Voto y corazón: dos lentes para mirar la reunión Uribe-De Roux
Expertas aseguran que el encuentro con la Comisión de la Verdad obedece a una intención electoral. Militantes del Centro Democrático desmienten esa tesis y aseguran que se trató de defender su honra y legado, temas que les duelen. Análisis.
El encuentro entre la Comisión de la Verdad (CEV) y el expresidente Álvaro Uribe removió todo un piso de emociones en el ámbito nacional: como placas tectónicas, sectores políticos y sociales, adversos entre sí, chocaron y generaron un terremoto de opiniones a favor y en contra, en defensa y en ataque, a Uribe, Francisco de Roux, Lucía González y Leyner Palacios, comisionados y partícipes de la accidentada conversación. Más allá de la tensión que se vivió en aquella reunión histórica, y de las fuertes críticas que les cayeron encima días después, hay una verdad valiosa para el país: ese diálogo que hace años parecía improbable es hoy un hecho político irrefutable que, si bien no cambia el estado de negación en el que el uribismo se ha mantenido en relación con el Acuerdo de Paz, representa un espaldarazo importante para la entidad que trabaja para construir, con miles de testimonios, un relato profundo sobre lo que ocurrió en el conflicto armado interno.
(Lea: “No soy fariana y Uribe lo sabe porque me conoce”: Lucía González)
Esto lo confirman varias voces que hablaron con El Espectador. Por un lado, seis congresistas y una figura de mando del Centro Democrático, que insistieron en su respaldo sin discusión a la decisión de Uribe (así esta resulte contradictoria con su discurso), y por el otro, tres analistas que dieron luces sobre el significado de dicho encuentro, de cara a las elecciones y a la necesidad del uribismo, a sus ojos, de ganar apoyos suficientes para mantener el poder en 2022. Eso sí, en toda la ecuación se destacó un factor interesante: la propia emocionalidad del exmandatario, a la que algunos atribuyeron como el aspecto decisivo para que, contra todo pronóstico, determinara hablar ante la Comisión, según él, ilegítima.
(Acá puede leer más noticias del mundo político)
Para sus adeptos, no cabe duda: la extensa intervención del exjefe de Estado fue sublime. El senador José Obdulio Gaviria recomendó a la academia, los medios y los jóvenes mirar con “espíritu juicioso” esa transmisión. “Es un documento para la historia”, dijo. Su copartidario Gabriel Velasco consideró que el actuar del expresidente fue coherente con su forma de ser. “Tomó esa decisión en coherencia con la transparencia y claridad con la que le habla al país”. Además, manifestó que el hecho de que se haya dado esa conversación con la Comisión de la Verdad no quiere decir, de ninguna forma, que se salga de su negación y rechazo al Acuerdo y el Sistema Integral de Paz, del que hace parte la entidad.
(Lea también: La importancia de Álvaro Uribe ante la Comisión de la Verdad)
“Él siguió sosteniendo que el Acuerdo no tiene validez, que quedó mal hecho. Eso no quiere decir que no pueda tener un diálogo fraterno. Hablar con claridad no cambia sus valores. Considerar que la JEP está ideologizada no quiere decir que no tenga vocación de reconciliación. Siempre nos ponen como los malos del paseo, pero no ven que hay instituciones ideológicamente sesgadas. Tener una posición no es polarizar”, reiteró Velasco. Esa misma idea la replicaron las senadoras Ruby Chagüi y Milla Romero, quienes no sintieron sorpresa ni desaprobación hacia el parecer de Uribe. Ni siquiera en los sectores más radicales del partido. En el chat de la bancada, la derecha más extrema acotó expresiones estigmatizando el rol del padre De Roux, presidente de la Comisión. “Aquí tenemos que escucharnos entre los diferentes. Es la única forma de unir al país y tener propósitos comunes. Pero hay sectores radicales de mi partido que no quieren hablar con el padre De Roux ni con nadie. Lo veo como un acercamiento a lo que siempre hemos querido construir y es una paz donde todos quepamos”, explicó el representante Edward Rodríguez.
