“La regeneración ha sido impulsada por las mujeres en el mundo”: Claudia Martínez
La exviceministra de Ambiente del gobierno de Andrés Pastrana y directora de la organización E3 habló con El Espectador sobre el liderazgo de las mujeres en el sector ambiental y dio detalles de cómo se convirtió en una de las pioneras en hablar de cambio climático en un entorno masculino.
Santiago Díaz Gamboa
Volver a llevar vida a los lugares de donde se fue. Ese es el principal objetivo de la regeneración, un concepto que cada vez toma más fuerza en el sector ambiental y que en Colombia se ha convertido en una realidad. Es una idea que ha llevado a un mayor entendimiento de los efectos del cambio climático y a poner de presente sus principales desafíos. Al menos así lo ve Claudia Martínez, exviceministra de Ambiente del gobierno de Andrés Pastrana, quien, en diálogo con El Espectador, dio algunas luces sobre este concepto y su impacto en las mujeres colombianas. Martínez, también economista y directora ejecutiva de la organización E3, habló de su vida profesional y personal, y sobre los retos que tuvo que afrontar entre 1998 y 2002 en esa cartera.
(Más información: La madre de un soldado que estudia derecho para ayudar a otras víctimas)
Usted tiene más de 30 años de experiencia en temas de desarrollo sostenible, cambio climático y nuevas economías. Cuéntenos un poco acerca de su trayectoria y cómo llegó a posicionar estos temas tan relevantes hoy en día.
A mí se me metió el tema ambiental desde chiquita. Tuve la fortuna de haberme ido a vivir con mi familia a una finca, en el norte de Bogotá, donde crecí y tuve una conexión con la naturaleza. Cuando llegó el momento de estudiar una carrera quería el tema holístico de medio ambiente, pero en ese momento no existía esa carrera; lo más parecido era biología, pero no quería ser bióloga. Estudié Ingeniería Industrial y Administración de Empresas en la Universidad de los Andes, sabiendo que el siguiente paso sería articular el tema ambiental. Y así fue. Afortunadamente, gané la beca del Banco de la República para estudiar Economía en el exterior, en la Universidad de Yale (Estados Unidos), donde fue posible hacerlo de la mano de temas ambientales. De hecho, fui la primera mujer colombiana en Yale que estudió Economía y Medio Ambiente, porque la conexión entre esas dos carreras no existía.
Cuando terminé, mi sueño era llegar a la ONU y, por esa época, en 1987, se conoció el Informe Brundtland, que hablaba sobre desarrollo económico y sostenibilidad para el futuro. Ese informe fue maravilloso en términos de desarrollo. De hecho, fue la primera ministra de Noruega de esa época, Gro Harlem Brundtland, con varios comisionados, quienes hicieron este reporte que cambió la historia del mundo. Ahí quiero resaltar que participó Margarita Marino de Botero, quien fue directora del antiguo Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (Inderena) y pionera en temas ambientales en Colombia. Esa fue la puerta de entrada a las Naciones Unidas, más precisamente a su programa de desarrollo (PNUD), pues buscábamos elaborar un informe de respuesta al Brundtland para América Latina.
El informe que construimos se llamó “Nuestra propia agenda” y lo hicimos de la mano de presidentes y personalidades como Gabriel García Márquez. Allí hablamos sobre nuestra visión del crecimiento económico, incorporando temas de sostenibilidad y ambiente. Posteriormente construimos informes como “Amazonia sin mitos”, con el fin de dar a conocer al mundo la importancia de esa región e incluso tocamos temas de la botánica en el Amazonas. Y para todo esto estuve hablando con gobiernos, empresarios, sociedad civil y científicos, al tiempo que iba aprendiendo y escribiendo informes. Luego trabajé en bancos de desarrollo hasta mi llegada al Viceministerio de Medio Ambiente en 1998.
Hablemos de su paso por el Viceministerio de Medio Ambiente. ¿Cómo fue esa experiencia durante el gobierno de Andrés Pastrana?
