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A través del grafiti como expresión artística, los grupos históricamente marginados han logrado conquistar el espacio público, expresar allí sus acuerdos e inconformidades y protestar frente a las acciones injustas de los gobiernos. Esta práctica, que se popularizó en los años 70 y 80 en Estados Unidos, se asoció con otros movimientos artísticos, como el rap que, al igual que el grafiti, ha estado dominado por hombres. Pero, ¿qué pasa cuando las mujeres también buscan un espacio en el arte callejero?
Diana Ordóñez, mejor conocida como Ledania, es una muralista bogotana que desde hace 15 años se dedica a este oficio. Su trabajo cargado de geometrías, colores y cultura colombiana se puede apreciar en las calles de Colombia y países de América, Asia y Europa. No solo ha marcado la pauta para que cada vez más mujeres se den la oportunidad de expresar su arte por medio de la intervención del espacio público, sino que ha transgredido los estereotipos de género que asocian el grafiti a la figura masculina.
Aunque las características de sus piezas cada vez logran un mayor reconocimiento, ella sigue identificándose con el arte en las paredes y lleva sus técnicas a espacios y objetos cotidianos. Podemos ver su arte en tapetes, ropa, muebles y en proyectos de cine, como ocurrió con la película Encanto, de Disney, en la que contribuyó con el diseño de piezas del proyecto.
Actualmente la artista participa en el festival de muralismo Bright Walls representando a Colombia en Michigan, Estados Unidos, y se alista para exponer su arte en el Museo del Graffiti en Wynwood, un distrito de la ciudad de Miami dedicado a exhibir muestras en salones y en sus calles.
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Conversamos con Ledania sobre su proceso artístico, sus viajes como fuente de inspiración, el crecimiento del grafiti en Colombia y los roles de género.
¿De dónde surge esa curiosidad artística por el muralismo?
En mí surgió desde muy niña. Mi familia está muy enfocada en la parte artística y cultural. En su momento, mi papá pintó muros y hoy hace esculturas en madera y cuadros al óleo. Mi mamá hace artesanías. Hice algunos muros en el colegio y empecé a hacer grafiti sin saber que era grafiti. Cerca de los 15 años me encuentro con el aerosol, con toda la movida del arte urbano y empiezo a sentirme cómoda expresándome de manera artística por medio de los aerosoles.
Siempre tuve esa curiosidad por salir del país, conocer otras culturas, encontrarme con otros artistas, hacer colaboraciones y empezaron a construirse situaciones que me permitían salir a otros lugares, hacer exposiciones y pintar.
¿Quién es Ledania?
Es muy diferente cuando se habla de Diana a cuando se habla de Ledania. Diana es una chica que sale con sus amigos, que tiene unas gatas, pero el proceso de Ledania como artista lo separo mucho de esa vida personal, por la cantidad de experiencias que he tenido en reconocimiento a otra faceta de mi ser, que es esa faceta creativa, que explora, que conoce a otros artistas.
¿De dónde viene el nombre Ledania?
De pequeña tenía la oportunidad de conocer diferentes exposiciones y galerías. En una de esas conocí una pieza artística que se llama El rapto de Leda, que es sobre la mitología griega y cuenta la historia de cómo Zeus se convierte en un cisne para enamorar a Leda. De ahí mezclé ese nombre con Diana y surge Ledania.
¿Cómo han evolucionado sus técnicas y las historias que cuenta en cada pared?
Las historias que cuento no necesariamente son personales, parten de las experiencias culturales y del encuentro con distintas ciudades, artistas y técnicas; el arte en la ciudad es para que otras personas puedan sentirse parte de la obra. Emocionalmente cambia mucho la ciudad cuando se le ponen colores, cuando cambian los enfoques de las paredes, cuando hay una gráfica que te hace sentarte ahí y pensar que es tuya también.
¿Cómo logró que su arte tenga un sello diferencial, que al verlo se identifique a Ledania?
El proceso de construcción ha sido intuitivo y largo. He cambiado bastante con el tiempo, pero la esencia de la niña que dibujaba en la libreta sigue presente. He trabajado en el proceso sin ninguna intención de crear algo que solo parezca mío, sino entendiendo qué es lo que quiero sacar de mí. Aunque hay muchos referentes, trato de no enfocarme en lo que están haciendo los demás, solamente seguir mi instinto natural. Creo que eso hace que un artista tenga su sello.
Además de los colores y la simetría, ¿cómo los viajes también se vuelven parte de su sello artístico?
Soy una persona a la que le gusta mucho viajar. En un principio mi destino fue Latinoamérica y lo que más me impacta de cada viaje es aprender a conocer a otras personas y artistas que me hacen sentir que no estoy sola en esto y puedo entender cómo es su técnica.
¿Cuáles son las experiencias de viajes que más impactaron su proceso artístico?
Mi primera salida fue a México. Fue increíble porque en Colombia estaba teniendo un reconocimiento, pero no económico, y me pareció fantástico estar en otro país y que se compraran mis obras y que las personas tuvieran acceso a ellas. De las últimas experiencias que me han aportado bastante, está el vivir en Asia, la cultura es totalmente opuesta y es todo un proceso llevar el arte a espacios diferentes, en otro idioma y donde tengo que salir de lo que social y culturalmente aprendemos en Colombia.
¿En qué momento empieza a identificarse con el neomuralismo?
El neomuralismo es un concepto al que me acerqué porque no quería encapsularme en la palabra grafitera o street artist cuando estaba hablando de muralismo con técnicas nuevas. Pero en realidad no me catalogo como una sola cosa. Todo el tiempo estoy explorando en diferentes medios y no me encasillo en uno solo.
¿Cuál es su sensación cuando está pintando?
Es un acto meditativo, me tranquiliza y me hace sentir que estoy siendo yo. No todo es color de rosa, a veces el cuerpo duele; las herramientas cambian en los países, hay momentos de extremo sol o extrema lluvia, el boceto puede quedar distinto a lo que se plasma en la pared, tiene altibajos, pero es lo único que me hace sentir tranquila.
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¿Cómo ha sido llevar el arte que plasma en las paredes a otros lienzos, productos y colaboraciones con marcas comerciales?
Siempre he tenido curiosidad por no quedarme solamente en una técnica. Tenía que salirme del recuadro típico de solo hacer una función de muralismo, así que mi obra crece y se complementa cada vez más porque al final es lo que yo soy, una persona creativa. Empezar a tener acercamientos con otras marcas, como Disney, y entender que mi obra puede hacer una colaboración con ellos, basándome en ciertas expectativas que ya hay, el proceso empieza a funcionar y me gusta mucho.
¿Cuáles son los trabajos con marcas comerciales que más ha disfrutado?
Me encantó todo el trabajo con Disney, con Encanto, porque no solo fueron piezas publicitarias, sino que estuve en el proceso creativo y en el diseño de la merch en muros, cines, invitaciones, en el diseño del vestuario. También tengo muy presente el avión que pinté para Lady Speed Stick. Ahora estoy realizando trabajos digitales para la FIFA. No me caben en los dedos de las manos y de los pies las colaboraciones que he realizado, todo ha sido un proceso de crecimiento increíble.
¿Cómo ha cambiado la percepción de la gente sobre el muralismo y el grafiti en espacios tradicionales, donde se asocia al vandalismo?
El acto vandálico es no seguir la norma y siento que pintar en la calle es un acto político irreverente, que transforma los espacios acostumbrados a vestirse de un color. Así sea con permiso o no, el acto de cambiar la imagen de una ciudad sigue ahí latente, es contar algo por medio de una imagen que no está basada en la publicidad, en mostrar solo un producto o contaminación visual. El muralismo tiene un trasfondo que, desde los principios, desde las cavernas, ha sido la mejor expresión del ser humano y se trata de llevarlo a otros niveles gráficos aprovechando todas las técnicas.
¿Cómo ve el panorama del muralismo en Colombia?
Es increíble. Cada vez me sorprende más la cantidad de artistas que la están rompiendo y también me impresiona que haya una movida femenina más grande, porque cuando empecé éramos pocas chicas. Es importante que actualmente haya más personas interesadas en hacer muros, que el nivel esté subiendo. Colombia tiene mucho potencial en este campo.
¿Cómo incentivar espacios culturales abiertos para todos?
Tuvimos un bajón político en Colombia, donde a la cultura no se le prestaba la atención de la forma en que se venía haciendo. Yo trabajé mucho con la diplomacia, con el gobierno colombiano, pero en los últimos años se hablaba mucho de que no había presupuesto. Actualmente se le apunta a cambiar eso. Espero que cambie de alguna forma, porque la cultura es lo único que nos queda para ser libres.
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¿Cómo fue la recepción de colegas hombres cuando empezó a pintar hace 15 años?
Cuando empecé a pintar grafiti sí hubo muchos inconvenientes por parte de ciertos artistas masculinos que pensaban que lo mío era estar en otras áreas de trabajo y que la calle no era para mí. Por fortuna soy bastante terca y no me dejé influenciar para parar.
¿Cómo ha cambiado el medio para que más mujeres hagan parte del muralismo?
El mundo ha cambiado frente al machismo, ahora hay más libertad, menos opresiones. Es normal que nosotras siempre pintáramos y que hiciéramos labores que socialmente eran masculinas, pero que a la hora de la verdad no lo eran, no para nosotras. Poder contar con redes, ver que hay otras chicas que ya lo están haciendo y que están dando la pauta para empezar, facilita el proceso e incentiva a que más mujeres y jóvenes sientan la libertad de hacer parte de esta movida cultural.