“El cuidado no es un tema de género, sino de desarrollo”

La economista Cecilia López desarrolló un modelo económico, que incluye el trabajo de cuidado no remunerado como un nuevo sector productivo que contribuye al desarrollo del país.

Laura Alejandra Moreno Urriaga
11 de junio de 2022 - 02:00 a. m.
Cecilia López, presidenta del Cisoe y autora del modelo de equilibrio general, que incluye el cuidado como sector productivo. / Jose Vargas
Cecilia López, presidenta del Cisoe y autora del modelo de equilibrio general, que incluye el cuidado como sector productivo. / Jose Vargas
Foto: JOSE VARGAS ESGUERRA; El... - JOSE VARGAS ESGUERRA
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Actividades diarias como lavar, cocinar, alistar a niños y niñas para ir al colegio y cuidar a personas enfermas o en condición de discapacidad son algunas de las actividades de cuidado no remunerado que cada día realizan el 91 % de las mujeres y el 63 % de los hombres en el país, de acuerdo con la más reciente Encuesta de Uso del Tiempo del DANE.

Además de ser un trabajo al que se dedican la mayoría de las mujeres, el tiempo que invierten es superior al de los hombres, de hecho, es más del doble. Mientras las mujeres invierten 7:46 horas diarias a este trabajo, el tiempo de los hombres es de 3:06 horas, una brecha que se incrementó como consecuencia de la pandemia, pues en la ENUT de 2017 los tiempos eran de 6:55 y 3:24 horas, respectivamente.

Esta labor, encabezada por las mujeres, según el DANE, representa el 20 % del PIB, pero no tiene remuneración alguna y, por el contrario, afecta la participación de las mujeres en espacios de participación, de formación y en el mercado laboral, donde su tasa de desempleo actual es del 14,2 %, muy por encima del 8,9 % de la de los hombres.

La economista y exministra Cecilia López, presidenta del Centro Internacional de Pensamiento Social y Económico (Cisoe), presentó un modelo de equilibrio general, que está adecuando desde 2015, donde incorpora ese trabajo de cuidado no remunerado en la economía del país y muestra los efectos positivos que este cambio tendría no solo sobre el bienestar de las mujeres y la reducción de la desigualdad, sino sobre la economía nacional. De acuerdo con su investigación, si se reconoce el cuidado como un sector productivo, el valor de este en el PIB pasaría de ser del 20 al 37 %.

¿En qué momento se hizo imperativo que se reconozca el trabajo no remunerado como parte de la productividad del país?

La idea de que la economía del cuidado no remunerado que realizan las mujeres, en su gran mayoría en el mundo, nació desde la ley misma. La ley dice muy claramente que la idea es que ese cuidado no remunerado sea parte de las cuentas nacionales, es decir, desde ese momento la idea era que fuera un sector productivo, porque lo que está en las cuentas nacionales son sectores como la agricultura y todos los que se reconocen como productivos, pero se interpretó con que bastaba crear una cuenta satélite que asumiera ese valor.

Eso no les cambia la vida a las mujeres, eso simplemente visibilizarlo, reconocerlo, pero no más. Esa cuenta satélite nunca entró a ser parte de las cuentas nacionales, que es lo que estamos tratando de demostrar ahora, qué pasa si es parte de las cuentas nacionales.

¿Cuál ha sido el aporte del feminismo para mitigar la división sexual del trabajo remunerado y del trabajo de cuidado?

Después de la Revolución Industrial, cuando hombres y mujeres empezaron a ir a la fábrica, las feministas empezaron a hablar de la economía del cuidado y se comenzó a pelear por el ingreso familiar de los trabajadores. Aunque eso nunca permitió que las mujeres dejaran de hacer ese trabajo de cuidado, y además se educaron, controlaron su fecundidad, empezaron los hogares de mujeres solas y quedó en evidencia la doble jornada laboral.

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¿Cómo la pandemia ayudó a poner el trabajo de cuidado en la agenda?

