Mafalda: 60 años de la niña que alzó su voz por las mujeres
En una época en la que se castigaba el pensamiento, la expresión y la diversidad, Mafalda nació cuestionando, entre múltiples problemáticas sociales, la falta de oportunidades laborales y educativas, las relaciones de pareja y el rol de la mujer en la sociedad, al mismo tiempo que promovía sus derechos.
Tatiana Moreno Quintero
El pasado domingo 29 de septiembre, Mafalda cumplió 60 años desde su primera aparición pública en la revista Primera Plana. En esa ocasión, se presentaron dos tiras cómicas: en una de ellas, Mafalda aparece con su padre, cuestionando si realmente es el mejor en su rol, y en la otra, mientras dibuja una casa, su lápiz se rompe, a lo que exclama: “¡Esto ocurre solamente en este país!”.
La curiosa, inquieta e irónica caricatura de Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino, ha influenciado generaciones enteras según lo aseguran expertos.
“Si hablamos de Latinoamérica el personaje más famoso de los cómics (...) es Mafalda y definitivamente en los personajes femeninos es ella. (...) Aunque nació en los años 60 hoy en día sigue siendo muy popular y además transgeneracional”, aseguró André Didyme-Dome, psicólogo magíster en comunicación, especialista en cómics, cine y televisión.
La perdurabilidad de Mafalda, según Didyme-Dome, se debe a su alta calidad y a que los nuevos lectores de cómics la siguen encontrando fascinante y relevante por opinar sobre problemas que continúan vigentes en la sociedad.
Este fenómeno no solo impactó a los lectores, sino también al gremio de ilustradores. Para Laura Peláez (Guaica), diseñadora gráfica e ilustradora, “Mafalda es un referente obligado, al menos para varias generaciones”, ya que, de acuerdo con la experta, su influencia ha dejado huella en aspectos como el estilo gráfico, la estructura narrativa y el enfoque social.
Para el género femenino el personaje de indomable cabello negro e innegable odio a la sopa ha abierto caminos y puesto a los ojos de muchas personas situaciones cuestionables, incluso, solo con ser mujer.
“Cuando empecé a dibujarla, pensé en Mayo del 68 y dije: ‘Tiene que ser una nena’. ¿Y una nena que hiciera qué? Mafalda tenía que preguntar lo mismo que yo me sigo preguntando cuando veo las noticias: ¿Por qué siguen destruyendo el planeta? Pero, además, siempre lo he dicho, las nenas son más despiertas que los varones”, relató Quino en una entrevista.
Mafalda, aunque es una niña, fue creada por un hombre. Este aspecto es destacado por Cecilia Ramos, caricaturista conocida como La Ché. Ella señala que para que Quino pudiera retratar a Mafalda de manera efectiva, seguramente, debió establecer una conexión con su lado femenino, lo que le permitió reflejar los retos que enfrentaban las mujeres en su tiempo, además de mostrar que incluso para un hombre era claro que existían impedimentos y dificultades para este género por el simple hecho de serlo.
Mafalda y el feminismo
Las alocuciones de esta caricatura se llevaron a cabo en un momento de inestabilidad política, una dictadura y la guerra fría. Aunque Mafalda no fue planeada desde el feminismo, declaró su interés por la paz, los derechos humanos y la democracia, así como sus deseos de ser una mujer con carrera universitaria y de ser alguien en la vida.
“Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general y la de los derechos de las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones”, dijo Quino.
En los años 60 y 70, cuando se vivía en un contexto donde las mujeres estaban luchando por su liberación y su emancipación, conforme lo aseguró André Didyme-Dome, Mafalda fue clave como personaje femenino al ser inteligente, abanderada, libre y autónoma.
Ese acompañamiento, al que hace referencia Quino, se observa desde la presencia de la madre de Mafalda, siempre con implementos de limpieza en mano; el personaje de Susanita, que representa todos los pensamientos retrógrados de la época en su visión del matrimonio, los hijos y roles de la mujer en posiciones de cuidadora; hasta Libertad, amiga de la protagonista que viene de una familia socialista y también criticaba problemáticas sociales.
