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¿Cómo ha sido este ejercicio de composición del gabinete, cómo se ha sentido?
Ha sido un proceso muy estimulante, porque teníamos el desafío enorme de tener un gabinete con experiencia, juventud, compuesto en un 50 % por mujeres y que no estuviera representando a las maquinarias políticas tradicionales, y ese desafío lo hemos cumplido con éxito. La acogida que ha tenido el gabinete nos demuestra que hay una gran expectativa de que sirva para hacer de este país lo que queremos: productivo, competitivo, incluyente y en paz.
Pero ha habido críticas a la hora de imaginarse a ministros sin la suficiente experiencia política como para ir a enfrentarse al Congreso a personajes de la oposición como Jorge Robledo o Gustavo Petro…
La solvencia técnica y profesional de este gabinete es una prenda de garantía para saber que van a hacer bien su tarea y que se van a defender bien frente a cualquier debate de control político. En el momento en que haya citaciones, vamos a responder con argumentos, con planes de desarrollo serios y con una ejecución muy eficaz de lo que hay que hacertanto en los territorios que son tan importantes para lograr esta paz de Colombia como también a nivel central.
En los corrillos políticos se decía que usted no tuvo una mayor representación en ese gabinete. ¿Es así?
No me preocupa lo que se diga en los corrillos políticos. Lo que realmente me satisface es que este es un gabinete que representa lo que se debe hacer en el país. El presidente Duque y yo hablamos sobre todos y cada uno de esos nombramientos. Hay gente que estaba trabajando conmigo desde hace mucho tiempo y el país ni siquiera lo sabe, pero no voy a salir a cobrarlos como míos, porque tengo un gran respeto por las personas.
¿Eso también es un mensaje de que este no va a ser un gobierno dirigido por Álvaro Uribe desde atrás, como siempre se dijo?
Es que esta me parece que ha sido una campaña muy desobligante para con un candidato y hoy presidente que tiene la capacidad, el conocimiento y la responsabilidad clara de gobernar bien a Colombia.
¿Qué han podido definir sobre las funciones que va a tener la Vicepresidencia?
Voy a estar como segunda a bordo del gobierno de Iván Duque, acompañándolo, apoyándolo, asesorándolo y, sobre todo, ayudándole a coordinar distintas tareas. Mi responsabilidad va a tener un especial énfasis en el tema de la mujer. No podemos dejar que la llegada de una mujer a la Vicepresidencia pase sin pena ni gloria. Vamos a lograr que haya una política pública efectiva que incluya a la mujer, que garantice su igualdad. Tenemos que promover a la mujer, desarrollarla, impulsarla, capacitarla, empoderarla económica y políticamente. También quiero trabajar en la lucha contra la corrupción y demostrar que el gobierno presidido por Iván Duque va a garantizarles a los colombianos transparencia en la gestión. El tema del desarrollo económico ha sido una de mis fortalezas. Más allá de las reuniones del consejo de ministros periódicamente, se va a hacer la reunión de los gabinetes sectoriales, para que haya una gestión permanente de seguimiento y de indicadores. Y en el tema de la paz nos interesa que Colombia tenga paz verdadera y que se pueda implementar bien este Acuerdo. El presidente Duque quiere fortalecer más y centralizar lo que tiene que ver con la ejecución de la implementación del Acuerdo. La implementación tiene que hacerse de una manera mucho más coordinada, porque tenemos también un desafío enorme: aumentar el presupuesto para la implementación. Vemos que hay grandes preocupaciones sobre la disponibilidad de los recursos para la implementación del Acuerdo y, sobre todo, su ejecución.
Da la sensación de que en la campaña fueron muy duros con el Acuerdo de Paz, pero ahora están pensando en sacarlo adelante. ¿Cuáles son los aspectos que quieren cambiar?
