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Hace un año, Diana Parra asumió su cargo como asesora para la política exterior feminista de la Cancillería de Colombia. Durante su gestión, en febrero del presente año, se creó el Centro de Mujeres, Paz y Seguridad en Colombia, primera sede en Latinoamérica, para avanzar en la implementación de la Resolución 1325 de 2000. La funcionaria lo describe como un “think-tank, un espacio de construcción de conocimiento, a través del intercambio de buenas prácticas”. Tras ese lanzamiento, un mes después, Colombia expuso ante la ONU la primera política exterior feminista del país.
En entrevista con El Espectador, Parra expuso los avances, retos y apuestas sobre esta política y la implementación de la citada resolución, sobre mujeres, paz y seguridad.
Luego de esta charla, se confirmó el inicio de las funciones de Arlene Tickner, excolumnista de este diario, como embajadora Itinerante para Asuntos de Género y Política Global Feminista. Parra destacó a Tickner, quien en 2022 se sumó a este gobierno como embajadora alterna en la misión permanente ante la ONU, como “una académica impresionantemente formidable, una mujer que sabe de política exterior, que es feminista y que además de eso, trabaja incansablemente por los derechos de las mujeres y personas LGBTIQ+”. Por eso, manifestó su confianza en que van “a posicionar la política exterior feminista en el escenario internacional, tanto en lo bilateral como en lo multilateral”.
En marzo de este año, conocimos que Colombia presentó ante la ONU la política exterior feminista. ¿Qué aborda esta política?
Esta política viene a darle un giro importante a nuestra forma de hacer política exterior en el país. Si hay algo que siempre hemos tenido presente es que la política exterior ha sido monopolio de los Estados y las políticas exteriores feministas, especialmente la nuestra, lo buscan la participación de la ciudadanía. En este caso, de dos tipos de ciudadanía fundamentales: las mujeres en todas sus diversidades y, por supuesto, también las personas LGBTIQ+.
Buscamos lo que busca el feminismo: el bienestar común, poner temas en la agenda internacional y global que permitan precisamente posicionarlos. Además, que Colombia sea pionero y sea uno de estos países progresistas en temas fundamentales para la humanidad en este momento: la crisis climática, la paz y, por supuesto, todo lo que tiene que ver con la agenda de derechos de las mujeres y de las personas LGBTIQ+, que muchas veces se nos está dificultando en los espacios multilaterales.
¿Por qué apostar por una política exterior feminista?
Las políticas exteriores feministas vienen desarrollándose desde 2014, cuando Suecia habló de una que precisamente transforme la forma en la que las mujeres incidimos en esa política exterior. Lo segundo es que nuestra política exterior feminista se basa en tres principios fundamentales: es pacifista porque está alineada con este proyecto de la paz total, que no es solamente nacional, sino que es un proyecto y es una política que queremos impulsar a nivel mundial. Para nadie es un secreto lo que está pasando en Palestina, lo que está pasando entre Rusia y Ucrania y, por supuesto, desde Colombia tenemos cómo decir “no más”, y yo creo que esto es un imperativo ético que todos los países deberíamos tener.
Nuestra política exterior feminista es participativa y eso también la presenta en escenarios internacionales como una política novedosa. La mayoría de estas políticas exteriores feministas se han construido con los diplomáticos y con las diplomáticas, y en Colombia hicimos un ejercicio de decir: “No, queremos que la sociedad civil esté también acá”, y nos sentamos con más de 40 organizaciones de mujeres y personas LGBTIQ+ a definir cuáles son esos temas que hay que promover en los escenarios internacionales, en ese multilateralismo y también en las relaciones de Colombia con otros países. Es una política interseccional porque definitivamente reconocemos que somos un país diverso, multicultural y que definitivamente sin la interseccionalidad no podemos pensarnos tampoco el enfoque de género.
Propone más allá del interés nacional, que por supuesto lo seguiremos defendiendo, pero sobre todo promover un bienestar a nivel mundial. En ese sentido, creo que Colombia lo está haciendo bien y estamos poniendo unas discusiones importantes sobre la mesa y sobre el escenario internacional. Lo más interesante es que esta política tiene respaldo en todos los niveles.
