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En cada entidad donde Diana María Parra Romero ha trabajado, su obsesión ha sido que el enfoque de género lo atraviese todo. Así lo hizo en las agencias de la ONU donde trabajó y también en distintas carteras del Gobierno Nacional. Su último trabajo fue el de subsecretaria de Políticas de Igualdad en la Secretaría de la Mujer de Bogotá, el cual dejó para posesionarse como asesora para la igualdad de género en la Cancillería, un puesto nuevo cuya creación se anunció tras la salida repentina de Laura Gil, exviceministra de Asuntos Multilaterales, quien lideraba los esfuerzos por la creación de una política exterior feminista.
La recién posesionada asesora le contó a El Espectador cuáles son sus planes para que el enfoque de género sea transversal a toda la política exterior colombiana y el funcionamiento interno de la Cancillería, respondió a críticas sobre los desaires del ministerio con el feminismo y dejó un mensaje de optimismo.
¿Quién es Diana María Parra? ¿Se considera feminista?
Me considero feminista tanto en la práctica como en lo teórico y conceptual. He estado involucrada en el feminismo no solo a nivel profesional, sino también a nivel personal y académico. Soy psicóloga de profesión, con estudios en Filosofía, poseo una maestría en Estudios Políticos y una especialización en Estudios Feministas y de Género. Durante aproximadamente 12 años, he trabajado en temas de género a nivel nacional y territorial y en el ámbito académico. Estoy comprometidísima con la lucha por garantizar los derechos de las mujeres, así como de las personas LGBTIQ+.
¿En qué consistirá exactamente su rol como asesora? ¿Tendrá poder de decisión?
Me encargaré de coordinar la política exterior con un enfoque de género, también conocida como política exterior feminista. Trabajaré en estrecha colaboración con el despacho del ministro Álvaro Leyva y la viceministra Elizabeth Taylor, especialmente en temas misionales dentro del Viceministerio.
La ubicación cercana al despacho del ministro refleja la voluntad política y estratégica de la Cancillería y del país en general para desarrollar una política exterior con un enfoque de género. Si este cargo de asesor estuviera en una dirección cualquiera dentro de la Cancillería no tendría el mismo impacto. La cercanía al despacho del ministro y la viceministra me permite tener un diálogo directo con ellos y participar en la toma de decisiones.
Una excelente noticia que me complace repetir es que la voluntad del señor canciller está absolutamente volcada al tema. Es una de sus prioridades y me lo confirmó personalmente en nuestra primera conversación. El canciller Leyva tiene la visión de dejarle al Estado colombiano una política exterior que garantice los derechos de las personas LGBTIQ+ y, sobre todo, de las mujeres en todas sus diversidades.
A Álvaro Leyva se le ha señalado por ser un hombre machista y la salida de Laura Gil se vio como un desplante con el movimiento feminista. ¿Qué grado de conciencia de género percibe en el Ministerio?
He tenido la oportunidad de encontrarme con una Cancillería totalmente abierta a desarrollar una política exterior con un enfoque de género. Tanto los funcionarios como las funcionarias están interesados en trabajar en este ámbito. No tengo ninguna duda de que formaremos un equipo de trabajo que, desde diferentes áreas, direcciones y dependencias, incluyendo nuestros embajadores y cónsules, responderán a este gran legado que es la política exterior con enfoque de género.
Puedo decirlo con confianza debido a la cálida recepción que he tenido en los días que llevo en la Cancillería. El tema no solo es relevante, sino que las diferentes dependencias, desde las direcciones hasta las personas con las que he hablado, están dispuestas a colaborar. Han expresado su entusiasmo por tener una política exterior con enfoque de género.
No solo estamos pensando en la política exterior hacia fuera de nuestras fronteras, sino también hacia el interior de la Cancillería. Esto implica realizar una transversalización del enfoque de género en la institución, lo cual marcará una diferencia significativa. El canciller ha sido enfático en la necesidad de aplicar este enfoque tanto hacia afuera como hacia adentro.
¿Cuáles son sus fuentes de información en materia de política exterior con enfoque de género?
