Cuestionando la idealización de la furia y la fuerza del “héroe”
La atracción hacia personajes ficticios que exhiben conductas y actitudes cuestionables, vinculadas a la violencia de género, es un fenómeno común. Según expertos, factores como el patriarcado, la falta de educación y la narrativa son las causas. ¿Qué se puede hacer?
Tatiana Moreno Quintero
El atractivo de ciertos personajes ficticios suele traspasar la pantalla llevando a la audiencia a sentirse atraída por perfiles que, aunque son fuertes, atractivos y exitosos, también exhiben conductas y actitudes cuestionables vinculadas a la violencia de género.
En filmes taquilleros y grandes novelas de la historia, protagonistas masculinos, como Christian Grey en 50 sombras de Grey, Míster Darcy en la novela Orgullo y prejuicio, Edward Cullen en la saga de Crepúsculo, Danny Zuko en Grease y H en Tres metros sobre el cielo, a menudo manipulan, amenazan, agreden, maltratan, acosan y desafían el intelecto o capacidades de sus “amadas”.
El fenómeno refleja cómo la violencia de género es percibida en la sociedad. En el estudio “¡Doble mierda! Abuso e identidad perjudicada en 50 sombras de Grey”, publicado en la Revista de la Salud de la Mujer, se reveló que el 25 % de las mujeres que leyeron el libro admitieron haber replicado comportamientos sexuales riesgosos o haber estado en relaciones abusivas similares a las descritas en la historia.
Aterrizando este concepto a situaciones de la vida real, el estudio “Preference for Male Risk Takers Varies with Relationship Context and Health Status but not covid Risk”, realizado por científicos de la Universidad de Australia Occidental, reveló un comportamiento similar.
La investigación mostró que las mujeres, tanto heterosexuales como bisexuales, tienden a encontrar más atractivos a los hombres que asumen riesgos, o a los más comúnmente llamados “chicos malos”, en el contexto de relaciones a corto plazo. Pero este fenómeno no se limita solo a los hombres que ejercen un maltrato evidente hacia sus parejas o el mundo en general. Incluso personajes como los héroes, quienes a menudo son idealizados, realizan comportamientos problemáticos al recurrir a la violencia, el asesinato o el uso de la fuerza a pesar de tener fines que, aparentemente, son justificados.
“A partir de las historias de la antigüedad, desde La Ilíada, siempre hay un héroe, un villano y una mujer que tiene que ser salvada, protegida y acobijada de forma repetitiva. En la situación del salvador, en algunas historias, no está la línea muy delimitada entre un hombre agresivo, físicamente atractivo, pero violento. La narrativa gira en torno a ese heroísmo muy masculino y oscuro”, sostuvo Angélica Romero, psicóloga de la Universidad Javeriana que trabajó 10 años en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y hoy es directora de SymbiosiS Latam, corporación que se dedica por medio del neuromanagement a trabajar en el mejoramiento de relaciones familiares, sociales y corporativas.
¿Por qué los personajes “malos” resultan atractivos?
La fictosexualidad, definida por el Instituto Nacional de Salud (NIH) como el deseo o enamoramiento hacia personajes de ficción, en este caso está relacionada con factores como el patriarcado, conforme lo planteó María Fernanda Sañudo, doctora en estudios feministas y de género de la Universidad Complutense de Madrid e investigadora del Instituto Pensar de la Universidad Javeriana.
La organización social tradicional, donde la autoridad recae en el hombre que resulta ser el jefe de familia y “dueño” del patrimonio, llegando a considerar a los hijos, la esposa y otros miembros de la comunidad como parte de “su propiedad”, está sumamente arraigada en cómo se piensa y actúa.
Aunque las características belicosas de estos sujetos se retratan en las obras de entretenimiento, estas suelen pasar inadvertidas o ser perdonadas por la audiencia por factores como la forma en que se desarrolla el relato.
“Creo que la narrativa es lo que termina invisibilizando la verdadera violencia y nos muestra una cara bonita de quién es el agresor”, aseveró Sañudo.
La socióloga de la Universidad Nacional enfocada en género Carmen Duarte aseguró que estos personajes también están ligados al poder, de modo que se valoriza al hombre y su pareja por esos comportamientos reprochables.
La dirección de la película puede mostrar los sucesos combativos de forma que se perciba como algo “sexy”, llamativo, emocionante o, por el otro lado, tiene el poder de evidenciar una relación de abuso sistemático, según agregó Mariana Botero Ruge, politóloga y abogada especializada en cuestiones de género.
Botero también resalta las escenas en las que se percibe el romanticismo y las lindas experiencias, pues estos son escenarios que a veces experimentan víctimas en la vida real antes o después de ser agredidas; de hecho, son unos de los factores que dificultan la decisión de dejar estos vínculos.