Eso fue todo un cambio en mi vida, no solo desde lo profesional sino también personal. En ese momento, en 1998, cuando me nombraron viceministra de Ambiente, también me casé y quedé embarazada, lo que fue un cambio radical. Además, fue todo un reto trabajar en un ministerio recién creado, pues había nacido en 1993 y comenzó a funcionar propiamente en 1994. Durante mis cuatro años estuve junto al ministro Juan Mayr y tuvimos la fortuna de formar el proyecto colectivo ambiental, que fue la unión del SINA (Sistema Nacional Ambiental), que estaba compuesto por las corporaciones autónomas regionales. También se crearon cinco institutos de investigación y mi función era coordinar a más de 8.000 personas que pertenecían al Sistema Nacional Ambiental con cerca de 38 instituciones. Esto era tener el país en las manos.
Durante ese período creamos, entre otras cosas, el proyecto colectivo ambiental, el cual juntó a varios actores que van desde los ministerios de Ambiente y Salud hasta las comunidades indígenas. Sumado a eso, también enfrentamos el proceso de paz, que mucha gente dice que fue un proceso fallido, pero yo no lo creo. En ese momento, las negociaciones tenían como prioridad también lo ambiental y eso es algo que hemos visto hasta las negociaciones actuales, porque la paz y el ambiente están totalmente ligados. También, en el marco del Plan Colombia, que tuvimos que afrontar, logramos detener las altas densidades de glifosato que se buscaban utilizar para fumigar los cultivos de coca. Fueron muchos proyectos en pro del ambiente.
(Le puede interesar: Narrar para vivir: una red de empoderamiento de mujeres y sanación del conflicto)
Actualmente es representante de la Nueva Economía para la Alimentación y Uso del Suelo (FOLU-Colombia) y directora ejecutiva de E3 (Economía, Ecología y Ética). ¿Cuál es la labor de estas organizaciones?
Luego de salir del Viceministerio decidí que era hora de hacer un balance entre familia y trabajo, y pensé que ya era el momento de crear algo, por eso en 2009 nació E3. La visión de E3 es orquestar el cambio y siempre entender que hay una relación entre la economía, la ecología y la ética, y tratar de promediar ese gran balance que existe, apoyando tanto al Gobierno como a empresas a hacer proyectos pioneros, exitosos y de vanguardia. Por ejemplo, hicimos el primer plan de cambio climático en Colombia que se llamó “Plan Huila 2050”. Después sacamos otros 10 más e incluso hicimos el primer plan de cambio climático y paz para el Urabá antioqueño, una dimensión que nunca se había tocado.
También apoyamos todos los temas de desarrollo y paz a nivel nacional, con el fin de hacer entender que la paz y el medio ambiente son conceptos asociados. Por eso, también le ayudamos a la Comisión de la Verdad, explicando que varios sucesos ocurridos durante el conflicto armado tuvieron sus orígenes en lo ambiental y también algunas de sus repercusiones. Para transitar hacia la paz hay que tener en cuenta el ambiente.
Respecto a FOLU, en 2017 varias instituciones globales se dieron cuenta de que uno de los temas más relevantes para el mundo es cómo alimentar a los más de 9.000 millones de personas que vamos a ser en 2050 sin agotarlo todo y que, probablemente, no lo íbamos a lograr. Entonces crean esta coalición para la alimentación y uso del suelo, que en inglés es Food and Land Use Coalition (FLOU) y se juntan varias instituciones para pensar cómo hacer esto mejor y crear plataformas de países en China, India, Indonesia y Etiopía. En Colombia nos pidieron que tomáramos ese liderazgo, que fue muy bien recibido, porque estaba el gobierno de Santos y el primer punto en La Habana fue el tema rural y todo este tema de sistemas alimentarios encajaba perfecto.
Usted ha puesto sobre la mesa un término que hasta ahora en Colombia no es muy conocido: la regeneración. ¿De qué se trata este concepto?
