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Mucho se ha hablado del tema y para nadie es un secreto que al presidente Iván Duque, en sus casi tres años de mandato, le ha sido muy difícil posicionar un sello propio para su gestión. Eso es importante por dos cosas: por un lado, porque alrededor de ese sello se tenía que haber configurado toda su labor al frente del Ejecutivo y, por el otro, porque se trata del legado o la marca con la que lo recordarán los colombianos cuando deje atrás la Casa de Nariño, en agosto de 2022. Los ejemplos anteriores son sencillos porque, con luces, matices y sombras, Juan Manuel Santos es recordado por su empeño en lograr un Acuerdo de Paz con las Farc y Álvaro Uribe por su estrategia de la seguridad democrática.
Desde la campaña, Duque mostró que su principal espada política sería la llamada “economía naranja”; sin embargo, a la luz de los hechos y en voz de diversos analistas, el concepto resultó ser bastante técnico, de un resorte muy cerrado solo para los más conocedores y muy poco entendible para el ciudadano del común. Pero llegó la pandemia, y si bien ha significado costos económicos, sociales y humanitarios para el país, también se convirtió en una nueva oportunidad para que Duque mostrara gestión. De hecho, su popularidad creció considerablemente durante los primeros meses de la crisis de salubridad y obtuvo respaldo de diversos sectores políticos y civiles para enfrentarla.
Pero, como ocurrió con muchos mandatarios alrededor del mundo y gobernantes locales, el globo empezó a desinflarse y la dificultad generada por el nuevo coronavirus exigió respuestas más rápidas y contundentes. Llegó la vacunación y el presidente y su ministro de Salud, Fernando Ruiz, quedaron nuevamente ante un desafío gigantesco que, con múltiples tropiezos y demoras, comenzó finalmente el pasado 17 de febrero. Sin embargo, con una campaña electoral en el horizonte y el afán de alcaldes y gobernadores por mostrar resultados, también empezó el festín político: la foto, el video y el aprovechamiento de una situación sin precedentes. La pregunta es: ¿se convertirá la vacunación en el bastión del presidente Duque para dejar el legado que tanto le ha costado construir y servirá de caballito de batalla para el uribismo en la campaña presidencial de 2022?
“Es un tema que se ha politizado de manera excesiva. La vacunación puede ser un punto coyuntural ahora, pero será uno de los muchos que tendrá la campaña, por ejemplo lo de la reactivación económica”, comenta el profesor y analista político Yann Basset, quien considera que la vacunación podría jugar a favor del Gobierno en dos escenarios: si se logra despolitizar y si se logra desatrasar el proceso frente a otros países de la región, además de mantener un buen ritmo de aplicación de las vacunas.
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En ese sentido, Basset cree que el tema sí se podría convertir en la bandera final de Gobierno, pero podría limitarlo ante la gran cantidad de frentes que debe atender. “Es un asunto en el que el presidente se siente a gusto, porque es un tema técnico. Ya sabemos que Duque no es muy fuerte con los temas políticos”, advierte. Por otra parte, de cara a las presidenciales, señala que la única forma de que un candidato de la centro-derecha se pueda desligar de la gestión del primer mandatario es que no sea directamente del Centro Democrático. “Uribe lo sabe, y por eso busca armar una alianza de donde salga posiblemente un candidato que no sea del uribismo, pero que comparta propuestas”, concluye.
El también analista político Carlos Arias coincide en que, además del aprovechamiento político de la vacunación, hay una sobrerrepresentación mediática, tanto del Gobierno Nacional como de los mandatarios locales, que tiene sentido en cuanto a que esta es casi que la primera oportunidad que tienen desde el inicio de la pandemia para mostrar resultados. Arias explica que también es la oportunidad que tiene Duque para construir su mito y su legado. “Nadie entendió muy bien lo de la ‘economía naranja’. Él intentó explicarla con un vaso de agua y otro de jugo de naranja, pero fracasó. Por eso la vacunación es la última oportunidad para mostrar gestión. Crear un mito alrededor de que asumió la salvación de muchas vidas y generar empatía. Eso lo podrían cobrar muy bien sus funcionarios o los precandidatos afines”, explica.
Sin embargo, para Arias, la tarea de crear ese legado está siendo mal ejecutada desde el Gobierno. “Lo hacen mal porque están generando una sobrerrepresentación mediática, una desproporcionalidad en la comunicación. El protagonista no es el presidente ni el funcionario, sino la vacuna y el funcionario eu la agradece. Enfocaron su comunicación desde el actor político y no desde el hecho político”, comenta.
Los sectores de la centro-derecha no tiene dudas de que la gestión del presidente Duque en cuanto a la vacunación, que consideran buena, será decisiva para su candidato presidencial. “El próximo candidato deberá sentirse orgullo de los grandes logros del presidente y su equipo, y está llamado a generar continuidad”, señaló el representante Edward Rodríguez, del Centro Democrático, quien muestra su convencimiento sobre que si hay algo que tiene para mostrar el Gobierno Nacional es que arrancó con pie derecho y tiene eficiencia en el tema de vacunación.