Romper la romantización de la violencia
A pesar del adverso panorama, es posible llegar a una solución en la que estas narrativas, que son creadas por hombres y mujeres, lleven un mensaje de cómo es una pareja respetuosa, una relación sana y otro tipo de atractivos y limites frente a la violencia.
“Se deben explorar otras narrativas y ponerlas en circulación, donde rompen todos los esquemas y se empieza a pensar que hay muchas posibilidades de establecer relaciones y de expresar la masculinidad, ya que no todas las masculinidades son violentas”, comentó María Fernanda Sañudo.
“Se deben explorar otras narrativas y ponerlas en circulación, donde rompen todos los esquemas y se empieza a pensar que hay muchas posibilidades”.
María Fernanda Sañudo, doctora en estudios feministas y de género
Admirar a los personajes del común, con sus vidas ordinarias y apariencias modestas, es un inicio para cambiar este panorama, ya que les quita el poder y la atracción a esos estereotipos. Así lo expresó Romero: “No adornar y hacer de nuestra vida el sueño y una realidad perfecta”.
La educación también es crucial para erradicar esta narrativa, pues la socióloga de la Universidad Nacional asegura que el conocimiento crea una brecha entre los actores de la sociedad y estas formas de pensamiento machistas y contraproducentes porque abre la mente y la visión de la comunidad.
De la ficción a la realidad
El impacto que tienen las historias de entretenimiento, sin importar que pertenezcan al cine, televisión, pódcast o literatura, afecta al espectador en su intelecto, empatía, su forma de ver el mundo y la construcción de roles en su vida. La socióloga Carmen Elsa Duarte asevera que ese tipo de retrataciones afectan severamente a poblaciones que se encuentran en zonas rurales, que son abatidas por el conflicto o que no tienen niveles óptimos de educación, pues se genera un deseo de réplica en hombres y mujeres, en el que aceptan y propician dichas conductas.
Estos ejemplos que vemos aceptados, y de cierta forma premiados y promocionados, pueden fomentar una cultura general en la que se observan casos como que en 2023 menos del 40 % de las mujeres que fueron víctimas de violencia buscaron ayuda, según lo informó la ONU.
En este informe de las Naciones Unidas se reveló que 640 millones de mujeres, de los 15 años en adelante, fueron agredidas por sus parejas sentimentales y el 25 % de estas mujeres, que estaban entre los 15 y 19 años, permanecieron en esta relación. Pero este no es un caso generalizado, pues “lo que he visto con las víctimas que he representado en casos de violencia de género es que la atracción a estos sujetos no es un deseo inconsciente, y creo que ese es el mito más grande. (...) No es cuestión de la víctima, no es la mujer que busca satisfacer sus necesidades escondidas dentro del funcionamiento mental. Las agresiones le pueden pasar a cualquiera”, afirmó Botero.
“Creo que la narrativa es lo que termina invisibilizando la verdadera violencia y nos muestra una cara bonita de quién es el agresor”
Mariana Botero Ruge, politóloga y abogada especializada en cuestiones de género
Angélica Romero confirma que existen diversas formas de catarsis frente a estos productos y señala que la comparación es una de las consecuencias de ver dichas ejemplificaciones en las que puede haber una analogía en la que se rechaza el personaje, se acepta o se entraña a tener una vida y pareja como la expuesta en estos relatos.
¿Qué pasa al invertir los papeles?
El entretenimiento ha demostrado que la figura masculina agresiva y cruel puede ser tanto protagonista como héroe o villano. Sin embargo, cuando una mujer adopta ese mismo comportamiento no recibe el mismo trato ni se le otorga un rol similar.
Angélica Romero sostiene que, en la mayoría de los casos, una mujer con compostura, poder y riqueza, o que es vista como una “chica mala,” suele ser representada como villana. Para ilustrar esto, menciona el caso del personaje de Marcela Valencia en la novela colombiana “Betty, la fea, una mujer empoderada que asume un rol antagónico.
Sin embargo, estas características, aunque adoptadas por una mujer, no le son inherentes. Según lo explica una doctora en estudios feministas y de género de la Universidad Complutense de Madrid, tales comportamientos son producto del patriarcado, y las mujeres no están exentas de replicarlos.
En el caso de las heroínas que comparten estas características, son pocas las que destacan en las historias de ficción. Ejemplos como “Catwoman”, la “Bruja Escarlata”, Natasha Romanoff en Marvel, Gamora en “Guardianes de la Galaxia” y Jean Grey en los “X-Men”, muestran a mujeres fuertes con habilidades notables que luchan por el bien. No obstante, en estos casos específicos, también se retrata su lado oscuro, ya sea por actos malvados en su pasado, métodos poco ortodoxos o porque han causado daño a otros.
