Mujeres colombianas y venezolanas trabajan juntas para salir adelante
Más de 16.000 mujeres de la costa Caribe y Nariño participaron en una estrategia para fortalecer sus liderazgos, combatir las violencias de género y ganar autonomía económica. Tanto nacionales como del vecino país saben que no están solas y que juntas pueden llegar más lejos.
Silvia Corredor Rodríguez
Hace casi cinco años, Marielena Zambrano y Ebony Araque llegaron desde Venezuela a la región Caribe colombiana buscando un mejor futuro para ellas, sus hijos y familias. Zambrano, a Santa Marta (Magdalena), y Araque, a Soledad (Atlántico). En el sur del país, Verónica Rojas, una mujer rural de Pasto (Nariño), trabaja en su emprendimiento de utensilios de cocina de madera junto a su familia.
Aunque a estas tres mujeres las separan kilómetros de distancia, hay algo en común que las mantiene unidas: una red de mujeres para trabajar por la integración socioeconómica de mujeres migrantes y de comunidades de acogida. Junto a otras compañeras en Barranquilla, Soledad, Cartagena, Santa Marta, Riohacha, Maicao, Ipiales y Pasto, están trabajando para frenar la discriminación y las violencias basadas en género, acompañar y capacitar a quienes han sido víctimas y fomentar emprendimientos que les permitan crecer personal y profesionalmente.
Desde 2020 se conocieron en el proyecto “Más allá de las banderas somos mujeres”, una iniciativa de ONU Mujeres en colaboración con la Oficina de Población, Refugio y Migración de Estados Unidos (PRM por sus siglas en inglés), para apoyar a las miles de mujeres migrantes que han llegado a Colombia en los últimos años.
“Para ONU Mujeres y la Oficina de Población, Refugio y Migración de Estados Unidos, es un orgullo continuar respaldando los liderazgos de las mujeres migrantes y colombianas que impulsan iniciativas innovadoras y son agentes de cambio en sus comunidades”, dijo Bibiana Aído Almagro, representante de ONU Mujeres en Colombia.
Le puede interesar: La lucha de las mujeres migrantes contra la violencia de género en Barranquilla
Esta iniciativa promueve el fortalecimiento de capacidades para la protección contra la violencia de género, el empoderamiento económico, la incidencia y el liderazgo de las mujeres venezolanas y colombianas en las ciudades donde se encuentran, para aportar al crecimiento de sus proyectos de vida y de los territorios que habitan. Todo esto a través de espacios de formación, capacitaciones, talleres, charlas y ferias de negocio que han beneficiado a más de 16.000 venezolanas y colombianas.
“A nosotras nos capacitan y de esos espacios apoyamos a otras y lo vamos replicando, las vamos empoderando para que se adueñen de lo que les estamos enseñando. Es un trabajo en conjunto, de recordarles que no están solas sino acompañadas; es lo más bonito de este trabajo social con las mujeres”, señaló Ebony Araque a esta redacción, lideresa venezolana que vive hace seis años en Soledad (Atlántico).
La Universidad del Norte, Fenalco Nariño, Pastoral Social de Ipiales, Fundación Cedesocial, la Asociación Santa Rita para la Educación y Promoción (Funsarep) de Cartagena, el SENA, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la institucionalidad local, a través de alcaldías y oficinas de género en los territorios, se han sumado como aliados a este proceso para darle continuidad a la iniciativa.
El camino al empoderamiento
Más de 1.990 mujeres migrantes y colombianas de 24 organizaciones participaron en una serie de actividades sobre fortalecimiento organizativo, liderazgo colectivo, incidencia, posicionamiento territorial y empoderamiento.
Estos espacios no solo se han realizado en el ámbito privado, sino también público. En el marco de la Fiesta del Mar, que se realiza cada mes de julio en Santa Marta, más de 30 mujeres de esta ciudad que participan en el proyecto “Más allá de las banderas” se tomaron las calles para enviar mensajes a la ciudadanía como “me visto para mí y no para ti” y “mi nacionalidad no te da derecho a discriminarme”.