El covid-19 hizo una cosa muy negativa: acabó con los avances que se habían logrado de las mujeres en el mundo, aumentaron la violencia, el desempleo y la carga del cuidado, pero una parte positiva fue que el cuidado sobresalió, no solo se reconoció como la única actividad que no paró en el mundo, sino que se rompió la barrera de producción. Muchas actividades que se reconocen como productivas, como la educación y la salud, entraron al hogar y otras actividades no reconocidas como productivas, como hacer el mercado o cocinar, salieron mucho más al mercado.

Quedó en evidencia que esa actividad que realizan las mujeres emplea tiempo, energía, insumos del mercado y produce nuevos bienes y servicios, cumple con todos los requisitos de los sectores productivos, pero como lo hacen las mujeres en el hogar, esto no importa.

¿Por qué los países se resisten a incluir el trabajo de cuidado como un sector productivo?

El primer economista que habló del cuidado fue Adam Smith, él consideró el cuidado como algo del afecto, de las relaciones personales, que no ameritaba y no podía ser remunerado. Esa idea la tomaron todos los economistas hasta hoy, y se explica en la barrera de producción que dice que todo lo que se hace en el mercado es productivo y lo que se hace en el hogar no es productivo.

¿Cuáles son las consecuencias de no reconocer el cuidado como una actividad productiva?

El cuidado hoy se reconoce como una actividad que tiene un valor inmenso cuando se le ponen los precios del mercado, pero el hecho de que no sea reconocido como productivo hace que el Estado ni lo vigile, ni lo regule, ni lo valore.

Lo que pasa en el cuidado remunerado es que como el no remunerado no se reconoce, el primero se subestima, el servicio doméstico no cumple con la legislación laboral, a las enfermeras se les paga menos de lo que se debería, el destino de ambos está muy relacionado. El día que el Estado reconozca que esa es una actividad que le hace un aporte inmenso a la sociedad, y que está cayendo de una manera tan dura sobre el desarrollo de las mujeres, ese día entra el Estado como regulador.

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¿Cómo se ven afectadas las mujeres con la invisibilización del cuidado?

Subestimar ese trabajo les está haciendo un daño inmenso a las mujeres, porque se están desgastando, sobrecargando sus jornadas con siete horas de cuidado, más ocho de trabajo remunerado, son dos jornadas laborales. Se está acabando con el tiempo de ocio y descanso de las mujeres, esa es una medida que no se ha tenido en cuenta.

Usted presenta un modelo económico que incluye el cuidado como sector productivo, ¿cuáles serían las ventajas para la economía del país bajo ese sistema?

Mi trabajo desde 2010 es probarles a los economistas y al Estado que se están perdiendo de una cantidad de beneficios que genera un sector como este si se reconoce como sector productivo; de ahí viene mi idea de hacer un modelo de equilibrio general con la economía del cuidado, para demostrar la contribución del cuidado en términos de empleo, de ingresos, de mayores impuestos, más gente trabajando y, finalmente, cuántos puntos de PIB pueden adicionarse si esto pasa de ser algo oculto a ser un sector productivo.

¿Quién debe asumir los costos del trabajo no remunerado?

El modelo muestra que si le pasas todo el cuidado al Estado explota la economía, tendría que cobrar unos impuestos que nadie podría pagar, esto tiene que repartirse entre el Estado y el mercado.

Cuando se pasa el 20 % del PIB que representa el cuidado el promedio es que ese 20 % se vuelve un 37 %, porque genera una dinámica económica, se dispara el PIB y el incremento depende de la distribución óptima entre el Estado y el mercado.

¿Cómo se pueden distribuir?

El Estado sí debe asumir lo que hacen los sistemas de cuidado, lo que llamo el cuidado asistencial de los más pobres, con sistemas educativos que no sean de media jornada, por ejemplo, atender a los enfermos, a los ancianos y a las personas en condiciones de discapacidad, eso en los ingresos más pobres.

Las clases medias y altas también tienen esas necesidades: las clases medias podrían pagar una parte de esos cuidados y las clases altas, que usan lugares costosos, tendrían control y vigilancia de esos centros de atención que hoy no la tienen.

