El trabajo del cuidado, una tarea compartida
Aunque el Sistema de Cuidado de Bogotá se ha destacado y es reconocido, no es el único. Otros gobiernos locales también buscan reducir y balancear las cargas que asumen principalmente las mujeres.
Laura Alejandra Moreno Urriaga
El proceso de reactivación económica en Colombia ha buscado que los 2,4 millones de empleos que se perdieron durante el 2020 sean recuperados, una tarea que se ha venido desarrollando, pero que todavía no logra ni siquiera bajar la tasa de desempleo a la del 2019, cuando entre octubre y diciembre, pocos meses antes de la pandemia, era de un 12,6 % para las mujeres y de 7,2 % para los hombres de acuerdo con el DANE.
En ese mismo período, pero del 2020, la tasa de desempleo para las mujeres llegó al 18,7 % y para los hombres al 10,2 %, lo que evidenció que no solo aumentó el desempleo, sino también la brecha de género entre quienes perdieron su trabajo, que pasó de cinco a ocho puntos porcentuales de diferencia, siendo las mujeres las más afectadas.
Esto, en parte, se debió a que, aunque el trabajo en casa y el confinamiento hicieron que todos los miembros de la familia estuvieran más tiempo en el hogar, las labores de cuidado estuvieron aún más recargadas en las mujeres. Actividades de cuidado como acompañar y estar a cargo de personas con discapacidad, niños (quienes estaban en educación virtual) y adultos mayores es tiempo y trabajo que usualmente gastan las mujeres, pero que no recibe ninguna remuneración. Las tareas del hogar: cocinar, lavar, planchar y limpiar la casa, también hacen parte del cuidado y son labores invisibilizadas que realizan las mujeres.
El tiempo que invierten las mujeres en este trabajo es mucho mayor al de los hombres, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) que realiza el DANE cada tres años. En el período 2020-2021, las mujeres pasaron a ocupar 7:46 horas cada una en actividades de trabajo no remunerado, cuando en el período 2016-2017 gastaban 6:55 horas. Los hombres, por su parte, pasaron de gastar 3:24 horas en este trabajo en el 2016-2017 a ocupar 3:06 horas en el 2020-2021. En conclusión, los hombres participan menos de la mitad del tiempo que las mujeres en las labores de cuidado no remunerado.
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Preparar la comida, los almuerzos que la familia lleva a sus trabajos, mantener la casa ordenada para que haya una mejor calidad de vida y todo lo que implica el cuidado (y la carga laboral no remunerada que asumen las mujeres), si se pagara, equivaldría al 20 % del PIB colombiano, según un informe de 2020 presentado por el DANE y ONU Mujeres; un trabajo tan indispensable que podría estar por encima del comercio (18 % del PIB), de la administración pública (15 %) y de la industria de la manufactura (12 %), pero que trae consecuencias negativas sobre el desarrollo económico, profesional y personal de las mujeres.
En promedio, las mujeres dedican alrededor de dos horas menos al trabajo remunerado en comparación con los hombres y, según el informe de ONU Mujeres, entre las principales dificultades que enfrentan por tener esta sobrecarga de cuidado no remunerado está la necesidad de buscar un trabajo que le permita estar en casa, mayor informalidad, menor acceso a protección social y menores oportunidades para su desarrollo académico y participación en la comunidad.
Aunque, hace ya doce años, en el Congreso se aprobó la Ley 1413 de 2010 sobre economía del cuidado, cuyo objetivo es “incluir la economía del cuidado conformada por el trabajo de hogar no remunerado en el Sistema de Cuentas Nacionales, con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas”, fue durante la pandemia cuando se priorizó el tema y se empezaron a tomar acciones concretas para equilibrar la carga del trabajo no remunerado, dada el alza en el desempleo de mujeres y su aumento en la participación en el trabajo de cuidado. Cabe resaltar que la ENUT realizada por el DANE hace parte del mandato de esta ley.
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Por su parte, los gobiernos locales han ido avanzando en cambios a sus políticas públicas e implementando estrategias para reducir la brecha de género en el trabajo no remunerado y brindar acompañamiento a hombres y mujeres en el proceso. Bogotá es una de las ciudades que han avanzado en este sentido a través del Sistema Distrital de Cuidado “Manzanas de Cuidado”.
