“Solo una sociedad igualitaria es una buena democracia”: Vera Tax

La neerlandesa, miembro del Parlamento Europeo por los Socialistas y Demócratas, estuvo de visita en Colombia, como parte de una delegación de eurodiputados que buscó conversar con diferentes actores sociales y políticos colombianos sobre género y guerra. En medio del enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania, la diputada se llevó lecciones sobre cómo las mujeres pueden ser constructoras de paz.

María José Noriega Ramírez
08 de julio de 2023 - 04:00 p. m.
Vera Tax es miembro del Parlamento Europeo por los Socialistas y Demócratas.
Vera Tax es miembro del Parlamento Europeo por los Socialistas y Demócratas.
Foto: Ania Liesting - Ania Liesting
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Vera Tax solía ser una líder local en su país, los Países Bajos. Empezó esa labor en 2006. Por aquel entonces, según recuerda, la representación de las mujeres en el Parlamento Europeo era cercana al 20 % (del 29,9 % entre el 2004 y el 2009, según las cifras de la institución); ahora es del 40 %. “Eso hace la diferencia”, señala. De eso, por ejemplo, habló con la senadora María José Pizarro en su visita a Bogotá. Su conversación comenzó sobre la pandemia, de cómo la violencia basada en género empeoró en ese tiempo, tanto aquí como en Europa. Le impactó conocer lo difícil que es para las mujeres en Colombia entrar al Congreso (“aunque ha mejorado”, reconoce) y a la política local; también, que los defensores de derechos humanos son víctimas de amenazas y blanco de asesinatos. Con la vicepresidenta Francia Márquez habló sobre la construcción de paz y del acuerdo que se firmó. “Conversamos de los valores que compartimos y acerca de las batallas que debemos dar en el futuro. Hablamos de los derechos de las mujeres, de los derechos de la comunidad LGBTIQ y lo que significa que en ninguna parte del mundo exista igualdad de género”. Le asombró lo diversa que es Colombia.

Es casada y tiene dos hijos. Admite que es difícil combinar la familia con el ejercicio de la política y que, a su parecer, esa es una de las razones por las cuales para las mujeres es difícil entrar en ese mundo. “Cuando empecé, cuando estaba en la política local, algunos hombres me dijeron que no era una mujer real; que como podía sostener un debate y era buena en eso, entonces no era una mujer de verdad. Eso lo tuve que vivir, aunque no se compara con lo que han atravesado las mujeres aquí en Colombia”.

Cree que es importante invertir en políticas de género e igualdad: “Solo una sociedad igualitaria es una buena democracia, con buenas perspectivas económicas, y eso lo sabemos. Estamos luchando para dejar ese mensaje claro, pues somos una minoría en la política y allí es donde se accede al dinero y a las políticas del futuro. Es importante tener la misma influencia en el debate y apoyar a las mujeres, sobre todo en la política local, porque en el Congreso o en el Parlamento Europeo hay más recursos para la seguridad, es más visible el asunto, pero en lo local hay ausencia de protección”. Le preocupa, por ejemplo, que algunos gobiernos de derecha en Europa usan los asuntos de las mujeres y de la comunidad LGBTIQ para ganar más votos. “Hay que tener cuidado con eso”.

De Colombia, entre varias cosas más, se lleva lecciones sobre cómo las mujeres son constructoras de paz. En Europa hay una guerra, la que enfrenta a Rusia con Ucrania, y cree que probablemente regresará al país para aprender qué se puede hacer después de que las mujeres, tanto allá como acá, han sido instrumentos de guerra. Se va conociendo el trabajo de la sociedad civil y de las instituciones alrededor del Acuerdo de Paz, pero también con la convicción de que “la búsqueda de la verdad es difícil, no solo por la información, sino también porque la verdad puede ser muy dura”.

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Esta fue su primera visita a Colombia. Llegó en un año electoral, en el que se renovarán los liderazgos regionales, y con una preocupación que ha sido constante en su ejercicio público: la igualdad de género y el acceso de las mujeres a la política. ¿Qué percepciones tiene sobre esto?

Es evidente que la igualdad de género y los derechos de las mujeres están en el centro de la agenda de este nuevo gobierno y es interesante ver que compartimos estos valores. Desde Europa, creemos que las democracias fuertes son aquellas en las que hay igualdad en cuanto a los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTIQ. Sin embargo, no es fácil implementar estos cambios: legislar toma tiempo. Además, la implementación es diferente en Bogotá respecto a otros lugares del país, pues hay una gran diferencia entre la capital y las zonas rurales, y esto necesita recursos, además de voluntad política. Ya que mencionas el tema de las elecciones locales, luego de reunirnos con algunas personas interesadas en el tema, aprendimos de las barreras que tienen las mujeres para participar en política: inseguridad y violencia.