La voz de las analistas y 2022
Las expertas consultadas coincidieron en que la lectura de esa situación no se puede quedar solamente en las minucias del encuentro, sino verlo en perspectiva: a pesar de todo, la realidad de los hechos es que Uribe se sentó a dar su versión de la verdad ante la Comisión y eso la dota de mayor legitimidad frente a toda la población. El padre De Roux ha dicho que la entidad escucha a todo el mundo y “el uribismo no puede decir que no los escuchamos con respeto”. Ellas concuerdan en que, en términos políticos, fue una decisión acertada. “La Comisión de la Verdad sabía que a Uribe no le interesaba dar su testimonio, pero aún así, como institución, tenía el deber y la obligación de escuchar lo que él quisiera decir. Eso es una lección de tolerancia infinita en medio de un país tan fragmentado como el nuestro y lo hace Francisco de Roux, un diplomático por excelencia. Él le dice al país que reconoce a Uribe y le da valor en el proceso de búsqueda de la verdad”, comentó Astrid Camelo, investigadora en Diacronía.
No obstante, para ella, Uribe instrumentalizó el encuentro, algo con lo que está de acuerdo María Camila Moreno, directora del Centro Internacional para la Justicia Transicional. “Hizo un aporte mínimo a la verdad, pero no podemos negar que él es el político más importante del país y representa a un sector no minoritario de Colombia. No solo le habló a la Comisión, sino fundamentalmente a sus bases y electores. En realidad, era a ese país al que él le estaba hablando y por eso se pasó por encima del acuerdo inicial e hizo que toda su intervención fuera pública. Fue una movida con tinte electoral”, señaló. Moreno recalcó que el gobierno Duque tiene poco reconocimiento y el uribismo lidia con bajos índices de popularidad, dos factores que el exjefe de Estado tiene presentes y por los que necesita remontar en la opinión pública que le interesa. “Fue un mensaje para reafirmar que está en contra del Acuerdo. Uribe es el patriarca y les debe hablar a sus electores. No puede correr el riesgo de que con esa reunión empiecen a anular su proyecto político. Aprovechó el escenario de la Comisión para ello”, agregó.
(Conozca: Así pedirá la Comisión de la Verdad la extensión de su mandato a la Corte)
A su turno, Angélika Rettberg, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, complementó que si bien la posición contra la Comisión se mantiene, el uribismo podría estar explorando caminos que lo alejen de los extremos para ganar el apoyo de la centro-derecha o al menos de personas que les preocupan otros temas. “Si bien el discurso del castrochavismo le suena a algunos sectores, la masa electoral piensa más en los temas del paro, desempleo, educación y cómo salir de la crisis de la pandemia, que en la fatiga generalizada que ha dejado la polarización en torno a la paz”, opinó.
Sobre la figura del presidente de la Comisión compartió que: “La Comisión y su legado se deben al rol de Francisco de Roux. Es el que más ha logrado generar procesos de concertación, inclusión de personas de reacias. La selección de él como presidente de esa entidad es de las cosas más acertadas que han pasado en las políticas de justicia transicional en Colombia porque es un señor que tienen autoridad moral a prueba de todas las acusaciones, tan versado en moverse entre extremos ideológicos, de terminar en buenos términos con todos sin venderse a ninguno, es un gran reto y lo ha logrado él. Con base en una confianza establecida previamente entre él y Uribe, logra este acercamiento”. En su análisis, todas expusieron que el hecho de que la Comisión haya escuchado a Uribe y al resto de los expresidentes, todos bajo sus propias condiciones como contribuyentes voluntarios, no quiere decir su figura de autoridad dictará una verdad absoluta. En vez de eso, recalcaron que sus declaraciones serán sometidas a contraste y verificación, como se ha hecho con los demás testimonios y como dejó claro De Roux.
No tiene nada que ver
Para dos militantes del Centro Democrático, que pidieron la reserva de sus nombres, la presencia de Uribe ante la CEV no tiene nada de electoral. Uno de ellos explicó que el exmandatario tiene dos facetas fáciles de discernir: la político-electoral y la personal, y este encuentro obedece únicamente a la segunda por cuenta de la vanidad propia de cada ser humano. “El ego es la columna transversal del poder y la gente no ha podido entender la dimensión que tiene en su vida lo que él ha llamado la infamia. Uribe toda su vida gozó de una reputación inigualable y no tenerla le hace un daño inigualable. Que no lo quieran los jóvenes, su estatus judicial, su legado, son temas de su corazón. Es un tema de su honra, no de salir a buscar votos. Repetir que la Comisión era ilegítima lo leo como si se estuviera exculpando por el error que está cometiendo, fue como una disculpa con sus bases. No hemos tenido reuniones al respecto porque no es algo electoral. Por eso no se consultó, por eso no hubo estrategia conjunta. Solo nos pidieron que amplificáramos el mensaje”, aseguró.
