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El destape de Germán Vargas Lleras ya como candidato presidencial, que en declaraciones a diferentes medios de comunicación se fue lanza en ristre contra la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), actualmente en trámite en el Congreso, y contra algunos de sus contrincantes en la lucha por la Presidencia de 2018, generó toda clase de reacciones en el país político. En el Centro Democrático creen que su estrategia de oposición a la JEP apunta a “robarse” los votos del uribismo, mientras que en la coalición de Gobierno lo tachan de incoherente y oportunista, después de haberse “favorecido” durante siete años del Ejecutivo.
Incluso, el mismo presidente Juan Manuel Santos, en su cuenta en Twitter, aseguró que compartía las preocupaciones expresadas sobre la JEP de su exvicepresidente —al que calificó como su “leal y buen amigo”— pero aclaró que todas ellas ya estaban resueltas. Y el ministro del Interior, Guillermo Rivera, complementó el trino del primer mandatario explicando que dichas preocupaciones habían quedado disipadas en la reunión de la semana pasada en la que participó el propio fiscal general, Néstor Humberto Martínez.
Además del Gobierno, el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe reaccionó también a las palabras de Vargas Lleras. Y a través de Twitter cuestionó su silencio en el pasado: “Pudo exigir una reforma seria al Acuerdo con el terrorismo después del triunfo del No. Apoyó desconocer el plebiscito”. Por su parte, Sergio Fajardo, precandidato independiente y a quien el exvicepresidente señaló de hacer parte de la estrategia de la Farc para consolidar un gobierno “de transición”, prefirió no hacerle el juego: “No voy a hacer parte de la polarización entre unos y otros. Nosotros estamos construyendo de una manera muy diferente la esperanza de Colombia”, indicó.
Pero donde no hubo tregua fue en el recinto del Congreso. Ayer, durante un debate que adelantaron los senadores Claudia López, de la Alianza Verde, y Jorge Robledo, del Polo Democrático —los dos son precandidatos presidenciales— sobre la corrupción por los sobornos de la multinacional brasileña Odebrecht, Germán Vargas Lleras se convirtió en blanco de duros ataques y acusaciones con nombres propios.
López llamó a Vargas Lleras “fracasado”, “cayendo como coco en palmera” y desesperado por su baja popularidad y por su poca intención de voto en las encuestas: “Está perdiendo la inversión de ocho años de su vida, en donde ha influido en la elección de ocho magistrados de la Corte Suprema de Justicia, en donde consintió a Ricaurte, a Bustos, a Malo, los alimentó con poder, les permitió que crecieran, y se va a perder esa platica, porque por primera vez se ha elegido una jurisdicción que no pudieron comprar, la JEP”.
La congresista acusó al fiscal Martínez de servir a los intereses políticos de Vargas Lleras y recordó que el exvicepresidente fue investigado por sus presuntos vínculos con el exjefe paramilitar Martín Llanos. Palabras que, de inmediato y en ejercicio de su derecho de réplica, tuvieron respuesta por parte del senador Germán Varón, de Cambio Radical, que advirtió que López usó el debate de control político para sus propios intereses electorales, a punta de señalamientos falsos e injuriosos.
“Es fácil hacer un debate amparado por la condición de congresistas y que no necesariamente le obliga a una rectificación cuando se pronuncia en este recinto. Nos sentimos agraviados por hechos que usted considera y que van a generar un concepto ante la opinión pública errado”, enfatizó Varón. “Germán Vargas es su tormento”, le increpó, a su vez, la senadora Daira Galvis, también de Cambio Radical, a la congresista de la Alianza Verde, mientras esta vaticinaba la “caída en picada” del exvicepresidente, quien busca ser candidato por firmas.
Robledo, por su parte, pidió reabrir el proceso contra Vargas Lleras por parapolítica, archivado por ponencia de Leonidas Bustos, al tiempo que señaló al jefe del ente acusador de haber sido recolector de dineros de la campaña Santos-Vargas Lleras en 2014, acusada actualmente de recibir financiación ilegal de Odebrecht. En el debate hubo acusaciones y epítetos de todo tipo. Claudia López les dijo bandidos a los gobiernos de Álvaro Uribe y Santos, y llamó “lavaperros” a quienes los defienden.
Uribe recordó que ella adhirió a Santos en 2014, y defendió a Óscar Iván Zuluaga, involucrado también en el escándalo de Odebrecht y quien salió al baile más de una vez en la discusión. Hubo gritos, insultos, desorden. Y una vez más, el Capitolio fue fiel reflejo de lo que es hoy Colombia: un país polarizado, cuya clase política no da señales de querer la reconciliación.