A veces la gente oye lo que quiere oír, y lamentablemente hubo sesgo de parte de muchos líderes de opinión y, con respeto lo digo, de varios periodistas al no querer oír completos los planteamientos que hacíamos durante la campaña. Tanto Iván Duque como yo fuimos insistentes en que ninguno quería destrozar el Acuerdo de Paz y en que las reformas que tenían que hacerse para lograr que las cosas positivas e irreversibles se mantuvieran. Sería una locura que alguien pretenda devolver otra vez al monte a los guerrilleros. Entonces, no es que haya cambiado el discurso, sino que ahora se están dando cuenta de qué fue lo que dijimos realmente. Hay que mantener todo lo bueno, cumplirle a la base de la guerrillerada las condiciones que se acordaron, hay que garantizar la no repetición y que esta gente no vuelva a cometer acciones terroristas, pero los ajustes que hemos planteado desde la campaña son los mismos que se han planteado a posteriori. El más importante de ellos es el de la presencia de miembros de las Farc en el Congreso o en cualquier cargo de elección popular y que lleguen a estar condenados por crímenes de lesa humanidad. Lo que hace compatible el concepto de justicia transicional con la participación en la democracia es que esa justicia transicional opere. La justicia transicional ya está siendo suficientemente flexible, benigna. Entonces, lo que hemos pedido es que no participen en política hasta que no se cumplan las sanciones que establezca la justicia transicional.
En la reglamentación de la JEP fue aprobado un artículo que fue entendido como un triunfo del nuevo gobierno, relacionado con un procedimiento especial para uniformados involucrados con el conflicto armado. ¿Cuál es su opinión acerca de esta propuesta que avaló el Congreso?
Aquí hay que diferenciar dos cosas. Una cosa es el Centro Democrático, partido del presidente Duque, que valoramos, respetamos y que será fundamental para nosotros, pero otra es el gobierno. Y es distinto el presidente Duque. Las iniciativas de varios miembros de su partido siempre las tomaremos en cuenta con el mayor interés, pero las decisiones del gobierno son del gobierno y por esa razón, por ejemplo, el referendo que había para tumbar totalmente la JEP es una decisión que jamás avalaremos porque sabemos que el país, a estas alturas, debe mantener y preservar lo que se pueda. Lo ideal en el Acuerdo ha debido ser que se tuviera la JEP como una parte de la Rama Judicial. Pero lo que ha dicho el presidente Duque es que tiene voluntad de trabajar en armonía con la institucionalidad existente como hoy es la JEP. Pero debemos garantizar, por ejemplo que los militares cuenten con una justicia que no los deje en la desventaja que hoy tienen. Mientras que los militares han pasado siete años en la cárcel sin ninguna condena los criminales de lesa humanidad de las Farc, condenados por 40 años no han tenido ni un solo día de cárcel .
Reconociendo la institucionalidad , hicimos el gesto de ir a visitar la JEP y de reunirnos con la doctora Patricia Linares y con todos sus magistrados, y el presidente Duque les dijo que las reformas que se hagan las queremos trabajar con ellos.
Es decir, ¿usted no comparte la propuesta del Centro Democrático de crear una sala aparte para los militares?
Soy la vicepresidenta de un gobierno y actúo alineada con el mismo. Cuando se tomó esa decisión en el Congreso, obviamente no era la decisión del gobierno ni nada por el estilo. Pero vamos a trabajar para que esta decisión no termine vulnerando a los militares. Tengo una gran preocupación por la situación en la que ellos se encuentran porque los exguerrilleros tienen mucha más seguridad jurídica hoy que los militares. En el Congreso se dio ese debate y hoy no se puede hablar de un triunfo del uribismo contra el Acuerdo. Hay que entender que hay divisiones profundas en el interior de la Fuerza Pública porque, así como hay militares en retiro muy importantes y organizaciones de militares que rechazan totalmente la JEP, hay una buena parte de los militares que la aceptan y que se han acogido. Entonces, tenemos que lograr que haya justicia transicional, pero también seguridad jurídica para militares y policías, y darles un tratamiento más benigno, sin que esto implique que pueda quedar en la impunidad ningún caso de un crimen, si lo hubiere, por parte de un militar.
Otro punto fundamental es el narcotráfico y la lucha contra las drogas. ¿Hay un regreso a la política prohibicionista o van a mantener el nuevo enfoque que implementó el Gobierno actual?