La regeneración es vista como la capacidad de la naturaleza de regenerarse y entender la adaptación para el futuro. Es también devolver la vida a los lugares de donde se ha ido. Ahí es muy importante este punto porque en Colombia y el mundo hay mucho que ya se ha ido. Se ha ido mucha diversidad, se han contaminado las aguas, se han degradado los suelos. Entonces devolverles la vida a los lugares donde se ha ido, en temas de regeneración, es fundamental.
¿Cómo la regeneración puede impactar de forma positiva a las mujeres?
La naturaleza está directamente ligada a las mujeres. Por algo le decimos la madre naturaleza. Las mujeres tenemos una conciencia regenerativa desde que parimos, creamos vida, y estamos mucho más afinadas con los conceptos de la regeneración. Hay estadísticas que dicen que en la agricultura más del 40 % de la fuerza laboral son mujeres, pero puede ser mucho más. ¿Por qué? Básicamente, porque en muchos lugares del mundo, desde África hasta Colombia, son las mujeres quienes van a recoger la leña, el agua, y quienes entienden que de esos recursos va a depender el futuro de sus hijos y saben que no se pueden agotar. Por necesidad los recolectan, pero entienden el concepto de regeneración para perpetuar sus medios de vida en cada uno de los territorios.
Esto mismo lo hemos encontrado en Colombia. Uno ve que son las mujeres quienes guardan las semillas, saben de los procesos del agua y generalmente se dedican a sembrar. Muchas veces saben más de plantas ancestrales o comidas beneficiosas y son quienes alimentan a su familia. La regeneración es un concepto que ha sido impulsado por las mujeres en el mundo y hemos encontrado mujeres poderosas que están en constante relación con la regeneración.
Las mujeres en diferentes territorios han entendido esa relación, a pesar de aspectos como el cambio climático, que no afecta de igual manera a hombres y mujeres. En muchas ocasiones, los hombres ven como prioridad la rentabilidad económica, mientras que las mujeres buscan soluciones para su familia en un entorno de cambios. Hemos trabajado, por ejemplo, con una mujer de la comunidad piangueras de Bahía Málaga (Valle del Cauca), unas mujeres que están preparando la regeneración en los manglares y pianguas, y sus abuelas son las que les han enseñado, de una forma familiar e innata, cómo regenerar.
(Conozca: “Ser secretaria de las Mujeres es un ejercicio de resistencia”: Angélica Ortiz)
De acuerdo con un estudio de la ONU, la cifra de mujeres al frente de ministerios ambientales llegó solo al 12 %. ¿Cómo cree que puede mejorar la participación de las mujeres en cargos públicos ligados al sector ambiental?
Si uno revisa el historial del Ministerio de Ambiente en Colombia, se da cuenta de que solo ha habido tres mujeres, y en los viceministerios también han sido más hombres. Yo sí creo que para este tema todavía falta mucho camino, lastimosamente. Aún existe mucho machismo en Colombia y eso impulsa que, desde los gobiernos hasta las juntas directivas de las empresas, sean los hombres quienes están a cargo. Algunas veces hay más mujeres en compañías, pero los cargos altos gerenciales, por lo general, los ocupan los hombres. Hay mujeres con mucha capacidad de ocupar esos cargos, que son preparadas, pero muchas veces son opacadas. Creo que somos diferentes. Las mujeres sabemos que podemos hacer muchas cosas a la vez: hemos sido mamás, trabajadoras, hijas, y todo al mismo tiempo. Tal vez se necesita mayor confianza en las mujeres en todos los sectores de la economía.
Hace más de 20 años salió del Minambiente y desde entonces el cambio climático ha tenido transformaciones y desafíos. Tras estas dos décadas, y ahora desde el sector privado, ¿qué cambios en materia ambiental puede subrayar?
Hemos visto cosas negativas y positivas. Hemos visto que el cambio climático se agrava y que la pérdida de la biodiversidad es palpable. Hay varias especies que ya se han ido para siempre. Pero también hay cosas positivas. Recuerdo que cuando estaba en el ministerio se hablaba de la capa de ozono, que era una preocupación mundial, y hoy en día se ha logrado disminuir. Sin embargo, seguimos luchando contra la falta de voluntad política y financiera para hacerle frente al cambio climático. En el año 2000 veíamos que empezaba la conciencia por reciclar y hoy ya vamos en ocho islas de plástico en el mundo. Para todo esto, el papel de la mujer será fundamental en los próximos años para asumir los cambios.
