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                                                                                                                                Hamás mató a sus compañeras, pero ellas siguen trabajando por la paz

                                                                                                                                Manuela es judía, Kefaia es árabe. Son compañeras de lucha en la organización Mujeres que trabajan por la paz, que aboga por una salida negociada al conflicto entre Palestina e Israel. El 7 de octubre, integrantes del movimiento fueron asesinadas, pero eso solo reafirmó la importancia de su misión.

                                                                                                                                María Alejandra Medina

                                                                                                                                Editora Sección Mundo
                                                                                                                                A la izquierda, Manuela Rotstein. A la derecha, Kefaia Masarwy. Ambas forman parte de Mujeres que trabajan por la paz, una organización postulada al Premio Nobel de Paz.
                                                                                                                                Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Después de la guerra de 2014 en Gaza, y de sus devastadores efectos, Vivian, nacida en Canadá hace 74 años y radicada en Israel desde la década de los sesenta, cofundó Mujeres que trabajan por la paz, el movimiento pacifista más grande de Israel en la actualidad, con alrededor de 50.000 integrantes que abogan por una salida negociada al conflicto. Entre otras cosas, también fue voluntaria de Road to Recovery, transportando a habitantes de Gaza con necesidades médicas. Le quedaba cerca, pues Vivian vivía en el sur de Israel, a pocos kilómetros de la frontera con el enclave.

                                                                                                                                El 7 de octubre fue víctima de Hamás. A raíz de sus comunicaciones y de que no hallaron ningún cuerpo en su casa, ubicada en el kibutz Beeri, sus familiares y amigos pensaron que ella se encontraba entre las 240 personas que los milicianos palestinos tomaron como rehenes ese sábado, y empezaron a exigir su liberación.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Foto: Archivo particular

                                                                                                                                “¿Y ahora qué?”, fue la pregunta que a sus compañeras de causa se les cruzó por la cabeza en ese momento, en medio del horror y del dolor.

                                                                                                                                “Hamás es un grupo que está en contra de la paz y por eso buscaron atacar a la gente que estaba por la paz”, sostiene Manuela Rotstein, integrante de Mujeres que trabajan por la paz, argentina de nacimiento, esposa, madre y abuela, radicada en Israel desde los años ochenta.

                                                                                                                                “Hubo un nivel de violencia que no creía posible”, describe. Se refiere a las decapitaciones, violaciones sexuales y demás atrocidades cometidas por Hamás aquel día y de las que no fue consciente de inmediato. La mañana del 7 de octubre la sorprendió a bordo de un avión, que no pudo aterrizar en Tel Aviv; fue desviado a Chipre, en donde Manuela pasó la noche.

                                                                                                                                Sabía, por los antecedentes, que volvería a una “situación difícil” en el país, pero no imaginaba nada de lo que encontró.

                                                                                                                                📝 Sugerimos: Israel no tiene “licencia para deshumanizar” a población gazatí: Antony Blinken

                                                                                                                                El domingo 8, cuando finalmente llegó a Israel, había retenes por doquier. Supo más sobre lo que había pasado cuando se comunicó con una prima, cuyo nieto, un militar que estaba en la frontera, “se salvó de milagro” en el ataque.

                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                De su amiga Vivian Silver, dice: “Fue una persona que influyó mucho en mí. La admiré y siempre que la veía pensaba que estábamos haciendo lo correcto”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Familiares y amigos de la activista por la paz canadiense-israelí Vivian Silver lloran durante una ceremonia conmemorativa en el centro de Israel, 16 de noviembre de 2023.
                                                                                                                                Foto: EFE - ABIR SULTAN
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No era muy claro lo que seguía, quizá todo había terminado. Algunas empezaron a hablar de dejar el movimiento. Pero hacia la tercera semana “reaccionaron”, en palabras de Manuela. “Desde ese momento entendí que la oposición a la guerra era más necesaria, porque la guerra crea a este tipo de gente (Hamás). Entendí cuánto más teníamos que trabajar para tratar de erradicar esta violencia de nuestra sociedad”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                📝 Sugerimos: “Acuerdo ya”: las voces contra el secuestro que remecen a Netanyahu

                                                                                                                                Mujeres que trabajan por la paz ha llamado la atención particularmente por las mujeres secuestradas, quienes, según testimonios de personas liberadas durante la tregua de noviembre pasado, estarían siendo sometidas a constantes agresiones sexuales.

