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“El coito finaliza cuando el hombre eyacula”, “¿qué hice mal que no tuvo una erección?” o “es una mujer promiscua porque ha tenido múltiples parejas sexuales” son algunas de las creencias y tabúes de la sociedad frente al sexo que, además, tienen un denominador común: la influencia del género y sus roles.
En este esquema se prioriza el bienestar masculino, mientras que las mujeres suelen sentirse culpables o responsables por las experiencias de sus compañeros, minimizando sus propias necesidades y deseos. Además, la presencia de tabúes restringe, prohíbe y desinforma, lo que dificulta vivir una experiencia sexual plena, saludable y placentera, al tiempo que fomenta diversas formas de violencia en las relaciones de pareja o encuentros íntimos.
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No afecta únicamente a las mujeres, ya que los hombres también están condicionados a cumplir con expectativas que los obligan a estar siempre dispuestos, mantener encuentros sexuales prolongados y considerar la disfunción eréctil una vergüenza, entre otros.
Esta conversación resulta necesaria en un contexto donde la vida sexual comienza entre los 12 y los 18 años, una etapa en la que los adolescentes aún están en formación, según datos de Unicef para América Latina y el Caribe.
El poder y la complacencia
“El género masculino afecta mucho las actitudes sexuales porque vivimos en una sociedad muy patriarcal, con el machismo como método y la misoginia como lenguaje. Todo lo que significa el control masculino impacta, todavía, la forma en la que las mujeres perciben su cuerpo y disfrutan de su sexualidad”, afirmó Flavia Dos Santos, sexóloga y psicóloga brasileña.
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De esta manera, las mujeres y su cuerpo suelen ser percibidos como partes: unas nalgas o unos senos. Esto dificulta que muchos hombres las vean como seres completos, que piensan, sienten y desean. Como afirma Dos Santos, “hay una tendencia a separar el cuerpo de la mujer de la misma mujer”.
Hay una tendencia a separar el cuerpo de la mujer de la misma mujer”.
Flavia Dos Santos, sexóloga y psicóloga brasileña
La influencia del género y el machismo en el ámbito sexual no proviene solo de los hombres; las mujeres y personas que se identifican con otro tipo de diversidad sexual, también pueden reproducir estos lineamientos y formas de pensamiento. Esto se debe, en gran medida, a la falta de educación frente al tema.
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Cuando no existe una educación abierta, clara y directa sobre la sexualidad, y el tema se censura constantemente, muchas personas recurren al contenido pornográfico. La mayoría de este material es producido por hombres y suele reforzar el machismo, los tabúes y prácticas que en ocasiones generan desagrado.
“El machismo afecta mucho porque es creer que el hombre tiene poder sobre los otros para únicamente complacer sus necesidades sexuales, sin importar las de los otros o si se ejerce o no algún tipo de violencia”, aseguró Xiomara Andrea Hernández Bernal, psicóloga, magíster en Psicología Clínica, terapeuta sexual y de pareja y miembro de la Asociación Colombiana de Cuidados Paliativos y de la junta directiva de la Asociación Colombiana de Salud Sexual (ACSEX).
Hernández utiliza como ejemplo la pornografía y explica que muchos hombres llegan a creer, debido a la representación del sexo en este tipo de contenido, que las mujeres disfrutan de dinámicas como cachetadas, nalgadas, jalonazos del cabello y el uso de palabras con un tono agresivo o grosero.
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La falta de conocimiento sobre la sexualidad afecta no solo el bienestar individual, sino también el desarrollo de una relación de pareja satisfactoria, pues el hombre también aspira a cumplir patrones y ejemplos que se le enseñan en el que su salud y bienestar emocional tampoco son tenidos en cuenta, ya que se aborda desde un aspecto netamente carnal.
También existe una gran desinformación e ignorancia sobre cómo funciona el cuerpo de la mujer, lo que dificulta que ambos miembros de la pareja puedan disfrutar de la experiencia sexual.En palabras de Geraldine Estrada, psicóloga con máster en Sexología, “a ellos les cuesta entender que la mujer necesita que tengan en cuenta sus cinco sentidos y muchos factores para disfrutar de su sexualidad, además desconocen cómo funciona su cuerpo”.
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Es común que muchas mujeres prioricen la satisfacción de su pareja, sin importar la orientación sexual, debido a la presión social y cultural que busca su aprobación. Según la sexóloga Flavia Dos Santos, esta dinámica fomenta la idea de que el bienestar de la mujer depende de otro, ya que históricamente se ha impuesto una idea en la que las mujeres necesitan de alguien más para vivir bien, esto lleva a la creencia de que, si la otra persona está satisfecha, la mujer también está a salvo.