“La esencia del Sistema de Cuidado es llevar servicios de cuidado de manera cercana y simultánea, operando en dupla para liberar tiempo de mujeres y personas cuidadoras y que en ese tiempo no se sacrifique posibilidad de formación, descanso o generación de ingresos”, explicó Diana Rodríguez, secretaria de la Mujer de Bogotá, durante el debate de control político que le realizó esta semana el Concejo de Bogotá a este programa. Actualmente, se han implementado siete de las 45 manzanas de cuidado que contempla el sistema con acciones de formación, reducción del trabajo doméstico, generación de empleo y respiro (atención psicosocial y actividad física).
Sobre las manzanas de cuidado, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López dijo durante una presentación del POT, en diciembre del año pasado, que “es un conjunto de equipamientos y servicios para que las mujeres cuidadoras, que cuidan adultos mayores, personas en condición de discapacidad, niños y niñas, no lo tengan que hacer solas a expensas de su descanso, sus oportunidades de educación y trabajo, sino que nosotros tengamos equipamientos para cuidar a los que ellas cuidan y cuidarlas a ellas”.
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Ana Isabel Arenas es integrante de la Mesa de Economía Feminista de Bogotá y de la Mesa Intersectorial de Economía del Cuidado de Bogotá, pero su activismo por el reconocimiento del trabajo no remunerado la hizo involucrarse también en el proceso de su ciudad natal, Cali. Ella participó como consultora en el diseño del Sistema Distrital de Cuidado de la capital del Valle del Cauca, que contó con un sistema de cercanía; es decir, que para su formulación contaron con la participación de 1.100 mujeres de la ciudad para analizar sus necesidades en materia de cuidado y desde ahí plantear todo el sistema.
“Estuvimos recogiendo información sobre la percepción que se tiene en torno a la oferta de cuidados y la demanda que se tiene sobre el cuidado, al tiempo que se realizaron ejercicios de articulación interinstitucional para el agenciamiento de esta propuesta de ciudad con la que se busca que se reconozca el cuidado como un derecho, una necesidad humana y un trabajo que sostiene la vida y le aporta a la economía del distrito”, explicó Mariela López Mejía, coordinadora del Sistema Distrital de Cuidados de la Subsecretaria de Equidad y Género de Cali.
La propuesta de la Secretaría de Bienestar Social y de la Subsecretaria de Equidad y Género consiste en una estrategia de “5r”, que consiste en reconocer el aporte del trabajo no remunerado de las personas que ejercen el cuidado; redistribuir las labores no solo en el interior de los hogares entre hombres y mujeres, sino articulando al Estado, el sector privado y la sociedad civil; reducir el tiempo y el volumen de trabajo no remunerado que asumen las mujeres; recompensar y garantizar que el trabajo de cuidado remunerado sea realizado en condiciones labores dignas, y asegurar la representación de las trabajadoras de cuidado (remunerado y no remunerado) en los espacios de toma de decisión política.
Esta actualización a la política pública de la ciudad, que está en proceso de aprobación por parte del Concejo de Cali, busca que las rutas de transporte público donde se encuentra la mayoría de las trabajadoras del cuidado en condición de vulnerabilidad, como el oriente de la ciudad, tengan una tarifa diferencial para ellas, o que se habilite una ruta especial de forma que gasten menos tiempo en sus trayectos de transporte.
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Para María Fernanda Penilla, secretaria de Bienestar Social, es clave que las empresas del sector privado también tomen parte en la redistribución del trabajo de cuidado. Una propuesta que esperan desarrollar de forma piloto en la Alcaldía es instalar valeras con tiempo destinado a labores de cuidado, de manera que puedan ser utilizadas por hombres y mujeres en casos como llevar a sus hijos o personas a cargo al médico. “Cuando todos tenemos la distribución de las tareas, todos vamos a hacer uso equitativo de esos tiempos de cuidado”, dijo.