“Es la primera vez que una comparsa de mujeres llega a esta actividad a presentar sus mensajes de sororidad y hermandad en contra de la violencia hacia las mujeres. La comunidad nos aplaudió, estuvieron muy atentos a los mensajes y les recordamos a las mujeres que no están solas y que estamos trabajando para el empoderamiento de nosotras mismas”, explicó Marielena Zambrano.
Le recomendamos: “Ninguna mujer nace para ser explotada por ser migrante” | Bitácora 23.04.23
Esta venezolana que llegó hace cuatro años a Santa Marta es madre cabeza de hogar y, en medio de las dificultades de llegar sola a este país que no conocía, ha logrado abrirse camino. En 2021 creó su emprendimiento Snack Integral, donde prepara alimentos saludables para personas con condiciones específicas de salud, no solo por encargo sino también para cafeterías, bufés y celebraciones.
A lo largo de estos años ha ido fortaleciendo su emprendimiento, empleó a cinco mujeres, entre colombianas y venezolanas, y ha estado trabajando en alianzas para hacer una megamarca de comida saludable en la capital del Magdalena. Según relata Zambrano, durante este camino ha recibido apoyo y respaldo del proyecto “Más allá de las banderas”, que ha sido clave para fortalecer su emprendimiento y su formación personal.
“La Marielena que llegó aquí sin visión, sin expectativas y sin saber qué hacer es muy diferente a la de ahora. Luego de haberme encontrado con este proyecto me siento capaz de coordinar acciones a favor de otras mujeres, de activar rutas de atención para quienes han sido violentadas y crear alianzas. Todo esto me ha servido para construir una base en mi vida donde puedo pararme sin tambalear y tener equilibrio”, enfatizó.
Lea también: Ahorrar pese a las dificultades: el testimonio de dos mujeres migrantes
Junto a otras compañeras de la región que también participan del programa, crearon la Red Caribe de Mujeres colombo-venezolanas, que agrupa a cerca de 40 mujeres de la región para fortalecer la comunicación entre ellas en la denuncia, el acompañamiento y la información sobre rutas de atención a violencias basadas en género y procesos sociales que realicen.
Frenar la violencia contra la mujer
Las mujeres colombianas y venezolanas han sido blanco de agresiones y actos de violencia y, según cifras del Instituto de Medicina Legal (documentadas por el proyecto “Más allá de las banderas somos mujeres”, hubo un aumento en los casos de violencias basadas en género en mujeres provenientes de Venezuela. En 2022 se presentaron 529 casos más de violencia de pareja, en comparación al 2021 y 113 casos más en presuntos delitos sexuales.
Esta situación llevó a la consolidación de espacios de apoyo en los ocho municipios para trabajar prevención y protección de violencias de género, discriminación y xenofobia. Desde allí se da acompañamiento psicosocial y jurídico sobre a dónde acudir y qué acciones tomar cuando se presente un caso de estos.
A estos espacios se suma “SomosMar” un chat virtual de WhatsApp que funciona en Soledad, Santa Marta y Barranquilla, que ha atendido a más de 251 mujeres resolviendo dudas sobre prevención y atención de violencias de género y discriminación. En entrevista con Ebony Araque, lideresa venezolana radicada en Soledad (Atlántico), comentó que este chat es de fácil acceso, está activo en cualquier momento y desde 2020 ha estado mejorando para aumentar la atención.
Lea también: Urge una mirada de la migración con enfoque de género entre Colombia y Venezuela
Araque es una de las mujeres que han liderado los procesos de información y prevención de violencias con las mujeres de su comunidad y relató las acciones de incidencia que también han buscado para frenar estos hechos.
“Arrancamos con un plan de incidencia política para que las mujeres cabezas de hogar entren a inclusión laboral y procesos de estudios para su autonomía económica, porque muchas veces, al no tener esto, son violentadas. Buscamos cómo mitigar el desempleo de ellas, fortalecer sus habilidades en un emprendimiento o impulsar los que tenían”, explicó a esta redacción.
