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“Curiosa”, ese sería el título que Patricia Castaño Baños le pondría a una producción sobre su vida, pues, dice, es la palabra que más la representa, a ella y a toda su trayectoria profesional, una enfocada en la comunicación para el cambio social, en la televisión y en la cultura colombiana.
En casa se inició la necesidad de pensar en el otro, señala que “siempre hubo ese interés”. Su madre, Paulina Baños, estuvo comprometida con varios proyectos de índole social y caritativos, mientras que su padre, Carlos Castaño, atendió el foco como psiquiatra. El aprecio cultural, sin embargo, lo obtuvo por parte de su tío, Álvaro Castaño Castillo, conocido por ser el fundador de la HJCK, la primera emisora cultural privada del país. “Mi camino viene de estas raíces familiares”, cuenta.
No fue casualidad que años después Patricia se graduara como trabajadora social de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, recorrido académico al que sumó una maestría de la Universidad de Swansea (Gales) y especializaciones en comunicación en Holanda y Reino Unido, en donde también ahondó en la política social. Estudiar por fuera no era una experiencia nueva, pues, cuenta, terminó el bachillerato en España.
“A los 16 años me fui porque aquí las directivas no simpatizaban mucho conmigo en el colegio. Entonces mi papá, que era un tipo muy inteligente y positivo, en vez de ofenderse, resolvió que como premio a mis esfuerzos me iba a mandar allá. Volví después de graduarme, a los 18″, recuerda.
Durante ese tiempo también conoció París, Roma y otras ciudades cercanas, lo que, agrega, hizo que se le abriera el mundo desde muy joven. La vida siguió llevándola entre países. Cuando se casó con el padre de sus hijos vivió un año en Israel, pues su primer esposo era judío y, varios años después, cuando sus proyectos hablaban con voz propia, estuvo un tiempo en Londres, gracias a una beca honorífica del Consejo Británico para estudiar cine y televisión con la BBC y la Open University.
Pero aún con la oportunidad que tuvo desde pequeña de conocer y habitar el mundo, nunca estuvo entre sus planes irse de Colombia; siempre tuvo claro que Bogotá era su hogar. “Me siento muy bogotana. He vivido por fuera varias veces, pero nunca sentí que me tenía que ir. Creo que siempre he estado ligada a mis raíces, a lo que soy, y me ha fascinado estar por fuera, pero decidí siempre volver”.
Recién volvió de Israel, Patricia trabajó en la Universidad Nacional, época que describe como compleja, por la polarización que vivía el país, pero que fue el preludio para la que considera su mejor escuela: trabajar en Planeación Nacional, pues le permitió recorrer el país y aprender sobre sus problemáticas desde adentro. Allí duró cuatro años. Luego de este acercamiento comenzó una colaboración con el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC, por su sigla en inglés), una organización canadiense que apoya la investigación en países en desarrollo. Rozando sus 40 años, su vida se volcó al sector de la comunicación, el cine y la televisión documental y educativa. En ese camino dirigió el proyecto de formación de capacidades de la BBC de Londres (Elstree Training Center) para la reestructuración del ente público Inravisión (hoy RTVC).
“En ese entonces estaba de ministra Noemí Sanín y desde la presidencia de Belisario, con el Ministerio de Comunicaciones, trajimos al jefe de educación de la BBC, que vino y nos diseñó un curso a la medida de las necesidades de Colombia. Él nos ayudaba a ver cómo era Inravisión y cómo podíamos hacer una programación de contenido social y nos dieron un curso muy valioso. Lo más importante que aprendimos fue que había maneras mucho más sencillas de hacer televisión de las que estábamos acostumbrados, esto coincide con los equipos de grabación y de edición que ya no eran grandes, pesados”, cuenta Patricia.
De esa experiencia con la BBC surgieron dos grandes hechos de su vida: se ganó la beca honorífica que la llevó a estudiar a Londres por un año, lo que le terminó de cambiar el chip en cuanto a lo que se podía hacer con la televisión en materia educativa, y conoció a la que hoy sigue siendo su socia y amiga, Adelaida Trujillo.
“Pat es de un ancho y un profundo impresionante y una generosidad inigualable, y siento que es lo que nos ha unido desde cuando la conocí, a mis 25 años, recién graduada de antropología y empezando mis pinitos en el cine documental. Lo que más me llamó la atención de Patricia fue su sentido del humor, su desparpajo, su capacidad de interpelar el poder, las estructuras”, narra Trujillo.
En el 86, los caminos de Adelaida, 20 años menor, y de Patricia se entrelazaron con el nacimiento de Citurna Producciones, una casa productora independiente que también cofundó Doris Éder de Zambrano (ministra de Educación en el gobierno de Belisario Betancur) y que con sus producciones, enfocadas al cine y televisión documental, a la televisión escolar e infantil, a las estrategias de eduentretenimiento y abogacía por la TV pública, logró ser líder en el sector audiovisual latinoamericano.
