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¿Cómo se enteró usted, hace poco, de que una banda criminal habría infiltrado su esquema de seguridad y el de su esposa para asesinarlos?
Me enteré gracias al corresponsal en Sucre de un medio de comunicación nacional que se comunicó conmigo para informarme esa grave situación. Me entregó un escrito que él obtuvo y estaba dirigido al comandante de la Policía de Sucre en el que se detallaba ese plan.
¿Qué decía la nota?
Que, hace unos días, hubo una reunión de jefes bandas criminales de la zona y que uno de ellos les informó a los otros que “estaba avanzado el plan para asesinar al hijo del exalcalde de El Roble (Eudaldo Tito Díaz, asesinado en 2003 por orden de Salvador Arana, exgobernador de Sucre, condenado a 40 años por ese crimen)”. En la nota también se leía que dos escoltas de mi esquema de seguridad estaban involucrados, pues hacían parte de la organización criminal; que ellos se habían robado las llaves de nuestro vehículo familiar y que, de su interior, habían sacado el control con que abrimos la puerta de la casa. Un grupo de sicarios iba a entrar con el control, en horas de la noche, para matarme. Ese era el plan.
¿Los escoltas mencionados en esa denuncia sí pertenecían a su esquema de protección?
Sí. Fueron contratados por una empresa que, a su vez, tiene contrato con la Unidad Nacional de Protección (UNP). Uno de ellos estaba asignado a nuestra seguridad en el momento en que nos alertaron; el otro hizo relevos cuando alguno de los miembros del esquema no estaba. Estuvo con nosotros durante algunos días.
La estrategia de infiltrar a personas del entorno más cercano de una víctima no es nueva. Recuerde que empleadas de los tintos de la Corte Suprema, durante los gobiernos de Uribe, fueron pagadas por el antiguo DAS para que le pasaran información a la Casa de Nariño, y que los conductores y escoltas de magistrados de la corte, en esa época, también fueron comprados. ¿Le parece raro que sus escoltas lo espiaran en lugar de protegerlo?
No. En la historia reciente hemos tenido constancias, como en los casos de las “chuzadas” que usted menciona, que esa es una estrategia a la que acuden las organizaciones criminales para causar terror en las víctimas y, desde luego, para obtener la información más privada de sus objetivos. No me extraña que sea verdad lo que allí se relata, entre otras razones, porque sí fue cierto que se perdieron las llaves del carro y no sabíamos en dónde estaban. He pedido a las autoridades que tomen esta denuncia en serio y tomen las medidas necesarias para protegerme a mí y a mi familia.
¿Cuántos atentados y amenazas ha sufrido usted desde cuando decidió seguir los pasos de su padre como vocero de las comunidades?
Han intentado asesinarme tres veces: en 2010 tuve que exiliarme después de que, por casualidad, llegara a mi casa a una hora inusual porque estaba en mitad de horario laboral. Eso me dio la oportunidad de encontrar a dos hombres intentando forzar la entrada. Cuando me vieron junto a mi escolta, corrieron. Uno escapó y el otro fue detenido por el escolta. Así supimos que se trataba de un miembro del Bloque Norte, de los paramilitares. El individuo trató de sobornar al escolta diciéndole que lo dejara ir porque si no se iba a meter en un lío. El segundo intento de atentado ocurrió cuando estaba quedándome en Sincelejo, en una casa que nadie conocía porque estábamos recién llegados. Unos individuos se acercaron y tocaban, de manera insistente, la puerta. Un trabajador que estaba al frente y conocía la vecindad les preguntó a quién buscaban. Le dijeron mi nombre. Él les dijo que ahí no había nadie y se fueron. Pero reconoció a uno de ellos como miembro de una banda. Después, el CTI confirmó que el hombre tenía registros con antecedentes violentos. El tercer intento ocurrió en San Marcos, Sucre, una noche en que me alojé en una finca. Pocas horas después llegó un grupo armado y nos atacó a bala. Salimos vivos porque los escoltas los enfrentaron con éxito. Entre tanto, he recibido más de 80 amenazas y he sido víctima de montajes judiciales.