Esta caricatura, al tener un espacio tan público en diarios y libros alrededor del mundo, ha servido para visibilizar el malestar, el dolor y las quejas de muchas mujeres, según señala La Ché. Estas situaciones, que muchas mujeres no podían exteriorizar, al ser plasmadas en medios tan relevantes ganaron un lugar de importancia. “Reafirmó las cosas que ya sabemos y por las que el feminismo sigue luchando”, comentó la caricaturista.
“Pienso que influyó en sembrar inquietudes y a estimular sensibilidad en generaciones a las que no se nos habló desde pequeñas sobre nuestros derechos. Mafalda es la semilla de una mujer que no quiere ser igual al hombre, quiere que mujeres y hombres sean libres”, aseguró Guaica.
Algunas de estas “semillas”se pueden apreciar en las 140 tiras del recopilatorio “Mafalda, femenino singular”. En ellas destacan las reflexiones sobre la maternidad vista como una imposición social, el trabajo doméstico como una forma de privación del desarrollo de la vida, el machismo y cómo muchos hombres perciben a las mujeres desde una perspectiva carnal, hasta un amor no correspondido, como en el caso de Susanita y Manolito, donde la amiga de Mafalda deja de ser prioridad para sí misma para que su “amado” ocupe el primer plano.
Así lo describe el especialista en cómic André Didyme-Dome, quien señala que, gracias a su inteligencia, Quino logró crear arquetipos universales como la madre de Mafalda, Raquel, que trabaja incansablemente para mantener a su familia, pero que debido al machismo, muchos la perciben como una madre que “no hace nada”.
Esta realidad sigue presente en la sociedad actual. Según una investigación del Grupo de Estudios e Investigación de Formación Docente Interdisciplinaria, publicada en la Revista Diálogos Interdisciplinares, las niñas continúan recibiendo una educación orientada hacia los trabajos domésticos y enfrentan las limitaciones impuestas por el patriarcado, que define lo que “debería ser el rol de la mujer” y las retrata como una figura débil.
La estructura familiar tradicional que se plasma en el cómic, con un padre que trabaja fuera y una madre que asume las tareas del hogar, es también analizada por Carla Letuza Moreira e Silva, doctora en literatura y lingüística por la Universidad Federal de Alagoas, en su estudio “Mafalda y la emancipación femenina”. En este se resalta el hecho de que Mafalda no oculta su decepción frente a esta dinámica y por ello el personaje formula duras críticas, especialmente contra la “mediocridad” percibida en su madre, como se observa en varias de las tiras cómicas.
La participación de Mafalda ha demostrado su valor para el género incluso en culturas ajenas a la latinoamericana. “Simpática e impertinente con sus preguntas pertinentes, hija de la clase mediaestúpida, inconformista, preocupada por la paz, pone tiritas en el globo terráqueo y quiere saber de qué sexo es el mundo”, comentó Carme Vinyoles Casas en el diario El Punt Avui.
Un legado para todas las generaciones
Es importante para profesionales del gremio como Laura Peláez que sea una niña. La ilustradora asegura que por medio de su lenguaje, que mezcla la rabia y la inocencia, habla de las problemáticas de la mujer, la guerra y desigualdad, entre otras, en un mundo que “se ha soportado en buena parte a punta de violencia” para que los lectores, de la mano de la protagonista, se redescubran, asombren y cuestionen.
En cualquier lugar de venta de literatura, legal o no, se encuentran tiras de Mafalda y, a pesar de que están siendo reemplazados por otras formas de entretenimiento como las redes sociales, todavía muchos hombres, mujeres, niñas y niños se acercan a ella.
Mafalda ejerce un poder de atracción sobre los más jóvenes de distintas generaciones. Según Didyme-Dome, al abrir estos libros, los pequeños lectores quedan tan fascinados que no pueden dejar de leer y se identifican con personajes como Felipe, Manolito y Libertad, lo que genera un impacto duradero en los lectores.
El hecho de que Mafalda sea una niña también permite que por las enseñanzas y cuestionamientos que formula sea percibida como un “cómplice que anima a pensar que hay cosas para decir”, así fue la experiencia de Guaica al conocer este personaje.
Su humor es otro componente que permite que esta caricatura tenga un legado. Para Ramos, esta es una forma de resumir ideas muy complejas en espacios pequeños y que generen recordación y esparcimiento en el público para después causar dudas y análisis en las personas.
