La bailarina del Pacífico colombiano que dirige la Gala Internacional de Ballet

En sus inicios, Alicia Cajiao padeció los estándares europeos que el ballet le imponía a su cuerpo de mujer latina del Pacífico colombiano, pero sabía que le entregaría su vida a esa danza. Hoy, gracias a Cajiao, bailarines de todo el mundo se reunirán en Colombia en una gala de ballet clásico. La bailarina le contó a El Espectador su historia y habló del evento.

José David Escobar Franco
05 de agosto de 2023 - 05:00 p. m.
En su escuela, Cajiao apoya a bailarines que quieran tomar la danza como un pasatiempo o perseguir una carrera en este campo.
En su escuela, Cajiao apoya a bailarines que quieran tomar la danza como un pasatiempo o perseguir una carrera en este campo.
Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

El ballet que denominamos clásico, tal como se conoce hoy, tuvo sus orígenes en la Europa renacentista. Para entonces, Bastiano de Rossi lo definió como una “pantomima con música y danza” que se consideraba geométrica. Y ese parámetro marcó no solo la técnica, sino la definición de qué era la perfección que solo las personas más abnegadas, que comenzaran a bailar en su infancia, podrían alcanzar tras años de infligirle sacrificio al cuerpo. Esta noción del ballet venía de Europa y partía de cuerpos europeos y se exportó así por el mundo.

Alicia Cajiao es una de las bailarinas colombianas de ballet clásico que más han brillado y recibido premios en el exterior. Sin embargo, Cajiao le imprimió un sello propio, del Pacífico colombiano, al baile que hoy domina. Le imprimió el sello de su cuerpo y su experiencia con danza folclórica. Hoy dirige su propia academia en Bogotá y prepara la primera gala internacional Estrellas de la danza, que reunirá a bailarines de todo el mundo, cuya sede será la capital de Colombia. Sucederá el próximo 9 de agosto en el teatro Colsubsidio. Cajiao le contó a El Espectador su historia personal en el mundo del ballet y la importancia de la gala que ella dirige.

Le puede interesar: Kilombo App, la apuesta por digitalizar la medicina ancestral

¿Cómo se siente al mirar en el retrovisor su exitosa carrera de bailarina?

Me siento muy orgullosa de mí misma. Han sido muchos años de trabajo constante y creo que lo más positivo es que el ballet me ha enseñado la importancia de la constancia, la disciplina y el cuidado de mi cuerpo. Cuando miro hacia atrás, digo: “Wow, estos han sido años duros y difíciles en mi vida, pero he logrado estar donde más amo, que es la danza, especialmente el ballet”.

He recorrido un largo camino desde que salí de Barbacoas, Nariño, mi lugar de nacimiento. Empecé con el folclor, que era lo que más me gustaba en ese momento. Luego, cuando ingresé al Instituto Colombiano de Ballet Clásico (Incolballet), exploré y me enamoré del ballet. Comencé mi carrera como bailarina en Incolballet y luego me uní al Ballet de Cali, donde tuve la oportunidad de viajar y conocer a grandes bailarines y participar en funciones de gran relevancia mundial. Luego decidí formarme como profesora de danza. Ha sido un camino lleno de logros y cosas positivas, y me alegra que, después de todos estos años, continúo dedicándome a la danza.

Usted ha contado que, en su niñez, llegó al ballet por accidente. ¿Cómo fue eso?

Con mi familia vivía en Bogotá, pero debido a la muerte de mi abuelo tuvimos que trasladarnos a Cali. Mi mamá siempre nos había involucrado en grupos de danza aquí en Bogotá, donde ella trabajaba. Así que desde pequeña había bailado folclor y me destacaba en esa área.

Cuando llegamos a Incolballet, ocurrió algo curioso. Una prima iba a inscribirse para bailar ballet, y mi mamá nunca había visto una presentación de ballet en su vida. Yo tampoco había tenido la oportunidad. Mi mamá relacionó el ballet con el folclor, pensando que podría ser algo similar. Entonces ella dijo: “Listo, llevemos a Alicia, porque como es buena en el folclor, quizá también lo sea en ballet”. Y así fue como terminé en una audición de ballet en Incolballet.