¿Alguna de sus denuncias por las amenazas ha prosperado en la Fiscalía?
Ninguna. No ha pasado nada, a pesar de que hay testigos y declaraciones.
¿Qué edad tenía usted cuando asesinaron a su padre y cuál tiene ahora?
Tenía 23 años y hoy tengo 44. He podido sobrevivir gracias a Dios, que me ha librado de los asesinos; gracias a los miembros de mi esquema de seguridad y a las medidas de autoprotección que siempre sigo. No puedo olvidar, tampoco, el apoyo que me han dado mis familiares, sacrificados en su vida diaria; unos amigos, organizaciones de derechos humanos, unas entidades gubernamentales y, ustedes, los buenos periodistas que han sido como ángeles para nosotros.
A nadie le cabe duda de que usted y su familia corren un grave peligro. ¿Por qué persisten en vivir en Sincelejo o en el departamento de Sucre?
Porque quiero que mis hijos y los hijos de los sucreños vivan en un departamento libre y en paz. Mientras que los grupos criminales tengan el poder en Sucre, sin que nadie se les oponga, ese propósito jamás será posible. Aquí muy pocos se atreven a denunciar a las bandas criminales y a sus aliados políticos. En su momento, en compañía del senador Gustavo Petro y de Augusto Rodríguez, hoy director de la UNP, logramos exponer, en público, a esas organizaciones, lo que condujo, de alguna manera, a la desmovilización de algunas de ellas. De otro lado, también hay que decir que aquí ha habido gente muy valiente: líderes sociales, habitantes de los pueblos y funcionarios: unos comandantes de Policía y de la Armada como Carlos Arturo Millán Henao y Rafael Colón Torres. El balance actual deja muchos luchadores muertos y otros desplazados a la fuerza o por “voluntad propia”, pero, en el fondo, obligados por las circunstancias. Yo sigo, como el Llanero Solitario, defendiendo esta trinchera con dignidad y valor. Y mientras Dios me dé vida, lo seguiré haciendo. Se lo debo a mi padre y a otros héroes populares.
Perdone la crudeza de la pregunta: ¿está preparado para morir? Le digo esto porque hay que suponer que los asesinos no desistirán en su empeño de atacarlo…
Sí, estoy preparado porque siempre he estado rodeado de muerte. Primero, la de mi papá que era un hombre bueno y justo. Segundo, por el exilio obligado que tuve que enfrentar y, para mí, el exilio es una forma de morir. Tercero, porque las víctimas que acompaño han perdido a sus seres queridos por asesinatos. Y cuarto, porque he visto caer a muchos de mis compañeros por la defensa de las mismas causas que yo defiendo. Entonces, si hay que morir, que sea por algo que valga la pena.
¿Cómo es su día a día? ¿Cómo planea sus tareas?
No volví a trabajar como médico porque no puedo tener rutinas predecibles ni sitios fijos adonde deba ir. Hoy soy el vocero, en el capítulo Sucre, del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado. Fui reconocido ante la JEP como víctima del asesino de mi padre: Salvador Arana. En esta condición, estoy empeñado en tramitar, ante esa jurisdicción, la búsqueda de los restos de más de 30 personas que, de acuerdo con las informaciones y documentaciones, fueron sepultadas en fosas comunes en la finca de la esposa y los cuñados de Arana. Allí tuvieron a mi padre, secuestrado, antes de matarlo. Además, acompaño a víctimas de masacres como la de La Guaripa, en donde asesinaron a varios campesinos en el año 2020. También acompaño a comunidades que luchan contra los daños ambientales provocados por las multinacionales que explotan los recursos naturales. Y no ceso en denunciar las alianzas entre las organizaciones criminales y los políticos de la región. Como podrá ver, mi labor incomoda a los nuevos grupos armados al margen de la ley. Parece que los criminales tienen más clara la importancia de nuestra lucha que el Estado, y por eso no escatiman en estrategias para asesinarnos.