La ruta hacia una sexualidad plena
El proceso de enseñanza y aprendizaje sobre las cualidades, características, habilidades, actitudes y valores necesarios para vivir una sexualidad plena, saludable y libre de tabúes es fundamental. Como afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS), este tipo de educación permite a las personas proteger su salud, desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas, tomar decisiones responsables y comprender y defender los derechos de los demás.
“Se habla más del tema, pero no recibimos una buena educación sexual. Al no abordarlo, enviamos el mensaje de que es algo que no debe hacerse, ya que existe la creencia errónea de que así se fomenta la promiscuidad cuando, por el contrario, la educación sexual empodera y fortalece a las personas para brindarles salud, bienestar y seguridad”, aseveró Hernández.
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Así lo confirma OMS a través del Programa Especial de Investigaciones, Desarrollo y Formación de Investigaciones sobre Reproducción Humana y sus asociados, pues en uno de sus estudios se descubrió que las intervenciones que emplean un lenguaje positivo sobre la sexualidad, incluyendo referencias al placer sexual, contribuyen a aumentar el uso del preservativo.
El uso de anticonceptivos no es el único beneficio que la educación y la comunicación aportan a la salud sexual. Si bien es cierto que el cuerpo de la mujer ha sido históricamente objeto de control, lo que dificulta que ella aborde su sexualidad de manera consciente, la educación sexual también juega un papel crucial en el ejercicio pleno de las relaciones íntimas y de pareja, y las actitudes, las acciones y los comportamientos relacionados con el sexo. Lo cual incluye el respeto a una serie de derechos, como la libertad, la diversidad, el acceso a la información sexual y anticonceptiva, y el derecho a la protección frente a cualquier forma de violencia sexual o de género.
Además, muchos de los planes para prevenir las enfermedades e infecciones de transmisión sexual se centran en la educación como medida preventiva y en la atención. Por ejemplo, la estrategia global del sector de la salud contra las infecciones de transmisión sexual incluye un enfoque que facilita el acceso a la información para las personas.
La importancia de la educación sexual es evidente, pero ¿qué significa tener una buena educación sexual? De acuerdo con la OMS, esta debe ser científicamente correcta, adecuada para todas las edades y necesita abarcar una amplia gama de temas. Estos incluyen el respeto, la autonomía corporal, la pubertad, la menstruación, la anticoncepción, el embarazo, las infecciones de transmisión sexual, las relaciones, la vida familiar, las competencias para la vida y sus derechos.
De manera similar, mantener contacto constante con profesionales de la salud, como ginecólogos, psicólogos, sexólogos y urólogos, además de someterse a exámenes médicos regulares para conocer el estado de su salud, es fundamental para disfrutar plenamente de la sexualidad y garantizar el bienestar de la pareja. Estos cuidados contribuyen a llevar a una vida saludable y prevenir problemas de salud.
Acciones inmediatas
En vista de que la sexualidad es parte fundamental del ser humano, es crucial tomar medidas que se puedan implementar ya. Una de estas acciones es fomentar una comunicación abierta y recíproca. “La única manera de desmitificar es hablar y abrir espacios de diálogo donde se pueda conversar, preguntar, expresar y escuchar al otro (...) Es ver que hay otra persona que tiene dudas, inseguridades, experiencias y ganas”, explicó la sexóloga brasileña.
A través de la comunicación asertiva, las parejas pueden abordar inquietudes, expresar sus gustos y límites de manera clara y respetuosa, y llegar a consensos que consideren las necesidades y los deseos de ambos. Este tipo de diálogo permite que ambas partes tomen decisiones informadas y equilibradas, garantizando que las condiciones y el bienestar de cada uno sean respetados en la relación. Además, favorece un ambiente de confianza y comprensión mutua, lo cual es esencial para fortalecer la relación y asegurar una convivencia saludable y respetuosa.
Geraldine Estrada destaca que el autoconocimiento, logrado a través de una educación y comunicación asertiva, permite a las mujeres explorar y disfrutar del sexo sin culpa ni vergüenza. Esto implica reconocer a la mujer como un ser que también tiene derecho a disfrutar de su sexualidad, sin caer en estigmas de promiscuidad o machismo.
La reflexión y el autocuestionamiento son herramientas valiosas. Xiomara Hernández destaca que la autoevaluación y el autodiagnóstico son procesos claves, en los que se deben considerar aspectos como si una persona se siente bien con lo que está viviendo, las dinámicas de pareja, el estado de la salud física, la libertad para tomar decisiones, y si la salud mental, social y física están en buen estado. Además, es importante buscar ayuda terapéutica, médica y profesional cuando sea necesario.
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A esto, Dos Santos agregó, cuando se le preguntó lo que se debe tener claro sobre la sexualidad, que: “Existir como una persona que desea, siente, piensa y tiene un espacio en este mundo está bien. Este reconocimiento, también, es dar espacio al otro para que exista y de la misma forma permite nosotros tengamos nuestro lugar”.