López explicó que en marzo iniciarán las actividades de formación en los barrios y comunas de la ciudad para la transformación de imaginarios, valores y prácticas que hay en torno al cuidado; a la par, realizarán jornadas de cuidado para las trabajadoras del cuidado. Si bien el enfoque de género de esta política está centrado en las mujeres, la secretaria Penilla espera que se pueda ampliar cada vez más a los hombres para que se apropien del trabajo de cuidado a través de las actividades de concientización.
El desarrollo de esta estrategia en Cali creará el Comité Intersectorial e Interinstitucional del Sistema Distrital de Cuidado para mejorar la atención a cuidadoras articulando al sector privado y a distintas dependencias de la Alcaldía.
Otra propuesta de política pública que le apunta a la equidad en el trabajo de cuidado está en el noroccidente del país. En el segundo semestre del 2021, la Secretaría de la Mujer de Antioquia presentó el Plan de Economía del Cuidado 2020-2031, que parte de la equidad en derechos, el acceso a trabajo remunerado y tiene en cuenta el hecho de que la mayoría de cuidadoras (60 %, según el DANE) están entre 20 y 40 años; es decir, en edad productiva.
La apuesta de Antioquia es ambiciosa, pues busca reducir el tiempo que dedican las mujeres a trabajos de cuidado no remunerado, pasando de 28 horas en promedio a la semana en 2020 a 18 horas en promedio semanal en el 2031. Para lograr este objetivo, el trabajo de la Secretaría se enfoca en reconocer la importancia de la economía de cuidado para el bienestar social y la igualdad de género a través de la cualificación del trabajo de cuidado y un proceso de pedagogía sobre cómo redistribuir de manera justa y equilibrada el trabajo de cuidado no remunerado.
Por otro lado, para fortalecer la oferta pública y privada para la reducción de la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados, la Secretaría propone disponer o mejorar el sistema de transporte e infraestructura para garantizar las labores de cuidado y crear una oferta de servicios de cuidado que pueda ser prestada en articulación con las alcaldías.
Natalia Velásquez Osorio, secretaria de la Mujer de Antioquia, explicó que, “al tener este plan como Gobernación, le estamos dando un estatus político a ese cuidado. No es un asunto que se queda en lo íntimo o en lo privado y que les compete solo a las mujeres, sino que el Estado debe tener una acción afirmativa para que la sociedad entienda la problemática y de ahí podamos trabajar para garantizar mejorías tanto para los cuidadores como para las personas que cuidan”.
La implementación durante el 2021 se llevó a cabo en Puerto Berrío, Girardota, Ciudad Bolívar y Rionegro, con un proceso de identificación de la demanda de cuidado de estas zonas y en talleres de concientización de lo que representa la economía del cuidado en la cotidianidad de los antioqueños. Maribel Giraldo, miembro de la Mesa de Economía del Cuidado de Antioquia, explica que junto a esta organización de mujeres participaron en la socialización del Plan de Economía del Cuidado del departamento, pero están a la espera de una reunión conjunta con la Secretaría para reconocer y evaluar los avances en la implementación y cuáles son las acciones puntuales que se han generado.
De forma más reciente, esta semana la Secretaría de las Mujeres de Medellín presentó el proyecto de inversión en bienes de capital, que busca impactar al menos a 8.700 mujeres de la ciudad que desempeñan labores de cuidado no remunerado. Inicialmente, y al igual que en las otras secretarías de la Mujer mencionadas, la primera acción está enfocada en la concientización del tema, pues, aunque se ha enunciado la economía del cuidado, no es un tema que haya sido del todo interiorizado por la gente. En el proceso de reconocimiento de las necesidades de las cuidadoras, la Alcaldía realizó 26 talleres territoriales en las 16 comunas y los cinco corregimientos de Medellín.
“En busca de promover la transformación del orden de género en el ámbito familiar que asigna a las mujeres el rol de cuidadoras y la realización de trabajos domésticos, queremos favorecer el acceso de las mujeres a bienes de capital físico y tecnologías para la realización de las tareas del hogar. Es por esto que se hará entrega de 6.090 lavadoras, para que disminuyan el tiempo que dedican al trabajo doméstico no remunerado y mejoren su calidad de vida”, explicó la secretaria de las Mujeres, Ana María Valle. Aunque no hay una fecha exacta para la entrega de las lavadoras, la Secretaría espera iniciar en el segundo semestre del año.