Por ejemplo, en los espacios de apoyo más de 600 mujeres colombianas y venezolanas han participado en sesiones sobre el uso de herramientas tecnológicas y el acceso a la información para la prevención de violencias; más de 160 recibieron orientación sociojurídica en casos de violencias basadas en género y más de 1.000 participaron en espacios de sensibilización.
Araque también explicó a este diario la importancia que ha tenido la inclusión de hombres en el proceso, porque también ellos deben recibir esta información y capacitaciones para entender las implicaciones de muchos de sus comportamientos. Un aspecto que ella identificó que hace falta trabajar es la salud mental de los hombres, pues desde otras experiencias también han sido víctimas de diferentes tipos de violencia y debido a los procesos culturales, el trámite emocional de ellos es diferente y es importante brindar estos espacios.
Le recomendamos: El mecanismo migratorio con enfoque de género que Colombia le debe a las mujeres
Para esta mujer venezolana de 32 años, trabajar con mujeres sin importar la nacionalidad ha sido algo que la ha motivado a salir adelante, a ser alentada para capacitarse y a tener más sueños en este país que la recibió hace años. Araque tiene como meta estudiar Enfermería y junto a su pequeño hijo de cuatro años y su esposo quiere seguir formándose para tener mejores condiciones y poder apoyar a otras personas que llegan de Venezuela a este país y a sus propias familias que se quedaron al otro lado de la frontera.
Perder el miedo de hacer negocios
Esta red de acciones de mujeres y para mujeres se conecta con el sur del país, en el departamento de Nariño. Desde Pasto e Ipiales, mujeres colombianas y venezolanas también han trabajado temas de prevención de violencias, articulación de emprendimientos y fortalecimiento de capacidades.
Tanto en Nariño como en el Caribe, a través del programa “Más allá de las banderas somos mujeres”, más de 1.000 mujeres participaron en un laboratorio para impulsar su autonomía económica donde aprendieron de marketing, educación financiera y digital, y operatividad técnica. Verónica Rojas, una mujer rural nariñense, es una de las que participaron en estos procesos con su emprendimiento Arteliv, donde produce, junto a su familia, utensilios de cocina de madera. Hace 20 años inició con su negocio en el patio de la casa, y ahora ya tiene un local propio que funciona como bodega y taller.
“A mí me sirvieron mucho estos talleres y capacitaciones porque nos fortalecieron la autoestima, el empoderamiento femenino, económico y empresarial para nosotras poder sacar adelante a nuestros emprendimientos y familias”, comentó Rojas en entrevista.
Además de los laboratorios, en el marco del programa se han realizado anualmente tres ruedas de negocios donde las mujeres exponen sus emprendimientos, establecen alianzas comerciales y negocios para fortalecer sus proyectos. Verónica Rojas ha participado desde la primera feria en 2021 y señaló que han sido espacios muy importantes y de mucho crecimiento para todas.
En contexto: La deuda con los derechos de las mujeres migrantes
“Con el paso de las ferias nos hemos visto más fortalecidas, capaces y hemos podido perder el miedo. Ahora estamos más seguras, hemos cerrado negocios, alianzas y articulaciones, no solo entre nosotras, sino también con otros emprendimientos, entonces sí ha habido mucho cambio”, resaltó Rojas.
Al igual que en el Caribe, crearon su red de mujeres colombo-venezolanas llamada Guaguachama, nombre compuesto por dos palabras que se utilizan tanto en Pasto como en Venezuela para referirse a las mujeres. A través de este espacio, las migrantes y colombianas que viven en territorio nariñense han logrado integrarse, trabajar juntas, animarse, compartir sus sueños y aprender las unas de las otras.
Muchas de estas mujeres quieren ampliar su campo de negocio a escala nacional e incluso internacional. Por ejemplo, Verónica envía sus productos a Bogotá, Bucaramanga y Cali, y quiere llegar a más lugares. Además, están trabajando para hacer negocios directos sin intermediarios, generar más empleo y crecimiento económico no solo para la región sino también para ellas mismas.