El encuentro entre la Comisión de la Verdad (CEV) y el expresidente Álvaro Uribe removió todo un piso de emociones en el ámbito nacional: como placas tectónicas, sectores políticos y sociales, adversos entre sí, chocaron y generaron un terremoto de opiniones a favor y en contra, en defensa y en ataque, a Uribe, Francisco de Roux, Lucía González y Leyner Palacios, comisionados y partícipes de la accidentada conversación. Más allá de la tensión que se vivió en aquella reunión histórica, y de las fuertes críticas que les cayeron encima días después, hay una verdad valiosa para el país: ese diálogo que hace años parecía improbable es hoy un hecho político irrefutable que, si bien no cambia el estado de negación en el que el uribismo se ha mantenido en relación con el Acuerdo de Paz, representa un espaldarazo importante para la entidad que trabaja para construir, con miles de testimonios, un relato profundo sobre lo que ocurrió en el conflicto armado interno.
(Lea: “No soy fariana y Uribe lo sabe porque me conoce”: Lucía González)
Esto lo confirman varias voces que hablaron con El Espectador. Por un lado, seis congresistas y una figura de mando del Centro Democrático, que insistieron en su respaldo sin discusión a la decisión de Uribe (así esta resulte contradictoria con su discurso), y por el otro, tres analistas que dieron luces sobre el significado de dicho encuentro, de cara a las elecciones y a la necesidad del uribismo, a sus ojos, de ganar apoyos suficientes para mantener el poder en 2022. Eso sí, en toda la ecuación se destacó un factor interesante: la propia emocionalidad del exmandatario, a la que algunos atribuyeron como el aspecto decisivo para que, contra todo pronóstico, determinara hablar ante la Comisión, según él, ilegítima.
(Acá puede leer más noticias del mundo político)
Para sus adeptos, no cabe duda: la extensa intervención del exjefe de Estado fue sublime. El senador José Obdulio Gaviria recomendó a la academia, los medios y los jóvenes mirar con “espíritu juicioso” esa transmisión. “Es un documento para la historia”, dijo. Su copartidario Gabriel Velasco consideró que el actuar del expresidente fue coherente con su forma de ser. “Tomó esa decisión en coherencia con la transparencia y claridad con la que le habla al país”. Además, manifestó que el hecho de que se haya dado esa conversación con la Comisión de la Verdad no quiere decir, de ninguna forma, que se salga de su negación y rechazo al Acuerdo y el Sistema Integral de Paz, del que hace parte la entidad.
(Lea también: La importancia de Álvaro Uribe ante la Comisión de la Verdad)
“Él siguió sosteniendo que el Acuerdo no tiene validez, que quedó mal hecho. Eso no quiere decir que no pueda tener un diálogo fraterno. Hablar con claridad no cambia sus valores. Considerar que la JEP está ideologizada no quiere decir que no tenga vocación de reconciliación. Siempre nos ponen como los malos del paseo, pero no ven que hay instituciones ideológicamente sesgadas. Tener una posición no es polarizar”, reiteró Velasco. Esa misma idea la replicaron las senadoras Ruby Chagüi y Milla Romero, quienes no sintieron sorpresa ni desaprobación hacia el parecer de Uribe. Ni siquiera en los sectores más radicales del partido. En el chat de la bancada, la derecha más extrema acotó expresiones estigmatizando el rol del padre De Roux, presidente de la Comisión. “Aquí tenemos que escucharnos entre los diferentes. Es la única forma de unir al país y tener propósitos comunes. Pero hay sectores radicales de mi partido que no quieren hablar con el padre De Roux ni con nadie. Lo veo como un acercamiento a lo que siempre hemos querido construir y es una paz donde todos quepamos”, explicó el representante Edward Rodríguez.
