Mujeres que hacen comedia en Colombia
Catalina Guzmán, Carolina Cuervo y Pamela Ospina han abierto el camino para que más mujeres exploren el “stand up”, un género ocupado mayoritariamente por hombres. Proponen un humor negro, pero lejos del machismo que es común en el campo.
Laura Alejandra Moreno Urriaga
La comedia ha sido un espacio masculino históricamente. El stand up, un formato en el que los comediantes exploran su visión del mundo desde la cotidianidad, sus vivencias e inquietudes, también ha estado copado por la mirada de los hombres. Aunque la participación de las mujeres en este formato ha ido en aumento en Latinoamérica, sobre todo en países como México, Argentina y El Salvador, Colombia sigue teniendo un rezago en esta materia.
Se destacan nombres como Liss Pereira, Catalina Guzmán, Carolina Cuervo y Pamela Ospina, quienes se han dado un lugar en el género, llegando a tener giras nacionales y rutinas de su comedia en plataformas digitales como Netflix y Amazon Prime. “Cada vez que hay una chica que quiere hacer comedia soy muy feliz, porque creo que necesitamos equilibrar las voces. La voz de los hombres ya ha tenido mucho espacio y eco, no queremos que se acabe, pero es importante que haya equilibrio y voces de mujeres diciendo cómo vemos el mundo nosotras”, comenta Guzmán.
Hablamos con tres de ellas sobre cómo ha evolucionado la comedia en el país, sus procesos y cómo su visión del mundo, desde la comedia, ha abierto el espacio para que más mujeres se lancen al ruedo y el público amplíe su panorama de lo que es y transmite el humor en el stand up. Pamela comenta que “hay cierto tipo de humor que el mismo público ya tiende a rechazar, pero la tarea del comediante es representar lo que quiere también que sea la vida”.
Catalina Guzmán
Podemos hablar de Guzmán como la mujer pionera en el stand up en Colombia. Desde hace 12 años empezó a consolidar su carrera como comediante hablando del deber ser de la mujer, las condiciones que se nos imponen desde la crianza y las que nos autoimponemos.
Para Guzmán, las inquietudes siguen siendo hoy las mismas, pero con el tiempo ha cambiado la manera de abordarlas. ¿Qué pasa en el cuarto piso? es su show más reciente, en el que aborda las relaciones de las mujeres con su cuerpo, con los demás y con lo socialmente aceptado, pero cómo se viven a los 40 años, con otro nivel de madurez y de experiencia. “Siento que hay mucha gerontofobia, se nos cobra por envejecer, hay una exigencia por vernos jóvenes y quedarnos en los 30 eternos, es algo muy tonto y todavía más tonto creernos ese discurso”, cuenta la comediante.
Su proceso en la comedia también le ha servido para identificar las dinámicas machistas que se dan en el gremio de comediantes, pese a que no se ha sentido vulnerada directamente. “He logrado entender muchas posturas de género que el privilegio y la arrogancia no me dejaban reconocer. Sentía que nunca había tenido ninguna desventaja, porque reconocer que uno ha sido vulnerado no es fácil, porque significa bajar el estatus. Pero me he dado cuenta de que el hecho de ser mujeres nos pone en situaciones que no son chéveres en este campo”.
“El stand up es bastante machista, en algunos espacios un poco misógino incluso. He visto situaciones de chicas que les ha tocado pararse duro para conservar sus espacios y darse a respetar”, agrega. Además, explica que esta situación se ha exacerbado en los últimos años, pues, por un lado, más mujeres están entrando al circuito de la comedia, pero, por otro lado, “hubo una oleada de contenido de comediantes de pretender ser malos, incorrectos y con humor negro, pero todo muy mal entendido en espacios en los que buscaban validar sus posturas de machitos, sin entender que eso no es comedia. El humor negro no tiene nada que ver con eso”.
Guzmán trabaja de cerca con varios comediantes en Comedia Inc., un emprendimiento que formaliza sus apuestas de stand up y propone nuevos formatos; además es panelista en el pódcast Los Impopulares, con los comediantes Paulo Hernández y Sergio Leguizamón. Aunque permanece la premisa de que ningún tema es motivo de censura, explica que han “tenido discusiones sobre cómo se aborda el machismo, el error de ni siquiera tener la intención de entender cuáles son las luchas feministas y los chistes descalificantes”.