En medio de las dificultades, los logros y los altibajos, las mujeres sueñan con seguir alcanzando a otras y demostrar que en la unión está la fuerza para avanzar y que, sin importar las raíces, se puede construir juntas y vivir en espacios libres de violencias, discriminación y donde hay lugar para todas.
Hace casi cinco años, Marielena Zambrano y Ebony Araque llegaron desde Venezuela a la región Caribe colombiana buscando un mejor futuro para ellas, sus hijos y familias. Zambrano, a Santa Marta (Magdalena), y Araque, a Soledad (Atlántico). En el sur del país, Verónica Rojas, una mujer rural de Pasto (Nariño), trabaja en su emprendimiento de utensilios de cocina de madera junto a su familia.
Aunque a estas tres mujeres las separan kilómetros de distancia, hay algo en común que las mantiene unidas: una red de mujeres para trabajar por la integración socioeconómica de mujeres migrantes y de comunidades de acogida. Junto a otras compañeras en Barranquilla, Soledad, Cartagena, Santa Marta, Riohacha, Maicao, Ipiales y Pasto, están trabajando para frenar la discriminación y las violencias basadas en género, acompañar y capacitar a quienes han sido víctimas y fomentar emprendimientos que les permitan crecer personal y profesionalmente.
Desde 2020 se conocieron en el proyecto “Más allá de las banderas somos mujeres”, una iniciativa de ONU Mujeres en colaboración con la Oficina de Población, Refugio y Migración de Estados Unidos (PRM por sus siglas en inglés), para apoyar a las miles de mujeres migrantes que han llegado a Colombia en los últimos años.
“Para ONU Mujeres y la Oficina de Población, Refugio y Migración de Estados Unidos, es un orgullo continuar respaldando los liderazgos de las mujeres migrantes y colombianas que impulsan iniciativas innovadoras y son agentes de cambio en sus comunidades”, dijo Bibiana Aído Almagro, representante de ONU Mujeres en Colombia.
Le puede interesar: La lucha de las mujeres migrantes contra la violencia de género en Barranquilla
Esta iniciativa promueve el fortalecimiento de capacidades para la protección contra la violencia de género, el empoderamiento económico, la incidencia y el liderazgo de las mujeres venezolanas y colombianas en las ciudades donde se encuentran, para aportar al crecimiento de sus proyectos de vida y de los territorios que habitan. Todo esto a través de espacios de formación, capacitaciones, talleres, charlas y ferias de negocio que han beneficiado a más de 16.000 venezolanas y colombianas.
“A nosotras nos capacitan y de esos espacios apoyamos a otras y lo vamos replicando, las vamos empoderando para que se adueñen de lo que les estamos enseñando. Es un trabajo en conjunto, de recordarles que no están solas sino acompañadas; es lo más bonito de este trabajo social con las mujeres”, señaló Ebony Araque a esta redacción, lideresa venezolana que vive hace seis años en Soledad (Atlántico).
La Universidad del Norte, Fenalco Nariño, Pastoral Social de Ipiales, Fundación Cedesocial, la Asociación Santa Rita para la Educación y Promoción (Funsarep) de Cartagena, el SENA, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la institucionalidad local, a través de alcaldías y oficinas de género en los territorios, se han sumado como aliados a este proceso para darle continuidad a la iniciativa.
El camino al empoderamiento
Más de 1.990 mujeres migrantes y colombianas de 24 organizaciones participaron en una serie de actividades sobre fortalecimiento organizativo, liderazgo colectivo, incidencia, posicionamiento territorial y empoderamiento.
Estos espacios no solo se han realizado en el ámbito privado, sino también público. En el marco de la Fiesta del Mar, que se realiza cada mes de julio en Santa Marta, más de 30 mujeres de esta ciudad que participan en el proyecto “Más allá de las banderas” se tomaron las calles para enviar mensajes a la ciudadanía como “me visto para mí y no para ti” y “mi nacionalidad no te da derecho a discriminarme”.
“Es la primera vez que una comparsa de mujeres llega a esta actividad a presentar sus mensajes de sororidad y hermandad en contra de la violencia hacia las mujeres. La comunidad nos aplaudió, estuvieron muy atentos a los mensajes y les recordamos a las mujeres que no están solas y que estamos trabajando para el empoderamiento de nosotras mismas”, explicó Marielena Zambrano.