El proceso de reactivación económica en Colombia ha buscado que los 2,4 millones de empleos que se perdieron durante el 2020 sean recuperados, una tarea que se ha venido desarrollando, pero que todavía no logra ni siquiera bajar la tasa de desempleo a la del 2019, cuando entre octubre y diciembre, pocos meses antes de la pandemia, era de un 12,6 % para las mujeres y de 7,2 % para los hombres de acuerdo con el DANE.
En ese mismo período, pero del 2020, la tasa de desempleo para las mujeres llegó al 18,7 % y para los hombres al 10,2 %, lo que evidenció que no solo aumentó el desempleo, sino también la brecha de género entre quienes perdieron su trabajo, que pasó de cinco a ocho puntos porcentuales de diferencia, siendo las mujeres las más afectadas.
Esto, en parte, se debió a que, aunque el trabajo en casa y el confinamiento hicieron que todos los miembros de la familia estuvieran más tiempo en el hogar, las labores de cuidado estuvieron aún más recargadas en las mujeres. Actividades de cuidado como acompañar y estar a cargo de personas con discapacidad, niños (quienes estaban en educación virtual) y adultos mayores es tiempo y trabajo que usualmente gastan las mujeres, pero que no recibe ninguna remuneración. Las tareas del hogar: cocinar, lavar, planchar y limpiar la casa, también hacen parte del cuidado y son labores invisibilizadas que realizan las mujeres.
El tiempo que invierten las mujeres en este trabajo es mucho mayor al de los hombres, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) que realiza el DANE cada tres años. En el período 2020-2021, las mujeres pasaron a ocupar 7:46 horas cada una en actividades de trabajo no remunerado, cuando en el período 2016-2017 gastaban 6:55 horas. Los hombres, por su parte, pasaron de gastar 3:24 horas en este trabajo en el 2016-2017 a ocupar 3:06 horas en el 2020-2021. En conclusión, los hombres participan menos de la mitad del tiempo que las mujeres en las labores de cuidado no remunerado.
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Preparar la comida, los almuerzos que la familia lleva a sus trabajos, mantener la casa ordenada para que haya una mejor calidad de vida y todo lo que implica el cuidado (y la carga laboral no remunerada que asumen las mujeres), si se pagara, equivaldría al 20 % del PIB colombiano, según un informe de 2020 presentado por el DANE y ONU Mujeres; un trabajo tan indispensable que podría estar por encima del comercio (18 % del PIB), de la administración pública (15 %) y de la industria de la manufactura (12 %), pero que trae consecuencias negativas sobre el desarrollo económico, profesional y personal de las mujeres.
En promedio, las mujeres dedican alrededor de dos horas menos al trabajo remunerado en comparación con los hombres y, según el informe de ONU Mujeres, entre las principales dificultades que enfrentan por tener esta sobrecarga de cuidado no remunerado está la necesidad de buscar un trabajo que le permita estar en casa, mayor informalidad, menor acceso a protección social y menores oportunidades para su desarrollo académico y participación en la comunidad.
Aunque, hace ya doce años, en el Congreso se aprobó la Ley 1413 de 2010 sobre economía del cuidado, cuyo objetivo es “incluir la economía del cuidado conformada por el trabajo de hogar no remunerado en el Sistema de Cuentas Nacionales, con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas”, fue durante la pandemia cuando se priorizó el tema y se empezaron a tomar acciones concretas para equilibrar la carga del trabajo no remunerado, dada el alza en el desempleo de mujeres y su aumento en la participación en el trabajo de cuidado. Cabe resaltar que la ENUT realizada por el DANE hace parte del mandato de esta ley.
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Por su parte, los gobiernos locales han ido avanzando en cambios a sus políticas públicas e implementando estrategias para reducir la brecha de género en el trabajo no remunerado y brindar acompañamiento a hombres y mujeres en el proceso. Bogotá es una de las ciudades que han avanzado en este sentido a través del Sistema Distrital de Cuidado “Manzanas de Cuidado”.