En paralelo a la construcción de sus rutinas y proyectos, a Guzmán también la llama la academia que estudia la comedia. Realiza talleres de escritura creativa y acompaña procesos de personas que tienen talento para el stand up, como Carolina Cuervo, a quien ha acompañado en su proceso.
“Un comediante siempre debe hacerse una pregunta sobre cualquier tema: ¿qué voy a decir y para qué? Eso hace la diferencia, pensar en qué tiene que ver conmigo y cuál es mi punto de vista, desde dónde resuena eso en mí. No es buscar el chiste por el chiste”, recalca y hace énfasis en que, como cualquier otra disciplina artística, el stand up se estudia, requiere disciplina y constancia porque, como ella dice, “la comedia no se da por generación espontánea”.
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Pamela Ospina
Como muchos de los comediantes de este género en el país, Ospina viene de la cuentería, ha transitado entre la música y la comedia, y mezcla sus dos pasiones. Su humor es ácido y ha tomado el sexo y la relación de las mujeres con este como una de sus banderas.
“Cuando hablo de sexo a la gente le gusta y comparte mucho los videos, pero tengo muchos más temas. Que una mujer hable de esos temas es algo novedoso que causa impacto, porque los hombres lo han tratado tanto que ya está normalizado y de cualquier palabra sacan un chiste de sexo sin que nos demos cuenta. Ya es hora de que nosotras hablemos del placer, de lo que se siente ser mujer, de los temores que tenemos en el sexo y que lo naturalicemos”, cuenta Ospina.
Pamela busca que hablar de sexualidad y juguetes sexuales deje de ser tabú y asegura que hablar de estas temáticas no les da derecho a las personas para hacer comentarios descalificantes.
Sobre las conversaciones grabadas que se dan entre comediantes para buscar nuevas audiencias y la forma en que constantemente se utiliza a las mujeres y su sexualidad como fuente infinita de chistes machistas, Ospina explica que “hay una reapropiación de términos: cuando uno dice “perras todas” quiere decir que me empodero y resignifico la palabra, pero otra cosa es que un man lo diga buscando ridiculizar a las mujeres desde el machismo, son escenarios que coexisten, pero no por eso está bien. Hay un público muy joven que consume esos mensajes y que todavía no tiene la capacidad de discernir sobre el tipo de contenido”.
Las rutinas son un proceso introspectivo que muestra la forma de ver el mundo de quien está haciendo comedia. “La comedia es estar dispuesta a hablar desde sí misma, es un proceso al que uno tiene que irse abriendo”, dice Pamela. Por eso, el machismo que se percibe en las rutinas de algunos comediantes no es algo que se queda en los micrófonos, sino que habla de su relación con los demás. Por ejemplo, cuenta que “alguno me envió mensajes inapropiados y luego compartimos un show, fue muy incómodo. Uno se siente maluco al lado de ellos”.
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Ospina explica que es parte de la responsabilidad del comediante lo que busca expresar, aunque dicha carga se comparte con las audiencias y su forma de aceptar e interpretar una rutina que está pensada desde el humor.
En Youtube, Ospina tiene una serie de videos que se llaman Gracias por venir, contiene videos que recogen la experiencia de varios comediantes durante su proceso de crear una rutina y presentarla en su Probando Probando, un espacio para probar el material en Medellín. Ospina recalca que, aunque la participación de las mujeres sigue siendo baja, en su ciudad está creciendo un grupo de mujeres que vienen desde la actuación y que están creando stand up.
Carolina Cuervo
Su participación en el programa Oki Doki es la pauta inicial en la comedia de Cuervo. Su paso de la actuación al stand up ha estado marcado porque el humor siempre ha sido parte de su vida. Comedia a la carta en 2018, un espacio para comediantes, organizado por Alejandro Riaño, fue el primero en el que Cuervo decidió dedicarse a la comedia.