Le recomendamos: “Ninguna mujer nace para ser explotada por ser migrante” | Bitácora 23.04.23
Esta venezolana que llegó hace cuatro años a Santa Marta es madre cabeza de hogar y, en medio de las dificultades de llegar sola a este país que no conocía, ha logrado abrirse camino. En 2021 creó su emprendimiento Snack Integral, donde prepara alimentos saludables para personas con condiciones específicas de salud, no solo por encargo sino también para cafeterías, bufés y celebraciones.
A lo largo de estos años ha ido fortaleciendo su emprendimiento, empleó a cinco mujeres, entre colombianas y venezolanas, y ha estado trabajando en alianzas para hacer una megamarca de comida saludable en la capital del Magdalena. Según relata Zambrano, durante este camino ha recibido apoyo y respaldo del proyecto “Más allá de las banderas”, que ha sido clave para fortalecer su emprendimiento y su formación personal.
“La Marielena que llegó aquí sin visión, sin expectativas y sin saber qué hacer es muy diferente a la de ahora. Luego de haberme encontrado con este proyecto me siento capaz de coordinar acciones a favor de otras mujeres, de activar rutas de atención para quienes han sido violentadas y crear alianzas. Todo esto me ha servido para construir una base en mi vida donde puedo pararme sin tambalear y tener equilibrio”, enfatizó.
Lea también: Ahorrar pese a las dificultades: el testimonio de dos mujeres migrantes
Junto a otras compañeras de la región que también participan del programa, crearon la Red Caribe de Mujeres colombo-venezolanas, que agrupa a cerca de 40 mujeres de la región para fortalecer la comunicación entre ellas en la denuncia, el acompañamiento y la información sobre rutas de atención a violencias basadas en género y procesos sociales que realicen.
Frenar la violencia contra la mujer
Las mujeres colombianas y venezolanas han sido blanco de agresiones y actos de violencia y, según cifras del Instituto de Medicina Legal (documentadas por el proyecto “Más allá de las banderas somos mujeres”, hubo un aumento en los casos de violencias basadas en género en mujeres provenientes de Venezuela. En 2022 se presentaron 529 casos más de violencia de pareja, en comparación al 2021 y 113 casos más en presuntos delitos sexuales.
Esta situación llevó a la consolidación de espacios de apoyo en los ocho municipios para trabajar prevención y protección de violencias de género, discriminación y xenofobia. Desde allí se da acompañamiento psicosocial y jurídico sobre a dónde acudir y qué acciones tomar cuando se presente un caso de estos.
A estos espacios se suma “SomosMar” un chat virtual de WhatsApp que funciona en Soledad, Santa Marta y Barranquilla, que ha atendido a más de 251 mujeres resolviendo dudas sobre prevención y atención de violencias de género y discriminación. En entrevista con Ebony Araque, lideresa venezolana radicada en Soledad (Atlántico), comentó que este chat es de fácil acceso, está activo en cualquier momento y desde 2020 ha estado mejorando para aumentar la atención.
Lea también: Urge una mirada de la migración con enfoque de género entre Colombia y Venezuela
Araque es una de las mujeres que han liderado los procesos de información y prevención de violencias con las mujeres de su comunidad y relató las acciones de incidencia que también han buscado para frenar estos hechos.
“Arrancamos con un plan de incidencia política para que las mujeres cabezas de hogar entren a inclusión laboral y procesos de estudios para su autonomía económica, porque muchas veces, al no tener esto, son violentadas. Buscamos cómo mitigar el desempleo de ellas, fortalecer sus habilidades en un emprendimiento o impulsar los que tenían”, explicó a esta redacción.
Por ejemplo, en los espacios de apoyo más de 600 mujeres colombianas y venezolanas han participado en sesiones sobre el uso de herramientas tecnológicas y el acceso a la información para la prevención de violencias; más de 160 recibieron orientación sociojurídica en casos de violencias basadas en género y más de 1.000 participaron en espacios de sensibilización.