Mafalda sigue contribuyendo a la lucha de las mujeres, desde el intelecto y la astucia, siendo una figura clave tanto para las mujeres de hoy como para las del futuro, según coinciden los expertos. “Ya han pasado 60 años, pero Mafalda sigue viva y sigue siendo vital para las nuevas generaciones”, concluyó Didyme-Dome.
El pasado domingo 29 de septiembre, Mafalda cumplió 60 años desde su primera aparición pública en la revista Primera Plana. En esa ocasión, se presentaron dos tiras cómicas: en una de ellas, Mafalda aparece con su padre, cuestionando si realmente es el mejor en su rol, y en la otra, mientras dibuja una casa, su lápiz se rompe, a lo que exclama: “¡Esto ocurre solamente en este país!”.
La curiosa, inquieta e irónica caricatura de Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino, ha influenciado generaciones enteras según lo aseguran expertos.
“Si hablamos de Latinoamérica el personaje más famoso de los cómics (...) es Mafalda y definitivamente en los personajes femeninos es ella. (...) Aunque nació en los años 60 hoy en día sigue siendo muy popular y además transgeneracional”, aseguró André Didyme-Dome, psicólogo magíster en comunicación, especialista en cómics, cine y televisión.
La perdurabilidad de Mafalda, según Didyme-Dome, se debe a su alta calidad y a que los nuevos lectores de cómics la siguen encontrando fascinante y relevante por opinar sobre problemas que continúan vigentes en la sociedad.
Este fenómeno no solo impactó a los lectores, sino también al gremio de ilustradores. Para Laura Peláez (Guaica), diseñadora gráfica e ilustradora, “Mafalda es un referente obligado, al menos para varias generaciones”, ya que, de acuerdo con la experta, su influencia ha dejado huella en aspectos como el estilo gráfico, la estructura narrativa y el enfoque social.
Para el género femenino el personaje de indomable cabello negro e innegable odio a la sopa ha abierto caminos y puesto a los ojos de muchas personas situaciones cuestionables, incluso, solo con ser mujer.
“Cuando empecé a dibujarla, pensé en Mayo del 68 y dije: ‘Tiene que ser una nena’. ¿Y una nena que hiciera qué? Mafalda tenía que preguntar lo mismo que yo me sigo preguntando cuando veo las noticias: ¿Por qué siguen destruyendo el planeta? Pero, además, siempre lo he dicho, las nenas son más despiertas que los varones”, relató Quino en una entrevista.
Mafalda, aunque es una niña, fue creada por un hombre. Este aspecto es destacado por Cecilia Ramos, caricaturista conocida como La Ché. Ella señala que para que Quino pudiera retratar a Mafalda de manera efectiva, seguramente, debió establecer una conexión con su lado femenino, lo que le permitió reflejar los retos que enfrentaban las mujeres en su tiempo, además de mostrar que incluso para un hombre era claro que existían impedimentos y dificultades para este género por el simple hecho de serlo.
Mafalda y el feminismo
Las alocuciones de esta caricatura se llevaron a cabo en un momento de inestabilidad política, una dictadura y la guerra fría. Aunque Mafalda no fue planeada desde el feminismo, declaró su interés por la paz, los derechos humanos y la democracia, así como sus deseos de ser una mujer con carrera universitaria y de ser alguien en la vida.
“Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general y la de los derechos de las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones”, dijo Quino.
En los años 60 y 70, cuando se vivía en un contexto donde las mujeres estaban luchando por su liberación y su emancipación, conforme lo aseguró André Didyme-Dome, Mafalda fue clave como personaje femenino al ser inteligente, abanderada, libre y autónoma.
Ese acompañamiento, al que hace referencia Quino, se observa desde la presencia de la madre de Mafalda, siempre con implementos de limpieza en mano; el personaje de Susanita, que representa todos los pensamientos retrógrados de la época en su visión del matrimonio, los hijos y roles de la mujer en posiciones de cuidadora; hasta Libertad, amiga de la protagonista que viene de una familia socialista y también criticaba problemáticas sociales.
Esta caricatura, al tener un espacio tan público en diarios y libros alrededor del mundo, ha servido para visibilizar el malestar, el dolor y las quejas de muchas mujeres, según señala La Ché. Estas situaciones, que muchas mujeres no podían exteriorizar, al ser plasmadas en medios tan relevantes ganaron un lugar de importancia. “Reafirmó las cosas que ya sabemos y por las que el feminismo sigue luchando”, comentó la caricaturista.