Su trayectoria como actriz y escritora le dieron herramientas para llegar al stand up, pero reconoce que tuvo que “desaprender un poco de lo que ya traía y aprender un lenguaje nuevo”, un proceso en el que Catalina Guzmán ha sido su mentora en la escritura, marcada por el humor negro.
“Hay comediantes que son demasiado ácidos, y si uno se para en un escenario a hablar, debe asumir la responsabilidad de lo que dice y también está la responsabilidad de asimilarlo”, afirma sobre el impacto del humor negro y las rutinas que se salen de lo políticamente correcto.
En su rutina Que nada me quite la paz, que terminó temporada esta semana en el Teatro Nacional, Cuervo habla de la relación que tenemos con los demás, con la música, con la familia, con el amor, y explica cómo todo parte desde la relación que tenemos con nosotros mismos.
Con esta presentación, Cuervo hace un repaso por la relación que tenemos con nuestra familia; los refuerzos positivos y negativos de nuestros padres, que reflejamos a lo largo de la vida, y cómo permitimos que las acciones de los demás nos vulneren. “Los temas de mi stand up son mucho más profundos. Digo que es una comedia espiritual, porque además de reírse, la gente sale pensando en muchas cosas de su cotidianidad. Ese es el sello que estoy tratando de poner, que la gente piense en sí misma”, comenta.
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Frente a la sobreoferta de comedia que se puede ver en redes sociales, Cuervo explica que “internet ha democratizado el acceso a la información, pero siempre está la opción de elegir qué tipo de contenido queremos consumir. Que se posicionen temas que pueden ser machistas o misóginos no habla solo del contenido que se publica, sino de un sistema de valores que está completamente desequilibrado”.
Su apuesta y su diferencial como comediante está en el mensaje que hay detrás de sus rutinas, pues hablan de un proceso de reconocimiento individual por el que muchas personas pasan en la actualidad. “¿Para qué utilizó esta herramienta que tengo, para qué utilizo la capacidad de que me vean miles de personas?, es una decisión muy personal del artista, pero si estoy prestando mi instrumento, mis dones y talentos para difundir un mensaje, me parece más chévere que haya algo más, que le permita a la gente reírse, aprender y pensar porque estamos un poco perdidos”, concluye la artista.
La comedia ha sido un espacio masculino históricamente. El stand up, un formato en el que los comediantes exploran su visión del mundo desde la cotidianidad, sus vivencias e inquietudes, también ha estado copado por la mirada de los hombres. Aunque la participación de las mujeres en este formato ha ido en aumento en Latinoamérica, sobre todo en países como México, Argentina y El Salvador, Colombia sigue teniendo un rezago en esta materia.
Se destacan nombres como Liss Pereira, Catalina Guzmán, Carolina Cuervo y Pamela Ospina, quienes se han dado un lugar en el género, llegando a tener giras nacionales y rutinas de su comedia en plataformas digitales como Netflix y Amazon Prime. “Cada vez que hay una chica que quiere hacer comedia soy muy feliz, porque creo que necesitamos equilibrar las voces. La voz de los hombres ya ha tenido mucho espacio y eco, no queremos que se acabe, pero es importante que haya equilibrio y voces de mujeres diciendo cómo vemos el mundo nosotras”, comenta Guzmán.
Hablamos con tres de ellas sobre cómo ha evolucionado la comedia en el país, sus procesos y cómo su visión del mundo, desde la comedia, ha abierto el espacio para que más mujeres se lancen al ruedo y el público amplíe su panorama de lo que es y transmite el humor en el stand up. Pamela comenta que “hay cierto tipo de humor que el mismo público ya tiende a rechazar, pero la tarea del comediante es representar lo que quiere también que sea la vida”.
Catalina Guzmán
Podemos hablar de Guzmán como la mujer pionera en el stand up en Colombia. Desde hace 12 años empezó a consolidar su carrera como comediante hablando del deber ser de la mujer, las condiciones que se nos imponen desde la crianza y las que nos autoimponemos.