¿Cuáles han sido los principales retos para avanzar en dichas acciones?
Siempre he dicho que una de las cosas que hace que la revolución feminista, la revolución de las mujeres, haya tenido tanto éxito y tan pocos muertos, aunque nos ha costado a nosotras muchas vidas, es que esto es como una carrera de relevos. Quiero aquí hacerles un reconocimiento a tres personas que han sido fundamentales en la política exterior feminista: nuestra entonces viceministra Laura Gil, hoy embajadora en Viena, está haciendo un papel formidable; nuestro excanciller Álvaro Leyva, quien le dio un impulso, un respaldo y una voluntad a nivel institucional desde el más alto nivel que es precisamente el despacho del canciller. Y, hoy en día, al canciller Murillo.
Cada uno ha venido construyendo esta política exterior feminista y con el canciller Murillo tenemos una muy buena noticia y es que Colombia, por primera vez en la historia, va a tener una embajadora itinerante de política exterior, pero sobre todo de Asuntos de Género. Esto nos posiciona como un país que en los temas de género a quienes los derechos de las mujeres y las personas LGBTIQ+ le importan tanto que tiene una embajadora especial para estos temas.
Sobre los retos, el mayor es innovar. No hay un secreto, ni hay una fórmula de cómo hacer política exterior feminista, cada uno de los países que la hemos desarrollado lo hacemos según nuestro propio contexto. El segundo es que la gente la apropie, y yo creo que hemos logrado hacer una buena profesión de la política exterior feminista. En ese trabajo mancomunado participaron las organizaciones de mujeres y personas LGBTIQ+, participaron nuestros diplomáticos y diplomáticas, los administrativos, los consulados, y eso ha hecho que todo el mundo hoy sepa qué es la política exterior feminista porque la construimos de manera conjunta.
El tercer gran reto es la sostenibilidad y pienso que es el mayor reto que vamos a tener hacia adelante. Hoy puedo decir que tengo tranquilidad porque yo creo que la sostenibilidad la logramos de tres maneras. La primera, generando una institucionalidad en las entidades. En este caso, en la Cancillería tenemos un grupo interno de trabajo de política exterior feminista y asuntos de género que nos permite precisamente ser una unidad específica dentro de la Cancillería. Los segundo es que tenemos un proyecto de inversión, lo que nos permite contar con recursos propios para contratar gente experta en temas de género y de política exterior. Lo tercero es esta apropiación tanto de las mujeres, las organizaciones sociales y personas LGBTIQ+ y, por supuesto, nuestros diplomáticos, diplomáticas y nuestro Servicio Exterior. Yo creo que, si logramos a futuro terminar de consolidar esto definitivamente, la política exterior feminista llegó para quedarse y para generar transformaciones.
Desde El Espectador hemos acompañado algunos espacios de intercambio de experiencias con Brasil y Chile, por ejemplo, ¿de qué forma la articulación con otros países de la región ayudarían a avanzar en las acciones planteadas en la política exterior feminista de Colombia?
Lo más maravilloso de hoy en día tener esta política es que no estamos siendo las primeras en el escenario internacional, pero tampoco estamos siendo las últimas. En el escenario regional consolidamos, yo lo llamo, un eje de igualdad de género que arranca con México en el norte-centro del continente, sigue con Chile en el sur y pues se afianza con Colombia.
Nuestra interlocución a nivel regional es toda, si bien Brasil no tiene una política exterior feminista, una declaratoria política exterior feminista, tiene una embajadora para asuntos de género, que es una diplomática muy importante y comprometida. Estamos trabajando de manera conjunta México, Chile, Brasil, Colombia y sumando más actores de la región porque de eso se trata.
Por ejemplo, Honduras está construyendo su política exterior feminista. Seguimos creciendo y lo más relevante es que nos seguimos acompañando. A nivel internacional tenemos un intercambio importante con la cancillería francesa; Francia tiene una política diplomacia feminista y ahí estamos trabajando de manera conjunta. España ha sido también un gran aliado desde el inicio; por supuesto, Suecia, y hemos hablado con Australia, que está construyendo también su política exterior feminista; hemos hablado también con Países Bajos.