“Pienso que influyó en sembrar inquietudes y a estimular sensibilidad en generaciones a las que no se nos habló desde pequeñas sobre nuestros derechos. Mafalda es la semilla de una mujer que no quiere ser igual al hombre, quiere que mujeres y hombres sean libres”, aseguró Guaica.
Algunas de estas “semillas”se pueden apreciar en las 140 tiras del recopilatorio “Mafalda, femenino singular”. En ellas destacan las reflexiones sobre la maternidad vista como una imposición social, el trabajo doméstico como una forma de privación del desarrollo de la vida, el machismo y cómo muchos hombres perciben a las mujeres desde una perspectiva carnal, hasta un amor no correspondido, como en el caso de Susanita y Manolito, donde la amiga de Mafalda deja de ser prioridad para sí misma para que su “amado” ocupe el primer plano.
Así lo describe el especialista en cómic André Didyme-Dome, quien señala que, gracias a su inteligencia, Quino logró crear arquetipos universales como la madre de Mafalda, Raquel, que trabaja incansablemente para mantener a su familia, pero que debido al machismo, muchos la perciben como una madre que “no hace nada”.
Esta realidad sigue presente en la sociedad actual. Según una investigación del Grupo de Estudios e Investigación de Formación Docente Interdisciplinaria, publicada en la Revista Diálogos Interdisciplinares, las niñas continúan recibiendo una educación orientada hacia los trabajos domésticos y enfrentan las limitaciones impuestas por el patriarcado, que define lo que “debería ser el rol de la mujer” y las retrata como una figura débil.
La estructura familiar tradicional que se plasma en el cómic, con un padre que trabaja fuera y una madre que asume las tareas del hogar, es también analizada por Carla Letuza Moreira e Silva, doctora en literatura y lingüística por la Universidad Federal de Alagoas, en su estudio “Mafalda y la emancipación femenina”. En este se resalta el hecho de que Mafalda no oculta su decepción frente a esta dinámica y por ello el personaje formula duras críticas, especialmente contra la “mediocridad” percibida en su madre, como se observa en varias de las tiras cómicas.
La participación de Mafalda ha demostrado su valor para el género incluso en culturas ajenas a la latinoamericana. “Simpática e impertinente con sus preguntas pertinentes, hija de la clase mediaestúpida, inconformista, preocupada por la paz, pone tiritas en el globo terráqueo y quiere saber de qué sexo es el mundo”, comentó Carme Vinyoles Casas en el diario El Punt Avui.
Un legado para todas las generaciones
Es importante para profesionales del gremio como Laura Peláez que sea una niña. La ilustradora asegura que por medio de su lenguaje, que mezcla la rabia y la inocencia, habla de las problemáticas de la mujer, la guerra y desigualdad, entre otras, en un mundo que “se ha soportado en buena parte a punta de violencia” para que los lectores, de la mano de la protagonista, se redescubran, asombren y cuestionen.
En cualquier lugar de venta de literatura, legal o no, se encuentran tiras de Mafalda y, a pesar de que están siendo reemplazados por otras formas de entretenimiento como las redes sociales, todavía muchos hombres, mujeres, niñas y niños se acercan a ella.
Mafalda ejerce un poder de atracción sobre los más jóvenes de distintas generaciones. Según Didyme-Dome, al abrir estos libros, los pequeños lectores quedan tan fascinados que no pueden dejar de leer y se identifican con personajes como Felipe, Manolito y Libertad, lo que genera un impacto duradero en los lectores.
El hecho de que Mafalda sea una niña también permite que por las enseñanzas y cuestionamientos que formula sea percibida como un “cómplice que anima a pensar que hay cosas para decir”, así fue la experiencia de Guaica al conocer este personaje.
Su humor es otro componente que permite que esta caricatura tenga un legado. Para Ramos, esta es una forma de resumir ideas muy complejas en espacios pequeños y que generen recordación y esparcimiento en el público para después causar dudas y análisis en las personas.
Mafalda sigue contribuyendo a la lucha de las mujeres, desde el intelecto y la astucia, siendo una figura clave tanto para las mujeres de hoy como para las del futuro, según coinciden los expertos. “Ya han pasado 60 años, pero Mafalda sigue viva y sigue siendo vital para las nuevas generaciones”, concluyó Didyme-Dome.