                                                                                                                                Manuela Rotstein lleva con ella a todas partes el cartel que exige la liberación de las jóvenes secuestradas por Hamás.
                                                                                                                                Foto: María Alejandra Medina C.
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Nunca sabremos lo que Vivian habría hecho en esta situación, pero es posible inferirlo. “Siempre fue una mujer muy clara y estratégica, idealista, pero pragmática: hacer las concesiones necesarias para que tanto nosotros como los palestinos vivamos mejor”, afirma Manuela.

                                                                                                                                Vivian también era amiga de Kefaia Masarwy, nacida en Tayibe, una ciudad árabe en el centro de Israel, y radicada en Acre (norte) desde que se casó. Tuvo tres hijos, que hoy tienen 26, 24 y 23 años.

                                                                                                                                Como Manuela (que es judía), Kefaia (que es árabe) también es integrante de Mujeres que trabajan por la paz, pues la organización es no partidista, no jerárquica y acoge a mujeres religiosas, laicas, árabes, judías, drusas y beduinas, de todas partes del país.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Kefaia Masarwy, sobreviviente de violencia de género y activista.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular

                                                                                                                                Actualmente, vive solo con dos de sus hijos. También dirige un centro de justicia social de Merkazim lezedek Hevrati, una red de activistas comunitarios que promueven la democracia, la igualdad y la solidaridad. Centros como el que maneja trabajan, además, por la justicia y el cambio social por medio de la construcción de liderazgo.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Aunque no conoce a nadie cercano en Gaza, cuenta que cayó en depresión al ver la respuesta de Israel en ese lugar. “No quería hablar con nadie, no quería comer”. Finalmente optó por sacar el televisor de la casa.

                                                                                                                                Residentes de la ciudad de Gaza reuniendo algunas de sus pertenencias mientras comenzaban a desplazarse hacia el sur en los primeros días de los ataques israelíes, el 14 de octubre.
                                                                                                                                Foto: EFE - HAITHAM IMAD

                                                                                                                                Dice que le preocupa el futuro, sobre todo si se mantiene el actual gobierno, cuyo desdén por la población árabe (el 20 % de la población de Israel) resalta.

                                                                                                                                “Después de más de 110 días vemos que el gobierno es un obstáculo para la paz en este momento”, apunta Manuela, por su parte.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Un edificio dañado tras un ataque aéreo israelí contra el campo de refugiados de Rafah, al sur de la Franja de Gaza, 09 de febrero de 2024.
                                                                                                                                Foto: EFE - HAITHAM IMAD

                                                                                                                                “La guerra no está ayudando a la liberación de los secuestrados”, señala Manuela, quien además de Vivian, perdió a Orit, otra compañera del movimiento, aquel 7 de octubre. El hijo de Orit, Itay, fue tomado como rehén. En parte fue por él que las mujeres de la organización se volvieron a movilizar después del shock: “Todos los días llevábamos a la plaza la foto del hijo de Orit, porque sabíamos que Orit no podía estar, pero estábamos nosotras”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Manuela está convencida de que los rehenes “solo van a volver si hay un acuerdo, si hay una negociación más abarcadora, como la que espera Estados Unidos, un acuerdo regional”. Cree que “el enemigo más grande de Hamás es un acuerdo político; lo vimos demostrado cuando asesinaron a pacifistas y activistas de la paz con Palestina”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                📌Le puede interesar: Israel bombardeó Rafah, pese a advertencias: “Moriremos en nuestras casas”

                                                                                                                                Mujeres lloran los cuerpos de los miembros de dos familias palestinas tras un ataque aéreo israelí contra el campo de refugiados de Rafah, al sur de la Franja de Gaza, el 09 de febrero de 2024.
                                                                                                                                Foto: EFE - HAITHAM IMAD

                                                                                                                                La cuestión del Estado palestino

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                📌Le puede interesar: Hamás puso sus condiciones, Israel no cede: la tregua en Gaza llego a punto muerto

                                                                                                                                La Unión Europea, por ejemplo, ha vuelto a poner la creación de un Estado palestino sobre la mesa, pero eso prácticamente no está ni en el vocabulario de Benjamin Netanyahu.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Mujeres que trabajan por la paz fue fundada después de la guerra de 2014 en Gaza. Se identifican con el color turquesa, mezcla entre el azul y el verde, como símbolo de inclusión y esperanza. / Archivo particular

                                                                                                                                Mujeres que trabajan por la paz seguirá su labor por una resolución con perspectiva de género, convencidas de que, como decía la exdiplomática estadounidense Swanee Hunt, “las mujeres tienden a tener una visión más holística de la seguridad, que abarca no solo la soberanía política y la fuerza militar, sino también la seguridad económica, la educación y la seguridad personal”, citan en su sitio web.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Aunque el panorama no está despejado, Kefaia concluye: “Tengo que creer en la paz y la esperanza. La esperanza es la luz”.