¿Cómo se aplica el modelo del cuidado como actividad productiva en las zonas rurales donde el trabajo de las mujeres aumenta y la brecha de pobreza entre hombres y mujeres es más amplia?

El trabajo empírico de este modelo son los pilares del cuidado que empezamos en Antioquia, que consiste en mostrar en el terreno cuáles son las actividades que más les pesan a las mujeres, como no tener jornada única, con el sector privado y con el Estado ofrecer el complemento a esa jornada y medir con modelos de evaluación de impacto qué les pasa a las mujeres si le quitas cuatro horas de peso. Otra actividad que les pesa es lavar, ahí sugerí que un pilar con el sector privado fuera construir centros de lavado.

¿Cómo invertir en cuidado desde municipios que no cuentan con los recursos básicos?

Mientras el cuidado no se reconozca como parte sustantiva de la economía, aquí no hay ni va a haber plata, ni importancia, ni va a salir del núcleo de las mujeres. La subestimación de este trabajo que absorbe tanto a las mujeres tiene que salir de ser un tema de género a un tema de desarrollo.

En el documento del equipo de Piketty se dice que “la desigualdad de los ingresos laborales de las mujeres son una variable muy importante para explicar la desigualdad de la sociedad”; está saliendo el tema del ámbito de género al ámbito económico.

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¿En qué fallan los gobiernos para reconocer el trabajo de cuidado?

Al cuidado le falta precisar la definición, lo entienden como relaciones, pero también hay productos y servicios. Se está confundiendo el amor con la actividad, la cama la puede tender cualquiera, no cocino porque quiera a mi hijo, la puede preparar cualquiera, y en esa confusión del amor y la actividad se acabó el tiempo para el amor, a qué horas hay amor si la mujer tiene un horario de 18 horas, a qué hora transmite ese amor; quitando ese peso del trabajo de cuidado se puede plantear desde un lugar distinto.

¿La idea de un ministerio de la mujer o de la igualdad le aporta a la economía del cuidado?

Error. Estoy en total desacuerdo, porque este es un cambio tan estructural en la sociedad, es un tema económico que es transversal, es tema de política económica, política social. La igualdad de la mujer cruza todo, es un tema de desarrollo, la desigualdad es de todo el modelo económico, no se puede reducir a un ministerio.

¿Cómo contribuye el sector privado en la redistribución del cuidado?

Si las empresas saben que el Estado puede regular, las salas de lactancia se vuelven obligatorias y también pueden ayudar a los padres, con guarderías. El cuidado de los niños, por ejemplo, de cero a cinco años debe pasar a ser parte de la agenda de todos, del sector privado, de las empresas, del sector público, pero eso se logra si hay una regulación que diga que eso es importante y cómo se debe hacer.

¿Es viable una remuneración del cuidado?

No, el cuidado ha impedido que las mujeres tengan autonomía económica, la verdadera igualdad es la autonomía económica. Hay dos cosas que no se pueden hacer, remunerar a las mujeres en el hogar es imposible, y tiene una connotación terrible, les quitas la autonomía económica, porque esa se gana con el trabajo, no con un subsidio. Lo otro que no se puede hacer es una política que refuerce que el único papel en la vida de las mujeres es tener hijos y dedicarse al cuidado.

Actualmente, ¿en cabeza de qué ministerios estaría la política de cuidado?

La decisión más importante está en el Ministerio de Hacienda, que el ministro se dé cuenta de que tiene un nuevo sector productivo que, además, se va a tener que unir con el cuidado remunerado y empezar a definirlo. Tiene que pasar por los ministerios sociales, por Planeación, que va a medir el impacto; por el ministerio encargado de la de infraestructura, porque se van a requerir nuevos espacios.

Laura Alejandra Moreno Urriaga

Por Laura Alejandra Moreno Urriaga

Comunicadora y periodista de la U. Javeriana. Hago parte del equipo editorial de Impacto Mujer en El Espectador. He trabajado como periodista en temas de género, verdad y conflicto. También en coordinación de proyectos de innovación social y estrategias de contenidos multimedia.@lamorenourlamoreno@elespectador.com

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