Caucasia Diversa, la resiliencia como bandera de la población LGBTIQ+
En el Bajo Cauca antioqueño, una corporación defensora de derechos de personas LGBTIQ+ es reconocida y respetada en el municipio de Caucasia por su labor social y de promoción de empoderamiento. Sus bases, libres de odio o resentimiento por quienes lastimaron sus cuerpos en el pasado, son ejemplo de que la vida en diversidad es posible y debe ser validada aún en los contextos más complejos.
Maia Domínguez dice que Caucasia ha sido por años un municipio conservador, agresivo frente a la diversidad, transfóbico y con tendencia a estigmatizar. Sin embargo, desde hace casi dos décadas se ha consolidado como la mujer que más ha tomado la vocería por los derechos de los LGBTIQ+ allí. Nació en Sahagún (Córdoba), creció en Zaragoza (Antioquia) y de corazón, como ella lo dice, es caucasiana. Podría decirse que es un amor valiente hacia un lugar que muchas veces le dio la espalda; es su motor, su arraigo y su vocación.
Maia es una mujer trans y la representante legal de “Caucasia Diversa”, el primer colectivo defensor de la población LGBTIQ+ en el Bajo Cauca antioqueño. A punta de “pequeñas victorias”, como ella las llama, ha logrado respeto, cabida en debates públicos del municipio y la oportunidad de que a los suyos no los vean con una rareza, un infundio lleno de prejuicios, ignorancia y odios heredados de otras épocas.
Por años, Maia fue la única mujer trans en Caucasia. Para ella era raro, pues en su interior sabía que más personas se sentían como ella, pero no podían expresarse de acuerdo con sus deseos, por miedo legítimos a ser perseguidos, lastimados o, incluso, asesinados.
“Mi familia fue mi respaldo. Nunca tuve que salir del closet porque desde siempre sabían de mis gustos e inclinaciones sexuales. El reto siempre fue de puertas para afuera: cómo podía cambiarle el chip a la gente que tenía concepciones negativas de quién era yo. Cómo acabar con tanto odio y cómo podía trabajar para que el respeto que pedía fuera un referente a nivel regional. Creo que hoy puedo decir que lo logré”, manifestó.
Las vueltas de la vida han hecho que Maia se proyecte como una mujer versátil, berraca y sin miedo a nada. Es enfermera de profesión y ahora estilista, muy crítica de su propio gremio.
“El estigma siempre ha estado en que las mujeres trans solo se pueden dedicar a la prostitución o a la peluquería. Yo quiero acabar con esa idea, pero paradójicamente desde una peluquería (risas). Para mí estar al mando de una sala de belleza es un arte, les cambio la vida a las personas, incluso me vuelvo la psicóloga de quienes atiendo y a través del diálogo y un buen servicio promuevo lo que soy, lo que defiendo y lo que quiero en la vida”, narró.
La peluquería de Maia tiene toda su impronta. Paredes blancas, ambiente fresco por tener la puerta permanentemente abierta (para que circule el viento y el calor de Caucasia sea soportable) y decorado con mariposas plateadas, doradas y fucsia, que son señal de crecimiento, delicadeza y de creer en los sueños. Un espejo de 4x2 metros engalana la decoración y en una de sus esquinas hay un tributo a la Virgen María, a quien Maia se encomienda para tomar sus decisiones y depositar su religiosidad. “La Virgen nos quiere a todas por igual, es amor y la que nos invita todos los días a vivir en sana convivencia”, agregó la lideresa.
Caminamos con Maia algunas calles en Caucasia y se conmueve mucho al decir que hace rato superó la expectativa de vida de una mujer trans en Colombia. “Tengo 38 años. Diferentes estudios en el país que se dedican a documentar la vida de los LGBTIQ+ arrojan que la expectativa de vida de una mujer trans en nuestro país ronda los 33 años. Por la maldita estigmatización y el deseo de muchos de que vivamos de forma clandestina ha habido una tendencia a la automedicación, a las cirugías de alto riesgo con personas no capacitadas y a otros peligros que atentan contra nuestra salud, igual o más que los muchos señalamientos que perviven“, lamentó.
Maia siempre ha dicho que puede sola, que es autosuficiente y que desde ahí quiere dar su ejemplo. Pero eso no hacen de ella una persona terca. Desde el liderazgo de su corporación “Caucasia Diversa” se ha dejado aconsejar, ha permitido que procesos externos al suyo entren para complementar y sumar, y cree que muchas manos pueden hacer más que pocas voluntades.
Una sensación similar a la de Maia la tiene Daniel Esteban Pineda, un joven gay de 19 años que hace parte de “Caucasia Diversa”. “Nuestra corporación, que ya está próxima a cumplir los ocho años de existencia, ha estado desde siempre al margen de muchos procesos en Caucasia. Nos quisieron borrar en vida. Hemos hecho murales como los que tenemos a nuestras espaldas que hablan de nuestra historia y nuestros sueños. No es ser gay o lesbiana por serlo y ya. Todo siempre tiene un propósito”, resaltó.
¡Viva la diversidad!