Para Guzmán, las inquietudes siguen siendo hoy las mismas, pero con el tiempo ha cambiado la manera de abordarlas. ¿Qué pasa en el cuarto piso? es su show más reciente, en el que aborda las relaciones de las mujeres con su cuerpo, con los demás y con lo socialmente aceptado, pero cómo se viven a los 40 años, con otro nivel de madurez y de experiencia. “Siento que hay mucha gerontofobia, se nos cobra por envejecer, hay una exigencia por vernos jóvenes y quedarnos en los 30 eternos, es algo muy tonto y todavía más tonto creernos ese discurso”, cuenta la comediante.
Su proceso en la comedia también le ha servido para identificar las dinámicas machistas que se dan en el gremio de comediantes, pese a que no se ha sentido vulnerada directamente. “He logrado entender muchas posturas de género que el privilegio y la arrogancia no me dejaban reconocer. Sentía que nunca había tenido ninguna desventaja, porque reconocer que uno ha sido vulnerado no es fácil, porque significa bajar el estatus. Pero me he dado cuenta de que el hecho de ser mujeres nos pone en situaciones que no son chéveres en este campo”.
“El stand up es bastante machista, en algunos espacios un poco misógino incluso. He visto situaciones de chicas que les ha tocado pararse duro para conservar sus espacios y darse a respetar”, agrega. Además, explica que esta situación se ha exacerbado en los últimos años, pues, por un lado, más mujeres están entrando al circuito de la comedia, pero, por otro lado, “hubo una oleada de contenido de comediantes de pretender ser malos, incorrectos y con humor negro, pero todo muy mal entendido en espacios en los que buscaban validar sus posturas de machitos, sin entender que eso no es comedia. El humor negro no tiene nada que ver con eso”.
Guzmán trabaja de cerca con varios comediantes en Comedia Inc., un emprendimiento que formaliza sus apuestas de stand up y propone nuevos formatos; además es panelista en el pódcast Los Impopulares, con los comediantes Paulo Hernández y Sergio Leguizamón. Aunque permanece la premisa de que ningún tema es motivo de censura, explica que han “tenido discusiones sobre cómo se aborda el machismo, el error de ni siquiera tener la intención de entender cuáles son las luchas feministas y los chistes descalificantes”.
En paralelo a la construcción de sus rutinas y proyectos, a Guzmán también la llama la academia que estudia la comedia. Realiza talleres de escritura creativa y acompaña procesos de personas que tienen talento para el stand up, como Carolina Cuervo, a quien ha acompañado en su proceso.
“Un comediante siempre debe hacerse una pregunta sobre cualquier tema: ¿qué voy a decir y para qué? Eso hace la diferencia, pensar en qué tiene que ver conmigo y cuál es mi punto de vista, desde dónde resuena eso en mí. No es buscar el chiste por el chiste”, recalca y hace énfasis en que, como cualquier otra disciplina artística, el stand up se estudia, requiere disciplina y constancia porque, como ella dice, “la comedia no se da por generación espontánea”.
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Pamela Ospina
Como muchos de los comediantes de este género en el país, Ospina viene de la cuentería, ha transitado entre la música y la comedia, y mezcla sus dos pasiones. Su humor es ácido y ha tomado el sexo y la relación de las mujeres con este como una de sus banderas.
“Cuando hablo de sexo a la gente le gusta y comparte mucho los videos, pero tengo muchos más temas. Que una mujer hable de esos temas es algo novedoso que causa impacto, porque los hombres lo han tratado tanto que ya está normalizado y de cualquier palabra sacan un chiste de sexo sin que nos demos cuenta. Ya es hora de que nosotras hablemos del placer, de lo que se siente ser mujer, de los temores que tenemos en el sexo y que lo naturalicemos”, cuenta Ospina.
Pamela busca que hablar de sexualidad y juguetes sexuales deje de ser tabú y asegura que hablar de estas temáticas no les da derecho a las personas para hacer comentarios descalificantes.
Sobre las conversaciones grabadas que se dan entre comediantes para buscar nuevas audiencias y la forma en que constantemente se utiliza a las mujeres y su sexualidad como fuente infinita de chistes machistas, Ospina explica que “hay una reapropiación de términos: cuando uno dice “perras todas” quiere decir que me empodero y resignifico la palabra, pero otra cosa es que un man lo diga buscando ridiculizar a las mujeres desde el machismo, son escenarios que coexisten, pero no por eso está bien. Hay un público muy joven que consume esos mensajes y que todavía no tiene la capacidad de discernir sobre el tipo de contenido”.
