpla su período”, opinó Jesús González Sapuana, quien le ayuda a hacer campaña.
La defensa a Lopesierra se extiende por diferentes sectores. Algunos comerciantes argumentan que el contrabando era legal en sus tiempos, que él era solo uno de los tantos guajiros que se dedicaban a esa actividad. Otros resaltan su trayectoria política, oratoria y capacidad de debate que le atribuyen, en parte, a su especialización en finanzas de South Illinois University.
“Es que él no es un aparecido en la política y tampoco llegó al tema porque hizo plata. Es al revés, es un tipo hijo, sobrino y nieto de políticos, además fue concejal, diputado y congresista”, asegura alguien que lo conoce de cerca. En contraste, uno de los senadores que alcanzó a compartir con él Congreso asegura no se hacía sentir. Recuerda, entre risas, que le conoció la voz cuando, en medio de una conversación sobre elecciones, Lopesierra se quejaba de haber perdido con un candidato en San Andrés: “Dijo que ya habían comprado tanto voto, que alcanzó a decir ‘no compren más que ya ganamos’”.
En Maicao muchos aún lo consideran su Santa, literalmente un Santa Claus, pues recuerdan cómo, antes de ser extraditado, se vestía de Papá Noel y entregaba regalos frente a su imponente casa, la misma que hoy está abandonada tras ser objeto de extinción de dominio. Algunos de sus simpatizantes dicen que incluso ordenó entregar regalos desde la cárcel y que ahora, en campaña, continúa con la tradición.
En sus redes sociales, el único espacio donde parece estar cómodo para hablar ante las cámaras, Lopesierra confiesa que antes de su “problema” estaba preparando la campaña para la Alcaldía y que ahora, más de 20 años después, regresó para “cumplir esa realidad de un proyecto limpio y sano que va a brindarle a Maicao todas las oportunidades que un pueblo ha esperado siempre”.
Las trabas para “Marlboro”
Los videos en los que Santander Lopesierra aparece aclamado por caravanas multitudinarias y abrazado por todo tipo de personas parecen la muestra de una aspiración sólida. De hecho, desde Bogotá muchos lo dan por ganador y aseguran que no tiene rival para su carisma y conexión con el pueblo maicaero.
No obstante, la realidad política del municipio y de su propia candidatura tiene otros componentes. Sus rivales, sin la atención mediática del centro del país, vienen cosechando apoyos en todos los rincones del municipio y practicando una forma de hacer política que conocen desde hace varios años.
Entre los más fuertes están Hilber Pinto, Yoel Blanchar y Euripides Pulido. El primero fue diputado de La Guajira y estuvo capturado por corrupción en contratación, además es familiar de Oneida Pinto, controvertida exgobernadora del departamento. Blanchar, también exdiputado, está implicado en un proceso por supuesta compra de votos, y Pulido, otro que fue alcalde de Maicao, igualmente ha tenido líos judiciales.
Quienes conocen cómo se mueve la política en la zona aseguran que todos ellos estuvieron ganando terreno mientras Lopesierra estaba en la cárcel y que, al igual que él, saben hacer política a pie, con la diferencia de que conocen muy bien quiénes son los líderes de los gremios y los barrios.
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A todo esto se suma la incertidumbre sobre la candidatura, que podría caerse teniendo en cuenta que el artículo 122 de la Constitución prohíbe la inscripción de candidatos condenados por narcotráfico. El Espectador conoció que varias demandas al respecto llegaron al Consejo Nacional Electoral y hoy están a cargo del magistrado Álvaro Hernán Prada, quien hasta el momento no se ha pronunciado al respecto.
Asimismo, confirmó que algunos magistrados, previendo que se les asignara el caso, adelantaron conceptos y llegaron a la conclusión de que Santander Lopesierra está inhabilitado para ser candidato, siempre y cuando se compruebe la sentencia por narcotráfico, lo que implica solicitar a Estados Unidos los documentos respectivos.
“En conclusión, la inhabilidad solo puede prosperar si la misma puede ser probada conforme a los lineamientos que el Consejo de Estado y el Consejo Nacional Electoral han definido”, dice uno de los conceptos.
En el pasado se han estudiado casos de este tipo, como el de Enrique Chapman, quien perdió su credencial de congresista luego de que el Partido Liberal solicitara al Consejo Nacional Electoral abstenerse de entregársela por estar condenado por narcotráfico en Estados Unidos.
No está claro si habrá un pronunciamiento del CNE antes de las elecciones que frene la candidatura de Lopesierra. Sus aliados insisten en que nada de lo que se diga desde Bogotá afectará su respaldo al candidato. “En todo caso a él le aprobaron las firmas, y si luego vienen a sacarlo es un error de ellos, no de nosotros”, asevera uno de sus partidarios mientras ayuda a apilar sillas luego de un evento de campaña.
Samuel Santander Lopesierra, mirando con desconfianza a los extraños, pero sin dejar de saludar a quienes se acercan a pedirle un abrazo o una foto, camina hasta una camioneta negra llena de avisos de campaña y se monta seguido de los más cercanos de su equipo. Detrás lo escoltan otras camionetas blancas, también marcadas por los afiches y un lema que reza “Vuelve la esperanza para todos”.
En la noche, más fresca por la brisa, las camionetas salen a las calles y al ritmo de vallenatos recorren Maicao. Lopesierra sale por la escotilla de la misma camioneta negra y saluda a los balcones y a quienes se acercan desde abajo. En varios de los recorridos lo acompaña su hija, Mónica o Kiki, la mayor de siete hermanos y quien siempre está pendiente de los detalles de cada evento. Ella es la misma que aparece mencionada en los audios de Nicolás Petro y su exesposa, Day Vásquez.
Por ahora, mientras el CNE no diga lo contrario, Lopesierra tiene vía libre para continuar su campaña por Maicao y, de ganar, convertirse en el primer condenado por narcotráfico que llega a una alcaldía.
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