                                                                                                                                A la izquierda, Manuela Rotstein. A la derecha, Kefaia Masarwy. Ambas forman parte de Mujeres que trabajan por la paz, una organización postulada al Premio Nobel de Paz.
                                                                                                                                Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Después de la guerra de 2014 en Gaza, y de sus devastadores efectos, Vivian, nacida en Canadá hace 74 años y radicada en Israel desde la década de los sesenta, cofundó Mujeres que trabajan por la paz, el movimiento pacifista más grande de Israel en la actualidad, con alrededor de 50.000 integrantes que abogan por una salida negociada al conflicto. Entre otras cosas, también fue voluntaria de Road to Recovery, transportando a habitantes de Gaza con necesidades médicas. Le quedaba cerca, pues Vivian vivía en el sur de Israel, a pocos kilómetros de la frontera con el enclave.

                                                                                                                                El 7 de octubre fue víctima de Hamás. A raíz de sus comunicaciones y de que no hallaron ningún cuerpo en su casa, ubicada en el kibutz Beeri, sus familiares y amigos pensaron que ella se encontraba entre las 240 personas que los milicianos palestinos tomaron como rehenes ese sábado, y empezaron a exigir su liberación.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Foto: Archivo particular

                                                                                                                                “¿Y ahora qué?”, fue la pregunta que a sus compañeras de causa se les cruzó por la cabeza en ese momento, en medio del horror y del dolor.

                                                                                                                                “Hamás es un grupo que está en contra de la paz y por eso buscaron atacar a la gente que estaba por la paz”, sostiene Manuela Rotstein, integrante de Mujeres que trabajan por la paz, argentina de nacimiento, esposa, madre y abuela, radicada en Israel desde los años ochenta.

                                                                                                                                “Hubo un nivel de violencia que no creía posible”, describe. Se refiere a las decapitaciones, violaciones sexuales y demás atrocidades cometidas por Hamás aquel día y de las que no fue consciente de inmediato. La mañana del 7 de octubre la sorprendió a bordo de un avión, que no pudo aterrizar en Tel Aviv; fue desviado a Chipre, en donde Manuela pasó la noche.

                                                                                                                                Sabía, por los antecedentes, que volvería a una “situación difícil” en el país, pero no imaginaba nada de lo que encontró.

                                                                                                                                📝 Sugerimos: Israel no tiene “licencia para deshumanizar” a población gazatí: Antony Blinken

                                                                                                                                El domingo 8, cuando finalmente llegó a Israel, había retenes por doquier. Supo más sobre lo que había pasado cuando se comunicó con una prima, cuyo nieto, un militar que estaba en la frontera, “se salvó de milagro” en el ataque.

                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                De su amiga Vivian Silver, dice: “Fue una persona que influyó mucho en mí. La admiré y siempre que la veía pensaba que estábamos haciendo lo correcto”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Familiares y amigos de la activista por la paz canadiense-israelí Vivian Silver lloran durante una ceremonia conmemorativa en el centro de Israel, 16 de noviembre de 2023.
                                                                                                                                Foto: EFE - ABIR SULTAN
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No era muy claro lo que seguía, quizá todo había terminado. Algunas empezaron a hablar de dejar el movimiento. Pero hacia la tercera semana “reaccionaron”, en palabras de Manuela. “Desde ese momento entendí que la oposición a la guerra era más necesaria, porque la guerra crea a este tipo de gente (Hamás). Entendí cuánto más teníamos que trabajar para tratar de erradicar esta violencia de nuestra sociedad”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                📝 Sugerimos: “Acuerdo ya”: las voces contra el secuestro que remecen a Netanyahu

                                                                                                                                Mujeres que trabajan por la paz ha llamado la atención particularmente por las mujeres secuestradas, quienes, según testimonios de personas liberadas durante la tregua de noviembre pasado, estarían siendo sometidas a constantes agresiones sexuales.

