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Esta semana, mientras la reforma a la salud estaba en la cuerda floja y los integrantes de la Comisión Séptima de la Cámara intentaban sacar adelante el debate, la primera dama Verónica Alcocer llegó sorpresivamente al Congreso para reunirse con varios ministros y con los ponentes del proyecto. Según Alfonso Prada, ministro del Interior, fue una visita de cortesía y Alcocer solo llegó a saludar; sin embargo, lo inédito de la escena despertó críticas hasta en la coalición de Gobierno. “No me quiero imaginar cómo se habría visto si fuera la esposa de Duque la que hubiera llegado al Congreso a incidir en medio del trámite de una reforma”, dijo la representante Catherine Juvinao.
En redes sociales se habló de nepotismo, de interferencia en política e incluso la senadora Paloma Valencia aseguró que todo era parte de una “campaña presidencial”. No es la primera vez que Alcocer recibe este tipo de cuestionamientos. Su figuración ha abierto el debate sobre qué papel deberían tener las primeras damas y cuál es el límite de su participación en los gobiernos.
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En los últimos años, el rol de primera dama se ha redefinido al ritmo de las revoluciones sociales del siglo XXI. Poco a poco, a medida que pierde popularidad, deja de ser el estereotipo de mujeres discretas que se mantienen en un segundo plano mientras sus esposos gobiernan. Basta citar ejemplos como el de Irina Karamanos, pareja del presidente Gabriel Boric, quien renunció a las funciones de primera dama para continuar con su carrera profesional.
En Colombia también se ha puesto a discusión esta dignidad. En 2021, cuando aún no era parte del Gobierno, el hoy presidente de la Cámara, David Racero, propuso eliminar la figura por ser “anacrónica, antitécnica y costosa”.
El debate ha crecido con la llegada de Verónica Alcocer a la Casa de Nariño. Su desparpajo ha sido objeto de críticas, en muchos casos con argumentos machistas, pues la juzgan incluso por su forma de hablar o bailar. Otros, en cambio, desaprueban su influencia en el Gobierno a través de nombramientos y su cercanía con clanes políticos del Caribe.
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Cuando arrancó la campaña presidencial, Alcocer aumentó su presencia en redes sociales y medios de comunicación, empezó a viajar por todo el país y, mientras su esposo recorría otras regiones explicando el programa de Gobierno en las plazas públicas, ella hacía lo propio resaltando el folclor, la cultura y la naturaleza de diferentes departamentos.
Detrás de sus correrías había una cuidada estrategia de comunicación en la que estuvieron involucrados varios expertos, incluida la española Eva Ferrer, especialista en marketing y ahora alta consejera presidencial para la reconciliación. Tras la victoria de Petro, las cosas no han cambiado y Alcocer mantiene una fuerte presencia en redes y eventos.
En los primeros meses viajó al funeral de la reina Isabel, al sepelio del ex primer ministro de Japón, Shintzo Abese, y se reunió con el papa Francisco en el Vaticano. También visitó Venezuela y se reunió con Nicolás Maduro y su esposa, Cilia Flores. Todo esto bajo la figura de “embajadora de misión especial”.
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En Colombia ha tenido encuentros con militares y policías, ha recibido a algunos embajadores en la Casa de Nariño y ha hecho presencia en la radicación de importantes proyectos como la reforma a la salud. Tuvo su propio capítulo en la docuserie de los primeros 100 días del Gobierno y sus redes sociales permanecen muy activas, con videos y piezas gráficas bien producidas.
Varios de estos actos le han valido críticas de la oposición, especialmente por los viajes al exterior, ya que muchos cuestionan que le sean encomendadas tareas diplomáticas. De hecho, esa fue una de las preguntas que le hicieron al canciller Álvaro Leyva en su debate de moción de censura. “¿A cargo de quién están las relaciones internacionales, del presidente de la República, de usted como canciller o de la primera dama?”, le dijo a Leyva el representante Hernán Cadavid, del Centro Democrático.
El canciller Leyva ha dicho que Alcocer le aporta mucho a la imagen del país en el exterior, que llama la atención a donde llega y que no tiene sentido reparar en los viáticos de sus viajes. “Pagar un pasaje vale, naturalmente, y una dormida, ¿qué es lo que quieren, que la primera dama se quede en un parque?”.
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La faceta política
En la historia del país, pocas primeras damas se han metido de lleno a la política; por el contrario, son más los casos de aquellas que han tenido que mantenerse en un segundo plano o dejar a un lado sus carreras. Entre las pocas excepciones está el caso de Bertha Hernández, esposa del expresidente Mariano Ospina Pérez.
