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Venezuela, como ningún otro tema, ha sido una constante del gobierno de Iván Duque. Hay otros aspectos que también han sido importantes en la agenda, pero pareciera que solo en este se ha mantenido en una posición inamovible, que se ha identificado por no reconocer al gobierno de Nicolás Maduro. Esta postura ha sido igual desde el 7 agosto de 2018 y solo ha ido evolucionando en la misma línea. Colombia fue uno de los primeros en calificar a Juan Guaidó como presidente interino del vecino país y sigue siendo uno de los pocos gobiernos que le sigue dando apoyo irrestricto, a pesar de la rápida desinflada del líder de oposición. Todo ha sido parte del llamado “cerco diplomático” que supuestamente iba a hacer que “a la dictadura de Venezuela le quedaran muy pocas horas”.
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Eso lo dijo el primer mandatario colombiano hace más de 23.780 horas, y al que le queda poco tiempo en el cargo es a él (su mandato terminará el 7 de agosto de 2022), mientras que Maduro se las ha arreglado para iniciar negociaciones con la oposición, algo que le ha quitado la presión internacional en su contra. Aun así, la posición de Duque sigue siendo la misma, lo que se ha evidenciado en las últimas semanas. Primero, ha sido uno de los pocos que se ha mantenido escéptico a los diálogos en México entre el chavismo y la oposición. “El único desenlace efectivo de ese encuentro es la convocatoria cuanto antes de una elección presidencial libre, trasparente y con una minuciosa observación electoral”, dijo Duque ante la ONU, cuestionando que la misma oposición aceptara participar de las elecciones regionales que se celebrarán en noviembre.
También trató de contener el optimismo frente a la decisión de Nicolás Maduro de reabrir la frontera y la invitación a reanudar las relaciones comerciales entre ambos países. “Mucho cuidado con los discursos que vienen con cantos de sirena desde la dictadura en Venezuela, que ahora salen a hablar de manera bella invitando a que lleguen los inversionistas a ese territorio. Que no pretenda el dictador borrar la historia”, dijo el mandatario hace una semana, restándole importancia a la determinación del presidente venezolano y advirtiendo que la frontera se reabriría de forma progresiva y “sin chambonadas”. Ahora último, en una entrevista reproducida por este diario, Duque fue más allá y advirtió que el “régimen de Maduro va a tratar de injerir en las elecciones de 2022”.
Lo cierto es que las últimas intervenciones del presidente colombiano frente a Venezuela y su gobierno, que se han hecho en menos de un mes, han dejado varios cuestionamientos, sobre todo ante el momento en que se han dado, justo cuando se están avivando las campañas a Congreso y Presidencia de la República, y a menos de un año de que los colombianos salgan a las urnas. La pregunta principal es: ¿Esta posición sigue en línea con la política bilateral asumida durante su mandato o tiene alguna implicación la cercanía del proceso electoral de 2022? Al llevar esta duda a politólogos y expertos en relaciones internacionales, las respuestas son múltiples y dejan ver las dudas que hay ante un tema tan relevante, como lo son las relaciones con el país con el que Colombia tiene su frontera más extensa.
Para la docente y analista de asuntos internacionales Teresa Aya, no se está ante un tema nuevo o influenciado por el inminente proceso electoral. “Ha sido la punta de su política exterior. El tema de Venezuela es su tema, es su ‘banderita’. Él quiere pasar a la historia con eso. Cualquier cosa de Venezuela es un tema importantísimo para Duque”, comentó la académica, quien calificó la tendencia a recurrir a este asunto como un “intento de distracción”. En esta última línea también se apuntó la columnista Arlene Tickner, que dijo que, desde hace un tiempo, el tema venezolano, sobre todo con términos como el castrochavismo, han sido entendidos desde una securitización, por lo que “no es de sorprender que un gobierno como el de Duque, que está cuestionado en el plano interno, acuda a ello para distraer la atención frente a los cuestionamientos propios”.
Tickner choca con algunos de los académicos consultados, pues considera que, ad portas de un proceso electoral, se les estaría echando mano a las diferencias con el gobierno venezolano para ganar apoyos en algunos sectores de la derecha, afines al primer mandatario. “El tema venezolano cobra relevancia en la derecha y Duque juega en ese proceso para desempolvar el asunto. Me parece que la sugerencia de que va a haber una intervención tiene que ver con este raciocinio”, dijo la experta en relaciones internacionales. Esta opinión fue compartida por la politóloga y profesora de la UNAB Nadia Pérez. Para ella, el tema será usado en las elecciones, pues “es un punto comodín en la agenda”.
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No obstante, señaló que no está claro cómo se asumirá, ya que esto depende, en gran medida, de lo que pase en los próximos meses con las elecciones regionales en el vecino país y lo que pase con las negociaciones en México: “Hay que ver cómo queda el tablero político tras las elecciones”. No obstante, cree que es casi seguro que “el fantasma del castrochavismo” y aquello de que “nos vamos a volver Venezuela” sea usado por el partido de gobierno, el Centro Democrático. Además, como ya ocurrió en Estados Unidos y Ecuador, la politóloga ve muy probable que haya un intento de injerencia electoral. “Puede ser costoso usar esa estrategia, pero puede ser efectiva para mover los temas”. Para Pérez, mucho del asunto con Venezuela pasa por cómo lo use el uribismo.