Es importante resaltar que esto no se aplica a todos los casos. También existen figuras femeninas como la Mujer Maravilla o la Capitana Marvel, que, aunque son menos frecuentes, representan a mujeres empoderadas que luchan por el bien sin ser llevadas al antagonismo.
El atractivo de ciertos personajes ficticios suele traspasar la pantalla llevando a la audiencia a sentirse atraída por perfiles que, aunque son fuertes, atractivos y exitosos, también exhiben conductas y actitudes cuestionables vinculadas a la violencia de género.
En filmes taquilleros y grandes novelas de la historia, protagonistas masculinos, como Christian Grey en 50 sombras de Grey, Míster Darcy en la novela Orgullo y prejuicio, Edward Cullen en la saga de Crepúsculo, Danny Zuko en Grease y H en Tres metros sobre el cielo, a menudo manipulan, amenazan, agreden, maltratan, acosan y desafían el intelecto o capacidades de sus “amadas”.
El fenómeno refleja cómo la violencia de género es percibida en la sociedad. En el estudio “¡Doble mierda! Abuso e identidad perjudicada en 50 sombras de Grey”, publicado en la Revista de la Salud de la Mujer, se reveló que el 25 % de las mujeres que leyeron el libro admitieron haber replicado comportamientos sexuales riesgosos o haber estado en relaciones abusivas similares a las descritas en la historia.
Aterrizando este concepto a situaciones de la vida real, el estudio “Preference for Male Risk Takers Varies with Relationship Context and Health Status but not covid Risk”, realizado por científicos de la Universidad de Australia Occidental, reveló un comportamiento similar.
La investigación mostró que las mujeres, tanto heterosexuales como bisexuales, tienden a encontrar más atractivos a los hombres que asumen riesgos, o a los más comúnmente llamados “chicos malos”, en el contexto de relaciones a corto plazo. Pero este fenómeno no se limita solo a los hombres que ejercen un maltrato evidente hacia sus parejas o el mundo en general. Incluso personajes como los héroes, quienes a menudo son idealizados, realizan comportamientos problemáticos al recurrir a la violencia, el asesinato o el uso de la fuerza a pesar de tener fines que, aparentemente, son justificados.
“A partir de las historias de la antigüedad, desde La Ilíada, siempre hay un héroe, un villano y una mujer que tiene que ser salvada, protegida y acobijada de forma repetitiva. En la situación del salvador, en algunas historias, no está la línea muy delimitada entre un hombre agresivo, físicamente atractivo, pero violento. La narrativa gira en torno a ese heroísmo muy masculino y oscuro”, sostuvo Angélica Romero, psicóloga de la Universidad Javeriana que trabajó 10 años en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y hoy es directora de SymbiosiS Latam, corporación que se dedica por medio del neuromanagement a trabajar en el mejoramiento de relaciones familiares, sociales y corporativas.
¿Por qué los personajes “malos” resultan atractivos?
La fictosexualidad, definida por el Instituto Nacional de Salud (NIH) como el deseo o enamoramiento hacia personajes de ficción, en este caso está relacionada con factores como el patriarcado, conforme lo planteó María Fernanda Sañudo, doctora en estudios feministas y de género de la Universidad Complutense de Madrid e investigadora del Instituto Pensar de la Universidad Javeriana.
La organización social tradicional, donde la autoridad recae en el hombre que resulta ser el jefe de familia y “dueño” del patrimonio, llegando a considerar a los hijos, la esposa y otros miembros de la comunidad como parte de “su propiedad”, está sumamente arraigada en cómo se piensa y actúa.
Aunque las características belicosas de estos sujetos se retratan en las obras de entretenimiento, estas suelen pasar inadvertidas o ser perdonadas por la audiencia por factores como la forma en que se desarrolla el relato.
“Creo que la narrativa es lo que termina invisibilizando la verdadera violencia y nos muestra una cara bonita de quién es el agresor”, aseveró Sañudo.
La socióloga de la Universidad Nacional enfocada en género Carmen Duarte aseguró que estos personajes también están ligados al poder, de modo que se valoriza al hombre y su pareja por esos comportamientos reprochables.
La dirección de la película puede mostrar los sucesos combativos de forma que se perciba como algo “sexy”, llamativo, emocionante o, por el otro lado, tiene el poder de evidenciar una relación de abuso sistemático, según agregó Mariana Botero Ruge, politóloga y abogada especializada en cuestiones de género.
Botero también resalta las escenas en las que se percibe el romanticismo y las lindas experiencias, pues estos son escenarios que a veces experimentan víctimas en la vida real antes o después de ser agredidas; de hecho, son unos de los factores que dificultan la decisión de dejar estos vínculos.
Romper la romantización de la violencia
A pesar del adverso panorama, es posible llegar a una solución en la que estas narrativas, que son creadas por hombres y mujeres, lleven un mensaje de cómo es una pareja respetuosa, una relación sana y otro tipo de atractivos y limites frente a la violencia.
“Se deben explorar otras narrativas y ponerlas en circulación, donde rompen todos los esquemas y se empieza a pensar que hay muchas posibilidades de establecer relaciones y de expresar la masculinidad, ya que no todas las masculinidades son violentas”, comentó María Fernanda Sañudo.
“Se deben explorar otras narrativas y ponerlas en circulación, donde rompen todos los esquemas y se empieza a pensar que hay muchas posibilidades”.
María Fernanda Sañudo, doctora en estudios feministas y de género
Admirar a los personajes del común, con sus vidas ordinarias y apariencias modestas, es un inicio para cambiar este panorama, ya que les quita el poder y la atracción a esos estereotipos. Así lo expresó Romero: “No adornar y hacer de nuestra vida el sueño y una realidad perfecta”.
La educación también es crucial para erradicar esta narrativa, pues la socióloga de la Universidad Nacional asegura que el conocimiento crea una brecha entre los actores de la sociedad y estas formas de pensamiento machistas y contraproducentes porque abre la mente y la visión de la comunidad.
De la ficción a la realidad
El impacto que tienen las historias de entretenimiento, sin importar que pertenezcan al cine, televisión, pódcast o literatura, afecta al espectador en su intelecto, empatía, su forma de ver el mundo y la construcción de roles en su vida. La socióloga Carmen Elsa Duarte asevera que ese tipo de retrataciones afectan severamente a poblaciones que se encuentran en zonas rurales, que son abatidas por el conflicto o que no tienen niveles óptimos de educación, pues se genera un deseo de réplica en hombres y mujeres, en el que aceptan y propician dichas conductas.
Estos ejemplos que vemos aceptados, y de cierta forma premiados y promocionados, pueden fomentar una cultura general en la que se observan casos como que en 2023 menos del 40 % de las mujeres que fueron víctimas de violencia buscaron ayuda, según lo informó la ONU.
En este informe de las Naciones Unidas se reveló que 640 millones de mujeres, de los 15 años en adelante, fueron agredidas por sus parejas sentimentales y el 25 % de estas mujeres, que estaban entre los 15 y 19 años, permanecieron en esta relación. Pero este no es un caso generalizado, pues “lo que he visto con las víctimas que he representado en casos de violencia de género es que la atracción a estos sujetos no es un deseo inconsciente, y creo que ese es el mito más grande. (...) No es cuestión de la víctima, no es la mujer que busca satisfacer sus necesidades escondidas dentro del funcionamiento mental. Las agresiones le pueden pasar a cualquiera”, afirmó Botero.
“Creo que la narrativa es lo que termina invisibilizando la verdadera violencia y nos muestra una cara bonita de quién es el agresor”
Mariana Botero Ruge, politóloga y abogada especializada en cuestiones de género
Angélica Romero confirma que existen diversas formas de catarsis frente a estos productos y señala que la comparación es una de las consecuencias de ver dichas ejemplificaciones en las que puede haber una analogía en la que se rechaza el personaje, se acepta o se entraña a tener una vida y pareja como la expuesta en estos relatos.
¿Qué pasa al invertir los papeles?
El entretenimiento ha demostrado que la figura masculina agresiva y cruel puede ser tanto protagonista como héroe o villano. Sin embargo, cuando una mujer adopta ese mismo comportamiento no recibe el mismo trato ni se le otorga un rol similar.
Angélica Romero sostiene que, en la mayoría de los casos, una mujer con compostura, poder y riqueza, o que es vista como una “chica mala,” suele ser representada como villana. Para ilustrar esto, menciona el caso del personaje de Marcela Valencia en la novela colombiana “Betty, la fea, una mujer empoderada que asume un rol antagónico.
Sin embargo, estas características, aunque adoptadas por una mujer, no le son inherentes. Según lo explica una doctora en estudios feministas y de género de la Universidad Complutense de Madrid, tales comportamientos son producto del patriarcado, y las mujeres no están exentas de replicarlos.
En el caso de las heroínas que comparten estas características, son pocas las que destacan en las historias de ficción. Ejemplos como “Catwoman”, la “Bruja Escarlata”, Natasha Romanoff en Marvel, Gamora en “Guardianes de la Galaxia” y Jean Grey en los “X-Men”, muestran a mujeres fuertes con habilidades notables que luchan por el bien. No obstante, en estos casos específicos, también se retrata su lado oscuro, ya sea por actos malvados en su pasado, métodos poco ortodoxos o porque han causado daño a otros.
Es importante resaltar que esto no se aplica a todos los casos. También existen figuras femeninas como la Mujer Maravilla o la Capitana Marvel, que, aunque son menos frecuentes, representan a mujeres empoderadas que luchan por el bien sin ser llevadas al antagonismo.