                                                                                                                                Manuela Rotstein lleva con ella a todas partes el cartel que exige la liberación de las jóvenes secuestradas por Hamás.
                                                                                                                                Foto: María Alejandra Medina C.
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Vivian también era amiga de Kefaia Masarwy, nacida en Tayibe, una ciudad árabe en el centro de Israel, y radicada en Acre (norte) desde que se casó. Tuvo tres hijos, que hoy tienen 26, 24 y 23 años.

                                                                                                                                Como Manuela (que es judía), Kefaia (que es árabe) también es integrante de Mujeres que trabajan por la paz, pues la organización es no partidista, no jerárquica y acoge a mujeres religiosas, laicas, árabes, judías, drusas y beduinas, de todas partes del país.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Kefaia Masarwy, sobreviviente de violencia de género y activista.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular

                                                                                                                                Actualmente, vive solo con dos de sus hijos. También dirige un centro de justicia social de Merkazim lezedek Hevrati, una red de activistas comunitarios que promueven la democracia, la igualdad y la solidaridad. Centros como el que maneja trabajan, además, por la justicia y el cambio social por medio de la construcción de liderazgo.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Aunque no conoce a nadie cercano en Gaza, cuenta que cayó en depresión al ver la respuesta de Israel en ese lugar. “No quería hablar con nadie, no quería comer”. Finalmente optó por sacar el televisor de la casa.

                                                                                                                                Residentes de la ciudad de Gaza reuniendo algunas de sus pertenencias mientras comenzaban a desplazarse hacia el sur en los primeros días de los ataques israelíes, el 14 de octubre.
                                                                                                                                Foto: EFE - HAITHAM IMAD

                                                                                                                                Dice que le preocupa el futuro, sobre todo si se mantiene el actual gobierno, cuyo desdén por la población árabe (el 20 % de la población de Israel) resalta.

                                                                                                                                “Después de más de 110 días vemos que el gobierno es un obstáculo para la paz en este momento”, apunta Manuela, por su parte.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Un edificio dañado tras un ataque aéreo israelí contra el campo de refugiados de Rafah, al sur de la Franja de Gaza, 09 de febrero de 2024.
                                                                                                                                Foto: EFE - HAITHAM IMAD

                                                                                                                                “La guerra no está ayudando a la liberación de los secuestrados”, señala Manuela, quien además de Vivian, perdió a Orit, otra compañera del movimiento, aquel 7 de octubre. El hijo de Orit, Itay, fue tomado como rehén. En parte fue por él que las mujeres de la organización se volvieron a movilizar después del shock: “Todos los días llevábamos a la plaza la foto del hijo de Orit, porque sabíamos que Orit no podía estar, pero estábamos nosotras”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Manuela está convencida de que los rehenes “solo van a volver si hay un acuerdo, si hay una negociación más abarcadora, como la que espera Estados Unidos, un acuerdo regional”. Cree que “el enemigo más grande de Hamás es un acuerdo político; lo vimos demostrado cuando asesinaron a pacifistas y activistas de la paz con Palestina”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                📌Le puede interesar: Israel bombardeó Rafah, pese a advertencias: “Moriremos en nuestras casas”

                                                                                                                                Mujeres lloran los cuerpos de los miembros de dos familias palestinas tras un ataque aéreo israelí contra el campo de refugiados de Rafah, al sur de la Franja de Gaza, el 09 de febrero de 2024.
                                                                                                                                Foto: EFE - HAITHAM IMAD

                                                                                                                                La cuestión del Estado palestino

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                📌Le puede interesar: Hamás puso sus condiciones, Israel no cede: la tregua en Gaza llego a punto muerto

                                                                                                                                La Unión Europea, por ejemplo, ha vuelto a poner la creación de un Estado palestino sobre la mesa, pero eso prácticamente no está ni en el vocabulario de Benjamin Netanyahu.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Mujeres que trabajan por la paz fue fundada después de la guerra de 2014 en Gaza. Se identifican con el color turquesa, mezcla entre el azul y el verde, como símbolo de inclusión y esperanza. / Archivo particular

                                                                                                                                Mujeres que trabajan por la paz seguirá su labor por una resolución con perspectiva de género, convencidas de que, como decía la exdiplomática estadounidense Swanee Hunt, “las mujeres tienden a tener una visión más holística de la seguridad, que abarca no solo la soberanía política y la fuerza militar, sino también la seguridad económica, la educación y la seguridad personal”, citan en su sitio web.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Aunque el panorama no está despejado, Kefaia concluye: “Tengo que creer en la paz y la esperanza. La esperanza es la luz”.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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