Daniel Esteban es una máquina para hacer reír con sus chistes y bromas espontáneas. Anda en moto por el pueblo y hace chascarrillos por un mural que está al frente de la peluquería de Maia: “Quién diría que al lado de un mural tan importante como el de Maia y la corporación iba a haber un mural mío lanzándome al Concejo. ¿Será que por eso me quemé?”, dijo entre risas.
Daniel aspiró a un puesto como cabildante de Caucasia por el Partido Liberal y estuvo a escasos 100 votos de asegurarse un escaño. Lugar al que dice que seguramente volverá en cuatro años.
Cerca de la Alcaldía, a unas escasas seis cuadras del recinto, nos encontramos a otro de los grandes protagonistas de “Caucasia Diversa”: Esteban Doval. Él es uno de los 45 miembros de la corporación y el único representante drag —performance artístico sobre las expresiones de género— del colectivo.
“En este municipio aparentemente tan conservador, hay cada vez más aceptación por personas como yo. Todes merecemos ser escuchados. Uy, que me afecta el lenguaje inclusivo… amigo, que te afecte la violencia contra los diferentes. Sabemos que esa ruta nunca ha sido fácil, pero lo hemos sacado adelante, que nos vean desde el arte es bonito”, contó Esteban.
Junto a Esteban hay 10 personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas que tienen en marcha un proceso notarial y de registraduría para que en su cédula aparezcan como no binario. Para este proceso, han recibido ayuda del programa Generando Equidad de USAID.
Aún quedan procesos de protección y visibilización de líderes y lideresas LGBTIQ+ ante las entidades del Estado para garantizar o promover su seguridad. Tal y como sucede con “Caucasia Diversa” y su relación con la Alcaldía de su municipio.
Sin embargo, se han presentado avances importantes. El pasado 23 de junio, Caucasia Diversa recibió el galardón León Zuleta, en la categoría ‘Juntanzas Diversas’, en el marco de los 10 años del Festival Antioquia/Medellín Vive Diversa LGBTI. “Con este galardón reafirmamos nuestro compromiso y nos motivamos a seguir realizando acciones afirmativas por nuestra comunidad OSIGD-LGBTIQ+”, expusieron en sus redes sociales.
El tiempo seguirá pasando, pero las luchas permanecen. Ese mensaje de Maia, que no se cansa de alentar e inspirar a los suyos, es ni más ni menos que su aspiración de vida. Toda su vida ha soñado lo que es hoy y lo que querrá ser: “Nos han alentado a tener convicciones. Las tengo y por eso no soportaré más violencia para mi gente. Hay que hablar de los temas, querernos desde la diferencia y convivir en paz. Amamos Caucasia y eso es lo que nos une. Amamos la vida y créame que ya no hay cabida hacia la diversidad de género. Seremos un país incluyente para todos, los años me darán la razón”, anhela.
Maia Domínguez dice que Caucasia ha sido por años un municipio conservador, agresivo frente a la diversidad, transfóbico y con tendencia a estigmatizar. Sin embargo, desde hace casi dos décadas se ha consolidado como la mujer que más ha tomado la vocería por los derechos de los LGBTIQ+ allí. Nació en Sahagún (Córdoba), creció en Zaragoza (Antioquia) y de corazón, como ella lo dice, es caucasiana. Podría decirse que es un amor valiente hacia un lugar que muchas veces le dio la espalda; es su motor, su arraigo y su vocación.
Maia es una mujer trans y la representante legal de “Caucasia Diversa”, el primer colectivo defensor de la población LGBTIQ+ en el Bajo Cauca antioqueño. A punta de “pequeñas victorias”, como ella las llama, ha logrado respeto, cabida en debates públicos del municipio y la oportunidad de que a los suyos no los vean con una rareza, un infundio lleno de prejuicios, ignorancia y odios heredados de otras épocas.
Por años, Maia fue la única mujer trans en Caucasia. Para ella era raro, pues en su interior sabía que más personas se sentían como ella, pero no podían expresarse de acuerdo con sus deseos, por miedo legítimos a ser perseguidos, lastimados o, incluso, asesinados.
“Mi familia fue mi respaldo. Nunca tuve que salir del closet porque desde siempre sabían de mis gustos e inclinaciones sexuales. El reto siempre fue de puertas para afuera: cómo podía cambiarle el chip a la gente que tenía concepciones negativas de quién era yo. Cómo acabar con tanto odio y cómo podía trabajar para que el respeto que pedía fuera un referente a nivel regional. Creo que hoy puedo decir que lo logré”, manifestó.
Las vueltas de la vida han hecho que Maia se proyecte como una mujer versátil, berraca y sin miedo a nada. Es enfermera de profesión y ahora estilista, muy crítica de su propio gremio.
“El estigma siempre ha estado en que las mujeres trans solo se pueden dedicar a la prostitución o a la peluquería. Yo quiero acabar con esa idea, pero paradójicamente desde una peluquería (risas). Para mí estar al mando de una sala de belleza es un arte, les cambio la vida a las personas, incluso me vuelvo la psicóloga de quienes atiendo y a través del diálogo y un buen servicio promuevo lo que soy, lo que defiendo y lo que quiero en la vida”, narró.