Volver a llevar vida a los lugares de donde se fue. Ese es el principal objetivo de la regeneración, un concepto que cada vez toma más fuerza en el sector ambiental y que en Colombia se ha convertido en una realidad. Es una idea que ha llevado a un mayor entendimiento de los efectos del cambio climático y a poner de presente sus principales desafíos. Al menos así lo ve Claudia Martínez, exviceministra de Ambiente del gobierno de Andrés Pastrana, quien, en diálogo con El Espectador, dio algunas luces sobre este concepto y su impacto en las mujeres colombianas. Martínez, también economista y directora ejecutiva de la organización E3, habló de su vida profesional y personal, y sobre los retos que tuvo que afrontar entre 1998 y 2002 en esa cartera.
(Más información: La madre de un soldado que estudia derecho para ayudar a otras víctimas)
Usted tiene más de 30 años de experiencia en temas de desarrollo sostenible, cambio climático y nuevas economías. Cuéntenos un poco acerca de su trayectoria y cómo llegó a posicionar estos temas tan relevantes hoy en día.
A mí se me metió el tema ambiental desde chiquita. Tuve la fortuna de haberme ido a vivir con mi familia a una finca, en el norte de Bogotá, donde crecí y tuve una conexión con la naturaleza. Cuando llegó el momento de estudiar una carrera quería el tema holístico de medio ambiente, pero en ese momento no existía esa carrera; lo más parecido era biología, pero no quería ser bióloga. Estudié Ingeniería Industrial y Administración de Empresas en la Universidad de los Andes, sabiendo que el siguiente paso sería articular el tema ambiental. Y así fue. Afortunadamente, gané la beca del Banco de la República para estudiar Economía en el exterior, en la Universidad de Yale (Estados Unidos), donde fue posible hacerlo de la mano de temas ambientales. De hecho, fui la primera mujer colombiana en Yale que estudió Economía y Medio Ambiente, porque la conexión entre esas dos carreras no existía.
Cuando terminé, mi sueño era llegar a la ONU y, por esa época, en 1987, se conoció el Informe Brundtland, que hablaba sobre desarrollo económico y sostenibilidad para el futuro. Ese informe fue maravilloso en términos de desarrollo. De hecho, fue la primera ministra de Noruega de esa época, Gro Harlem Brundtland, con varios comisionados, quienes hicieron este reporte que cambió la historia del mundo. Ahí quiero resaltar que participó Margarita Marino de Botero, quien fue directora del antiguo Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (Inderena) y pionera en temas ambientales en Colombia. Esa fue la puerta de entrada a las Naciones Unidas, más precisamente a su programa de desarrollo (PNUD), pues buscábamos elaborar un informe de respuesta al Brundtland para América Latina.
El informe que construimos se llamó “Nuestra propia agenda” y lo hicimos de la mano de presidentes y personalidades como Gabriel García Márquez. Allí hablamos sobre nuestra visión del crecimiento económico, incorporando temas de sostenibilidad y ambiente. Posteriormente construimos informes como “Amazonia sin mitos”, con el fin de dar a conocer al mundo la importancia de esa región e incluso tocamos temas de la botánica en el Amazonas. Y para todo esto estuve hablando con gobiernos, empresarios, sociedad civil y científicos, al tiempo que iba aprendiendo y escribiendo informes. Luego trabajé en bancos de desarrollo hasta mi llegada al Viceministerio de Medio Ambiente en 1998.
Hablemos de su paso por el Viceministerio de Medio Ambiente. ¿Cómo fue esa experiencia durante el gobierno de Andrés Pastrana?