“El Gobierno tiene resultados en todas las áreas, ha cumplido con el paquete programático en equidad, legalidad y emprendimiento, pero si hay algo que mostrar es la eficiencia con las vacunas y la negociación, que permitirá que el país una y se evalúe al Ejecutivo con buenos ojos. Duque será recordado en la historia como el transformador de la salud, el que ha hecho cambios necesarios para que el país empiece a crecer y como el gran revolucionario en la educación”, agrega Rodríguez.
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Por su parte, el senador conservador Juan Diego Gómez anota que la vacunación será el tema de la evaluación del Gobierno, no obstante, cree que es un tema que se evacuará, que el debate se centrará en la reactivación económica y la generación de empleo. “El Gobierno sabe que se está jugando el todo por el todo en este proceso. En algunos sectores políticos, ciertos alcaldes y gobernadores, sí se han excedido en la publicidad, pero, sin duda, la vacunación será el eje central del debate político en los próximos meses”, adujo Gómez.
Desde los sectores independientes se reconocen algunos esfuerzos del Gobierno, pero también son certeros en señalar que “los resultados hablan por sí solos”. “Si bien se logró atajar el pico, siguen los riesgos latentes de nuevos picos. El resultado con la vacunación no es el que el país necesitaba y la vacuna es un derecho de todos los colombianos. Cualquier esfuerzo por politizar en ese ámbito no está bien visto por el ciudadano de pie. La gente quiere resultados, vacunarse, protegerse y que no haya más confinamientos. La gente no ha recibido bien esos despliegues mediáticos en torno al inicio del proceso, que es modesto y tardío”, manifiesta el representante John Jairo Cárdenas, del Partido de la U.
Para el representante liberal Juan Fernando Reyes Kuri, la vacunación será el tema de evaluación del gobierno Duque por parte de la ciudadanía, por lo que, inevitablemente, incidirá en la carrera presidencial: “Nos tocó esta pandemia y la acción frente a ella es evidente que tendrá que ser evaluada. Los ciudadanos van a privilegiar a quienes lo hagan bien y si no, lo castigarán en las urnas”.
En ese sentido, el representante José Daniel López, de Cambio Radical, asegura que no ve nada de malo en que un Gobierno reivindique sus logros. “Cuando los gobiernos hacen bien las tareas importantes, como la vacunación, es justo que los ciudadanos premien eso en las urnas. Sin hay un plan exitoso sin duda ayudará al gobierno en sus pretensiones de mantenerse poder, pero si es fallido será un hecho insalvable para seguir en el poder”, comenta López. Pero tiene reparos en la utilización netamente política del proceso: Cuestiono hoy la utilización política que se está haciendo de esto, con funcionarios sacando pecho, con la V de victoria y con visitas de ministros para asegurarse que presidente quede en la foto. Eso sí lo censuro. Lo otro no”.
La lectura de la oposición, por supuesto, es diferente. Considera que el proceso de vacunación sí será decisivo en 2022, pero en contra del Gobierno, el Centro Democrático y el candidato de la derecha. “Claro que esto va a incidir en las elecciones, pero en contra del uribismo y en contra de estos gobiernos que no piensan en la gente, en la vida ni en la salud, sino en mantener el poder y la corrupción a toda costa”, dice el senador Alexánder López, del Polo Democrático.
La senadora Angélica Lozano, de la Alianza Verde, hace una interpretación más arriesgada. “Los recursos públicos que están en el FOME, que no han llegado a las empresas, en un país con cultura política clientelista y altísima pobreza, sí son un instrumento de acción electoral muy peligroso e inequitativo”, dice, al asegurar que fue la pandemia la que le puso un norte al gobierno Duque.
También cuestionó lo que ha sucedido en la última semana con la sobreexposición de Duque y sus funcionarios en los medios. “Es inocultable que el presidente Iván Duque, sus ministros, y, especialmente, la vicepresidenta quieren mejorar su imagen a partir de la pandemia y la tragedia sanitaria que está viviendo Colombia. Ese ‘show’ no solo está generando mayor afectación en la población, sino que está generando muertos, grandes calamidades en las familias”.
A su turno, el senador Gustavo Bolívar, de la Lista de la Decencia, augura que si el Gobierno Nacional planea utilizar el proceso de vacunación a su favor, no le va a salir bien. “Este año no sé cuántas vacunas lleguen, ya uno no cree la cifra. Dicen que han comprado 39 millones de dosis, pero de 50.000 en 50.000 no sé cuándo completen eso. Si lograran vacunar a un millón de personas mensual, que fue la meta, digamos que demorarían tres años en vacunar a la gente. Por otro lado, viene la presión internacional. La mayoría de países van a quedar inmunizados antes, entonces, nos vamos a convertir en un país paria, que no podemos viajar”.
Así las cosas, la vacunación es hoy una espada de Damocles y queda en manos del mismo presidente que el proceso sea su más grande logro o, al contrario, un punto negativo que afecte su paso por la Casa de Nariño y, de paso, la candidatura presidencial de quien, desde el uribismo y la derecha, aspire a sucederlo.