En cambio, para el profesor Yann Basset, politólogo e internacionalista, y Teresa Aya, la posibilidad de que el tema Venezuela llegue a ser usado para influir en 2022 es poco probable. Una de las razones, según Basset, es que fracasó la política que enarbolaba el presidente Duque, ya que la comunidad internacional apunta al diálogo y a una participación negociada de la oposición, contrario al cerco diplomático, “punto de honor” para el mandatario colombiano. Además, expresó que los asuntos internacionales normalmente “no son muy debatidos en las campañas” y actualmente Colombia tiene otros problemas mucho más urgentes. Eso sí, alertó que la migración de venezolanos podría estar en la agenda, y surgir “sobre todo en posibles mensajes xenófobos”, mientras que el asunto de “convertirnos en una Venezuela” será usado como un espantapájaros, pero es poco probable que funcione dos veces el mismo truco.
En un sentido parecido habló la profesora Aya, al recalcar que es muy poco el tema de relaciones internacionales que se maneja en el debate electoral colombiano. “Es algo de lo que dicen que es mejor hablar después del 7 de agosto y prefieren que no se pregunte mucho en los debates. Es un tema en el que los candidatos siempre patinan”, expresó la académica, reiterando que es un punto considerado bastante espinoso, que no se va a querer tocar mucho. Eso sí, advirtió que la izquierda podría usar el tema para criticar el actual gobierno, solo que no hay mayores propuestas en este espectro, por lo que sería poco el impacto. Por otro lado, para Aya, el tema de Monómeros, según se vaya desarrollando, podría tener una extensión hacia el ámbito electoral, pues su complejidad reside en el reconocimiento de Maduro o no.
Eso sí, todos los analistas descartan de tajo la tesis de una posible injerencia del gobierno de Nicolás Maduro en el proceso electoral colombiano. Para Aya, la mayor intromisión que se dará son los comentarios que ya ha expresado el mandatario venezolano al respecto. Basset también dijo que la mayor influencia se daría por las declaraciones debido a que “no tienen muchos medios para influir y tienen problemas internos”.
También coincidieron Nadia Pérez y Arlene Tickner en esta postura, aunque la última sí llamó la atención sobre evidencia que ha ido recolectando con un grupo de estudio sobre una posible injerencia rusa, aunque no de la forma en la que lo ha pintado el gobierno de Iván Duque. Por último, varios le reclamaron al jefe de Estado sobre el argumento de injerencia electoral, cuando este lo habría intentando tanto en Estados Unidos como en Ecuador.
Precandidatos uribistas y Venezuela: en la línea de Iván Duque
A pesar de ser un asunto espinoso, varios de los aspirantes a la Presidencia en 2022 ya han hablado sobre el tema de Venezuela y sentado su posición. Como se esperaba, los aspirantes del Centro Democrático, el partido de gobierno, tienen una visión bastante similar a la de la Casa de Nariño, aunque algunos incluso van más allá.
Óscar Iván Zuluaga se mantuvo en la tesis de que Venezuela es una dictadura y un narco-Estado, que tiene vínculos con las disidencias de las Farc. Además, coincidió con el actual gobierno en el apoyo a Guaidó y la necesidad de una transición en la Presidencia venezolana. Alirio Barrera también descartó un posible diálogo mientras que “los delincuentes más grandes del país se están ocultando allá para hacernos daño”.
En cuanto a María Fernanda Cabal, la postura es más fuerte: catalogó de “criminal de lesa humanidad” a Maduro, y habló de una “coalición internacional para combatir esta amenaza inminente para Colombia” y una militarización de la frontera.
Reanudar relaciones con Venezuela, el otro camino
Para el centro y la izquierda, la solución al tema venezolano pasaría por reanudar relaciones diplomáticas. Desde el Pacto Histórico no se ha sentado una posición oficial; un tema delicado porque han sido estigmatizados por la amistad que tuvo Gustavo Petro con el fallecido presidente Hugo Chávez. Sin embargo, el líder de Colombia Humana ha sugerido en algunos trinos que una de las soluciones a los problemas de la frontera pasa por la normalización de las relaciones diplomáticas entre el gobierno colombiano y el de Maduro.
Por el contrario, la Coalición de la Esperanza se ha manifestado de forma conjunta y aunque rechazan las violaciones de los derechos humanos del régimen de Maduro, anunciaron que en el gobierno de uno de sus aspirantes se “trabajará para activar los canales diplomáticos y respaldar elecciones libres con observación internacional”. También condenan los pedidos del gobierno Duque de incluir a Venezuela en la lista de países que apoyan el terrorismo.