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¿Cuáles son los ejes principales de trabajo en los que debería enfocarse Colombia?
Nos enfocamos en las poblaciones más vulnerables y ellas deben ser lo central, que incluya a niños, niñas y jóvenes, es decir, al futuro de Colombia. Igual que poblaciones étnicas, afrocolombianas, LGBTIQ+, un eje transversal de género y de empoderamiento de las mujeres.
La inclusión de las comunidades es fundamental para que el país se fortalezca y se construya sostenibilidad social. Así como el apoyo económico y financiero, que desde la fundación no se reduce a la filantropía, es decir, no se trata de dar, sino de enseñar prácticas que perduren en el tiempo y promover medios de vida dignos. El tercer eje para nosotros es el ambiental.
Una propuesta clave de cara al medio ambiente es la transición energética, ¿cuál es su recomendación?
Nosotros creemos en un ambientalismo que esté dentro de la economía circular y los proyectos sostenibles. Dentro de la transición energética hay diversos aspectos y, tiene que ver con las tecnologías del mañana, que van a impulsar un consumo energético totalmente renovable. Pero, para llegar a eso hay que invertir en todo lo que tiene que ver con la producción de energías renovables, al mismo tiempo que apoyar y trabajar en la eficiencia y la eficacia de energías tradicionales.
Hay que aprovechar lo que existe hoy y tener en mente lo que podríamos lograr mañana. Nosotros trabajamos en el territorio para generar confianza; para ver cuáles son las necesidades específicas y ayudar a fortalecer a las microempresas para que también puedan participar en estas economías ambientales y en la cadena de valor agrícola. Es decir, que podamos conectar el territorio, a veces muy lejano, con una economía internacional.
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Precisamente, en Colombia presenciamos conflictos entre compañías y comunidades por el daño medioambiental ¿cómo mitigarlos?
Hay tres escenarios: en el nivel local, nacional e internacional. Con la comunidad hay que ver las necesidades y traer a la mesa un diálogo con confianza y soluciones. En muchísimos lugares hemos revisado cómo incluir al sector privado, para lograr soluciones conjuntas. Por eso, a nivel nacional tenemos muchos socios del sector privado con los cuales trabajamos en diversos proyectos y que pueden aportar recursos, que no es solamente dinero.
Por otro lado, los actores internacionales también pueden aportar recursos y buenas prácticas. Me reuní con el Consejo de Empresas Americanas (CEA), que tienen más de 115 empresas en Colombia, unas que están desde hace más de 100 años en este país y con ellos analizamos cómo trabajar de la mano de cara a esas condiciones de vulnerabilidad.
¿Cómo ve la política de la “paz total” en Colombia?
Quién no puede estar de acuerdo con la idea y la filosofía de la “paz total”. Nosotros como organización nos consideramos apolíticos, pero lo que sí creemos es que todos los actores son vitales y esenciales si queremos paz y sostenibilidad. Creemos en el diálogo como principio, por ejemplo, tenemos un programa para apoyar a las comunidades más afectadas por el conflicto, inseguridad, violencia e intentar traer soluciones y resiliencia. Eso empieza por el diálogo local, la inclusión de todos los sectores, la transparencia y el apego a las leyes y la ética.
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¿Cómo evalúan la situación de la población migrante?
La atención a las problemáticas que tienen que ver con población migrante necesita incluir a ambos lados de las fronteras. En el caso de la Región del Darién, con apoyos de la Cooperación Internacional, en el lado panameño hubo esfuerzos concentrados a acoger a esas poblaciones. Ese es un reto sumamente grande para para cualquier país o Gobierno; es bien importante asegurar que haya esos diálogos internacionales.
Un tema que no se puede ignorar son las poblaciones étnicas, que a veces son transfronterizas, por ejemplo, sobre la población Awá (de 40 mil personas), las Naciones Unidas ya dijeron que están en riesgo de desaparecer y que hay unos 30 mil del lado colombiano y los demás del lado ecuatoriano. La frontera nacional moderna no corresponde con su modo de vida tradicional y es bien importante tener en cuenta sus necesidades pues la inclusión empieza con entender la percepción de la población.
Se viene en Colombia un proceso electoral regional en octubre, ¿cómo ve el panorama en términos de democracia y liderazgos locales?
Nosotros trabajamos por la democracia, eso incluye muchos factores. Es muy difícil tener una verdadera democracia si no hay un mínimo de seguridad local, independencia, una prensa libre, respeto a la dignidad, a la libertad humana, entre otros. Esas condiciones las estamos intentamos fortalecer en el territorio. Ahora, el clientelismo es algo que está muy arraigado en ciertas zonas del país y es muy difícil erradicarlo de un día para otro, pero todo empieza con educación, especialmente para los que tienen el derecho a votar.
Hay otro debate nacional importante: la regularización del cannabis ¿Cuál es su perspectiva de cara al territorio y a los grupos ilegales?
Más allá de eso, nuestra mentalidad es que realmente se pueda crear sostenibilidad. Si bien estamos trabajando en territorios que están siendo aprovechados por grupos ilícitos, es primordial enfocarse en cómo crear los medios de vida para la población local, es decir, trayendo recursos, básicos como salud y educación. Creemos que esa va a ser la solución realmente duradera.