Eso fue todo un cambio en mi vida, no solo desde lo profesional sino también personal. En ese momento, en 1998, cuando me nombraron viceministra de Ambiente, también me casé y quedé embarazada, lo que fue un cambio radical. Además, fue todo un reto trabajar en un ministerio recién creado, pues había nacido en 1993 y comenzó a funcionar propiamente en 1994. Durante mis cuatro años estuve junto al ministro Juan Mayr y tuvimos la fortuna de formar el proyecto colectivo ambiental, que fue la unión del SINA (Sistema Nacional Ambiental), que estaba compuesto por las corporaciones autónomas regionales. También se crearon cinco institutos de investigación y mi función era coordinar a más de 8.000 personas que pertenecían al Sistema Nacional Ambiental con cerca de 38 instituciones. Esto era tener el país en las manos.
Durante ese período creamos, entre otras cosas, el proyecto colectivo ambiental, el cual juntó a varios actores que van desde los ministerios de Ambiente y Salud hasta las comunidades indígenas. Sumado a eso, también enfrentamos el proceso de paz, que mucha gente dice que fue un proceso fallido, pero yo no lo creo. En ese momento, las negociaciones tenían como prioridad también lo ambiental y eso es algo que hemos visto hasta las negociaciones actuales, porque la paz y el ambiente están totalmente ligados. También, en el marco del Plan Colombia, que tuvimos que afrontar, logramos detener las altas densidades de glifosato que se buscaban utilizar para fumigar los cultivos de coca. Fueron muchos proyectos en pro del ambiente.
(Le puede interesar: Narrar para vivir: una red de empoderamiento de mujeres y sanación del conflicto)
Actualmente es representante de la Nueva Economía para la Alimentación y Uso del Suelo (FOLU-Colombia) y directora ejecutiva de E3 (Economía, Ecología y Ética). ¿Cuál es la labor de estas organizaciones?
Luego de salir del Viceministerio decidí que era hora de hacer un balance entre familia y trabajo, y pensé que ya era el momento de crear algo, por eso en 2009 nació E3. La visión de E3 es orquestar el cambio y siempre entender que hay una relación entre la economía, la ecología y la ética, y tratar de promediar ese gran balance que existe, apoyando tanto al Gobierno como a empresas a hacer proyectos pioneros, exitosos y de vanguardia. Por ejemplo, hicimos el primer plan de cambio climático en Colombia que se llamó “Plan Huila 2050”. Después sacamos otros 10 más e incluso hicimos el primer plan de cambio climático y paz para el Urabá antioqueño, una dimensión que nunca se había tocado.
También apoyamos todos los temas de desarrollo y paz a nivel nacional, con el fin de hacer entender que la paz y el medio ambiente son conceptos asociados. Por eso, también le ayudamos a la Comisión de la Verdad, explicando que varios sucesos ocurridos durante el conflicto armado tuvieron sus orígenes en lo ambiental y también algunas de sus repercusiones. Para transitar hacia la paz hay que tener en cuenta el ambiente.
Respecto a FOLU, en 2017 varias instituciones globales se dieron cuenta de que uno de los temas más relevantes para el mundo es cómo alimentar a los más de 9.000 millones de personas que vamos a ser en 2050 sin agotarlo todo y que, probablemente, no lo íbamos a lograr. Entonces crean esta coalición para la alimentación y uso del suelo, que en inglés es Food and Land Use Coalition (FLOU) y se juntan varias instituciones para pensar cómo hacer esto mejor y crear plataformas de países en China, India, Indonesia y Etiopía. En Colombia nos pidieron que tomáramos ese liderazgo, que fue muy bien recibido, porque estaba el gobierno de Santos y el primer punto en La Habana fue el tema rural y todo este tema de sistemas alimentarios encajaba perfecto.
Usted ha puesto sobre la mesa un término que hasta ahora en Colombia no es muy conocido: la regeneración. ¿De qué se trata este concepto?
La regeneración es vista como la capacidad de la naturaleza de regenerarse y entender la adaptación para el futuro. Es también devolver la vida a los lugares de donde se ha ido. Ahí es muy importante este punto porque en Colombia y el mundo hay mucho que ya se ha ido. Se ha ido mucha diversidad, se han contaminado las aguas, se han degradado los suelos. Entonces devolverles la vida a los lugares donde se ha ido, en temas de regeneración, es fundamental.