La política prohibicionista con la lucha a fondo contra el narcotráfico no se oponen. El rechazo a la producción y tráfico de estupefacientes en Colombia debe ser contundente. Esto no amerita ningún tipo de diferencia ideológica o política. Tenemos que rechazarlo porque le hace un daño enorme a la sociedad colombiana, porque de la mano del narcotráfico está la violencia en los territorios. Fíjese en la cantidad de asesinatos de líderes sociales, muertes que rechazamos y no sabe uno cuáles son los actores que están asesinando a tantos líderes sociales. Lamentablemente, esto se superpone en el mapa de lo que es la violencia actual con los sitios donde está el narcotráfico. Por esa razón la política nuestra sí es absolutamente contundente: luchar contra el narcotráfico combinando el desarrollo rural, que significa que más que darles plata para que erradiquen, les queremos dar plata para que siembren cultivos lícitos.
¿Ustedes están decididos a contemplar la posibilidad de darle continuidad a la mesa de diálogos con el Eln?
El gobierno está totalmente decidido a continuar todos los esfuerzos que le garanticen a Colombia alcanzar la paz, y esos esfuerzos tienen que hacerse dentro de unas condiciones muy claras. El país no puede seguir haciendo negociaciones al mismo tiempo que se están reclutando menores. Eso ha sucedido con el Eln y sucedió con las Farc. Ellos dicen que dejaron de reclutar, pero eso no fue una condición del inicio de esa negociación. No podemos aceptar que el país crea en la voluntad de paz si pretenden seguir secuestrando y validando el secuestro como una fuente de ingreso. Las condiciones están totalmente claras y en la medida en que se cumplan y haya un sitio de concentración, tenemos toda la disposición de dialogar. En cuanto a la decisión de suspender estas conversaciones, me parece que es lo más lógico. Es que tampoco creo que un gobierno pueda, por más que tenga la facultad legal de actuar hasta el último instante en el Palacio de Nariño, crear hechos cumplidos que generen unas expectativas inciertas. Si el gobierno Santos hubiera hecho un acuerdo de un cese bilateral, él sabía que nosotros no estamos de acuerdo con un cese bilateral sin que se den esas condiciones. Entonces, lo que se hizo está bien. Es un mínimo de respeto y de prudencia en un tema tan delicado y habrá que revisar muchas cosas: si se dan las condiciones, si se sigue negociando en Cuba. Lo que sí es cierto es que el país no puede seguir indefinidamente en este tire y afloje. Ojalá que haya una negociación, ojalá que sea de corto plazo, que dé resultados y que nos permita demostrar que el compromiso con la paz es un compromiso real de todos los colombianos.
¿Cómo se van a desarrollar las relaciones con Venezuela en el nuevo gobierno?
Una de las poquísimas cosas que hemos apoyado de la actitud del gobierno Santos frente a Venezuela es haber desconocido la elección reciente de Maduro, porque ya hubiera sido el colmo reconocer esa elección cuando sabemos que se ha hecho de manera arbitraria, sin un mínimo de democracia, sin tener una participación real de la oposición. En la medida en que hoy es un régimen que no tiene el reconocimiento del gobierno colombiano, en el gobierno del presidente Duque seguiremos exactamente en esa misma línea y trabajando con la comunidad internacional para que se le desconozca al gobierno de Maduro y se produzca cuanto antes el tránsito hacia la democracia en Venezuela.
¿Se requiere una intervención militar en Venezuela o un proceso de diálogo?
No, creo que tiene que haber diálogo, pero, sobre todo, presión internacional. Tiene que haber presión económica y diplomática. Lo que no podemos tener es un diálogo bobalicón como el que ha habido hasta ahora. Ha sido pusilánime la actitud de buena parte de la comunidad internacional, queriendo lograr algo que saben que es un imposible, porque de parte del régimen de Maduro no ha habido la voluntad de solucionar el quiebre democrático. Lo único que ha hecho es utilizar las conversaciones para ganar tiempo y atornillarse más en el poder.
