El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el máximo responsable del mantenimiento de la paz y la seguridad a nivel global, expidió en el año 2000 la resolución 1325, que reconoce la importancia de la participación de las mujeres en la construcción, la negociación y la consolidación de la paz en el mundo.
Sin duda, fue un paso crucial para las mujeres que se juegan su vida por sus comunidades, pues la resolución subrayó “la importancia de que participen en pie de igualdad e intervengan plenamente en todas las iniciativas encaminadas al mantenimiento y el fomento de la paz y la seguridad, y la necesidad de aumentar su participación en los procesos de adopción de decisiones en materia de prevención y solución de conflictos”.
En Colombia, un ejemplo de la implementación efectiva de esta resolución es el Acuerdo de Paz firmado con las Farc, en el que por primera vez hubo una importante participación de las mujeres no solo en la mesa principal, sino en una subcomisión de género que se creó para garantizar que lo acordado tendría enfoque de género.
En todo el proceso de negociación en La Habana se reconoció la valentía de las lideresas, cuyo trabajo no logra ser tan visible como ellas mismas quisieran, a pesar de luchar contra losgrupos ilegales y exigirle al Estado el bienestar de sus comunidades.
Con el objetivo de reconocer esta labor y de que ellas tengan la oportunidad de contar cómo han consolidado la paz y han reconstruido el tejido social y la memoria de sus comunidades, Colombia+20 lanza “Las mujeres escribimos la historia”, un ejercicio de periodismo participativo con lideresas sociales de Norte de Santander, Cauca, Nariño y Arauca.
Ocho mujeres participaron en talleres con las periodistas de la redacción de Colombia+20 para construir las historias, determinar los enfoques, los personajes y luego producir conjuntamente textos, productos audiovisuales y pódcast que empezamos a publicar este lunes 13 de septiembre.
Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la organización danesa International Media Support (IMS), en asocio con la Iniciativa de Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y el apoyo de la Agencia Noruega para la Cooperación al Desarrollo.
“La idea nació gracias al programa “Implementando la resolución del Consejo de Seguridad 1325 a través de los medios”. Es un proyecto piloto que comenzó en Birmania, Siria y Colombia y que busca apoyar a periodistas y medios para hacer periodismo sensible al género en medio del conflicto”, explica la periodista Laura Gil, representante de IMS en Colombia.
En un estudio realizado por IMS, orientado a determinar de qué manera eran representadas las lideresas en los medios de comunicación, se encontró que la cobertura acerca del trabajo de estas mujeres era ocasional y se centraba en determinadas épocas del año como el día de la Mujer, el 8 de marzo; el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre; el Día de los Derechos Humanos el 10 de diciembre; o cuando una mujer obtiene reconocimiento, como recibir un premio.
El proyecto significó cambiar las rutinas de los equipos periodísticos, acostumbrados a ir a terreno, hacer las entrevistas y regresar a Bogotá a producir los contenidos para luego emitirlos siguiendo nuestros procesos internos. Esta es la primera vez que las protagonistas toman la decisión de qué contar, cómo contarlo, a dónde ir, a quién entrevistar, qué se publica y qué no. Es decir, participan en todas las fases de preproducción y producción de las piezas periodísticas. Las periodistas orientan el ejercicio, pero las decisiones las toman las lideresas.
“Esta práctica es percibida como negativa por las mujeres porque limita su presencia en los medios de comunicación, da la impresión de que los temas de las mujeres son importantes solo en estos días internacionales”, dice el estudio.
Por su parte, Laura Gil, quien participó en el estudio, aseguró que en la mayoría de los casos las mujeres lideresas no se sentían representadas por las piezas periodísticas que se producían, se sentían revictimizadas y que los elementos con los que ilustraban sus historias no mostraban sus vivencias.
“Estamos experimentando con la idea de que las lideresas no sean solo fuentes sino también productoras de información, para cerrar esa brecha de desconfianza entre periodistas y movimientos de mujeres”, dijo Gil.
Las lideresas cuentan todo tipo de historias. En esta primera pieza escrita, un grupo de mujeres del Catatumbo, en Norte de Santander, ahondó en la situación de violencia que ha disparado las alarmas: en cinco meses fueron asesinadas diez mujeres en Tibú. Ellas, aunque no dieron sus nombres por problemas de seguridad, decidieron contar sus temores, preocupaciones y anhelos, pues quieren que Tibú sea un lugar seguro para ellas.
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También visitamos a las mujeres que han liderado procesos comunitarios en los barrios Camilo Daza, Buenos Aires y La Ermita, de Cúcuta, que lograron sobrevivir a la presencia de paramilitares y guerrillas. Gracias a las lideresas, estas localidades no solo fueron declaradas sujeto colectivo de reparación, sino que también se adelantan procesos de reconstrucción de memoria. Ellas contaron su historia en este texto.
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En una tercera visita a Cúcuta, estuvimos con Lisbeth Díaz, quien lidera un grupo de madres, esposas y familiares de policías asesinados en el marco del conflicto armado, que exigen ser reconocidas como víctimas, ante el Estado y la sociedad. Ellas elaboraron esta pieza audiovisual con el acompañamiento del equipo de Colombia+20.
El trabajo con las mujeres siguió en el departamento del Cauca. Allí visitamos a las Tamboreras, una organización integrada por víctimas de violencia sexual, que hace seis años empezaron a buscar cómo sanar sus heridas. En este pódcast y con el liderazgo de Fulvia Chunganá, cuentan su historia de resistencia a través de la música.
Esta otra pieza audiovisual titulada “Sin la participación de nosotras, la democracia no va”, fue elaborada por Soraida Fuelantala y Bella Caluce, quienes llevan más de veinte años luchando para que las mujeres caucanas tengan mayor participación e incidencia en la política local. Ellas ayudaron a crear la Red Departamental de Mujeres, con la que han incidido en la creación de la Secretaría de la Mujer, a que más mujeres lleguen a ser concejales y ediles y a que los derechos y necesidades de campesinas e indígenas también sean atendidas.
Y en esa idea de que le arte redime, sana y cura, fuimos a Popayán para que María Elena López, Ruth Sarita Bastidas, Luz Ángela Quiñones, Marleny Garzón y otras 11 asociadas de la Fundación Hombres Nuevos y Mujeres Nuevas, narraran en este video cómo resignificaron sus vidas después del desplazamiento forzado del que fueron víctimas. Lo hacen con los Lienzos de la memoria, una serie de autorretratos en los que muestran sus historias de vida y sus procesos de resiliencia después de huir de municipios como Timbío, Caldono y Balboa.
En las próximas semanas conoceremos otras historias narradas por las mujeres que las protagonizan.
Esta iniciativa cuenta con el apoyo de International Media Support (IMS), en asocio con la Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y la Agencia Noruega para la Cooperación al Desarrollo