Se salvó la coalición Uribe-Pastrana
La crisis fue superada y la exministra de Defensa aceptó medirse en las urnas con el exprocurador Alejandro Ordóñez e Iván Duque, quien aparentemente parte con la ventaja de tener a su favor toda la maquinaria electoral del Centro Democrático.
Lorena Arboleda Zárate - Twitter: @LorenaArboleda8
Después de muchos ires y venires, de un largo cruce de cartas y reuniones el fin de semana, en las que de cada lado se exponían argumentos y se trataban de imponer condiciones, la coalición de derecha que integran los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana se salvó y, al final, sí habrá consulta popular el próximo 11 de marzo para escoger un candidato único a la Presidencia. La candidata del movimiento Por una Colombia Honesta y Fuerte, Marta Lucía Ramírez, aceptó a regañadientes las reglas y se medirá en las urnas frente a Iván Duque y Alejandro Ordóñez, salvando del naufragio la alianza y, de paso, ratificando que en dicha coalición el que tiene los votos es Uribe y que a pesar de los “pataleos”, al final su criterio es el que se impone.
Para muchos sectores resultó sorpresiva la decisión, dado que a la exministra de Defensa nunca le gustó ese mecanismo y, mucho menos, si esa posibilidad implica aceptar que en el tarjetón esté Ordóñez. La razón era evidente, y es que para Ramírez, dentro de las reglas del juego estaba establecido que del sector conservador que lidera Pastrana saldría un candidato único con quien se disputaría esa nominación privilegiada con el candidato del Centro Democrático: Iván Duque. Pero, paradójicamente, quien casi sale “a gorretazos” de la alianza fue la exministra Ramírez y no Ordóñez.
“Este era un acuerdo que tenía sólo dos puertas de entrada, que era la de Uribe y su partido; y la otra, la del conservatismo independiente de Andrés Pastrana”, dijo Ramírez ante el evidente inconformismo que le resultó el admitir, implícitamente, que el que tiene los votos manda, y ese es Uribe. No en vano, desde el fin de semana, los tres aspirantes se venían reuniendo para acordar las reglas de juego para lograr la ansiada unidad, con la mirada atenta del jefe natural del Centro Democrático, quien se encargó de recordarles que la coalición sólo se haría viable si era “amplia e incluyente”. En pocas palabras, o los tres o ninguno.
¿Qué viene ahora? Sin duda, quien tiene el camino más fácil es Iván Duque. La ventaja que le da el hecho de contar con una bancada haciendo campaña para las elecciones legislativas —que son el mismo día de la consulta— le abrirá campo para promover su nombre en las distintas regiones del país, en muchas de las cuales todavía sigue siendo un desconocido. Una deducción que deja el Opinómetro Pulso País, la encuesta realizado para la W Radio por Datexco, en la que Duque está en el cuarto lugar de intención de voto, superado incluso por la misma Marta Lucía Ramírez, quien le lleva años de ventaja en materia electoral. Por eso, a ella le pasa justamente lo contrario que a Duque.
La exministra renunció a su militancia en el Partido Conservador en septiembre del año pasado, tras considerar que esa colectividad no le brindaba las suficientes garantías para someterse a un proceso de elección de candidato único e, incluso, argumentó que los congresistas “azules” habían monopolizado la colectividad con el fin de mantener las cuotas burocráticas en el Gobierno, es decir, por la “mermelada”. El resultado final fue que terminó inscribiendo su aspiración presidencial con el aval de 440.502 firmas, pero sin una maquinaria lo suficientemente fuerte que le garantice una campaña en igualdad de condiciones.
Por eso fue que siempre estuvo en contra de la consulta y, a cambio, optaba por otro mecanismo para elegir al candidato único de la coalición: una encuesta o un simple consenso. Ramírez sabía que su experiencia en el gobierno Uribe, como su paso por la campaña presidencial de 2014 en la que obtuvo 1’998.780, le servirían para tener un mayor reconocimiento entre los colombianos, por encima de Duque. Ahora su principal debilidad está en que no puede esperar a que los congresistas y candidatos al Legislativo del uribismo salgan a hacerle campaña. Eso sumado el hecho de que tampoco debe esperar contar con el apoyo de su antigua bancada, bastante ofendida con los adjetivos que usó en su contra, al llamarlos reiterativamente como “enmermelados”.
El caso de Ordóñez tiene algo de similar al de Ramírez. Sin embargo, el exprocurador sí cuenta con el apoyo de otro sector olvidado tanto por la exministra como por Duque, que es el de los colombianos que creen que los valores de la familia se han ido perdiendo: los cristianos. Por este motivo, el exjefe del MInisterio Público es el único capaz, entre los tres candidatos, de recoger el sentir de la denominada extrema derecha. Votos claves que por sí solos no ha podido recolectar el uribismo, pues su lucha está más enfocada en la amenaza del supuesto “castrochavismo” por cuenta del Acuerdo de Paz con las Farc. Y, en ese sentido, Duque, Ordóñez y Ramírez cuentan, cada uno, con importantes activos que se complementan entre sí.
En últimas, el sector de la derecha terminó entendiendo que llegar unido a la primera vuelta no es una opción sino una necesidad si quieren tener, al menos, una posibilidad real de triunfo para la segunda vuelta. ¿Será que no se les quema la alianza en la puerta del horno? La única condición que fijó Ramírez a sus contendores fue la de llevar a cabo una campaña transparente y limpia, de ideas y no de “camorra”. El reto está, ahí sí, en demostrar que no siempre la política saca lo peor de la condición humana, como dijo en algún momento el presidente Santos.