La audición fue bastante desafiante para mí. Había un jurado internacional junto a la directora de la escuela, Gloria Castro: una maestra cubana y dos maestros soviéticos. Nos evaluaron físicamente, nos pusieron en calzoncitos y nos hicieron un examen de flexibilidad y altura de piernas. “¿Qué te falta? Tiene la cola muy parada”, decían. Yo no podía elevar las piernas tanto como las otras niñas. Sufrí y pensé: “¿Acaso soy deforme?”. Pero cuando me pusieron a bailar mostré que sabía bailar folklore. Creo que por mi talento en el folclor y mi sonrisa fue que pasé la audición, no por mi cuerpo. En ese momento tenía nueve años.

En entrevista con otro medio usted dijo que, en algunos escenarios internacionales, sintió que le exigían bailar como una mujer europea, a pesar de que su cuerpo era distinto. Como mujer del Pacífico, ¿considera que tiene una relación diferente con su cuerpo en comparación con una bailarina europea?

Eso definitivamente tuvo un impacto fundamental en mi carrera. En mis primeros años en Incolballet, sufrí mucho. Desde el principio, te enseñan a trabajar en la alineación y colocación del cuerpo. Me exigían una postura muy vertical y una alineación perfecta del cuerpo y la cola. Por más que yo quería que mi cola estuviera vertical, por ser negra a mí se me salía y yo tenía mi colita parada como un pato. Entonces yo sufría muchísimo porque el maestro cubano me decía: “Alicia, la cola” una y otra vez y por más que lo hiciera que me decían la cola, la cola, la cola, yo no podía lograr lo que él quería.

También tuve problemas con la rotación de las piernas, que no alcanzaba los 180 grados que suelen tener las bailarinas europeas. Esta constante exigencia provocó que mis rodillas comenzaran a fallarme en los primeros años. Llegó un punto en el que mis rodillas ya no podían soportarlo más, y tuve que detenerme. Fui sometida a una operación en ambas rodillas y tuve que alejarme del ballet durante un año y medio. Durante ese tiempo, trabajé en un proceso de fortalecimiento intensivo, gracias al equipo de la compañía y a la fisioterapeuta del Ballet de Cali, quienes me enviaron a uno de los mejores centros de fisioterapia en Cali. Dedicaba mi tiempo a la fisioterapia por la mañana, tarde y noche. Gracias a todo ese esfuerzo y apoyo, después de un año y medio, pude regresar al escenario nuevamente.

También sugerimos: “Soy una mujer que desea”, Karen Lamassone y su nueva exposición sobre Caliwood

Existe una percepción del ballet como dolor, sufrimiento y maltrato del cuerpo. ¿Es así? ¿El ballet tiene que doler?

Por mi experiencia en Incolballet aprendí a trabajar mi cuerpo de la mejor forma. Con eso, hoy como profesora les transmito a mis estudiantes algo diferente. Busco que según las condiciones de cada cuerpo puedan mejorar la técnica y rotación. En mi academia les tengo un gimnasio para que trabajen las carencias de su cuerpo con ejercicios adicionales, que en mi época no pude hacer.

No es que el ballet tenga que doler. Como todos los deportes, requiere disciplina y grandes sacrificios en el cuerpo, nuestra herramienta de trabajo. Esto duele, pero es un dolor normal que puedo asociar a la satisfacción. En una época sentí que si luego de ensayar no quedaba adolorida era porque no había hecho nada, pero no, esa es una teoría de nosotros los bailarines.

¿Qué papel ha tenido su familia en su trayectoria?

Yo fui la primera de mis hermanas en entrar al mundo del ballet. Después de que yo comenzara, dos de mis hermanas también se interesaron, y mi mamá las inscribió en clases. Dos de ellas se graduaron en Incolballet y una se fue a Estados Unidos, donde quiso continuar su carrera como bailarina. Allí se enamoró y ahora tiene una familia maravillosa.