Las rutinas son un proceso introspectivo que muestra la forma de ver el mundo de quien está haciendo comedia. “La comedia es estar dispuesta a hablar desde sí misma, es un proceso al que uno tiene que irse abriendo”, dice Pamela. Por eso, el machismo que se percibe en las rutinas de algunos comediantes no es algo que se queda en los micrófonos, sino que habla de su relación con los demás. Por ejemplo, cuenta que “alguno me envió mensajes inapropiados y luego compartimos un show, fue muy incómodo. Uno se siente maluco al lado de ellos”.
Le recomendamos: ¿Hasta cuándo la inestabilidad laboral en el fútbol femenino?
Ospina explica que es parte de la responsabilidad del comediante lo que busca expresar, aunque dicha carga se comparte con las audiencias y su forma de aceptar e interpretar una rutina que está pensada desde el humor.
En Youtube, Ospina tiene una serie de videos que se llaman Gracias por venir, contiene videos que recogen la experiencia de varios comediantes durante su proceso de crear una rutina y presentarla en su Probando Probando, un espacio para probar el material en Medellín. Ospina recalca que, aunque la participación de las mujeres sigue siendo baja, en su ciudad está creciendo un grupo de mujeres que vienen desde la actuación y que están creando stand up.
Carolina Cuervo
Su participación en el programa Oki Doki es la pauta inicial en la comedia de Cuervo. Su paso de la actuación al stand up ha estado marcado porque el humor siempre ha sido parte de su vida. Comedia a la carta en 2018, un espacio para comediantes, organizado por Alejandro Riaño, fue el primero en el que Cuervo decidió dedicarse a la comedia.
Su trayectoria como actriz y escritora le dieron herramientas para llegar al stand up, pero reconoce que tuvo que “desaprender un poco de lo que ya traía y aprender un lenguaje nuevo”, un proceso en el que Catalina Guzmán ha sido su mentora en la escritura, marcada por el humor negro.
“Hay comediantes que son demasiado ácidos, y si uno se para en un escenario a hablar, debe asumir la responsabilidad de lo que dice y también está la responsabilidad de asimilarlo”, afirma sobre el impacto del humor negro y las rutinas que se salen de lo políticamente correcto.
En su rutina Que nada me quite la paz, que terminó temporada esta semana en el Teatro Nacional, Cuervo habla de la relación que tenemos con los demás, con la música, con la familia, con el amor, y explica cómo todo parte desde la relación que tenemos con nosotros mismos.
Con esta presentación, Cuervo hace un repaso por la relación que tenemos con nuestra familia; los refuerzos positivos y negativos de nuestros padres, que reflejamos a lo largo de la vida, y cómo permitimos que las acciones de los demás nos vulneren. “Los temas de mi stand up son mucho más profundos. Digo que es una comedia espiritual, porque además de reírse, la gente sale pensando en muchas cosas de su cotidianidad. Ese es el sello que estoy tratando de poner, que la gente piense en sí misma”, comenta.
Lea también: Mujeres que con tecnología lideran el desarrollo del país
Frente a la sobreoferta de comedia que se puede ver en redes sociales, Cuervo explica que “internet ha democratizado el acceso a la información, pero siempre está la opción de elegir qué tipo de contenido queremos consumir. Que se posicionen temas que pueden ser machistas o misóginos no habla solo del contenido que se publica, sino de un sistema de valores que está completamente desequilibrado”.
Su apuesta y su diferencial como comediante está en el mensaje que hay detrás de sus rutinas, pues hablan de un proceso de reconocimiento individual por el que muchas personas pasan en la actualidad. “¿Para qué utilizó esta herramienta que tengo, para qué utilizo la capacidad de que me vean miles de personas?, es una decisión muy personal del artista, pero si estoy prestando mi instrumento, mis dones y talentos para difundir un mensaje, me parece más chévere que haya algo más, que le permita a la gente reírse, aprender y pensar porque estamos un poco perdidos”, concluye la artista.