Según los historiadores, en medio del caos del Bogotazo, mientras los liberales le exigían la renuncia a Ospina Pérez, la entonces primera dama organizó y lideró un pequeño grupo para resistir a las presiones. En el libro “Doña Bertha”, María Clara Ospina, su única hija, asegura que desde ese momento ella lo acompañó por todo el país y empezó a dar sus propios discursos. Luego fue presidenta de la Organización Femenina Nacional y en 1970 llegó al Senado.
La mayoría se ha enfocado en las labores sociales y el trabajo comunitario. En la atención a la primera infancia se destacan María Michelsen, esposa de Alfonso López Pumarejo; Rosa Helena Álvarez, esposa de Belisario Betancur; y Nydia Quintero, esposa de Julio César Turbay. No ha sido la excepción con las más recientes, como María Juliana Ruiz (Iván Duque) y Clemencia Rodríguez (Juan Manuel Santos), que trabajaron impulsando los programas sociales de sus gobiernos.
Verónica Alcocer, que apenas lleva ocho meses en la Casa de Nariño, está lejos del arquetipo de una primera dama política; sin embargo, su papel va más allá de los eventos y las responsabilidades triviales.
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Desde que se convirtió en primera dama ha estado bajo la lupa por su interferencia en la contratación de personas cercanas, así como por las relaciones políticas que tiene en su natal Sucre. En el primer caso, es evidente que personas de su círculo trabajan en el Gobierno, como sucede con Eva Ferrer, quien ha dicho que no solo trabaja para el presidente, sino también para Alcocer, lo que choca con las normas de la función pública.
Otro de los casos más evidentes, pero que a la vez ha pasado desapercibido, es el de Carolina Plata Navas, quien en sus redes sociales confiesa que Alcocer es su “amiga del alma”. Después de asistir como invitada especial a la posesión del 7 de agosto, recibió a los pocos días, exactamente el 26 de agosto, un contrato con Presidencia para manejar el protocolo de las casas presidenciales: Casa de Nariño, la Hacienda Hato Grande y la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena.
Ese contrato se acabó el 15 de diciembre de 2022, pero al día siguiente Plata firmó uno nuevo para realizar las mismas tareas, esta vez hasta noviembre de 2024. El contrato en cuestión tiene un valor de $482 millones, lo que se traduce en un salario mensual de aproximadamente $20 millones.
El cargo que ocupa le exige ser bachiller y tener 10 años de experiencia en cargos administrativos. Plata Navas certificó este último requisito con su trabajo en las empresas que maneja su familia, más exactamente su esposo, el empresario del carbón Danilo Romero Gómez, quien además es amigo del presidente Petro. En 2006, Romero le vendió un apartamento a Petro y en 2011 aportó a su campaña para la Alcaldía de Bogotá. En esas elecciones, la jefa de finanzas de Petro fue la hermana de Carolina, Martha Janeth Plata.
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Alcocer también influyó en el nombramiento de Concepción Baracaldo en el ICBF, pues como lo reconoció la exfuncionaria, fue la primera dama quien la llamó para ofrecerle el cargo. Otros nombramientos polémicos son los de Adriana Mejía, directora de Artesanías de Colombia, y Ligia Margarita Quessep, embajadora de Colombia en Italia y compañera de colegio de Alcocer.
Aparte de los cargos, la figura de Alcocer genera tensiones políticas en Sucre. En noviembre de 2022, en un viaje que realizó a Atlántico para atender a los damnificados por la ola invernal, estuvo acompañada por Mario Fernández Alcocer, su primo, un exsenador liberal que está casado con Ana María Castañeda, actual senadora por Cambio Radical.
Fernández Alcocer tiene varias investigaciones pendientes en la Corte Suprema y fue investigado por la Fiscalía por presuntos nexos con el paramilitar Rodrigo Mercado Pelufo, alias ‘Cadena’. Suena como candidato a la Gobernación de Sucre y genera resistencia en algunos sectores del Pacto Histórico que no lo ven como ejemplo del cambio político.
Además del recorrido con la primera dama, Fernández estuvo junto a la pareja presidencial en un evento del Carnaval de Barranquilla. El exsenador se bajó de la misma camioneta y caminó varios metros detrás de Petro y Alcocer.
En el Gobierno insisten en que no van a “desperdiciar el talante” de la primera dama, por lo que mantendrán su protagonismo. El presidente Petro, por su parte, asegura que, aunque en algún momento su esposa quiso ser alcaldesa de Sincelejo, hoy no no la ve como una candidata a la Presidencia.
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