Araque también explicó a este diario la importancia que ha tenido la inclusión de hombres en el proceso, porque también ellos deben recibir esta información y capacitaciones para entender las implicaciones de muchos de sus comportamientos. Un aspecto que ella identificó que hace falta trabajar es la salud mental de los hombres, pues desde otras experiencias también han sido víctimas de diferentes tipos de violencia y debido a los procesos culturales, el trámite emocional de ellos es diferente y es importante brindar estos espacios.
Le recomendamos: El mecanismo migratorio con enfoque de género que Colombia le debe a las mujeres
Para esta mujer venezolana de 32 años, trabajar con mujeres sin importar la nacionalidad ha sido algo que la ha motivado a salir adelante, a ser alentada para capacitarse y a tener más sueños en este país que la recibió hace años. Araque tiene como meta estudiar Enfermería y junto a su pequeño hijo de cuatro años y su esposo quiere seguir formándose para tener mejores condiciones y poder apoyar a otras personas que llegan de Venezuela a este país y a sus propias familias que se quedaron al otro lado de la frontera.
Perder el miedo de hacer negocios
Esta red de acciones de mujeres y para mujeres se conecta con el sur del país, en el departamento de Nariño. Desde Pasto e Ipiales, mujeres colombianas y venezolanas también han trabajado temas de prevención de violencias, articulación de emprendimientos y fortalecimiento de capacidades.
Tanto en Nariño como en el Caribe, a través del programa “Más allá de las banderas somos mujeres”, más de 1.000 mujeres participaron en un laboratorio para impulsar su autonomía económica donde aprendieron de marketing, educación financiera y digital, y operatividad técnica. Verónica Rojas, una mujer rural nariñense, es una de las que participaron en estos procesos con su emprendimiento Arteliv, donde produce, junto a su familia, utensilios de cocina de madera. Hace 20 años inició con su negocio en el patio de la casa, y ahora ya tiene un local propio que funciona como bodega y taller.
“A mí me sirvieron mucho estos talleres y capacitaciones porque nos fortalecieron la autoestima, el empoderamiento femenino, económico y empresarial para nosotras poder sacar adelante a nuestros emprendimientos y familias”, comentó Rojas en entrevista.
Además de los laboratorios, en el marco del programa se han realizado anualmente tres ruedas de negocios donde las mujeres exponen sus emprendimientos, establecen alianzas comerciales y negocios para fortalecer sus proyectos. Verónica Rojas ha participado desde la primera feria en 2021 y señaló que han sido espacios muy importantes y de mucho crecimiento para todas.
En contexto: La deuda con los derechos de las mujeres migrantes
“Con el paso de las ferias nos hemos visto más fortalecidas, capaces y hemos podido perder el miedo. Ahora estamos más seguras, hemos cerrado negocios, alianzas y articulaciones, no solo entre nosotras, sino también con otros emprendimientos, entonces sí ha habido mucho cambio”, resaltó Rojas.
Al igual que en el Caribe, crearon su red de mujeres colombo-venezolanas llamada Guaguachama, nombre compuesto por dos palabras que se utilizan tanto en Pasto como en Venezuela para referirse a las mujeres. A través de este espacio, las migrantes y colombianas que viven en territorio nariñense han logrado integrarse, trabajar juntas, animarse, compartir sus sueños y aprender las unas de las otras.
Muchas de estas mujeres quieren ampliar su campo de negocio a escala nacional e incluso internacional. Por ejemplo, Verónica envía sus productos a Bogotá, Bucaramanga y Cali, y quiere llegar a más lugares. Además, están trabajando para hacer negocios directos sin intermediarios, generar más empleo y crecimiento económico no solo para la región sino también para ellas mismas.
En medio de las dificultades, los logros y los altibajos, las mujeres sueñan con seguir alcanzando a otras y demostrar que en la unión está la fuerza para avanzar y que, sin importar las raíces, se puede construir juntas y vivir en espacios libres de violencias, discriminación y donde hay lugar para todas.