¿Esas organizaciones del crimen a las que usted alude son iguales a las que enfrentaba su padre?
Para mí, las denominadas nuevas bandas son una mutación del paramilitarismo: son estructuras dedicadas al negocio del narcotráfico pero cuyos miembros, en gran parte, pertenecieron a las extintas AUC. Hoy, la organización neoparamilitar más grande del país es el de las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (o Clan del Golfo).
Esa estructura me ha declarado objetivo militar, precisamente por continuar la labor de mi padre contra el crimen organizado. He heredado su lucha y también la persecución de las bandas que mutan y cambian de nombre, pero actúan en idéntica forma, sobre todo en sus alianzas con los politiqueros.
Esa estructura lo ha declarado objetivo. Después del asesinato del alcalde Eudaldo Díaz, su padre, hubo muchos exiliados y muertos entre los testigos del homicidio. ¿Cuántas personas fueron asesinadas alrededor de ese proceso y cuántas tuvieron que pedir asilo político en otros países por la investigación del crimen contra su padre?
Han sido asesinadas 20 personas entre testigos y familiares de estos, además de exparamilitares que, por conocer detalles del plan para matar a mi padre, se volvieron peligrosos para sus organizaciones. Esa cifra no incluye los que sobrevivieron a atentados, entre quienes muchos viven fuera del país, todavía, 21 años después, por temor a ser alcanzados por los responsables, entre quienes hay varios que no han sido judicializados, empezando por un expresidente de la República. El periodista Daniel Coronell, asombrado, escribió un artículo, en 2009, que tituló “La mano negra”. Relataba que ya iban diez muertos con relación a la investigación por el asesinato de Eudaldo Tito Díaz . Después, El Heraldo publicó un artículo titulado “Matanza en el crimen del exalcalde de El Roble, Sucre”, donde contabilizó 16 asesinados. Bueno, ahora ya van 20 víctimas de muerte violenta que sabían algo sobre el caso de mi padre. ¿Qué titular se le podría poner hoy a esta noticia?
¿También ha habido víctimas de asesinatos y exilios conectadas con la persecución en su contra?
Algunos de mis familiares tuvieron que asilarse, entre ellos, mi hermana y otros parientes cercanos. De mis compañeros del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, capítulo Sucre, ha habido dos víctimas de asesinato: Rogelio Martínez y Éder Verbel Rocha. Producto de estos dolorosos crímenes, varios compañeros de la organización tuvieron que callarse y otros se desplazaron a departamentos diferentes, desde donde continúan trabajando, de manera sutil. Hace mes y medio fue asesinado Luis Mendoza, mi amigo, compañero de defensa del medio ambiente y líder social de la región sucreña de San Jorge y La Mojana, con quien acompañábamos a unas comunidades que se declararon víctimas de empresas multinacionales explotadoras de recursos naturales, por lo cual, tanto él como yo, fuimos declarados objetivo militar de las autodenominadas AGC.
La Sala de Instrucción de la Corte Suprema vinculó a Yahir Acuña, recién posesionado alcalde de Sincelejo, mediante indagatoria, a una investigación por el delito de concierto para delinquir, debido a su presunta alianza con la banda conocida como Los Rastrojos, de la costa. En ese mismo expediente se acaba de saber que se vinculará a Iván Name, presidente del Senado: un escándalo. ¿Sabe alguna información sobre los vínculos entre Acuña y Name?
No. Lo único que sé es que del proceso contra Yahir Acuña, por sus presuntos vínculos con Los Rastrojos costeños, se desprende la investigación contra el presidente del Congreso, Iván Name.
