Atravesar la cordillera central con un túnel fue un propósito que se planteó por primera vez en 1902. El primer trazado se hizo 11 años después y en 1922 se ordenó la ejecución. Sin embargo, el reto técnico de materializar el paso subterráneo se inició formalmente sólo hasta 2005 con la excavación del túnel piloto. Para ese momento había muchas dudas sobre si era o no posible emprender una obra de esa envergadura en un terreno tan inestable, con la segunda falla geológica más compleja del mundo y con la altura y las condiciones climáticas de la región.
De ahí en adelante, además de las dificultades técnicas, la obra se enfrentó a problemas contractuales y retrasos de distinta índole. Finalmente, el 4 de septiembre de 2020, el Túnel de la Línea fue inaugurado junto con el túnel de rescate (inicialmente llamado túnel piloto), tres túneles cortos, cinco viaductos y 13,4 kilómetros de doble calzada. No obstante, esta era solamente la primera parte, pues el Cruce de la Cordillera Central se compone de 31 puentes, 25 túneles y tres intercambiadores viales en 30 kilómetros de doble calzada que conectan Calarcá (Quindío) y Cajamarca, (Tolima). El 22 de noviembre de 2021 el Instituto Nacional de Vías (Invías) entregó la totalidad de las obras.
El megaproyecto, en el que se invirtieron en total $2,9 billones, promete optimizar la conexión entre Buenaventura y el centro del país, aumentar la competitividad nacional, impulsar el desarrollo económico del Eje Cafetero y potenciar las actividades turísticas en la región.
Además, por la doble calzada en ambos sentidos y la estabilización de taludes, disminuirá la siniestralidad en la carretera en un 95 % y se evitarán cierres por más de 850 horas al año. El ahorro en los tiempos de desplazamiento también será significativo, pues se reducen 12 kilómetros en ambos sentidos gracias a que las dobles calzadas son más cortas que las existentes. Ahora el tránsito entre Calarcá y Cajamarca tomará entre 30 y 50 minutos para vehículos livianos o pesados.
Los nombres de los túneles son un homenaje a la fauna de la región andina y los viaductos a la flora. Una de las obras más representativas es el Yarumo Blanco, un viaducto en forma de herradura con una extensión de 643 metros; para construirlo fue necesario aislar sísmicamente las cargas que transmite el suelo a cinco de los 12 apoyos de la estructura.
El Espectador le cuenta qué implica la obra para la movilidad de un usuario común, la historia del proyecto, los impactos económicos que genera y, además, lo lleva a conocer quiénes son algunos de los 7.000 trabajadores que lograron levantar toda la construcción.
Realizado por:
Karen Vanessa Quintero, Santiago La Rotta y Sergio Acevedo
Diseño: Mario Fernando Rodríguez
Animaciones: Carlos Díaz