Después de muchos ires y venires, de un largo cruce de cartas y reuniones el fin de semana, en las que de cada lado se exponían argumentos y se trataban de imponer condiciones, la coalición de derecha que integran los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana se salvó y, al final, sí habrá consulta popular el próximo 11 de marzo para escoger un candidato único a la Presidencia. La candidata del movimiento Por una Colombia Honesta y Fuerte, Marta Lucía Ramírez, aceptó a regañadientes las reglas y se medirá en las urnas frente a Iván Duque y Alejandro Ordóñez, salvando del naufragio la alianza y, de paso, ratificando que en dicha coalición el que tiene los votos es Uribe y que a pesar de los “pataleos”, al final su criterio es el que se impone.
Para muchos sectores resultó sorpresiva la decisión, dado que a la exministra de Defensa nunca le gustó ese mecanismo y, mucho menos, si esa posibilidad implica aceptar que en el tarjetón esté Ordóñez. La razón era evidente, y es que para Ramírez, dentro de las reglas del juego estaba establecido que del sector conservador que lidera Pastrana saldría un candidato único con quien se disputaría esa nominación privilegiada con el candidato del Centro Democrático: Iván Duque. Pero, paradójicamente, quien casi sale “a gorretazos” de la alianza fue la exministra Ramírez y no Ordóñez.
“Este era un acuerdo que tenía sólo dos puertas de entrada, que era la de Uribe y su partido; y la otra, la del conservatismo independiente de Andrés Pastrana”, dijo Ramírez ante el evidente inconformismo que le resultó el admitir, implícitamente, que el que tiene los votos manda, y ese es Uribe. No en vano, desde el fin de semana, los tres aspirantes se venían reuniendo para acordar las reglas de juego para lograr la ansiada unidad, con la mirada atenta del jefe natural del Centro Democrático, quien se encargó de recordarles que la coalición sólo se haría viable si era “amplia e incluyente”. En pocas palabras, o los tres o ninguno.
¿Qué viene ahora? Sin duda, quien tiene el camino más fácil es Iván Duque. La ventaja que le da el hecho de contar con una bancada haciendo campaña para las elecciones legislativas —que son el mismo día de la consulta— le abrirá campo para promover su nombre en las distintas regiones del país, en muchas de las cuales todavía sigue siendo un desconocido. Una deducción que deja el Opinómetro Pulso País, la encuesta realizado para la W Radio por Datexco, en la que Duque está en el cuarto lugar de intención de voto, superado incluso por la misma Marta Lucía Ramírez, quien le lleva años de ventaja en materia electoral. Por eso, a ella le pasa justamente lo contrario que a Duque.
La exministra renunció a su militancia en el Partido Conservador en septiembre del año pasado, tras considerar que esa colectividad no le brindaba las suficientes garantías para someterse a un proceso de elección de candidato único e, incluso, argumentó que los congresistas “azules” habían monopolizado la colectividad con el fin de mantener las cuotas burocráticas en el Gobierno, es decir, por la “mermelada”. El resultado final fue que terminó inscribiendo su aspiración presidencial con el aval de 440.502 firmas, pero sin una maquinaria lo suficientemente fuerte que le garantice una campaña en igualdad de condiciones.
Por eso fue que siempre estuvo en contra de la consulta y, a cambio, optaba por otro mecanismo para elegir al candidato único de la coalición: una encuesta o un simple consenso. Ramírez sabía que su experiencia en el gobierno Uribe, como su paso por la campaña presidencial de 2014 en la que obtuvo 1’998.780, le servirían para tener un mayor reconocimiento entre los colombianos, por encima de Duque. Ahora su principal debilidad está en que no puede esperar a que los congresistas y candidatos al Legislativo del uribismo salgan a hacerle campaña. Eso sumado el hecho de que tampoco debe esperar contar con el apoyo de su antigua bancada, bastante ofendida con los adjetivos que usó en su contra, al llamarlos reiterativamente como “enmermelados”.
El caso de Ordóñez tiene algo de similar al de Ramírez. Sin embargo, el exprocurador sí cuenta con el apoyo de otro sector olvidado tanto por la exministra como por Duque, que es el de los colombianos que creen que los valores de la familia se han ido perdiendo: los cristianos. Por este motivo, el exjefe del MInisterio Público es el único capaz, entre los tres candidatos, de recoger el sentir de la denominada extrema derecha. Votos claves que por sí solos no ha podido recolectar el uribismo, pues su lucha está más enfocada en la amenaza del supuesto “castrochavismo” por cuenta del Acuerdo de Paz con las Farc. Y, en ese sentido, Duque, Ordóñez y Ramírez cuentan, cada uno, con importantes activos que se complementan entre sí.
En últimas, el sector de la derecha terminó entendiendo que llegar unido a la primera vuelta no es una opción sino una necesidad si quieren tener, al menos, una posibilidad real de triunfo para la segunda vuelta. ¿Será que no se les quema la alianza en la puerta del horno? La única condición que fijó Ramírez a sus contendores fue la de llevar a cabo una campaña transparente y limpia, de ideas y no de “camorra”. El reto está, ahí sí, en demostrar que no siempre la política saca lo peor de la condición humana, como dijo en algún momento el presidente Santos.