El exgobernador Salvador Arana, determinador del asesinato de su padre, se alió con el grupo criminal de alias Cadena, señalado autor de las peores masacres de la zona en los últimos años de los 90 y primeros del 2000. ¿Esa vieja alianza narcoparapolítica es similar a la de hoy, si resulta cierto que Yahir Acuña, Iván Name y su primo (el senador José David Name) son afines a Los Rastrojos?
Todavía no es igual, pero va por el mismo camino. Es la razón por la que he decido no salir corriendo a pesar de que las amenazas, los hostigamientos, atentados y planes para asesinarme estén latentes. Si, en este momento, no actuamos y no nos atrevemos a demostrarles a las organizaciones criminales que, aunque nos pueden atemorizar, vamos a resistir con dignidad y de manera pacífica, ellas ganarán. Deben tener claro que no callaremos ante su régimen de terror y barbarie y que no nos devolverán a los tiempos en que esclavizaron a la gente, pisoteando su dignidad. Yo seguiré luchando así sea solo aunque en compañía del más poderoso: Dios, y con el ejemplo de mi padre en la memoria. Es el combustible que me sostiene y no daré marcha atrás, mucho menos saliendo hacia el exilio.
¿No contempla volver a exiliarse por ningún motivo?
No. Prefiero morir en mi tierra que vivir lejos de donde nací y donde nació mi familia, mis amigos y mi gente.
“Claro que me preocupa mi seguridad (por el nuevo alcalde, Yahir Acuña)”
Acaba de asumir como alcalde de Sincelejo un político cuestionado por décadas: Yahir Acuña a quien se ha vinculado con grupos paramilitares y con la presunta financiación criminal de sus campañas. Usted también lo ha denunciado ¿Teme que sus problemas de seguridad empeoren con el recién posesionado mandatario?
No tengo nada personal contra Yahir Acuña, el nuevo alcalde de Sincelejo. Sin embargo, son muy preocupantes los graves señalamientos en su contra por las que serían sus alianzas con unos grupos criminales que me han declarado como su objetivo militar. En la pasada campaña en que él resultó elegido, hubo denuncias en el sentido de que el dinero con que se publicitó su candidatura, pertenecía a una organización delictiva. Hubo videos circulando en los que se notaba, en primer plano, un fajo de billetes en dólares, en la mano de uno de los asistentes a sus eventos; en su otra mano, se veía lo que, al parecer, eran drogas prohibidas. Claro que me preocupa mi situación de seguridad por la condición de alcalde de Yahir Acuña: que la primera autoridad de la ciudad en donde resido, sea señalada de ser aliada de la banda que, a su vez, me quiere asesinar, según informaciones que tienen las autoridades, desde luego, me preocupa.
Nexos de tres políticos poderosos y la banda los Rastrojos
Distraído entre tantas noticias graves y de última hora, el país no le ha dado la verdadera dimensión al que parece un nuevo escándalo de narcoparapolítica o de bacrimpolítica con la apertura de indagación, por parte de la Corte Suprema, al presidente del Congreso, senador Iván Name, indagación que, a su vez, tiene relación con dos procesos más: el primero, en contra del hoy alcalde de Sincelejo, el mal reputado Yahir Acuña; y, el segundo, contra el primo del dignatario del Congreso, senador José David Name, uno de los parlamentarios de mayor votación en las elecciones pasadas. Los tres políticos estarían vinculados con la banda criminal conocida como los Rastrojos costeños, un sanguinario reducto delictivo del clan de Golfo que actúa en la costa Atlántica. Acuña y los dos Name se habrían aliado con los Rastrojos en la más reciente elección al Congreso, en un intercambio de favores delictivos: la banda les proporcionaría votos en los pueblos que domina bajo el terror y los políticos les devolverían cupos en contratos públicos y en posiciones de poder en entidades estatales. Los hechos apenas están en las primeras etapas investigativas pero su sola apertura, que debería copar la atención de la prensa, apenas ha sido mencionada de paso.