Gracias a esto, mi familia siempre ha estado muy ligada al ballet. Cuando tomé la decisión de que esto sería mi vida y no seguiría una carrera universitaria, como mis hermanas, siempre tuve el apoyo incondicional de mi mamá, papá y hermanas. Somos siete hermanas y ellas siempre han estado ahí para ayudarme, ya sea comprando zapatillas, brindándome apoyo moral o físico, acompañándome en viajes y asistiendo a todas mis funciones.

Una anécdota que me encanta contar es que, cuando bailaba en Cali, mi mamá nunca se perdía una función. Mis compañeros solían decir: “Ahí está la mamá de las Cajiao; Alicia podría faltar, y su mamá saldría a bailar ballet, ya sabe toda la coreografía”. Era muy emocionante para mí verla siempre presente en mis actuaciones.

Después, cuando me convertí en directora de la Escuela de Ballet Santiago de Cali, mi familia continuó apoyándome. Fue maravilloso contar con su ayuda en la realización de mis sueños. Fue doloroso, pero valió la pena cuando tomé la decisión de trasladarme a Bogotá para establecer mi propia escuela y formar nuevas generaciones de bailarines. Mi familia fue la primera en brindarme su respaldo, ayudándome con los trámites para el alquiler, apoyándome económicamente y organizando eventos.

Ahora, en este gran evento que estoy organizando, siguen siendo un pilar fundamental en la parte organizativa y financiera. Están siempre a mi lado para ayudar en todo lo necesario para llevar a cabo este proyecto. Me siento privilegiada de tenerlos aquí en Bogotá, acompañándome en este día tan especial.

¿Qué importancia tiene para Colombia la gala internacional “Estrellas de la danza”, que usted está organizando?

Bogotá se convertirá en el escenario de la primera gala de Estrellas a nivel internacional en Colombia. Será la primera vez que se reúnan 14 bailarines que forman parte de las más grandes compañías de danza en el mundo. Este evento será sin precedentes, ya que nos permitirá disfrutar de las obras más destacadas del repertorio del ballet, como El lago de los cisnes, Don Quijote, Diana y Acteón y Espartaco, entre otras, acompañadas por una selección de danza contemporánea y moderna que refleja el panorama actual de la danza.

Ha sido una labor titánica llevar esto a cabo, y cuento con el apoyo de Carlos Acosta, un gran amigo, bailarín, maestro coreógrafo y director de Acosta Danza y del Birmingham Royal Ballet. Él fue la primera persona que me brindó su apoyo y me dijo que me ayudaría a hacer de Colombia y Bogotá un referente en eventos de danza a escala mundial. Gracias a su apoyo, hemos logrado reunir a estos destacados bailarines de diversas compañías.

Por ejemplo, vendrá Iana Salenko, una bailarina extraordinaria, considerada la “Messi del ballet” porque es imposible no conmoverse cuando uno la ve bailar. Ella es primera bailarina del Ballet Estatal de Berlín y viene con su esposo, Marian Walter. Vienen bailarines del Ballet Estatal de Múnich. La lista es larga, con representantes del Ballet Nacional de Holanda, vienen del Hannover Ballet de Alemania, de México y muchas más. Esta gala también tendrá una cuota colombiana con la brillante presencia de Óscar Chacón, talentoso bailarín colombiano que ha desarrollado una exitosa carrera en Europa.

Lea también: De la guaracha a Mozart: el sello latino de la soprano Julieth Lozano

¿Por qué un público que no sepa de ballet debería asistir al evento?

La danza es una de esas bellas artes, al igual que la música y el teatro, que tiene el poder de emocionar a cualquier espectador, sin importar su nivel de conocimiento previo sobre el ballet. En esta gala, podrán disfrutar de un espectáculo maravilloso al presenciar las actuaciones de estos destacados bailarines.