“La esencia del Sistema de Cuidado es llevar servicios de cuidado de manera cercana y simultánea, operando en dupla para liberar tiempo de mujeres y personas cuidadoras y que en ese tiempo no se sacrifique posibilidad de formación, descanso o generación de ingresos”, explicó Diana Rodríguez, secretaria de la Mujer de Bogotá, durante el debate de control político que le realizó esta semana el Concejo de Bogotá a este programa. Actualmente, se han implementado siete de las 45 manzanas de cuidado que contempla el sistema con acciones de formación, reducción del trabajo doméstico, generación de empleo y respiro (atención psicosocial y actividad física).
Sobre las manzanas de cuidado, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López dijo durante una presentación del POT, en diciembre del año pasado, que “es un conjunto de equipamientos y servicios para que las mujeres cuidadoras, que cuidan adultos mayores, personas en condición de discapacidad, niños y niñas, no lo tengan que hacer solas a expensas de su descanso, sus oportunidades de educación y trabajo, sino que nosotros tengamos equipamientos para cuidar a los que ellas cuidan y cuidarlas a ellas”.
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Ana Isabel Arenas es integrante de la Mesa de Economía Feminista de Bogotá y de la Mesa Intersectorial de Economía del Cuidado de Bogotá, pero su activismo por el reconocimiento del trabajo no remunerado la hizo involucrarse también en el proceso de su ciudad natal, Cali. Ella participó como consultora en el diseño del Sistema Distrital de Cuidado de la capital del Valle del Cauca, que contó con un sistema de cercanía; es decir, que para su formulación contaron con la participación de 1.100 mujeres de la ciudad para analizar sus necesidades en materia de cuidado y desde ahí plantear todo el sistema.
“Estuvimos recogiendo información sobre la percepción que se tiene en torno a la oferta de cuidados y la demanda que se tiene sobre el cuidado, al tiempo que se realizaron ejercicios de articulación interinstitucional para el agenciamiento de esta propuesta de ciudad con la que se busca que se reconozca el cuidado como un derecho, una necesidad humana y un trabajo que sostiene la vida y le aporta a la economía del distrito”, explicó Mariela López Mejía, coordinadora del Sistema Distrital de Cuidados de la Subsecretaria de Equidad y Género de Cali.
La propuesta de la Secretaría de Bienestar Social y de la Subsecretaria de Equidad y Género consiste en una estrategia de “5r”, que consiste en reconocer el aporte del trabajo no remunerado de las personas que ejercen el cuidado; redistribuir las labores no solo en el interior de los hogares entre hombres y mujeres, sino articulando al Estado, el sector privado y la sociedad civil; reducir el tiempo y el volumen de trabajo no remunerado que asumen las mujeres; recompensar y garantizar que el trabajo de cuidado remunerado sea realizado en condiciones labores dignas, y asegurar la representación de las trabajadoras de cuidado (remunerado y no remunerado) en los espacios de toma de decisión política.
Esta actualización a la política pública de la ciudad, que está en proceso de aprobación por parte del Concejo de Cali, busca que las rutas de transporte público donde se encuentra la mayoría de las trabajadoras del cuidado en condición de vulnerabilidad, como el oriente de la ciudad, tengan una tarifa diferencial para ellas, o que se habilite una ruta especial de forma que gasten menos tiempo en sus trayectos de transporte.
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Para María Fernanda Penilla, secretaria de Bienestar Social, es clave que las empresas del sector privado también tomen parte en la redistribución del trabajo de cuidado. Una propuesta que esperan desarrollar de forma piloto en la Alcaldía es instalar valeras con tiempo destinado a labores de cuidado, de manera que puedan ser utilizadas por hombres y mujeres en casos como llevar a sus hijos o personas a cargo al médico. “Cuando todos tenemos la distribución de las tareas, todos vamos a hacer uso equitativo de esos tiempos de cuidado”, dijo.
López explicó que en marzo iniciarán las actividades de formación en los barrios y comunas de la ciudad para la transformación de imaginarios, valores y prácticas que hay en torno al cuidado; a la par, realizarán jornadas de cuidado para las trabajadoras del cuidado. Si bien el enfoque de género de esta política está centrado en las mujeres, la secretaria Penilla espera que se pueda ampliar cada vez más a los hombres para que se apropien del trabajo de cuidado a través de las actividades de concientización.