Yo creo que nos han buscado, sobre todo, por este ejercicio de innovación y de trabajo con las organizaciones de mujeres y con las personas LGBTIQ+. Colombia se está posicionando en el escenario internacional como un país vanguardista en política exterior feminista, pero también que teje relaciones internacionales, a partir de la promoción de los derechos de las mujeres y de las personas LGBTIQ+.
Un mes antes de conocer la noticia de la política exterior feminista de Colombia, en la Cancillería fue el lanzamiento del Centro de Excelencia de Mujeres, Paz y Seguridad en Colombia, sede de Latinoamérica. Cuéntenos de qué se trata.
El hecho de que Colombia sea el gran articulador regional de la agenda de mujeres, paz y seguridad bajo la sombrilla del Centro de Excelencia de Mujeres, Paz y Seguridad para Latinoamérica y el Caribe da muestra precisamente de cómo estamos posicionados en el escenario internacional en temas de género.
El Centro de Excelencia, para mí, es un think-tank, es un espacio de construcción de conocimiento, a través del intercambio de buenas prácticas. Aquí van a estar tres actores fundamentales para la construcción y el afianzamiento de esta agenda: los Estados, países, gobiernos; la sociedad civil, las organizaciones de mujeres están muy bien organizadas, valga la redundancia; y la academia. Necesitamos que la academia piense en estas agendas que no son tan nuevas, pero que a veces hay otras que son más primordiales para ellos en términos de reflexiones y e incluso de construcción de centros de pensamiento e investigación.
¿Cómo funcionará el Centro de Excelencia de Mujeres, Paz y Seguridad?
Queremos hacer tres cosas fundamentales. La primera es promover y fortalecer la agenda de mujeres, paz y seguridad en la región; la segunda es construir y fortalecer esas redes que ya existen, que vienen trabajando la agenda de mujeres, paz y seguridad; y la tercera, generar espacios de encuentro entre las tres redes. Yo creo que cuando conversa el Estado con las organizaciones de mujeres y con la academia se potencializa y se transforma en realidades. Cuando estamos separados hacemos cosas, pero cuando nos unimos, logramos hacer transformaciones importantes y proponer acciones que van a generar cambios en la vida de las mujeres en estos países.
¿Cuáles son los principales retos que han identificado desde el Centro?
Estamos diseñando y terminando de definir unos últimos elementos para echarlo a andar muy pronto. Echarlo andar es tener la primera reunión y posicionar qué es lo que queremos con este Centro de Excelencia. La idea es que, en unos años, al menos cinco o seis, podamos decir que la región de Latinoamérica y el Caribe tiene un plan de acción de la Resolución 1325 a nivel regional.
Eso es un desafío, hay que hacerlo y construir cómo vamos a llegar a ese camino, pero creo que lo podemos hacer. Allí donde hay países que tal vez no han tocado todavía la Resolución 1325, hay otros como Chile, por ejemplo, que van por su tercer plan de acción. Yo creo que la experiencia de formulación de este plan de acción tan participativo que ha tenido Colombia con más de 1.500 mujeres es fundamental para que la agenda se afiance, se construya, se trabaje y se fortalezca con las organizaciones de mujeres, los Estados y la academia.
A nivel internacional, hay un reconocimiento del valor que tiene Colombia porque, aunque haya iniciado su trabajo con la Resolución 1325 a finales del 2022, desde mucho antes, las mujeres en toda su diversidad han aportado a la construcción de paz. ¿Cómo integrar todo el trabajo, desde un enfoque interseccional, a esos aportes históricos de las mujeres?
Hay un tema que quiero resaltar y es la relevancia de las organizaciones de mujeres en Colombia. Nuestras organizaciones de mujeres, nuestro movimiento feminista, las personas LGBTIQ+, que también están organizadas, son bastante poderosas, y ese empoderamiento, fortaleza e incidencia que han tenido en nuestro país hoy en día está siendo reconocido por la región.
Hace unas semanas estuvimos con las mujeres mapuche de Chile y fue muy interesante ver cómo en ese trabajo conjunto de nuestras organizaciones de mujeres colombianas con ellas sintieron que tenían todo para hacer y casi se contagian de esta fortaleza de nuestras organizaciones.