La peluquería de Maia tiene toda su impronta. Paredes blancas, ambiente fresco por tener la puerta permanentemente abierta (para que circule el viento y el calor de Caucasia sea soportable) y decorado con mariposas plateadas, doradas y fucsia, que son señal de crecimiento, delicadeza y de creer en los sueños. Un espejo de 4x2 metros engalana la decoración y en una de sus esquinas hay un tributo a la Virgen María, a quien Maia se encomienda para tomar sus decisiones y depositar su religiosidad. “La Virgen nos quiere a todas por igual, es amor y la que nos invita todos los días a vivir en sana convivencia”, agregó la lideresa.
Caminamos con Maia algunas calles en Caucasia y se conmueve mucho al decir que hace rato superó la expectativa de vida de una mujer trans en Colombia. “Tengo 38 años. Diferentes estudios en el país que se dedican a documentar la vida de los LGBTIQ+ arrojan que la expectativa de vida de una mujer trans en nuestro país ronda los 33 años. Por la maldita estigmatización y el deseo de muchos de que vivamos de forma clandestina ha habido una tendencia a la automedicación, a las cirugías de alto riesgo con personas no capacitadas y a otros peligros que atentan contra nuestra salud, igual o más que los muchos señalamientos que perviven“, lamentó.
Maia siempre ha dicho que puede sola, que es autosuficiente y que desde ahí quiere dar su ejemplo. Pero eso no hacen de ella una persona terca. Desde el liderazgo de su corporación “Caucasia Diversa” se ha dejado aconsejar, ha permitido que procesos externos al suyo entren para complementar y sumar, y cree que muchas manos pueden hacer más que pocas voluntades.
Una sensación similar a la de Maia la tiene Daniel Esteban Pineda, un joven gay de 19 años que hace parte de “Caucasia Diversa”. “Nuestra corporación, que ya está próxima a cumplir los ocho años de existencia, ha estado desde siempre al margen de muchos procesos en Caucasia. Nos quisieron borrar en vida. Hemos hecho murales como los que tenemos a nuestras espaldas que hablan de nuestra historia y nuestros sueños. No es ser gay o lesbiana por serlo y ya. Todo siempre tiene un propósito”, resaltó.
¡Viva la diversidad!
Daniel Esteban es una máquina para hacer reír con sus chistes y bromas espontáneas. Anda en moto por el pueblo y hace chascarrillos por un mural que está al frente de la peluquería de Maia: “Quién diría que al lado de un mural tan importante como el de Maia y la corporación iba a haber un mural mío lanzándome al Concejo. ¿Será que por eso me quemé?”, dijo entre risas.
Daniel aspiró a un puesto como cabildante de Caucasia por el Partido Liberal y estuvo a escasos 100 votos de asegurarse un escaño. Lugar al que dice que seguramente volverá en cuatro años.
Cerca de la Alcaldía, a unas escasas seis cuadras del recinto, nos encontramos a otro de los grandes protagonistas de “Caucasia Diversa”: Esteban Doval. Él es uno de los 45 miembros de la corporación y el único representante drag —performance artístico sobre las expresiones de género— del colectivo.
“En este municipio aparentemente tan conservador, hay cada vez más aceptación por personas como yo. Todes merecemos ser escuchados. Uy, que me afecta el lenguaje inclusivo… amigo, que te afecte la violencia contra los diferentes. Sabemos que esa ruta nunca ha sido fácil, pero lo hemos sacado adelante, que nos vean desde el arte es bonito”, contó Esteban.
Junto a Esteban hay 10 personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas que tienen en marcha un proceso notarial y de registraduría para que en su cédula aparezcan como no binario. Para este proceso, han recibido ayuda del programa Generando Equidad de USAID.
Aún quedan procesos de protección y visibilización de líderes y lideresas LGBTIQ+ ante las entidades del Estado para garantizar o promover su seguridad. Tal y como sucede con “Caucasia Diversa” y su relación con la Alcaldía de su municipio.
Sin embargo, se han presentado avances importantes. El pasado 23 de junio, Caucasia Diversa recibió el galardón León Zuleta, en la categoría ‘Juntanzas Diversas’, en el marco de los 10 años del Festival Antioquia/Medellín Vive Diversa LGBTI. “Con este galardón reafirmamos nuestro compromiso y nos motivamos a seguir realizando acciones afirmativas por nuestra comunidad OSIGD-LGBTIQ+”, expusieron en sus redes sociales.
El tiempo seguirá pasando, pero las luchas permanecen. Ese mensaje de Maia, que no se cansa de alentar e inspirar a los suyos, es ni más ni menos que su aspiración de vida. Toda su vida ha soñado lo que es hoy y lo que querrá ser: “Nos han alentado a tener convicciones. Las tengo y por eso no soportaré más violencia para mi gente. Hay que hablar de los temas, querernos desde la diferencia y convivir en paz. Amamos Caucasia y eso es lo que nos une. Amamos la vida y créame que ya no hay cabida hacia la diversidad de género. Seremos un país incluyente para todos, los años me darán la razón”, anhela.