El desarrollo de esta estrategia en Cali creará el Comité Intersectorial e Interinstitucional del Sistema Distrital de Cuidado para mejorar la atención a cuidadoras articulando al sector privado y a distintas dependencias de la Alcaldía.
Otra propuesta de política pública que le apunta a la equidad en el trabajo de cuidado está en el noroccidente del país. En el segundo semestre del 2021, la Secretaría de la Mujer de Antioquia presentó el Plan de Economía del Cuidado 2020-2031, que parte de la equidad en derechos, el acceso a trabajo remunerado y tiene en cuenta el hecho de que la mayoría de cuidadoras (60 %, según el DANE) están entre 20 y 40 años; es decir, en edad productiva.
La apuesta de Antioquia es ambiciosa, pues busca reducir el tiempo que dedican las mujeres a trabajos de cuidado no remunerado, pasando de 28 horas en promedio a la semana en 2020 a 18 horas en promedio semanal en el 2031. Para lograr este objetivo, el trabajo de la Secretaría se enfoca en reconocer la importancia de la economía de cuidado para el bienestar social y la igualdad de género a través de la cualificación del trabajo de cuidado y un proceso de pedagogía sobre cómo redistribuir de manera justa y equilibrada el trabajo de cuidado no remunerado.
Por otro lado, para fortalecer la oferta pública y privada para la reducción de la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados, la Secretaría propone disponer o mejorar el sistema de transporte e infraestructura para garantizar las labores de cuidado y crear una oferta de servicios de cuidado que pueda ser prestada en articulación con las alcaldías.
Natalia Velásquez Osorio, secretaria de la Mujer de Antioquia, explicó que, “al tener este plan como Gobernación, le estamos dando un estatus político a ese cuidado. No es un asunto que se queda en lo íntimo o en lo privado y que les compete solo a las mujeres, sino que el Estado debe tener una acción afirmativa para que la sociedad entienda la problemática y de ahí podamos trabajar para garantizar mejorías tanto para los cuidadores como para las personas que cuidan”.
La implementación durante el 2021 se llevó a cabo en Puerto Berrío, Girardota, Ciudad Bolívar y Rionegro, con un proceso de identificación de la demanda de cuidado de estas zonas y en talleres de concientización de lo que representa la economía del cuidado en la cotidianidad de los antioqueños. Maribel Giraldo, miembro de la Mesa de Economía del Cuidado de Antioquia, explica que junto a esta organización de mujeres participaron en la socialización del Plan de Economía del Cuidado del departamento, pero están a la espera de una reunión conjunta con la Secretaría para reconocer y evaluar los avances en la implementación y cuáles son las acciones puntuales que se han generado.
De forma más reciente, esta semana la Secretaría de las Mujeres de Medellín presentó el proyecto de inversión en bienes de capital, que busca impactar al menos a 8.700 mujeres de la ciudad que desempeñan labores de cuidado no remunerado. Inicialmente, y al igual que en las otras secretarías de la Mujer mencionadas, la primera acción está enfocada en la concientización del tema, pues, aunque se ha enunciado la economía del cuidado, no es un tema que haya sido del todo interiorizado por la gente. En el proceso de reconocimiento de las necesidades de las cuidadoras, la Alcaldía realizó 26 talleres territoriales en las 16 comunas y los cinco corregimientos de Medellín.
“En busca de promover la transformación del orden de género en el ámbito familiar que asigna a las mujeres el rol de cuidadoras y la realización de trabajos domésticos, queremos favorecer el acceso de las mujeres a bienes de capital físico y tecnologías para la realización de las tareas del hogar. Es por esto que se hará entrega de 6.090 lavadoras, para que disminuyan el tiempo que dedican al trabajo doméstico no remunerado y mejoren su calidad de vida”, explicó la secretaria de las Mujeres, Ana María Valle. Aunque no hay una fecha exacta para la entrega de las lavadoras, la Secretaría espera iniciar en el segundo semestre del año.