“Niñas sin miedo”, el trabajo por prevenir la violencia de género en Soacha
La fundación busca recursos y donantes para continuar su trabajo en 2023 con 60 niñas de la comunidad.
Ser una cifra no reportada de violencia sexual fue el punto de inflexión en la vida de Natalia Espitia que la llevó a trabajar y darles a las niñas del barrio Los Pinos, en la comuna 4 de Soacha, herramientas de prevención en violencia basada en género. A partir de una experiencia personal de acoso callejero, fundó “Niñas sin miedo” para fortalecer las habilidades de las niñas y orientarlas en la prevención del embarazo adolescente y de la violencia de género.
Lo que en 2016 se inició como un pequeño grupo de trabajo con 20 niñas y adolescentes de Soacha se ha convertido en un espacio de apoyo para más de 60. Ahora, la fundación ha emprendido la búsqueda de donantes para mantener su trabajo en la comunidad, pues por el momento no cuenta con los recursos suficientes para seguir con su labor durante el 2023.
Espitia, diseñadora de profesión, ya se dedicaba al trabajo social en organizaciones como Habitat for Humanity, Educar y Crecer o Ashoka Colombia, México y Centroamérica, pero fue su trabajo en Soacha lo que la llevó a crear “Niñas sin miedo” y seguir funcionando incluso durante la pandemia, pese a que “la falta de acceso a internet de muchas familias hizo muy difícil el proceso”, como recuerda.
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De martes a sábado, las niñas y jóvenes que asisten a la fundación hacen parte de un proceso de “educación experiencial”, como lo denomina Espitia, en el que a través del juego y el deporte se acercan a temas como derechos de las mujeres, derechos sexuales y reproductivos, redes de apoyo y participación de las mujeres en la sociedad.
Además reciben apoyo escolar, participan en clubes de lectura, de cine, de fútbol femenino y de bicicleta, pues con esta última, Espitia encontró la forma de fortalecerse y hacerle frente a la situación de acoso callejero que sufrió en 2013 en Buenos Aires. “La bicicleta fue la herramienta que utilicé como medio terapéutico después de pasar por una situación de violencia sexual; por medio de la bicicleta se sanaron mis ataques de pánico en la calle frente al acoso callejero. Para mí la bicicleta fue una herramienta para adquirir seguridad”, recuerda.
En Soacha, las niñas y mujeres jóvenes menores de veinte años representan el 20 % de la población, un grupo que está en constante alarma frente a la vulneración de sus derechos. Desde 2021, la Gobernación de Cundinamarca priorizó al municipio para ser parte de la “Implementación de Lineamientos de Política en Igualdad de Género para las Mujeres en el Nuevo Contexto de la Agenda 2030″, por los altos niveles de violencia intrafamiliar y de género reportados.
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Aunque desde su rol como directora de la fundación, Espitia explica que frente a los casos de violencia intrafamiliar deben recurrir a la ruta de atención desde la entidades del Estado competentes, como Fiscalía o Comisaría de familia, y no tomarlos bajo su responsabilidad. Sin embargo, añade que inculcar en las niñas y jóvenes nociones de autonomía, igualdad, integridad y liderazgo les permite identificar y exponer en sus redes de apoyo las situaciones de violencia de las que sean víctimas o identifiquen a su alrededor.
Las participantes de la fundación “son niñas que se sienten más seguras hablando en público, que se sienten más motivadas a participar en deportes, que tienen las herramientas para detectar una situación de riesgo a tiempo, que identifican las redes de apoyo, que están aprendiendo cómo planear un embarazo y son multiplicadoras, agentes de cambio que replican lo que aprenden acá”, cuenta Espitia.
“Niñas sin miedo” trabaja con un equipo pequeño y alrededor de treinta voluntarios; además de acompañar a niñas entre los 7 y 16 años, también realizan capacitaciones en salud sexual y reproductiva con los padres de las participantes.
Las charlas sobre prevención en violencias de género en empresas y colegios, por otro lado, son una fuente de ingresos para sostener la fundación, pero los recursos son limitados. A través de su página web están convocando a empresas y personas para sumarse a los donantes ocasionales o recurrentes de la fundación para, primero, garantizar la permanencia del proyecto en la comuna 4 de Soacha, y luego poder pensar en llevar la fundación a otras zonas de la ciudad y del país.