“A partir de tener nuestra propia compañía podíamos escoger los temas que más nos interesaban, y seguramente eran esos por nuestra formación. Entonces empezamos a trabajar en documentales muy pertinentes y adecuados para mirar el momento que se vivía. Éramos audaces, y diría que arriesgadas, porque debíamos ir a distintas zonas a filmar, zonas alejadas. Algo que me llamó siempre la atención era que cuando llegamos no creían que fuéramos colombianas, porque decían que era siempre la gente extranjera la que iba hasta allá a filmar”, dice Patricia.
Varias de sus producciones han sido encargadas y emitidas por canales europeos de televisión pública, como Channel 4, BBC, FR3, ZDF, RTVE, entre otros; se han emitido en más de 30 canales internacionales y han recibido más de 20 premios, nominaciones y reconocimientos internacionales. La lista incluye Habana, IDFA, Banff, INPUT, Valladolid, dos premios Emmy UNICEF, Prix Jeunesse Internacional y Latinoamericano, el Japan Prize y otros.
“Citurna quiere decir la cumbre más alta, ese nombre se lo puso Patricia, porque en el momento en que inauguramos, que confundamos, ella acababa de hacer una lindísima grabación para un documental sobre Parques Naturales. Nos hemos turnado la vida juntas, casi 40 años, trabajando en temas que son complejos, que requieren mucho trabajo, mucho cuestionamiento”, señala Adelaida.
Entre sus producciones aparece “C25 Colección Memoria”, un compilado de 10 documentales, filmados entre 1989 y 2003, con un recorrido histórico por diferentes hechos que marcaron al país. De allí salen títulos como “Las otras guerras de la coca”, “La ley del monte”, “La Constituyente” y “Seguimos adelante (”Nothing will stop us”)”, este último sobre “la persecución del narcotráfico contra el periódico El Espectador, el periodismo y la democracia en Colombia” y el que más le gusta a Patricia, según confiesa. “Es precioso, ojalá todos lo pudieran ver”, afirma.
Durante la administración Barco, entre el 87 y 89, Patricia fue consultora sobre la articulación que podía tener la televisión, la educación y la cultura. Estos aportes luego se vieron reflejados en lo que hoy conocemos como el sistema de medios públicos y la red de canales regionales de Colombia, incluyendo el Canal Capital.
La década pasó entre producciones, documentales y el respaldo político e internacional de ese anhelo compartido con Adelaida de aportar al país desde lo audiovisual. En 1998 apareció la Franja Metro de Canal Capital, un experimento de televisión interactiva para niños que Patricia concibió y codiseñó. “Era un poco primario, pero los niños podían llamar por teléfono y comunicarse en vivo, y les parecía fascinante”, cuenta Patricia. Este esquema de eduentretenimiento se convirtió en el espacio de mayor audiencia en Canal Capital, tuvo 497 emisiones en directo de tres horas diarias. Después de esto participó como codirectora y coproductora ejecutiva en todas las producciones y proyectos de TV infantil y educativa realizadas por Citurna entre 2000 y 2011.
Aparece Imaginario
En el 99, Patricia y Adelaida fundaron Imaginario, una organización de la sociedad civil que “estaba dentro de lo que veníamos haciendo con Citurna, pero ya más enfocado en la política pública, en la información, en las comunicaciones”, dice Castaño. Y de ese nuevo hijo salieron producciones para la televisión pública, como el programa de educación ambiental masiva “Viva Bogotá viva” y la serie “Jungla de asfalto”, el primer proyecto de entretenimiento y educación sobre medio ambiente en Bogotá.
Entre los logros que trajo Imaginario estuvo hacer de la capital colombiana la sede de las conferencias TV de Calidad entre 2000 y 2010, en las que se fomentaba la televisión pública e infantil. Uno de los aportes más representativos de este proceso, recalca Adelaida, es la firma del Compromiso Nacional de Televisión de Calidad para la Infancia en Colombia, que se dio en 2005.
También lograron productos como Chinkanarama, en alianza con Pequeños Científicos y Escuela Nueva y la Uninorte, y Revelados - desde todas las posiciones, con el que se abordó la prevención del embarazo adolescente y la educación integral para la sexualidad. La medición de impacto contó con socios como la Universidad de los Andes, la Uninorte y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, en inglés).
“Romper el silencio - Historias para no repetir la historia” es el proyecto actual de Citurna e Imaginario en alianza con la Consejería Distrital de Paz, Victimas y Reconciliación (CDPVR) y la Secretaría de Educación, que cuenta con una biblioteca de más de 80 contenidos disponibles en diferentes formatos.
Asegura Patricia que “es un intento por poner sobre la mesa los temas del conflicto armado y elaborarlos para que no se omitan por ignorancia o negación. Son materiales para los padres, los maestros, que están orientados a los jóvenes y adolescentes, y la idea es esa, entender y ser conscientes de que mientras estamos aquí sentados están pasando cosas terribles en el país, que estamos viviendo en un país escindido entre una guerra y la aparente normalidad”.