La sutileza y la elegancia de sus movimientos, combinados con la música cautivadora, crearán una experiencia única y mágica para todos. Cada bailarín ha estudiado la danza clásica, pero vienen de diferentes países y escuelas, lo que les otorga un estilo y una forma de expresarse únicos. Es fascinante ver cómo se fusionan todas estas influencias en un espectáculo que incluye obras del repertorio clásico, contemporáneo y moderno. Así que, independientemente de si alguien ama o no la danza, esta gala es una oportunidad para disfrutar de un espectáculo de gran calidad y virtuosismo.

¿Cómo ha cambiado la escena del ballet en Colombia a lo largo de los años que lleva de bailarina?

Anteriormente, teníamos más tiempo para dedicarnos por completo a esta pasión. En mi caso, tuve la fortuna de estar en una institución que combinaba el ballet con la educación académica en el colegio. Así que todo el día estaba dedicado tanto a la parte artística como a la parte académica, y el tiempo restante lo destinábamos a los ensayos y la preparación para las presentaciones. En aquel entonces, no existían las redes sociales, por lo que la información sobre lo que sucedía en el mundo del ballet en el ámbito internacional era más limitada. Nos enterábamos de eventos y novedades a través de personas que viajaban y compartían sus experiencias. Todo esto creaba una especie de misticismo y una entrega más profunda en la danza. Yo solía admirar a grandes bailarinas como Paloma Herrera, de Argentina, y trataba de copiar su estilo y sus movimientos en mis presentaciones aquí en Colombia.

Con la llegada de las redes sociales, ha habido un cambio en cómo los jóvenes perciben y se relacionan con la danza. Ahora, tienen acceso a una gran cantidad de información y pueden seguir de cerca a bailarines y compañías de todo el mundo. Si bien esto es fantástico porque permite una mayor conexión con la danza global, también puede generar ciertas presiones y comparaciones que antes no existían. Los jóvenes bailarines ahora tienen más modelos a seguir, pero también pueden sentirse frustrados si no logran igualar ciertos estándares. La dualidad entre querer ser como sus ídolos y encontrar su propia identidad en la danza puede generar cierta incertidumbre en cuanto a su futuro en la disciplina. Además, la pandemia ha traído cambios significativos en la forma en que se desarrolla y se percibe la danza en Colombia. Ha impactado la manera en que los bailarines y las compañías trabajan, y ha generado reflexiones sobre si tiene sentido entregarle todo a la danza o no.

¿Cómo motiva a los jóvenes para que persistan en el baile?

Les contamos nuestras experiencias y les mostramos videos de nuestras presentaciones actuales para inspirarlos y mostrarles que con dedicación y esfuerzo se pueden lograr grandes cosas en el mundo del baile. Además, los apoyamos para que asistan a eventos tanto a nivel nacional como internacional, brindándoles la oportunidad de vivir de cerca la magia de la danza y conocer a otros talentosos bailarines. Fomentamos una mística en ellos, promoviendo la disciplina y el amor por lo que elijan, ya sea el ballet clásico o contemporáneo. En mi institución, he tenido el privilegio de apoyar a muchos jóvenes para que continúen su carrera profesional en el extranjero. Algunos de ellos ya están en instituciones internacionales, siguiendo su formación y dejando en alto el nombre de Colombia.

Apoyamos a aquellos que desean quedarse en Colombia y tomar el ballet como un “hobby” para mantenerse físicamente activos y disfrutar de la danza como una forma de expresión artística. Y a quienes desean continuar su formación como bailarines a nivel internacional les ofrecemos nuestro respaldo y nuestras conexiones para que puedan acceder a las mejores oportunidades en el extranjero. Nuestra mayor satisfacción es ver a los jóvenes crecer y desarrollarse en el mundo del baile, sea cual sea su elección. Queremos que se sientan apoyados y empoderados para perseguir sus sueños en la danza, y estaremos siempre ahí para guiarlos y alentarlos en cada paso de su camino.

José David Escobar Franco

Por José David Escobar Franco

Periodista de investigación y asuntos internacionales. Internacionalista con énfasis en América Latina y el Caribe.@JoseD_Escobarjdescobar@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar