Entrevista con lord Ahmad de Wimbledon

Lucha contra la violencia sexual: la clave de poner a las víctimas en el centro

El representante especial del primer ministro del Reino Unido habló con El Espectador de su trabajo para enfrentar la violencia sexual y los aportes que puede hacer Colombia en esta área.

Camilo Gómez Forero
09 de diciembre de 2023 - 01:00 a. m.
Lord (Tariq) Ahmad de Wimbledon junto a la viceministra Elizabeth Taylor Jay.
Lord (Tariq) Ahmad de Wimbledon junto a la viceministra Elizabeth Taylor Jay.
Foto: Embajada del Reino Unido - Embajada del Reino Unido
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Colombia asumió un reto importante a finales de noviembre: el país preside ahora la Alianza Internacional para la Prevención de la Violencia Sexual en los Conflictos, un organismo multilateral que busca tomar acciones concretas para prevenir este tipo de crímenes, cuyas víctimas son en gran parte mujeres y niñas, de la mano de víctimas y sobrevivientes. A la ceremonia para oficializar este nombramiento asistió lord (Tariq) Ahmad de Wimbledon, representante especial del primer ministro del Reino Unido, quien habló con El Espectador sobre su trabajo y los aportes que puede hacer el país en esta área.

¿Qué vino a hacer a Colombia?

Mi visita fue en gran medida para reafirmar nuestro apoyo a Colombia en una serie de cuestiones desde el Acuerdo de Paz de 2016. El Reino Unido ha sido un firme partidario en términos de apoyo financiero para el país, así como en otros niveles. Y acogimos con agrado el llamado del presidente para centrarse más en los resultados claves de este tema particular, la violencia sexual, que es de alto interés para nosotros.

Tuve la oportunidad de conocer a la vicepresidenta Francia Márquez y ella es fenomenal en términos de sus ideas. Ella refleja que la sociedad colombiana está cambiando al poner a una mujer de ascendencia afrocolombiana ahora en el mando. Y su visión de crear nuevas oportunidades y empoderar a las mujeres significa mucho. También por aquellos que han pasado por experiencias así. Ahora, ella, como la viceministra de Asuntos Multilaterales, Elizabeth Taylor Jay, son conscientes de los desafíos para la prevención de la violencia sexual en los conflictos. En 2019, establecimos una alianza internacional de unos 25 países, donde Colombia es participante y ahora preside. Su papel es muy importante y me agrada ver que presidirá el organismo.

¿Qué puede aportar Colombia en la prevención de violencia sexual?

Necesitamos colaboración internacional y un país como Colombia aporta una visión directa de esto, por el coraje que se necesitó para cerrar ese acuerdo en 2016. Creo que una de las cosas más importantes que aporta Colombia es la experiencia y el conocimiento propio. Hemos visto enormes avances desde el Acuerdo de Paz; yo personalmente los he visto en cómo los sobrevivientes de la violencia sexual comparten sus experiencias.

Creo que también hemos reconocido que no son solo los gobiernos quienes realmente pueden llevar adelante esta agenda. Y es por eso por lo que en 2019 nombré a dos defensores sobrevivientes que fueron víctimas de violencia sexual en conflictos, un hombre y una mujer, para compartir esas experiencias. Debemos reconocer que, si bien la mayoría de estos actos y crímenes abominables son contra mujeres y niñas, triste y trágicamente, los hombres y los niños también se ven afectados.

Las víctimas son el pilar de la agenda para la prevención de estos crímenes…

Exacto, lo que es realmente importante para un gobierno, y creo que Colombia lo reconoce, es que los sobrevivientes sean parte integral del proceso. En muchos países, en todas las políticas y programas, solemos decir: ‘Bueno, aquí está el programa’... los políticos se sientan con los funcionarios públicos, diseñan un programa y, luego de esto, ahí sí dicen involucremos a la gente para ayudar a implementarlo. Para mí, esa no es la vía. Se hace al revés. Si realmente se quiere que los programas y las políticas funcionen, hay que poner a los supervivientes no solo en el centro del proceso, sino al inicio del mismo, y eso dará como resultado políticas y programas que no solamente tengan la aceptación, sino también el compromiso directo de quienes lo saben mejor por su experiencia.

Hay una población por la que quisiera preguntarle en partictular: los niños nacidos de la violencia sexual en los conflictos. ¿Qué se está haciendo por ellos?

Ante todo, debemos reconocer que estos niños son inocentes. No es su culpa en nada: la culpa es de los autores de estos crímenes. Así que parte integral de todo este proceso es el apoyo a los niños nacidos de violaciones ty delitos de violencia sexual. Por lo tanto, ha habido una gran inversión desde que el Reino Unido lanzó esta iniciativa por primera vez, hace 10 años, y se centra en la justicia, en el ámbito interno, y la protección de los sobrevivientes, además de brindar apoyo a largo plazo.

Ahora, es muy importante cuando hablamos de niños nacidos de violencia sexual que consideremos al niño, pero también consideremos a la madre. Y por esa razón, trajimos de nuevo al Reino Unido y trabajamos directamente con una niña nacida de violencia sexual para aprender de sus conocimientos y experiencias y brindarle ayuda. Era alguien que fue víctima del conflicto y la guerra en Bosnia. Su madre había sufrido de estigma por ser víctima de violencia sexual. Y esa joven valiente, cuando se enteró de que fue puesta en adopción, luego se encargó de encontrar a su madre natural para hacerle esa importante pregunta: ¿por qué no pude quedarme contigo? Y fue un momento muy conmovedor. Su madre compartió que buscaba proteger a su hija, algo que creo que no puede subestimarse. Solo una madre que se separa de un niño puede realmente identificarse con esa experiencia.

Así que de las experiencias de los sobrevivientes y, exactamente como dije, de las víctimas y sobrevivientes de la violencia sexual, debemos aprender de los niños nacidos de tales crímenes para asegurarnos de que sus historias y sus testimonios también se capturen y nos informemos para las políticas y los programas que hacemos.

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Además de escuchar para aprender de los testimonios, también está la protección de estas personas…

Sí, el otro tema es el de la protección, por eso comienza con la madre, por lo que hemos trabajado con personas como Nadia Murad, a quien conocerás como ganadora del Premio Nobel de la Paz de 2018 por sus esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra. Ella fue víctima de múltiples violaciones por parte del Estado Islámico, un crimen abominable que tuvo que soportar. Sobrevivió, y habló de ello. Y no solo habló de ello: se convirtió en una de las defensoras más poderosas de lo que hacemos y lo que hicimos en el Reino Unido a través de la relación que tuvimos con la iniciativa NADI, de hecho trabajamos directamente con ella y estábamos agradecidos por desarrollar un código, el Código Murad, que lanzamos en el Consejo de Seguridad de la ONU hace un año y medio, que refleja la importancia de proteger el testimonio de los sobrevivientes.

¿Cómo se creó ese Código y de qué trata?

Esto se inspiró en la experiencia de campo y vuelvo a un punto que mencioné sobre aprender de los sobrevivientes. Yo estaba en Bangladés, en el campamento Cox’s Bazar. Allí brindaron un gran apoyo a la comunidad rohingya y conocí a una mujer que había sido violada y torturada en Myanmar (Birmania). Ella se derrumbó cuando me contó que tuvo que dar su testimonio 27 veces. Y luego, cuando hubo unas ruedas de justicia que son extremadamente lentas, entonces sus propios representantes legales le dijeron que varios de sus testimonios diferían ligeramente de la película real del caso porque el testimonio no fue protegido, no recogido de la manera correcta, no sustentado. Ese fue el comienzo del Código Murad.

Con expertos legales que trabajan con sobrevivientes se desarrolló un código que garantice que las personas adecuadas y capacitadas estén ahí para hacer que se formulen las preguntas correctas a las víctimas. No dudo de las nobles intenciones de nadie cuando entra y se encuentra con las víctimas y ve los horrores de la violencia sexual en el conflicto. Usted tiende a preguntar y proporcionarle a alguna persona emocional para que escuche y vea lo que puede hacer, pero es posible que no esté capacitado de la manera correcta. Entonces, ¿cómo podemos documentarlos de esta manera? Eso es lo que hace el Código. Proporciona la estructura para garantizar que los testimonios de los sobrevivientes estén protegidos y que las identidades de las madres que luego dan a luz a niños nacidos de estos crímenes también estén protegidas.

Es muy interesante el trabajo detrás del Código, ¿en qué más están trabajando?

Uno de los proyectos que mostramos en la ONU con mi querido amigo, el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, es un elemento de realidad virtual mediante el cual se permite a una víctima brindar su testimonio, y ese testimonio crea la realidad virtual del crimen tal como ocurrió. Hemos estado invirtiendo con una empresa de software para crear las condiciones para este sistema. Entonces, cuando los jueces examinan a estos perpetradores de los crímenes más abominables, no solo ven el testimonio escrito, sino que protegemos la identidad del sobreviviente, y creamos, mediante el uso de la tecnología, que la situación tal como surgió para comenzar realmente capture el momento. ¿Pueden los horrores de ese crimen llegar a la sala del tribunal de esa manera? Hay muchas iniciativas, pero todas evalúan la protección tanto de la madre como, sobre todo, del niño.

Volvamos un momento a los niños. La otra población que me despierta curiosidad es la de las personas migrantes, porque las rutas de migración son macabras y suceden muchas cosas en estas. ¿Existe algún componente especial en su trabajo que se centre en esta población en particular?

Sí, bueno, ¿por qué la gente huye? Porque temen, temen el conflicto, temen mucho. Y hay entre 40 y 60 conflictos bélicos mientras hablamos, la gente quiere estar segura. Es un instinto humano natural. Y cuando pasan del punto A al B, toda la cuestión de la violencia en el desplazamiento interno que tiene lugar en un conflicto es muy real. Sí, tenemos programas específicos para estas movilizaciones. Por ejemplo, en Sudán, antes del conflicto actual que está teniendo lugar, particularmente en Darfur, teníamos programas y proyectos particulares que estábamos ejecutando, no solo para aquellos que habían escapado de esos horrores, sino también para quienes cuando trágicamente se mudaron a campos donde deberían ser protegidos, presenciaron los mismos horrores de los que huyeron.

Algo que debo decir es que los mejores esfuerzos de los gobiernos no siempre pueden evitar esta violencia, por lo que necesitamos resiliencia integrada en la estructura y mecanismos de apoyo en estas áreas donde las personas buscan refugio para garantizar que la gente sepa que las protecciones están disponibles. En segundo lugar, sobre los perpetradores, también tienen que rendir cuentas por estos crímenes y vuelvo a mi punto anterior, por eso estas cuestiones de los tribunales móviles, etcétera. La justicia localizada es extremadamente importante para que las víctimas también sepan que están protegidas. Pero lo más importante es que aquellos que contemplan perpetrar estos crímenes también sean conscientes de que tendrán que rendir cuentas por cuestiones sexuales.

Para cerrar, en línea con esas experiencias vividas, en el conflicto el perdón surge como una parte importante para avanzar. ¿Cómo se trabaja en esto?

Es muy interesante esta pregunta. En primer lugar, el perdón no es una debilidad: es una fortaleza humana. La compasión no es una debilidad. Y cuando analizamos los conflictos, este es también mi enfoque personalizado. El concepto de perdón de un superviviente a un perpetrador es enorme en cualquier delito. Pero también es importante que no se pierda esta cuestión de la rehabilitación. Hemos buscado esos puentes. Cuando organizamos la Conferencia Internacional, teníamos, por ejemplo, a Kosovo y Serbia en la sala y hubo muchas emociones intensas. Entonces, ¿qué hicimos para garantizar a los supervivientes el apoyo consular que necesitaban emocionalmente?

En este espacio nos agradecieron porque el país que consideraban autor de crímenes contra ellos ahora era parte de una comunidad internacional reconocida. Y fue la primera vez que pudieron enfrentarse y decirles a quienes percibían como perpetradores, a través de la historia de crímenes contra ellos, que podían enfrentarlos. Aquí compartieron directamente sus ideas y, lo que es más importante, que aquellos que estaban en el otro lado, que estaban asociados con tales eventos, también tuvieron un reconocimiento de su parte de que ese puente de compasión y perdón debe ser atravesado.

Pero, en última instancia, el perdón también es individual. Soy musulmán por fe, y en el sagrado Corán, de los 30 capítulos, 29 de ellos comienzan con “Alá Dios, misericordioso”. Ahora, esos son atributos de Dios y creo que sea cual sea la religión o fe que sigas o creencias que tengas, es importante no olvidar que el perdón está en el centro de nuestra creencia fundamental. Pero cuando ocurren crímenes contra ti como persona, desde un delito menor hasta algo tan atroz como estos crímenes sexuales de los que hemos hablado, se necesita mucho coraje, mucha convicción, mucha fuerza para lograrlo. Y no me corresponde a mí, como ministro del gobierno, dictar o decirle a alguien que debe perdonar. Buscar el perdón del sobreviviente también es importante para ellos si quieren seguir adelante. Pero dar ese perdón es realmente para ese individuo, porque solo él conoce la experiencia, los horrores que experimenta. Ahora, como gobierno, incluso como periodistas, cuando escribimos, debemos ayudar a crear y facilitar ese apoyo para esos sobrevivientes. Cuando estén listos, si están listos, podrán dar ese importante paso hacia el perdón.

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