¿Por qué hablar de “mayores y mayoras” no es accidental?
Francia Márquez ha sido criticada por hacer este desdoblamiento gramatical, que no es caprichoso.
No es nuevo el debate en redes sociales sobre el discurso político de Francia Márquez, sobre los saludos ancestrales con los que muchas veces abre sus presentaciones y su continua mención a sus antepasados, a los mayores y a las mayoras de su comunidad. Mucho menos lo es el debate sobre el lenguaje inclusivo. Ambas cosas, quizá, se han abordado con visiones algo estrechas o centralistas.
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No es nuevo el debate en redes sociales sobre el discurso político de Francia Márquez, sobre los saludos ancestrales con los que muchas veces abre sus presentaciones y su continua mención a sus antepasados, a los mayores y a las mayoras de su comunidad. Mucho menos lo es el debate sobre el lenguaje inclusivo. Ambas cosas, quizá, se han abordado con visiones algo estrechas o centralistas.
Tras la presentación de Francia Márquez como fórmula vicepresidencial del candidato Gustavo Petro esta tarde, en redes sociales se ha cuestionado a Márquez por usar un lenguaje inclusivo, en particular después de que en una entrevista con Noticias Caracol explicara el significado de su movimiento “Soy porque somos”: “Es una apuesta de vida que dice que yo soy si usted es, que nosotros somos si la naturaleza es, esa filosofía heredada de nuestros mayores y mayoras que fueron esclavizados, pero que siempre le apostaron a la construcción colectiva”, dijo Márquez.
El uso de la expresión “mayores y mayoras” es lo que ha causado críticas y hasta indignación en algunos usuarios de redes sociales e incluso la han comparado con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cuando habló de “millones y millonas”. Pero lo de Márquez no es un error, pues viene de una tradición cultural y de un esfuerzo por reivindicar sus tradiciones y valores.
Clemencia Carabalí, lideresa del norte del Cauca, explica que “en nuestra casa grande, que es nuestra comunidad y hablando a nivel nacional, el país, es donde debemos caber todos y para nosotros las personas mayores, que son los que nos han enseñado, nos han transmitido los valores y conocimientos, tienen un valor muy importante; ellos nos han inculcado los conceptos de respeto, honestidad”.
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Además, Carabalí resalta la importancia de diferenciar a los mayores de las mayoras: “Nosotras somos más cercanas a las mayoras, ellas son las que siempre nos están enseñando, son las que nos enseñan a lavar, a cultivar y a vivir en comunidad, es nuestra guía, mientras que al hombre lo vemos como el protector”.
Esta construcción del lenguaje tampoco se limita a las mujeres afro, raizales y palenqueras del país; los hombres de las comunidades afro del Cauca también incluyen a las mayoras. Por ejemplo, en una publicación de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca, ACONC, se lee: “El territorio es la vida y la vida se ama y se defiende, motivo por el cual seguiremos honrando la palabra de nuestros Mayores y Mayoras de aquí hasta vivir en paz”.
Al respecto, Carabalí explica la relación con las personas mayores de su comunidad y una de las enseñanzas fundamentales que aprendieron de ellas. “En mi comunidad, las señoras de más edad son muy respetables, le ponemos mucha atención a lo que nos dicen y sus orientaciones. Francia siempre dijo que en su comunidad sus abuelos les enseñaron que había que honrar la palabra y aunque hoy en día es más importante un papel firmado y notariado, para nosotros no, para nosotros es más importante la palabra, no se puede incumplir y así nos lo enseñaron”.
Otras comunidades racializadas, como los pueblos indígenas, también hablan en términos de mayores y mayoras, o de sabedores y sabedoras. Dayra Góngora, indígena cubeo del Vaupés, dice que “cada quien dentro de una comunidad maneja un rol, nosotros hablamos de sabedores y sabedoras. Nosotras como mujeres manejamos la palabra dulce, la transmisión oral, el trabajo, pero dentro de la estructura de la comunidad existen personas a un nivel mayor que, por lo general, tiene que ver con un estatus de sabiduría, por eso les decimos así” y puntualiza sobre las mujeres: “así como tenemos hombres con saberes ancestrales, también existen mujeres con estos conocimientos, es nuestra forma de visibilizar esos roles”.
Un ejemplo del papel que desempeñan las personas mayores en estas comunidades es un comunicado del Consejo Regional indígena del Cauca, CRIC, sobre la fundación de esa organización: “Más que un día de celebración es un momento de recordar, conmemorar, de reencontrarnos, conversar, escucharnos, analizar el camino y trazar un horizonte claro que no nos aleje del camino, que por más de 50 años los mayores y mayoras nos han dejado, es volver a esas voces, a esas historias que abrieron camino hacia la autonomía y la pervivencia de su ancestralidad”.
Francia Márquez, quien obtuvo 783.160 votos en la consulta presidencial del Pacto Histórico, se ha mostrado como difusora no de un discurso individual o un eslogan de campaña, sino del lenguaje, las tradiciones y las prioridades de la comunidades racializadas, los pueblos afrodescendientes, raizales, palenqueros e indígenas, cuyos saberes y necesidades han sido históricamente marginados y desconocidos por el Estado (y por la gente de las ciudades) de una forma u otra.
Un dato final no apto para cardiacos: la palabra “mayora” está en el Diccionario de la lengua española, y, al igual que muchas otras, como “generala” y hasta “jueza”, figura como “mujer del mayor” (“mujer del general”, “mujer del juez”, etc.). No sobra recordar, entonces, que el uso y la cultura se terminan imponiendo a las normas. Por la creciente participación de las mujeres en la esfera pública y laboral, palabras como “jueza” hoy no solo significan “mujer de” (acepción en desuso), sino quien tiene la potestad de juzgar.
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Como la propia RAE ha reconocido, las palabras llegan a los diccionarios porque las personas las usan y no al revés; lo mismo sucede con las acepciones. Así que no habría que descartar que un creciente reconocimiento a las “mayoras” dentro de nuestra sociedad implique algún día una nueva acepción en los diccionarios. Si no pasa, las comunidades, tan dueñas de la lengua como cualquier hablante, seguirán usando las palabras que mejor les sirven para describir sus valores y su realidad, así no estén en ningún diccionario.