¿Qué lectura le da a lo que está ocurriendo alrededor del expresidente Álvaro Uribe y las investigaciones que le adelanta la Corte Suprema de Justicia?
Francamente, lo que está pasando desde el punto de vista político no es bueno. Sentimos que estas investigaciones se han venido adelantando en unas condiciones que son atípicas, para no hablar de otra manera. Y cuando se ve que las entidades que han participado en la verificación sobre la autenticidad y la calidad técnica de algunas de las informaciones o pruebas que tienen, no son las entidades que han debido ser, sino otras. Entonces, uno dice “esto es raro”, “esto es atípico”. Pero nosotros, por encima de todo, somos respetuosos de la institucionalidad. Debemos respetar la justicia, pero, al mismo tiempo, pedir siempre que para cualquier ciudadano haya las garantías necesarias del debido proceso. Ha sido muy desafortunado este procedimiento en el cual se han filtrado informaciones, o se conocen verdades a medias. El mensaje tiene que ser inequívoco: a las cortes respeto y a los magistrados la solicitud de que sus actuaciones individuales y como cuerpo colegiado respondan a los más altos estándares de la magistratura. Investigaciones imparciales sin ninguna clase de sesgo ideológico ni político. Toda la información que conocemos nos muestra que hay cosas que nunca se le avisaron al investigado, el expresidente Uribe.
Y ahí surgió un debate en torno a su renuncia al Senado… ¿Qué opina?
Me consta, porque estuve esa noche hasta muy tarde cuando hicimos el comunicado conjunto con el presidente Duque, que el presidente Uribe dio inmediatamente a su bancada la instrucción: “yo no voy a convertir el tema mío en un debate en el Congreso ni mucho menos en una condición de favorabilidad para mí”. Él, esa noche, dijo que iba a renunciar y, efectivamente, llamó al presidente del Senado, Ernesto Macías, a decirle que pusiera a consideración, cuanto antes, su renuncia. Su bancada le insistió en que no se fuera, mucha gente también lo hizo y en la medida en que se han conocido todos estos informes recientes que muestran algunas cosas atípicas, es perfectamente válido que tome la decisión de quedarse. El gobierno de Iván Duque quiere gobernar con un Congreso que funcione de manera armónica. Ojalá el ambiente político siga como estaba recién pasó la elección presidencial: la oposición se dedicó a organizarse, a fortalecerse, a dar señales claras de que va a ser una oposición dura y eso es normal en una democracia. Pero, ojalá, los debates sean sobre los grandes temas nacionales y no sobre los actores de la vida política.
¿Qué país recibe en el plano económico el nuevo gobierno y qué harán ustedes?
El gobierno de Iván Duque está recibiendo una economía que creció en el primer trimestre de este año 2,2%. Esta es una pequeña mejora frente al primer trimestre del año pasado. Pero estamos muy lejos de cuando se crecía al 6% o al 7% y tenemos que volver a esos niveles de crecimiento, al menos al 5% en unos tres años. Este año, la proyección que tiene el Fondo Monetario Internacional, incluso el Banco de la República, que es alrededor del 2,3% nos parece que es mucho mejor que el 1,8% del año pasado, pero es muy por debajo todavía dada la responsabilidad enorme de poder implementar el Acuerdo con las Farc. En ese acuerdo, sabemos que hay una responsabilidad grande del gobierno que inicia de conseguir recursos adicionales. Muchas de las obligaciones están desfinanciadas, por eso tenemos que generar un crecimiento de la economía que nos genere los recursos para eso. Las políticas del Gobierno Duque estarán orientadas a generar confianza de los empresarios y de los consumidores y a dar un impulso grande a cada uno de los sectores de la producción para tener esa economía moderna y competitiva que abra espacios a los nuevos emprendedores y genere más empleos formales. Por fortuna, tenemos en Alberto Carrasquilla, un ministro de Hacienda que genera gran confianza para hacer los cambios estructurales que pongan la economía colombiana en un tren bala y de mejores condiciones al pueblo colombiano y a los empresarios. Estamos muy optimistas.