La voz de las analistas y 2022
Las expertas consultadas coincidieron en que la lectura de esa situación no se puede quedar solamente en las minucias del encuentro, sino verlo en perspectiva: a pesar de todo, la realidad de los hechos es que Uribe se sentó a dar su versión de la verdad ante la Comisión y eso la dota de mayor legitimidad frente a toda la población. El padre De Roux ha dicho que la entidad escucha a todo el mundo y “el uribismo no puede decir que no los escuchamos con respeto”. Ellas concuerdan en que, en términos políticos, fue una decisión acertada. “La Comisión de la Verdad sabía que a Uribe no le interesaba dar su testimonio, pero aún así, como institución, tenía el deber y la obligación de escuchar lo que él quisiera decir. Eso es una lección de tolerancia infinita en medio de un país tan fragmentado como el nuestro y lo hace Francisco de Roux, un diplomático por excelencia. Él le dice al país que reconoce a Uribe y le da valor en el proceso de búsqueda de la verdad”, comentó Astrid Camelo, investigadora en Diacronía.
No obstante, para ella, Uribe instrumentalizó el encuentro, algo con lo que está de acuerdo María Camila Moreno, directora del Centro Internacional para la Justicia Transicional. “Hizo un aporte mínimo a la verdad, pero no podemos negar que él es el político más importante del país y representa a un sector no minoritario de Colombia. No solo le habló a la Comisión, sino fundamentalmente a sus bases y electores. En realidad, era a ese país al que él le estaba hablando y por eso se pasó por encima del acuerdo inicial e hizo que toda su intervención fuera pública. Fue una movida con tinte electoral”, señaló. Moreno recalcó que el gobierno Duque tiene poco reconocimiento y el uribismo lidia con bajos índices de popularidad, dos factores que el exjefe de Estado tiene presentes y por los que necesita remontar en la opinión pública que le interesa. “Fue un mensaje para reafirmar que está en contra del Acuerdo. Uribe es el patriarca y les debe hablar a sus electores. No puede correr el riesgo de que con esa reunión empiecen a anular su proyecto político. Aprovechó el escenario de la Comisión para ello”, agregó.
(Conozca: Así pedirá la Comisión de la Verdad la extensión de su mandato a la Corte)
A su turno, Angélika Rettberg, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, complementó que si bien la posición contra la Comisión se mantiene, el uribismo podría estar explorando caminos que lo alejen de los extremos para ganar el apoyo de la centro-derecha o al menos de personas que les preocupan otros temas. “Si bien el discurso del castrochavismo le suena a algunos sectores, la masa electoral piensa más en los temas del paro, desempleo, educación y cómo salir de la crisis de la pandemia, que en la fatiga generalizada que ha dejado la polarización en torno a la paz”, opinó.
Sobre la figura del presidente de la Comisión compartió que: “La Comisión y su legado se deben al rol de Francisco de Roux. Es el que más ha logrado generar procesos de concertación, inclusión de personas de reacias. La selección de él como presidente de esa entidad es de las cosas más acertadas que han pasado en las políticas de justicia transicional en Colombia porque es un señor que tienen autoridad moral a prueba de todas las acusaciones, tan versado en moverse entre extremos ideológicos, de terminar en buenos términos con todos sin venderse a ninguno, es un gran reto y lo ha logrado él. Con base en una confianza establecida previamente entre él y Uribe, logra este acercamiento”. En su análisis, todas expusieron que el hecho de que la Comisión haya escuchado a Uribe y al resto de los expresidentes, todos bajo sus propias condiciones como contribuyentes voluntarios, no quiere decir su figura de autoridad dictará una verdad absoluta. En vez de eso, recalcaron que sus declaraciones serán sometidas a contraste y verificación, como se ha hecho con los demás testimonios y como dejó claro De Roux.
No tiene nada que ver
Para dos militantes del Centro Democrático, que pidieron la reserva de sus nombres, la presencia de Uribe ante la CEV no tiene nada de electoral. Uno de ellos explicó que el exmandatario tiene dos facetas fáciles de discernir: la político-electoral y la personal, y este encuentro obedece únicamente a la segunda por cuenta de la vanidad propia de cada ser humano. “El ego es la columna transversal del poder y la gente no ha podido entender la dimensión que tiene en su vida lo que él ha llamado la infamia. Uribe toda su vida gozó de una reputación inigualable y no tenerla le hace un daño inigualable. Que no lo quieran los jóvenes, su estatus judicial, su legado, son temas de su corazón. Es un tema de su honra, no de salir a buscar votos. Repetir que la Comisión era ilegítima lo leo como si se estuviera exculpando por el error que está cometiendo, fue como una disculpa con sus bases. No hemos tenido reuniones al respecto porque no es algo electoral. Por eso no se consultó, por eso no hubo estrategia conjunta. Solo nos pidieron que amplificáramos el mensaje”, aseguró.