¿Se está gestando una nueva “partiditis” en Colombia?
Tras las elecciones de marzo, el número de partidos en el país llega a la veintena y podría ser aún más alto por el Estatuto de Oposición y el reconocimiento de las curules étnicas.
Aunque no fue muy notorio, los colombianos votaron por más de 20 partidos en las elecciones legislativas de 2022. En el tarjetón no aparecieron tantas colectividades, pues el sistema de coaliciones permitió disimular la cantidad que actualmente hay en el país. Pacto Histórico, Coalición Alianza Verde Esperanza y la coalición cristiana agolparon al menos 12 partidos en solo tres listas. Esto no solo sirvió para darles un revolcón a las fuerzas del Congreso, sino que fue importante para que, en esta ocasión, ningún partido de los existentes perdiera la personería jurídica. A ello también colaboró el fallo que revivió al Nuevo Liberalismo, Verde Oxígeno, Salvación Nacional y el Partido Comunista Colombiano, pues la Corte Constitucional les dio la garantía de que no perderían la personería si no superaban el umbral.
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Aunque no fue muy notorio, los colombianos votaron por más de 20 partidos en las elecciones legislativas de 2022. En el tarjetón no aparecieron tantas colectividades, pues el sistema de coaliciones permitió disimular la cantidad que actualmente hay en el país. Pacto Histórico, Coalición Alianza Verde Esperanza y la coalición cristiana agolparon al menos 12 partidos en solo tres listas. Esto no solo sirvió para darles un revolcón a las fuerzas del Congreso, sino que fue importante para que, en esta ocasión, ningún partido de los existentes perdiera la personería jurídica. A ello también colaboró el fallo que revivió al Nuevo Liberalismo, Verde Oxígeno, Salvación Nacional y el Partido Comunista Colombiano, pues la Corte Constitucional les dio la garantía de que no perderían la personería si no superaban el umbral.
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Que no hubiese partidos que perdieran la personería jurídica parece ser una buena noticia, pues cada cuatro años las colectividades cuentan hasta el mínimo voto para no dejar de recibir los beneficios de ser reconocidos oficialmente como partidos. Sin embargo, esta situación puede verse con otros ojos debido a que se podría estar gestando una nueva “partiditis”, como ocurrió hasta 2003. Una de las razones es que en el punto dos del Acuerdo de Paz, como cuenta el exmagistrado del Consejo Nacional Electoral Armando Novoa, se incluyó el pedido de una relajación de los requisitos para obtener dicha personería. Esto trajo una explosión de partidos en menos de cinco años. No solo fue el origen de Comunes. Bajo esa misma premisa se reconoció a Colombia Humana -también fundamentado en el Estatuto de Oposición- y se resucitó a cuatro partidos que habían desaparecido.
Pero no solo son estos, la realidad política actual podría ser el origen de al menos tres colectividades más. La Liga de Gobernantes Anticorrupción, movimiento con el que Rodolfo Hernández llegó a segunda vuelta y puso a dos representantes por Santander, ya solicitó formalmente ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) su reconocimiento. Además, es muy probable que los dos representantes de las curules afros sigan el mismo camino y quieran consolidar sus movimientos como partidos políticos. Esto llevaría a que en el futuro inmediato hubiese al menos 24 partidos en Colombia con personería jurídica reconocida, con todos los gastos estatales que esto implica. Y la situación puede ser más abultada ante el vacío legal de las 16 curules de paz.
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Para el exmagistrado Novoa, una de las interpretaciones que se le puede dar al Acto Legislativo que creó las Citrep es que los movimientos que ocupan estos escaños pueden también aspirar a la personería jurídica. Si se llegara a consolidar esta tesis, estaríamos hablando de 16 colectividades reconocidas jurídicamente, lo que llevaría a una suma total de 30 partidos. Eso sin tener en cuenta posibles escisiones que se pudieran dar durante este período legislativo y que podrían ser la génesis de otras colectividades que también buscarían el reconocimiento legal. Es más, en el escenario actual, donde el código electoral no es claro, hasta se podría pensar que los dos congresistas expulsados de Verde Oxígeno podrían terminar solicitando una personería jurídica ya que, como reconoce Novoa, están en una condición desventajosa frente a los congresistas que tienen partido como soporte.