Principalmente, los gobiernos sueco, español y canadiense. A nivel regional, México y Chile, que ya están hablando con la viceministra Elizabeth Taylor.
A la fecha, el gobierno Petro, que afirmó que “el cambio es con las mujeres” y que habría paridad de género en los cargos de gobierno, ha nombrado por decreto a 12 embajadoras y 33 embajadores. ¿No es esto contradictorio con una política con enfoque de género? ¿Hay planes de cambiar la distribución de los cargos?
Es importante tener en cuenta que la implementación de una política exterior con enfoque de género no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso que implica la transformación de prácticas, imaginarios, creencias y costumbres arraigadas en las instituciones. Tengo identificada la falta de paridad en los cargos de embajador y lo he discutido tanto con el señor canciller como internamente. Es necesario llevar a cabo esta transformación, ya que forma parte fundamental de tener una política exterior con enfoque de género. No podemos esperar que estos cambios ocurran de manera inmediata, aunque tampoco que tomen años. Será un proceso paulatino, estructurado, técnico y bien planificado.
La Cancillería ha manifestado el compromiso de implementar la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU, que les exige a los Estados compromiso con los derechos de las mujeres en contextos de conflicto armado. ¿Qué planes tiene al respecto?
Esta resolución representa una deuda histórica que el Estado colombiano tiene con las mujeres, especialmente aquellas que han sido víctimas en el contexto del conflicto armado. Hasta ahora, se han realizado cuatro foros regionales que han permitido recoger insumos y dar voz a las mujeres.
Estos aportes son fundamentales para construir el plan de acción en colaboración con la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, con el apoyo de ONU Mujeres. Este proceso no solo refleja la voluntad de este Gobierno, sino también el reconocimiento de la importancia de garantizar los derechos de las mujeres en todos los contextos y en todas sus diversidades. Esperamos materializar este plan de acción hacia octubre de este año.
Inicialmente se habló de incluir una política exterior feminista en el Plan Nacional de Desarrollo, pero al final se le cambió el nombre por “política exterior con enfoque de género”. ¿Para usted las dos cosas son lo mismo?
Lo importante es que Colombia ha adoptado una política exterior que incorpora el enfoque de género, en línea con un enfoque feminista. Esta política nos brinda la oportunidad de considerar no solo las experiencias de las mujeres, sino también las diversas orientaciones, identidades y expresiones de género. Es importante trascender el pragmatismo del lenguaje y enfocarnos en el hecho de que contamos con una política exterior con enfoque de género, no solo en términos generales, sino también establecido en el artículo cuarto, que aborda los ejes transversales del Plan Nacional de Desarrollo. Esperamos que las futuras administraciones continúen esta como política de Estado.
Cuando la salida de la viceministra Laura Gil era solo un rumor, la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz envió una carta al canciller y al presidente solicitando que la mantuvieran en el cargo. Luego, 154 organizaciones de sociedad civil nacionales e internacionales enviaron otras dos. El Gobierno hizo caso omiso de todas las misivas y, en efecto, sacaron a la viceministra. Desde entonces, muchas de esas organizaciones afirman que han perdido el contacto que antes tenían con el Ministerio. ¿Hay algún plan para la articulación con esas instituciones?
Claro, uno de mis primeros planes es convocar nuevamente a las organizaciones de la sociedad civil y reconstruir esos lazos de confianza. Espero sinceramente que no se hayan roto en ningún sentido. Si algo comprendemos las mujeres es que nuestros temas van más allá de personalismos. Nuestras necesidades, experiencias y vivencias deben ser temas que trascienden a las personas y se institucionalicen.
Creo firmemente que las mujeres de diversas organizaciones y los movimientos feministas comprenden la importancia de contar con una política exterior con enfoque de género para nuestro país. Estoy segura de que todas nos sentaremos juntas a construir esta política, ya que va más allá de ser un asunto personal de alguien en particular, sino que se trata de algo institucional y estatal.
