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Una casa color ocre, ubicada en las calles polvorientas de San Jacinto (Bolívar), es la sede de la Asociación de Artesanías Siglo XXI y la casa de su representante legal, Elisa Ester Caro Ríos. Allí, desde el 2021 un grupo de 18 mujeres se reúne a tejer hamacas, mochilas, bolsos, vestidos, llaveros y demás, a través de la técnica de telar vertical. Esta práctica fue reconocida y declarada como patrimonio cultural inmaterial del municipio en 2021.
“Las artesanías en telar vertical fueron con las que crecimos, es nuestra primera muestra de resiliencia porque con él aprendimos a crecer, a ver una mejor calidad de vida y una solución a la problemática de la economía de los hogares”, manifestó Elisa Caro.
En San Jacinto los telares verticales, como señala Caro, “son una bendición” porque se han convertido en una alternativa económica, especialmente para las mujeres, quien son las que se dedican a esta labor. Muchas de ellas son amas de casa —labor que aún no es reconocida económicamente— y han encontrado en el tejido una forma de conseguir dinero, potenciar habilidades e incluso, ser escuchadas.
“Las 18 mujeres que decidimos hacer esto lo hicimos porque nos dábamos cuenta de que no nos escuchaban ni nos tenías en cuenta. Nosotras queríamos estar en espacios donde tuviéramos la oportunidad de mejorar la venta de nuestros productos y nuestra calidad de vida”, resaltó Caro.
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En medio de esa juntanza por abrirse un espacio en la economía local y darles un mayor valor a sus creaciones, encontraron también un espacio para sanar dolores compartidos. Durante la visita que realizó esta redacción a la sede de la asociación en San Jacinto (Bolívar), sus integrantes relataron que en medio de las jornadas de trabajo expresaron sus experiencias de violencia intrafamiliar y las relacionadas con el conflicto armado.
Al escucharse entre todas y saber que en su mayoría estaban viviendo situaciones similares, decidieron que debían actuar y buscar alternativas. Como asociación, empezaron a participar en diferentes espacios de capacitación sobre prevención de violencias basadas en género y con esta convicción de cambio, asumieron un rol diferente, no solo en sus casas sino también en su comunidad.
“Hoy en día las compañeras hablan con voz propia, lograron identificar esas cosas y ayudar a las demás. Somos transmisoras de conocimiento, aportamos a los demás y hemos disminuido la brecha”, resaltó la representante legal.
En estos años de trabajo, la Asociación de Artesanías Siglo XXI ha crecido y agrupa más de 50 personas, entre ellos algunos socios que se suman al acabado de los productos. También han integrado a niños, niñas y jóvenes para transmitir los saberes sobre esta práctica tradicional e inculcarles una alternativa económica propia de su región.
Tejer para las generaciones
Las mujeres de Siglo XXI en medio de su proceso de fortalecimiento y cambio, también identificaron la necesidad de transmitir sus conocimientos a otras generaciones. “Quisimos cambiarles la herramienta tecnológica por una manual, es decir, cambiar el celular por el telar vertical y la aguja”, señalaron.
Empezando con sus propios hijos, hijas, familiares y con el voz a voz, vecinos y conocidos se animaron a involucrar a los pequeños del hogar a jornadas que realizan en la sede de la asociación. Incluso, también han llegado a diferentes barrios o a las casas de aquellas familias que se comunican con ellas para esas sesiones de enseñanza.
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Aunque el aspecto económico ha sido una dificultad, pues muchas veces trasladarse y tener la cantidad de material necesario para sus estudiantes no es fácil, han sacado de sus propios bolsillos y en colectivo reúnen para poder brindar un refrigerio y materiales.
“Somos un grupo que compartimos habilidades y destrezas, cada una es buena en lo que hace y cuando las juntamos, hacemos cosas mucho mejores. Por ejemplo, contribuir a la salud mental de los niños”, resaltó una de sus integrantes.
Así como el tejer fue una fuente de sanación y fortaleza para las mujeres de siglo XXI, ellas quieren llevar eso mismo a los más pequeños, quienes después de la pandemia también vieron afectada su salud mental. Además, señalan que el enseñarles a que ocupen la mente en algo que les da destreza motriz también es una alternativa económica para sus hogares, pues al perfeccionar la técnica podrán comercializar sus propios productos.
Luego de varias sesiones en los laboratorios de innovación de Artesanías de Colombia y capacitaciones con la Cámara de Comercio, las mujeres de Siglo XXI pudieron mejorar sus procesos de producción y venta. Ahora desde sus cuentas de Facebook e Instagram comercializan sus productos a todo el país.
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