Ser una cifra no reportada de violencia sexual fue el punto de inflexión en la vida de Natalia Espitia que la llevó a trabajar y darles a las niñas del barrio Los Pinos, en la comuna 4 de Soacha, herramientas de prevención en violencia basada en género. A partir de una experiencia personal de acoso callejero, fundó “Niñas sin miedo” para fortalecer las habilidades de las niñas y orientarlas en la prevención del embarazo adolescente y de la violencia de género.
Lo que en 2016 se inició como un pequeño grupo de trabajo con 20 niñas y adolescentes de Soacha se ha convertido en un espacio de apoyo para más de 60. Ahora, la fundación ha emprendido la búsqueda de donantes para mantener su trabajo en la comunidad, pues por el momento no cuenta con los recursos suficientes para seguir con su labor durante el 2023.
Espitia, diseñadora de profesión, ya se dedicaba al trabajo social en organizaciones como Habitat for Humanity, Educar y Crecer o Ashoka Colombia, México y Centroamérica, pero fue su trabajo en Soacha lo que la llevó a crear “Niñas sin miedo” y seguir funcionando incluso durante la pandemia, pese a que “la falta de acceso a internet de muchas familias hizo muy difícil el proceso”, como recuerda.
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De martes a sábado, las niñas y jóvenes que asisten a la fundación hacen parte de un proceso de “educación experiencial”, como lo denomina Espitia, en el que a través del juego y el deporte se acercan a temas como derechos de las mujeres, derechos sexuales y reproductivos, redes de apoyo y participación de las mujeres en la sociedad.
Además reciben apoyo escolar, participan en clubes de lectura, de cine, de fútbol femenino y de bicicleta, pues con esta última, Espitia encontró la forma de fortalecerse y hacerle frente a la situación de acoso callejero que sufrió en 2013 en Buenos Aires. “La bicicleta fue la herramienta que utilicé como medio terapéutico después de pasar por una situación de violencia sexual; por medio de la bicicleta se sanaron mis ataques de pánico en la calle frente al acoso callejero. Para mí la bicicleta fue una herramienta para adquirir seguridad”, recuerda.
En Soacha, las niñas y mujeres jóvenes menores de veinte años representan el 20 % de la población, un grupo que está en constante alarma frente a la vulneración de sus derechos. Desde 2021, la Gobernación de Cundinamarca priorizó al municipio para ser parte de la “Implementación de Lineamientos de Política en Igualdad de Género para las Mujeres en el Nuevo Contexto de la Agenda 2030″, por los altos niveles de violencia intrafamiliar y de género reportados.
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Aunque desde su rol como directora de la fundación, Espitia explica que frente a los casos de violencia intrafamiliar deben recurrir a la ruta de atención desde la entidades del Estado competentes, como Fiscalía o Comisaría de familia, y no tomarlos bajo su responsabilidad. Sin embargo, añade que inculcar en las niñas y jóvenes nociones de autonomía, igualdad, integridad y liderazgo les permite identificar y exponer en sus redes de apoyo las situaciones de violencia de las que sean víctimas o identifiquen a su alrededor.
Las participantes de la fundación “son niñas que se sienten más seguras hablando en público, que se sienten más motivadas a participar en deportes, que tienen las herramientas para detectar una situación de riesgo a tiempo, que identifican las redes de apoyo, que están aprendiendo cómo planear un embarazo y son multiplicadoras, agentes de cambio que replican lo que aprenden acá”, cuenta Espitia.
“Niñas sin miedo” trabaja con un equipo pequeño y alrededor de treinta voluntarios; además de acompañar a niñas entre los 7 y 16 años, también realizan capacitaciones en salud sexual y reproductiva con los padres de las participantes.
Las charlas sobre prevención en violencias de género en empresas y colegios, por otro lado, son una fuente de ingresos para sostener la fundación, pero los recursos son limitados. A través de su página web están convocando a empresas y personas para sumarse a los donantes ocasionales o recurrentes de la fundación para, primero, garantizar la permanencia del proyecto en la comuna 4 de Soacha, y luego poder pensar en llevar la fundación a otras zonas de la ciudad y del país.