Somos un colectivo y nos pensamos como tal en términos de lógicas estructurales, ejerciendo nuestra incidencia en las formaciones institucionales. Reconozco la importancia de trabajar de manera colaborativa, inclusiva y sostenible, y mi compromiso es establecer una relación de diálogo constante con las organizaciones de la sociedad civil para asegurar que sus voces sean escuchadas y consideradas en la construcción de políticas con enfoque de género.
Según reportó La Silla Vacía, algunos embajadores se han quejado de no recibir instrucciones de qué hacer con respecto a la paz total, principal prioridad del canciller Leyva, y mucho menos frente a la política exterior feminista. ¿Qué instrucción se les dará a los embajadores en ese sentido?
Mi objetivo principal al asumir este cargo es construir una hoja de ruta y establecer instrucciones claras para avanzar en nuestra política exterior feminista o con enfoque de género. La viceministra Laura Gil puso acertadamente este tema en la agenda pública, y en virtud de la convicción del canciller, se institucionalizará al interior de la Cancillería y se convertirá en una política de Estado. Comenzaremos a desarrollarla de manera gradual y buscamos proporcionar directrices y herramientas para la incorporación efectiva de esta política exterior.
Nuestra política exterior con enfoque de género se basará en tres principios fundamentales. En primer lugar, será pacifista, en línea con las prioridades del Gobierno en la implementación de la paz total tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, reconociendo el papel fundamental de las mujeres como agentes de cambio. En segundo lugar, será participativa, con un papel activo de las mujeres en toda su diversidad, así como de las comunidades históricamente discriminadas, en los diálogos bilaterales y multilaterales. Y, en tercer lugar, será interseccional, lo que nos permitirá analizar y abordar las diversas formas de discriminación y violencia que afectan a múltiples grupos, incluyendo las poblaciones históricamente discriminadas. Nuestro objetivo es reconocer los derechos humanos de todos.
A propósito de las poblaciones históricamente discriminadas, hay una que se siente abandonada por el Gobierno: los migrantes. El Estado pronto dejará de emitir el Permiso Especial de Permanencia y cada vez son menos los centros de ayuda humanitaria en los pasos fronterizos. Usted, que tiene experiencia en políticas del cuidado, ¿considera pertinente algún cambio en el manejo de la migración?
Es fundamental que exista un esfuerzo articulado y armonizado entre los diferentes niveles y territorios. Un ejemplo concreto de esto es el enfoque de atención a la población migrante y refugiada en Bogotá, donde se brindan servicios a todas las personas, independientemente de su estatus migratorio o nacionalidad. Por ejemplo, en las Manzanas del Cuidado, cualquier mujer puede acceder a educación, aprender a generar ingresos y encontrar espacios de apoyo, sin importar si su condición migratoria es regular. Esto es posible gracias a que el territorio se comprometió a abrir sus servicios a esta población, comprendiendo que existen marcos normativos nacionales relacionados con migrantes y refugiados, pero también se necesita la voluntad de los territorios. De parte del Gobierno Nacional, la voluntad existe y reconocemos que las personas migrantes son los nuevos ciudadanos colombianos.
Usted viene de trabajar en el plano local en Bogotá, ¿cómo esa experiencia le aporta en términos de política exterior?
Además de incidir a nivel internacional, es necesario llevar esos logros y compromisos a la realidad nacional. No basta con simplemente expresar nuestras posturas y líneas de acción en el ámbito exterior; debemos asegurarnos de que los tratados y convenciones que firmamos como país tengan un impacto positivo en la vida de las mujeres y personas LGBTIQ+ en Colombia. Este es el gran desafío. No se trata solo de incorporar el enfoque de género en nuestra política exterior, sino de generar transformaciones tangibles que se reflejen en nuestro país.
Necesitamos claridad sobre qué convenciones y tratados vamos a respaldar y a cuáles no nos adheriremos. Como Estado colombiano, no podemos adherirnos a acuerdos que vayan en contra de los derechos de las mujeres y personas LGBT. Es fundamental garantizar la coherencia entre nuestras acciones internacionales y nuestras políticas y prácticas nacionales.