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Aunque ha negado rotundamente que quiera aspirar a la Presidencia de la República en 2022 y que solo es un empresario preocupado por el país, Tomás Uribe Moreno, el hijo mayor del expresidente Álvaro Uribe, se ha convertido en los últimos meses en una figura con fuerte protagonismo político dentro del Centro Democrático y sus intervenciones públicas dan cuenta, cada vez más, de la contradicción entre lo que dice y lo que hace.
El hecho más reciente de esa evidente desconexión entre lo que podría querer y lo que dice querer está en la conversación que sostuvieron él y su hermano Jerónimo con el presidente Iván Duque, para hablar de la reforma tributaria que prepara el Gobierno Nacional, la misma a la que en la Casa de Nariño prefieren llamar “reforma de transformación social solidaria”.
“(Tomás) Uribe Moreno fue el mensajero entre el Ejecutivo y su partido, y a la bancada uribista le comunicó que el primer mandatario estaba muy interesado en acoger respuestas viables de austeridad”, es la explicación que le han dado al encuentro.
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Ese mensaje, además, llegó al grupo de chat de los congresistas del Centro Democrático, del que, como lo confirmó en W Radio la senadora María Fernanda Cabal, Tomás Uribe Moreno es participante activo, así no haga parte de la bancada. De ahí salen varias preguntas, entre ellas, el por qué ha crecido el papel protagónico del hijo del expresidente Álvaro Uribe en pleno año preelectoral, al tiempo que parecen aumentar sus responsabilidades partidarias, algo que no sucede con otras figuras más emblemáticas del uribismo, como las mismas senadoras Paloma Valencia o Paola Holguín, o el abogado y exviceministro Rafael Nieto Loaiza, quienes han insinuado sus intereses de ser candidatos.
Lo que es claro es que no se trata de la primera vez que Tomás Uribe Moreno asume un espacio especial en la conexión entre la Presidencia y el uribismo, ni tampoco la primera vez que tiene una notoriedad en la opinión pública. Su “regreso” a la conversación política nacional se dio en agosto de 2020, cuando salió a explicar la campaña que en Estados Unidos tenía el objetivo de defender el nombre de su padre.
De hecho, él fue el firmante de un contrato con DCI Group, una empresa gringa de cabildeo y comunicaciones, cuyo objetivo en ese pacto era el de manejar toda la imagen y la información sobre el expresidente, que en ese momento atravesaba uno de los puntos álgidos en su proceso judicial ante la Corte Suprema de Justicia por la supuesta manipulación de testigos. Según explicó en su momento, era importante que, en Estados Unidos, en el Congreso y en la Rama Judicial de ese país, se conociera “la verdad” sobre dicho proceso. Desde entonces, han sido varias las participaciones de Tomás Uribe Moreno en los debates públicos en Colombia.
Varios meses después, en noviembre de 2020, su nombre empezó a sonar como posible cabeza de lista al Senado por el Centro Democrático y, a pesar de que recalcó que su interés era solo el de ser empresario, varias voces del uribismo consideraron importante que el hijo del líder natural de la colectividad se preparara para participar en las elecciones al Congreso de 2022.
Fue entonces cuando esa posible aspiración se empezó a madurar como habitualmente sucede en el país con los llamados “delfines”: a punta de prensa. El fin de semana del 22 de noviembre, Tomás Uribe Moreno fue portada de la revista Semana donde, nuevamente, negó que estuviera abonando el camino para ser candidato presidencial. “Soy un empresario, es lo que me gusta hacer, es lo que sé hacer y lo que llevo haciendo junto con mi hermano en los últimos 20 años. No sé de política, no sé de mermelada, no sé de Congreso, y en mis planes no está ninguna candidatura”, dijo.
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Sin embargo, ante la muerte del entonces ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, en la madrugada del pasado 26 de enero, los rumores de su aspiración cogieron impulso. La partida de Trujillo por COVID-19 dejó al uribismo sin una de sus cartas más fuertes en la baraja para 2022 y, de entrada, además de Tomás Uribe Moreno, pulularon las opciones: Paloma Valencia, Paola Holguín, Edward Rodríguez, Rafael Nieto Loaiza y, más recientemente, Carlos Felipe Mejía. Y no faltó quien desempolvara el nombre de Óscar Iván Zuluaga.
Por supuesto, la posibilidad de una aspiración del hijo de Álvaro Uribe es bien vista en amplios sectores de las huestes uribistas por dos razones: porque puede representar sin muchos líos la figura popular de su padre y porque genera muy poca resistencia dentro del partido pues, básicamente, nadie se atreve en el Centro Democrático, que se ha caracterizado por su disciplina, a atravesársele al hijo de su máximo líder. Junto a eso, Tomás Uribe Moreno tampoco es una figura ajena dentro de la colectividad porque, como lo han comentado varios miembros de la bancada, es amigo de todos y mantiene comunicación constante.
En medio de esas oídas de pasillo, el mayor de los Uribe Moreno retomó con más fuerza su presencia en Twitter, red social en la que reúne más de 120.000 seguidores. Allí opina de los temas políticos y económicos de la actualidad y pretende tirar línea. Por ejemplo, a comienzos de febrero expuso sus puntos de vista sobre la conveniencia del recorte de la jornada laboral, una iniciativa que en su momento radicó en el Congreso su padre, el ahora exsenador Álvaro Uribe.
También terció a favor de la reducción del 30 % del Legislativo, y propuso mermar la financiación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), eliminar las altas consejerías y la burocracia estatal, en una cruzada por la “austeridad radical”. Además, ha aprovechado para tirar sus pullas a quienes en la orilla contraria ya han lanzado sus candidaturas, como Gustavo Petro, a quien define como el líder del “neocomunismo” que hay que frenar, pues “desprecia la libertad de empresa y oficio”.
Coincidencialmente, luego de la conversación del martes entre Tomás Uribe Moreno y el presidente Iván Duque, el Centro Democrático emitió un comunicado sentando su posición sobre la reforma tributaria, rechazando puntos que han despertado ardua polémica, como la ampliación del IVA a productos básicos de la canasta familiar.
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Las críticas no han faltado y el debate en las redes sociales está al rojo vivo, pues los contradictores aseguran que lo que se busca es posicionarlo como alguien “salvador” frente a lo que puede implicar para los ciudadanos la reforma tributaria. De hecho, el jefe de Estado después salió a negar que esta lleve entre sus puntos subir el IVA al café, el chocolate, la sal y el azúcar.
Sea como sea, aunque muchos lo niegan, lo cierto es que la constante participación de Tomás Uribe Moreno en el debate público y como representante del Centro Democrático, cuando dice que su único interés es la empresa privada, bien puede interpretarse como una toma de temperatura para una futura candidatura presidencial. Incluso, puede que no para 2022, pero sí para dentro de cuatro años. El tiempo dará las respuestas.