Yo creo que este país es distinto gracias a las organizaciones de mujeres que tenemos, que inciden, que persisten, que han estado haciendo una agenda de derechos, por ejemplo, en el Acuerdo de Paz. Hoy en día para el Estado es casi un imperativo constante que no podemos hacer nada sobre las mujeres en donde no estén las mujeres. Eso es fundamental y se debe precisamente al ejercicio organizativo, a esa fortaleza y, por supuesto, a esa incidencia tan transformadora que tienen las organizaciones de mujeres, a quienes les hago un reconocimiento. Este país ha avanzado gracias a ellas.
En el proceso del Centro de Excelencia ha mencionado que es participativo. ¿Cuáles han sido esos retos de incluir toda la diversidad de mujeres en estos espacios?
Hay algo que a mí siempre me afana y es que a veces, cuando ya me estoy quedando dormida, en las noches pienso y digo “¿Cómo hace uno para que estén todas?”. Aquí tenemos la buena fortuna de que hay bastantes, están las organizaciones en los territorios, las que apenas están iniciando, pero que tienen fortalezas y unos procesos que generan transformaciones todos los días en la vida de muchas mujeres; y están las plataformas nacionales.
Por un tema de no generar acción con daño, arrancamos a trabajar la política exterior feminista con las plataformas nacionales. ¿Por qué? Porque desafortunadamente, la política exterior en Colombia es muy lejana a la ciudadanía y a las mujeres, y lo que menos nos podíamos permitir nosotros era generar expectativas que no íbamos a poder cumplir como política exterior.
Yo creo que hoy, con este proceso de diseño y lo que tiene la política exterior feminista, ya me siento tranquila de poder ir a las regiones. Estamos pensando y diseñando algo que vamos a denominar Ruta PEF (Política Exterior Feminista), en donde vamos a descentralizar esta política y la vamos a llevar a las regiones, a trabajar con las organizaciones de base, siempre articuladas con las plataformas nacionales que las representan a ellas. Esto para recoger las voces de las mujeres y las personas LGBTIQ+ de los territorios, para poder documentar recomendaciones que podamos darle a nuestro cuerpo diplomático y servicio exterior, para que tomen decisiones y puedan negociar en espacios multilaterales y hacer esa incidencia.
¿De qué forma están implementando la perspectiva feminista dentro de la Cancillería?
Ese es otro gran reto, pero es de los más importantes y, tal vez, al que mayor esfuerzo en términos de equipo, vamos a concentrar. En este momento ya hemos hecho unos diagnósticos institucionales sobre temas de género, hicimos varias reuniones para poder obtener información de sus distintos escenarios que maneja la administración pública. A partir de eso, vamos a empezar a hacer procesos de sensibilización, de capacitación, de formación para que la gente entienda que incorporar la mirada y la perspectiva de género es fundamental. Esto no es un tema solamente de mujeres o “estas señoras” que ahora nos están diciendo que hay que tener más trabajo, sino que es un tema de inclusión y de igualdad.
Nos vamos a sentar con las diferentes dependencias para contarles lo que salieron de esos diagnósticos, tomar decisiones y arrancar procesos de transformación y fortalecimiento institucional con enfoque de género. La buena noticia es que tenemos todo el respaldo institucional y la voluntad del canciller Murillo para que esto salga adelante y para que la Cancillería sea hoy en día una entidad que promueve la igualdad de género, que es garantista de derechos, pero que también dice no a las diferentes formas de violencias que existen contra las mujeres y contra las personas LGBTIQ+.
En eso estamos comprometidos, en eso estamos trabajando, transformar comportamientos e imaginarios, no pasa de la noche a la mañana, es un proceso que esperamos dejar todos los cimientos y las bases establecidas en este gobierno para que se siga trabajando.
Yo estoy fascinada de escuchar a nuestros diplomáticos y diplomáticas que nos dicen gracias porque con una política exterior feminista sienten que tienen las manos desatadas y ser mucho más vocales, más garantistas y progresistas cuando se trata de la agenda de las mujeres, de sus derechos y por supuesto, de las personas LGBTQ+.
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