De 2000 en adelante
La atención de Castaño por el sector público no se limitó nunca a la televisión, pues también estuvo detrás de la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá. “Las bibliotecas siempre me han interesado mucho, y entonces creé una fundación que se llamaba Biblioamigos. La historia es que Enrique Peñalosa en su primera alcaldía proyectó cuatro megabibliotecas, salieron tres: El Tintal, El Tunal y la Virgilio Barco”, dice. Luego de esto Mockus entró a la Alcaldía, pero, según Patricia, no le estaba poniendo mucha atención al programa de bibliotecas y de allí surgió su iniciativa. “Como había quedado pendiente una biblioteca, la cuarta, empezamos a promoverla. Logramos que los Santo Domingo se entusiasmaran, querían hacer una donación para la ciudad que fuera significativa, entonces escogieron la biblioteca Julio Mario Santo Domingo y decidieron que querían también hacer un gran teatro. Después de eso tratamos de fortalecer las bibliotecas más chiquitas, eran 20, y de robustecer toda esa red para que se potenciaran”, comenta.
Para ese entonces a Patricia le gustaba leer ficción, y siempre ha estado en su agenda mantenerse actualizada, pero confiesa que aunque leyó varios títulos, no se considera “fan enloquecida de ninguno”. Un gusto, sin embargo, que no se le ha ido y que les heredó a sus nietos, es la fotografía. Se recuerda buena en la labor, y dice que esta pudo haber sido el inicio de su atención a la imagen, a la estética, al video y el propulsor de una destreza, hoy innegable, para cautivar con sus producciones. “Si uno es director de un documental tiene que tener un ojo fotográfico, y me encanta la fotografía”. Esta pasión no solo la ancló a su desarrolló profesional, sino también a su familia, con la cual, dice Patrick, uno de sus nietos, siempre ha sido muy cercana. “Cada vez que veíamos a la abuela nos llevaba a hacer cosas muy chéveres. Me siento muy afortunado de tenerla. Recuerdo que cuando era chiquito me regaló una cámara y salíamos a tomar fotos juntos, me involucró en muchos de sus gustos e influyó en muchas cosas que me gustan ahora, como el teatro”, asevera.
Esta semana, casi 30 años después de regalarle esa cámara a su nieto, Patricia recibió la Medalla Orden Civil al Mérito Ciudad de Bogotá, en el grado de Comendador. Un homenaje hecho por la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte por sus más de 50 años de carrera en el campo de las comunicaciones.
En la entrega, el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, dijo: “Este homenaje realmente es un acto de agradecimiento. Al país, a la cultura, a la educación y a la televisión pública les ha quedado algo suyo, una gran marca de su pasión por la vida y el servicio, y una lección indeleble sobre la responsabilidad del poder transformador de los medios para contar historias y producir cambios en nuestra sociedad”.
Al evento, que se realizó en la Cinemateca, asistieron invitados destacados, como las exministras Cecilia María Vélez, Noemí Sanín y María Consuelo Araújo, Claudia Puentes, exsecretaria de Educación de Bogotá; Claudia Triana, directora de Proimágenes; María Claudia Parias, directora de Idartes (Instituto Distrital de las Artes), y Paula Arenas, gerente de Canal Capital, así como otros amigos y familiares.
“En una sinopsis mi vida puede parecer una serie de eventos ordenados como soldaditos de plomo; en realidad ha sido un recorrido con muchos altibajos y más sobresaltos de los que he intentado salir con gracia y donaire. De este recorrido me quedan muchas canas, muchos viajes, muchos amigos… Ojalá no pierdan la capacidad de soñar, de imaginar y, sobre todo, de creer; esa filosofía me ha permitido enfrentar con optimismo los retos que la vida me ha propuesto”, fueron las palabras de Patricia ante el público.
***
Unos días después del reconocimiento, con la elegancia que proporciona la edad y el bagaje propio de su experiencia, Patricia habla de su vida con satisfacción. Sentada en la sala de su casa, con un piano de cola a las espaldas y el estudio de quien fue su segundo esposo: Fernando Caycedo, fallecido en 2022, dice que su trayectoria no fue un sueño que siempre tuviera, sino más bien una secuencia de oportunidades y decisiones que hoy en día la dejan tranquila.
“Creo que las cosas se van dando en la vida, uno no tiene tan claro para dónde va y yo, por lo menos, fui llegando. No había pensado mucho en la televisión hasta que se dio, pero lo disfrutamos mucho, y cuando hablo en plural me refiero a Adelaida”, señala. Sin embargo, haciendo un escaneo al pasado, precisa que lo único que cree que le faltó fue viajar más, pues le hubiese gustado conocer Asia y Rusia.
Diariamente Patricia recibe El Espectador en su casa, dice que siempre lo ha considerado su “casa intelectual” y asegura que ese sí era un sueño suyo, que su historia saliera en sus páginas. Así que es posible que hoy, al mismo tiempo que usted repasa la historia de esta mujer poderosa, que construyó un legado imborrable para la industria audiovisual colombiana, ella esté sentada en “su trono”, un sofá de un puesto que da hacia una ventana rodeada de rosas amarillas, rosadas y rojas, sonriendo porque la vida le ha alcanzado para mucho.