Sean 24 partidos o poco más de 40, lo cierto es que el escenario político vuelve a ser muy parecido al de antes de 2003, cuando la apertura política que buscó la Constitución de 1991, para acabar con el bipartidismo liberal-conservador, casi lleva a Colombia a ser el país con más partidos políticos del mundo y una seria inestabilidad. “Llegamos a una apertura gigante con 86 partidos, era muy fácil ser partido”, comentó la abogada y docente Carolina Rico, experta en derecho electoral. Como reconoce la académica, esto trajo una fragmentación política y una atomización que hacía bastante complejos la gobernabilidad y el desarrollo del mismo Congreso, que llegó a tener más de 50 movimientos ocupando sus escaños.
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Fue en este panorama de “multipartidismo atomizado, disperso y débil”, como describe la Konrad Adenauer Stiftung en su texto sobre la evolución de los partidos en Colombia, el que obligó a que se tramitara el Acto legislativo 01 de 2003, cuyas reformas incluyeron el establecimiento del umbral electoral, tanto para acceder al Congreso como requisito mínimo para lograr y mantener la personería jurídica como método de control de proliferación de partidos políticos. También se estableció que la personería no sería permanente, sino que debía ponerse a prueba cada cuatro años en cada elección al Congreso. El efecto se sintió de forma paulatina. La reducción de partidos no fue tan fuerte en los primeros años, por lo que en 2009 se subió el umbral del 2 al 3 %. La reagrupación de partidos llevó a que en un momento quedaran apenas 13 de ellos con personería.
Si bien el interés era fortalecer a los partidos, el hecho de mantener elementos como el voto preferente impidió este fin. Al final se perpetró la idea de que los partidos son solo “para dar avales”, pero hay que reconocer que se logró el cometido de concentrar la participación política en poco más de una docena de colectividades. El problema viene cuando nuevamente se relajaron los temas de personerías en los Acuerdos de La Habana. No hubo una adaptación suficiente del ordenamiento político colombiano y se volvió a ampliar la baraja de colectividades, lo que puede llegar a ser complejo cuando aún no hay leyes que regulen las escisiones, los casos de Estatuto de Oposición y dejen claro el sistema de coaliciones, pues los partidos lo encontraron como una forma de hacerle trampa al umbral cuando no tienen la suficiente fuerza electoral.
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Con este nuevo aumento de partidos se estaría cayendo en las mismas situaciones que fueron criticadas en 2003. Incluso, algunos han señalado que los “resucitados” (Verde Oxígeno, Nuevo liberalismo y Salvación Nacional) son el ejemplo de los “partidos personalistas” que hubo hasta que se implantó el umbral. El panorama ha llevado a algunos a prender las alarmas. Por eso, Novoa señala que lo que se debe hacer es sacar lo más pronto posible una reforma política que entre a armonizar los planteamientos del Acuerdo de Paz y se ajuste a los retos de la actualidad: “Una cosa es apostar por la pluralidad y otra flexibilizar la regla”. Carolina Rico comparte en gran parte la postura del exmagistrado y dice que el tema también pasa por un nuevo Código Electoral que deje las reglas claras y que pueda actualizar el ordenamiento colombiano a los avances y retrocesos que se han llevado a cabo en el orden político nacional.
A consideración de la académica, al igual que Novoa, el asunto pasa “por armonizar las normas con los principios establecidos en el Acuerdo de Paz”. Además, entrar a definir realmente cuál es el sistema político que se quiere, pues la cantidad de partidos no es necesariamente contraproducente si se “quiere tener mayor participación de minorías”. Pero si la intención es tener partidos fuertes, debe entrarse a poner nuevas restricciones y clarificar el panorama para reducir la cantidad de colectividades, sobre todo quitar figuras como el voto preferente, que sigue manteniendo el personalismo en la política. Por todas estas situaciones, se puede decir que una reforma política, que implique un nuevo Código Electoral, es hoy perentoria si no se quiere dejar crecer un problema que ya deja ver sus posibles implicaciones.