¿Hasta cuándo la inestabilidad laboral en el fútbol femenino?
Mientras la Dimayor, los clubes y el Ministerio del Deporte acuerdan los lineamientos para una liga de fútbol femenino competitiva, las jugadoras, muchas de ellas desempleadas, deben buscar alternativas de trabajo para cumplir con sus obligaciones.
Paula Casas Mogollón
Laura Alejandra Moreno Urriaga
Ser la sede de la Copa América Femenina de 2022 parecía ser una buena vía para que el fútbol femenino en Colombia estuviera más cerca de estabilizarse, recibiendo torneos internacionales, siendo finalista de estos, teniendo una liga competitiva como lo vimos en el primer semestre. Pero, no fue así. Desde que terminó el campeonato, en junio, las jugadoras se enfrentan a una inestabilidad laboral más aguda que la que ya tenían.
Luisa*, una de quienes participaron en la Liga Profesional Femenina de Fútbol de 2022, cuenta que en este momento no está vinculada con ningún club y por ende no tiene la posibilidad de seguir entrenando. “Los equipos se enfocan en divisiones menores o en categorías donde pueden competir y ese no es nuestro caso”, anota.
En su informe Liga Femenina Betplay Dimayor 2022, la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) destacó el aumento de participantes en la sexta edición del torneo, que pasó de 11 equipos en 2021, a 17 este año. En total, 425 futbolistas fueron inscritas y 399 tuvieron minutos jugados en los partidos oficiales. “Es algo muy positivo, pues se abren más posibilidades laborales para el amplio universo de jugadoras que buscan la oportunidad de ejercer esta profesión”, resalta el informe.
Y aunque esa fue una oportunidad para mejorar las condiciones laborales de las futbolistas, después de la finalización del torneo, con el encuentro entre América de Cali y Deportivo Cali –que contó con la asistencia de cerca de 39.000 espectadores en el estadio Pascual Guerrero, en Cali– la incertidumbre sobre la realización del torneo en el segundo semestre por la falta de apoyo de los clubes se cruzó con la terminación del contrato de muchas jugadoras que hasta la fecha están desempleadas.
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“Hice un emprendimiento porque me da la flexibilidad de poder cumplir cuando vuelva la competencia. En otro trabajo no podría estar renunciando y volviendo, y menos tener el medio día para entrenar. Creo que las profesionales que estamos en el país vamos a empezar a participar torneos de fútbol 8 o fútbol 5 en los que nos dejen jugar, porque muchas veces la regla es que no se aceptan profesionales, entonces nos queda todo muy limitado”, explica Claudia*, otra deportista que, como varias jugadoras que compartieron su experiencia con El Espectador, prefiere reservar su identidad para evitar efectos negativos sobre sus carreras, como vetos.
Desigualdad en la contratación
El hecho de no contar con una liga trunca la posibilidad de avanzar en la mejora de los contratos de las futbolistas. Si se comparan los salarios entre hombres y mujeres, las diferencias son abismales: mientras que los de los hombres se encuentran entre los 4 y los 200 millones de pesos, los ingresos de las mujeres se quedan entre 1,5 y 2 millones de pesos, con algunas excepciones que pueden superar ese monto.
Para el campeonato de inicio de este año, los 17 clubes tenían la obligación de contratar formalmente al menos a 15 jugadoras y el resto de su plantilla recibía auxilios económicos. De acuerdo con Acolfutpro, “más del 70 % de las futbolistas inscritas formalizaron su vínculo laboral”. Sin embargo, esta medida no garantizó ingresos estables para las jugadoras.
La mayoría de los equipos contaron con contratos hasta el final del campeonato (6 de junio) o días después; sin embargo, el contrato de Orsomarso, por ejemplo, tenía vigencia hasta el 12 de junio, pero con una cláusula que decía que si no clasificaban a fases finales se les pagaba hasta el día trabajado. Un caso similar se presentó con Atlético Bucaramanga, que tuvo contratos con fecha de finalización al 8 de junio, con la misma cláusula de terminación.
“Actualmente no contamos con un contrato, porque comienza la liga y el contrato va por tres o cuatro meses, que es lo que demora el torneo. Después de eso terminamos con la incertidumbre de qué viene ahora, qué va a pasar. Hay jugadoras que no tienen una carrera técnica o profesional y solo se dedican al fútbol. Yo, por ejemplo, dependo mucho de ello”, cuenta otra de las jugadoras.
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Luana*, por ejemplo, contaba con un contrato hasta julio en uno de los equipos que participaron en la liga pasada, que pidió no mencionar, y dice que una lesión hizo que su vinculación con el club se extendiera, pero en la práctica esto no ha significado mayores ingresos para ella. “Además de los trabajos en el equipo, hago otro trabajo, ya que pago arriendo y con lo que gano mensual no me alcanza, tengo que ayudar a mi familia y pagarme la universidad. Ellos deben consignarnos los primeros cinco días de cada mes, pero ya vamos para dos meses que no nos pagan”.
En el caso de América y Deportivo Cali, los contratos de las futbolistas van hasta final de año por su compromiso de participar en la Copa Libertadores, aunque, de nuevo, los incumplimientos en los pagos de los salarios en el Cali atentan contra el trabajo digno de las jugadoras. Pues, aunque el 16 de agosto el club informó mediante un comunicado que “las obligaciones salariales no presentan mora superior a 60 días, de manera que no afectarían la vigencia del reconocimiento deportivo de nuestra institución”, a la fecha todavía hay pagos pendientes.
Además, tener un campeonato tan corto como el del primer semestre (107 días) no solo priva a las deportistas de contar con ingresos fijos, sino que, como explica Acolfutpro, “no permite que las futbolistas puedan desarrollar una carrera profesional ni puedan acceder a unas condiciones laborales que les permitan tener contratos de mayor duración, que a su vez les garanticen un ingreso digno y permanente, como lo tienen los hombres”.
Para mitigar la brecha salarial y de condiciones de trabajo estables que persiste, ONU Mujeres propone “fomentar la presencia de mujeres en puestos de alta dirección con cargos de influencia y con competencias de toma de decisiones estableciendo cuotas progresivas que promuevan la igualdad de género en las diferentes juntas directivas, comisiones y comités de resorte administrativo, disciplinario, deportivo, y que tengan como fin la paridad de género de sus integrantes”.
Además, la organización agrega que se debe “promover la creación de contratos laborales con mujeres deportistas, fomentando la continuidad temporal de los contratos, desarrollar políticas y programas que incrementen el número de mujeres en los cargos de entrenadoras, formadoras, juezas y administradoras en todos los niveles”.
“El cuerpo técnico y los asistentes también quedan desempleados, son como nosotras, vuelven si hay torneo, o buscan en categorías inferiores a las que mantienen. La situación es la misma no solo para las jugadoras, sino para todos los que trabajamos en el fútbol femenino”, comenta una de las futbolistas.
Entre las recomendaciones de Acolfutpro para garantizarles a las jugadoras un trabajo en condiciones dignas y estables, la Asociación considera que “desde el comienzo del año se debe definir cuántos campeonatos se realizarán, en qué condiciones y qué equipos los disputarán”.
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“Los clubes, la mayoría, se atienen a lo que dice la Dimayor y no pueden hacer nada más. Además, se les libera de un presupuesto grande y están cómodos con eso; cuando haya liga, hay, y cuando no, no hacen mucha presión para que se logre”, recalca Luisa. Esta medida obligaría a los clubes a tener un presupuesto y un lineamiento definido para garantizar la participación de las deportistas pues, por ejemplo, solo cuatro equipos mantuvieron su apoyo a la realización del torneo en el segundo semestre.
“Hay jugadoras con mucho talento, que merecen un sueldo digno y la verdad nos frustra que no nos apoyen completamente, que no haya un sueldo estable, que no tengamos el acompañamiento que merecemos las mujeres”, reclama una de las deportistas.
Ser la sede de la Copa América Femenina de 2022 parecía ser una buena vía para que el fútbol femenino en Colombia estuviera más cerca de estabilizarse, recibiendo torneos internacionales, siendo finalista de estos, teniendo una liga competitiva como lo vimos en el primer semestre. Pero, no fue así. Desde que terminó el campeonato, en junio, las jugadoras se enfrentan a una inestabilidad laboral más aguda que la que ya tenían.
Luisa*, una de quienes participaron en la Liga Profesional Femenina de Fútbol de 2022, cuenta que en este momento no está vinculada con ningún club y por ende no tiene la posibilidad de seguir entrenando. “Los equipos se enfocan en divisiones menores o en categorías donde pueden competir y ese no es nuestro caso”, anota.
En su informe Liga Femenina Betplay Dimayor 2022, la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) destacó el aumento de participantes en la sexta edición del torneo, que pasó de 11 equipos en 2021, a 17 este año. En total, 425 futbolistas fueron inscritas y 399 tuvieron minutos jugados en los partidos oficiales. “Es algo muy positivo, pues se abren más posibilidades laborales para el amplio universo de jugadoras que buscan la oportunidad de ejercer esta profesión”, resalta el informe.
Y aunque esa fue una oportunidad para mejorar las condiciones laborales de las futbolistas, después de la finalización del torneo, con el encuentro entre América de Cali y Deportivo Cali –que contó con la asistencia de cerca de 39.000 espectadores en el estadio Pascual Guerrero, en Cali– la incertidumbre sobre la realización del torneo en el segundo semestre por la falta de apoyo de los clubes se cruzó con la terminación del contrato de muchas jugadoras que hasta la fecha están desempleadas.
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“Hice un emprendimiento porque me da la flexibilidad de poder cumplir cuando vuelva la competencia. En otro trabajo no podría estar renunciando y volviendo, y menos tener el medio día para entrenar. Creo que las profesionales que estamos en el país vamos a empezar a participar torneos de fútbol 8 o fútbol 5 en los que nos dejen jugar, porque muchas veces la regla es que no se aceptan profesionales, entonces nos queda todo muy limitado”, explica Claudia*, otra deportista que, como varias jugadoras que compartieron su experiencia con El Espectador, prefiere reservar su identidad para evitar efectos negativos sobre sus carreras, como vetos.
Desigualdad en la contratación
El hecho de no contar con una liga trunca la posibilidad de avanzar en la mejora de los contratos de las futbolistas. Si se comparan los salarios entre hombres y mujeres, las diferencias son abismales: mientras que los de los hombres se encuentran entre los 4 y los 200 millones de pesos, los ingresos de las mujeres se quedan entre 1,5 y 2 millones de pesos, con algunas excepciones que pueden superar ese monto.
Para el campeonato de inicio de este año, los 17 clubes tenían la obligación de contratar formalmente al menos a 15 jugadoras y el resto de su plantilla recibía auxilios económicos. De acuerdo con Acolfutpro, “más del 70 % de las futbolistas inscritas formalizaron su vínculo laboral”. Sin embargo, esta medida no garantizó ingresos estables para las jugadoras.
La mayoría de los equipos contaron con contratos hasta el final del campeonato (6 de junio) o días después; sin embargo, el contrato de Orsomarso, por ejemplo, tenía vigencia hasta el 12 de junio, pero con una cláusula que decía que si no clasificaban a fases finales se les pagaba hasta el día trabajado. Un caso similar se presentó con Atlético Bucaramanga, que tuvo contratos con fecha de finalización al 8 de junio, con la misma cláusula de terminación.
“Actualmente no contamos con un contrato, porque comienza la liga y el contrato va por tres o cuatro meses, que es lo que demora el torneo. Después de eso terminamos con la incertidumbre de qué viene ahora, qué va a pasar. Hay jugadoras que no tienen una carrera técnica o profesional y solo se dedican al fútbol. Yo, por ejemplo, dependo mucho de ello”, cuenta otra de las jugadoras.
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Luana*, por ejemplo, contaba con un contrato hasta julio en uno de los equipos que participaron en la liga pasada, que pidió no mencionar, y dice que una lesión hizo que su vinculación con el club se extendiera, pero en la práctica esto no ha significado mayores ingresos para ella. “Además de los trabajos en el equipo, hago otro trabajo, ya que pago arriendo y con lo que gano mensual no me alcanza, tengo que ayudar a mi familia y pagarme la universidad. Ellos deben consignarnos los primeros cinco días de cada mes, pero ya vamos para dos meses que no nos pagan”.
En el caso de América y Deportivo Cali, los contratos de las futbolistas van hasta final de año por su compromiso de participar en la Copa Libertadores, aunque, de nuevo, los incumplimientos en los pagos de los salarios en el Cali atentan contra el trabajo digno de las jugadoras. Pues, aunque el 16 de agosto el club informó mediante un comunicado que “las obligaciones salariales no presentan mora superior a 60 días, de manera que no afectarían la vigencia del reconocimiento deportivo de nuestra institución”, a la fecha todavía hay pagos pendientes.
Además, tener un campeonato tan corto como el del primer semestre (107 días) no solo priva a las deportistas de contar con ingresos fijos, sino que, como explica Acolfutpro, “no permite que las futbolistas puedan desarrollar una carrera profesional ni puedan acceder a unas condiciones laborales que les permitan tener contratos de mayor duración, que a su vez les garanticen un ingreso digno y permanente, como lo tienen los hombres”.
Para mitigar la brecha salarial y de condiciones de trabajo estables que persiste, ONU Mujeres propone “fomentar la presencia de mujeres en puestos de alta dirección con cargos de influencia y con competencias de toma de decisiones estableciendo cuotas progresivas que promuevan la igualdad de género en las diferentes juntas directivas, comisiones y comités de resorte administrativo, disciplinario, deportivo, y que tengan como fin la paridad de género de sus integrantes”.
Además, la organización agrega que se debe “promover la creación de contratos laborales con mujeres deportistas, fomentando la continuidad temporal de los contratos, desarrollar políticas y programas que incrementen el número de mujeres en los cargos de entrenadoras, formadoras, juezas y administradoras en todos los niveles”.
“El cuerpo técnico y los asistentes también quedan desempleados, son como nosotras, vuelven si hay torneo, o buscan en categorías inferiores a las que mantienen. La situación es la misma no solo para las jugadoras, sino para todos los que trabajamos en el fútbol femenino”, comenta una de las futbolistas.
Entre las recomendaciones de Acolfutpro para garantizarles a las jugadoras un trabajo en condiciones dignas y estables, la Asociación considera que “desde el comienzo del año se debe definir cuántos campeonatos se realizarán, en qué condiciones y qué equipos los disputarán”.
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“Los clubes, la mayoría, se atienen a lo que dice la Dimayor y no pueden hacer nada más. Además, se les libera de un presupuesto grande y están cómodos con eso; cuando haya liga, hay, y cuando no, no hacen mucha presión para que se logre”, recalca Luisa. Esta medida obligaría a los clubes a tener un presupuesto y un lineamiento definido para garantizar la participación de las deportistas pues, por ejemplo, solo cuatro equipos mantuvieron su apoyo a la realización del torneo en el segundo semestre.
“Hay jugadoras con mucho talento, que merecen un sueldo digno y la verdad nos frustra que no nos apoyen completamente, que no haya un sueldo estable, que no tengamos el acompañamiento que merecemos las mujeres”, reclama una de las deportistas.