¿Cómo la regeneración puede impactar de forma positiva a las mujeres?
La naturaleza está directamente ligada a las mujeres. Por algo le decimos la madre naturaleza. Las mujeres tenemos una conciencia regenerativa desde que parimos, creamos vida, y estamos mucho más afinadas con los conceptos de la regeneración. Hay estadísticas que dicen que en la agricultura más del 40 % de la fuerza laboral son mujeres, pero puede ser mucho más. ¿Por qué? Básicamente, porque en muchos lugares del mundo, desde África hasta Colombia, son las mujeres quienes van a recoger la leña, el agua, y quienes entienden que de esos recursos va a depender el futuro de sus hijos y saben que no se pueden agotar. Por necesidad los recolectan, pero entienden el concepto de regeneración para perpetuar sus medios de vida en cada uno de los territorios.
Esto mismo lo hemos encontrado en Colombia. Uno ve que son las mujeres quienes guardan las semillas, saben de los procesos del agua y generalmente se dedican a sembrar. Muchas veces saben más de plantas ancestrales o comidas beneficiosas y son quienes alimentan a su familia. La regeneración es un concepto que ha sido impulsado por las mujeres en el mundo y hemos encontrado mujeres poderosas que están en constante relación con la regeneración.
Las mujeres en diferentes territorios han entendido esa relación, a pesar de aspectos como el cambio climático, que no afecta de igual manera a hombres y mujeres. En muchas ocasiones, los hombres ven como prioridad la rentabilidad económica, mientras que las mujeres buscan soluciones para su familia en un entorno de cambios. Hemos trabajado, por ejemplo, con una mujer de la comunidad piangueras de Bahía Málaga (Valle del Cauca), unas mujeres que están preparando la regeneración en los manglares y pianguas, y sus abuelas son las que les han enseñado, de una forma familiar e innata, cómo regenerar.
(Conozca: “Ser secretaria de las Mujeres es un ejercicio de resistencia”: Angélica Ortiz)
De acuerdo con un estudio de la ONU, la cifra de mujeres al frente de ministerios ambientales llegó solo al 12 %. ¿Cómo cree que puede mejorar la participación de las mujeres en cargos públicos ligados al sector ambiental?
Si uno revisa el historial del Ministerio de Ambiente en Colombia, se da cuenta de que solo ha habido tres mujeres, y en los viceministerios también han sido más hombres. Yo sí creo que para este tema todavía falta mucho camino, lastimosamente. Aún existe mucho machismo en Colombia y eso impulsa que, desde los gobiernos hasta las juntas directivas de las empresas, sean los hombres quienes están a cargo. Algunas veces hay más mujeres en compañías, pero los cargos altos gerenciales, por lo general, los ocupan los hombres. Hay mujeres con mucha capacidad de ocupar esos cargos, que son preparadas, pero muchas veces son opacadas. Creo que somos diferentes. Las mujeres sabemos que podemos hacer muchas cosas a la vez: hemos sido mamás, trabajadoras, hijas, y todo al mismo tiempo. Tal vez se necesita mayor confianza en las mujeres en todos los sectores de la economía.
Hace más de 20 años salió del Minambiente y desde entonces el cambio climático ha tenido transformaciones y desafíos. Tras estas dos décadas, y ahora desde el sector privado, ¿qué cambios en materia ambiental puede subrayar?
Hemos visto cosas negativas y positivas. Hemos visto que el cambio climático se agrava y que la pérdida de la biodiversidad es palpable. Hay varias especies que ya se han ido para siempre. Pero también hay cosas positivas. Recuerdo que cuando estaba en el ministerio se hablaba de la capa de ozono, que era una preocupación mundial, y hoy en día se ha logrado disminuir. Sin embargo, seguimos luchando contra la falta de voluntad política y financiera para hacerle frente al cambio climático. En el año 2000 veíamos que empezaba la conciencia por reciclar y hoy ya vamos en ocho islas de plástico en el mundo. Para todo esto, el papel de la mujer será fundamental en los próximos años para asumir los cambios.