Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Con tenacidad en su voz, Julissa Mosquera nos dijo en plena pandemia que las comunidades negras debían caminar a la par del resto del mundo. “No nos vamos a detener. Tenemos que explorar nuevas formas de comunicación”. Tres años después, esta mujer chocoana, matrona del kilombo Yumma, nos dice con la misma fuerza y claridad que ya existe Kilombo App, una herramienta que pretende agilizar los trámites dentro de los kilombos y así garantizarles a las comunidades una atención de calidad impulsada por la tecnología.
“Para nosotras es muy importante tener una aplicación con la que, en tiempo real, podamos registrar las atenciones que hacemos en el kilombo y en los territorios”, sostuvo Mosquera. Ella llegó a Bogotá hace más de 10 años con su Chocó cargado en la maleta, porque el conflicto armado no le dejó otra opción que huir de Quibdó. Pero llegó a la capital soñándose con un sistema de salud que incluyera a los negros, su cosmovisión y que respetara su lenguaje y sus costumbres.
Hoy existen 10 kilombos en Bogotá, uno por cada dos localidades, que prestan atención gratuita y son liderados por diferentes mujeres. La iniciativa arrancó en 2014 de la mano de la Secretaría de Salud, bajo el proyecto distrital de medicina intercultural de la alcaldía de Gustavo Petro. “En estos espacios atendemos, desde la medicina ancestral, a todas las personas que ingresen. Aquí hay una partera, una sabedora, una enfermera, una técnica ambiental y yo, que soy la gestora”, nos explicó Ingris Urbina. Esa sanación viene de las plantas medicinales, de la palabra y el rezo, es curar las dolencias físicas, sin dejar de lado el espíritu.
“Es conjugar nuestras hierbas, nuestros aromas, nuestras espiritualidades y ponerlas al servicio del cuidado del cuerpo”, nos dice Julissa Mosquera.
Si hablamos de la partería ancestral, por ejemplo, “quien entiende la importancia de este oficio insiste en que preservar la práctica de la partería ancestral en la comunidad negra se constituye en una manera de visibilizar las comunidades en términos políticos y culturales”, escribió Olga Lucía Samboní en un texto académico. En otras palabras, la medicina ancestral también es una prueba de la resistencia de la comunidad negra.
Samboní complementa su explicación diciendo que “no existe acto humano tan sagrado y extraordinario como dar vida a través de las manos, el conocimiento, el alma y el cuerpo mediante el acompañamiento que ejerce una partera alrededor del nacimiento de un bebé”. La matrona del kilombo Yumma nos comentó algo similar: “Aquí la idea es entretejer la medicina ancestral y la occidental. En los kilombos no podemos realizar partos, pero sí acompañamos a la gestante hasta llegar al sistema de salud. La meta es que la mujer vaya preparada para que tenga un parto más humanizado y feliz”.
Le puede interesar: De la guaracha a Mozart: el sello latino de la soprano Julieth Lozano
El servicio de los kilombos es esencial, pues este es el espacio más cercano que tienen las comunidades vulnerables, que están asentadas en las periferias de Bogotá, al sistema de salud. Para hacernos una idea de la problemática, el Observatorio Distrital de Víctimas arrojó que las comunidades negras son el grupo étnico con mayor número de víctimas del conflicto armado en Bogotá, con más de 32.400 personas que representan el 8,8 % del total de las víctimas ubicadas en la ciudad.
“Muchas de estas personas ni siquiera están registradas, y cuando llegan al kilombo se hace esa conexión entre las comunidades y el sistema de salud”, agregó Mosquera.
Pero para hacer esa articulación con las instituciones, los kilombos deben llenar formularios que no necesariamente facilitan su labor ni recogen sus saberes ancestrales. “La gestora y la técnica ambiental se gastan la vida en estos formatos, que si bien es cierto los exige la Secretaría de Salud, son documentos repetitivos que hacen que la calidad de la atención de los usuarios se pierda”, comentó la matrona del kilombo Yumma.
Laura Niño, lideresa de diseño estratégico y producto, quien participó en el desarrollo de Kilombo App, nos comentó que las mujeres que trabajan en el kilombo “están inundadas en formularios. Son ocho formatos (por persona) y ninguno recoge la sabiduría ni la información de la medicina ancestral, es absolutamente genérico. Además, son documentos llenos de preguntas redundantes e ilegibles”.
Ella insiste en que muchas organizaciones comunitarias sufren por no tener herramientas que se ajusten a sus necesidades. “Este es un fenómeno conocido como brecha digital organizacional. Si bien pueden existir herramientas como Google Docs o Google Sheets, por ejemplo, estos programas no son hechos a la medida y no les permiten a las organizaciones conectarse desde sus fortalezas con otros sistemas digitales”, afirmó Niño.
Todo esto tiene un agravante: los datos recolectados en los formularios no generan ningún tipo de retroalimentación sobre el servicio que están prestando. “Cuando preguntan en el kilombo cuántas personas van al mes, ellas no logran encontrar esa información tan fácil. Eso quiere decir que los datos están fluyendo solamente en dirección hacia las instituciones, pero no se devuelven. Eso no funciona dentro de la lógica moderna del desarrollo digital”, sostuvo Niño.
Sofía Castañeda, investigadora y diseñadora de interfaces de la aplicación, dice que la app será un apoyo logístico que les permitirá a las trabajadoras del kilombo retomar el control sobre los datos que generen, “pero también es algo que les ayudará a complementar este servicio que dan a la comunidad”, aseguró.
¿Cómo funciona Kilombo App?
“La persona que utiliza la aplicación es quien trabaja en el kilombo. Estamos en un pilotaje y, por ahora, esto beneficiaría a las comunidades que atiende nuestro equipo, que son las de Antonio Nariño y San Cristóbal. Sin embargo, la idea es impactar a todo el Distrito Capital”, nos comentó Julissa.
Sobre su funcionamiento, Laura Niño nos explica que dentro de la lógica de las aplicaciones y el servicio de salud occidental, primero se hace un registro del paciente y luego viene la atención. “Aquí no. Debimos cambiar el orden de las actividades, porque en el kilombo lo más importante es la persona”, agregó. Eso fue algo fundamental para Julissa Mosquera. “Quienes desarrollaron la app siempre fueron respetuosos de nuestros lenguajes y nuestras formas. Por eso en la aplicación vamos a encontrar términos como ‘preñada’, por ejemplo, porque allí recogen nuestra esencia y cultura”, dijo la matrona del kilombo Yumma.
En esa misma línea, Sofía Castañeda dijo que fue clave asegurarse de que la aplicación se sintiera como algo propio de la cultura negra. “Si alguna vez has ido a un kilombo te das cuenta de que estar allí es una experiencia sensorial superbella, porque huele delicioso, hay un montón de afiches, patrones y colores. Todo eso lo integramos. Incluso, desarrollamos íconos con los peinados y pañoletas que utilizan ellas en su lugar de trabajo”, comentó.
Al entrar en la app, señaló Niño, vamos a encontrar preguntas de seguimiento. “Para quienes trabajan en el kilombo, esa etapa de seguimiento significa encargarse primero de la persona; puede ser un seguimiento a la preñada o al infante”. Después sí viene el registro, pero desde dos ámbitos: “Primero, desde los datos demográficos que son más estandarizados dentro de la lógica occidental. Y luego desde la perspectiva de la comunidad, del Ubuntu, de su rol en el colectivo”, concluyó.
Para todas estas mujeres, Kilombo App es una apuesta a la vigilancia en salud pública, es poder conectarse con sistemas digitales y compartir datos que son claves dentro del área de salud poblacional. “De esta forma podremos entender qué es lo que está pasando con estas poblaciones en tiempo real”, explicó Niño.
Ella agregó que la creación de esta app también responde a una preocupación que tenía Julissa como matrona del kilombo Yumma. “Ella siempre nos decía: ‘Nos estamos rezagando como comunidad a nivel tecnológico, nuestros saberes no están recogidos en ningún formato que nos permita pervivir’, eso quiere decir vivir más allá del tiempo”, añadió Laura Niño.
También recomendamos: ¿Quién es Mia Mottley, la voz más escuchada en la cumbre financiera de París?
¿Qué sigue? La iniciativa ha recibido el apoyo de diferentes organizaciones, como el Programa de Juntaza Étnica de Usaid y ACDI/VOCA, que los ha ayudado a fortalecer y difundir la app. Sin embargo, todavía hay metas ambiciosas por cumplir, pues la aplicación está en etapa inicial.
“Este primer paso fue posible gracias a Share-net International (...) Pero necesitamos seguir desarrollando la aplicación, necesitamos más financiación y aliados”, dijo Niño. Para Mosquera, el tema de la financiación también es clave, pues de esto depende poder seguir atendiendo a las comunidades más vulnerables. “Es fundamental que los kilombos se conviertan en una política pública, no en una acción afirmativa donde siempre vamos a depender del gobernante de turno”, concluyó.