Usted sostuvo reuniones con organizaciones coordinadoras de mujeres y de consolidación de paz que trabajan en la formulación del Plan Nacional de Acción 1325, la resolución de la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad. ¿Cómo ve los avances de Colombia en este sentido?

La fuerza de la sociedad civil hace la diferencia. Con el Acuerdo de Paz y el plan de acción nacional, me di cuenta de que las mujeres están sentadas en la mesa. Como lo dije antes, es importante estar en el corazón de la democracia y hablar de lo que se debe cambiar en el futuro. De aquí me llevo a Europa que las mujeres son constructoras de paz. Las organizaciones, al mismo tiempo, son críticas: piensan que hay muchos cambios por implementar, pero temen que no haya suficientes recursos y que no se destine suficiente financiación para esta agenda del futuro. Por eso es importante que la Unión Europea y los países miembros que tienen proyectos aquí en Colombia sigan teniendo el apoyo desde una perspectiva política, económica y técnica; por ejemplo, en salud mental. Ahí Europa podría ayudar.

Ya lo mencionó: un asunto relevante de su agenda en Bogotá tuvo que ver con el rol de las mujeres en el Acuerdo de Paz. Tras lo pactado, no solo se reconoció que las mujeres fueron víctimas del conflicto armado de forma diferencial, sino que también son gestoras de paz y personajes claves en la reconstrucción del tejido social. ¿Qué deudas y qué aciertos tiene el país en este sentido?

Pudimos conversar con la negociadora de paz Juanita Millán. Ella nos contó lo difícil que fue al principio dialogar con las FARC y tener una perspectiva de género en el acuerdo. Sin embargo, el tiempo pasó y se empezaron a ver mujeres negociadoras en el otro lado de la mesa. Eso fue fundamental para tener la perspectiva de género en lo que se pactó. De igual modo, hablamos de que Colombia sigue en conflicto, que esto no es algo que se firma y ya. Esto se trata de construcción de paz. Lo inspirador es que la agenda de género está presente, que la sociedad civil, a través de las organizaciones de mujeres, está involucrada en eso. Además, seguramente, volveremos a Colombia porque en Europa tenemos nuestra propia guerra, la de Rusia y Ucrania. Ahí también vemos que las mujeres están siendo usadas como medio para alcanzar una meta militar, como medio para pelear en la guerra. En ella ha habido abuso sexual y en Ucrania hemos visto que esto se ha convertido en un instrumento de guerra. Es devastador.

En Colombia también hablamos acerca de que el macrocaso 11, relacionado con los crímenes sexuales y de género cometidos en el conflicto armado, debe lanzarse. De hecho, recientemente, la Unión Europea decidió destinar cerca de US$2 millones para asegurar que esa iniciativa pueda empezar. Hablando con la JEP, entendimos que ahí se necesita asistencia técnica y recursos. Si las personas aprenden lo que ha sucedido, aprenderán lecciones para el futuro. También escuchamos que es importante que la Policía y los militares sean concebidos desde el rol que tienen y a partir de los cambios que se deben hacer para asegurarse de que la seguridad sea para todos.

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El aborto también fue de su interés en su visita a Colombia. El año pasado, una sentencia histórica despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo hasta las 24 semanas. Sin embargo, aún hay cosas pendientes: el acceso no es universal y hay desinformación al respecto. Además, los prejuicios siguen impidiendo que muchas de ellas accedan a este derecho. ¿Qué opinión le suscita esta realidad en el país?

La noticia también fue grande en Europa, y eso es importante porque vemos que en la Unión Europea, como en Polonia y Estados Unidos, pueden tomarse disposiciones contrarias. El aborto es un tema que compartimos y lo que se necesita es legislación para que las decisiones sean sostenibles en el tiempo. Recuerdo, por ejemplo, que en Polonia siete mujeres murieron porque los médicos tuvieron miedo de intervenir, aun cuando los fetos murieron en sus vientres. Su temor venía de la legislación negativa frente al aborto, y esto ocurrió en el corazón de la Unión Europea.

En mi propio país, en los Países Bajos, el aborto es legal y seguro hasta las 24 semanas, pero solo si se asiste a ciertos hospitales. Es decir, no es un derecho porque sigue bajo la ley criminal. Esto es algo por lo que seguimos luchando. El público hizo la pregunta, pero políticamente no hay mayoría y la respuesta fue: “Pueden tener un aborto legal y seguro en esos hospitales especializados; en consecuencia, no debemos cambiar la ley”. Sin embargo, y con lo que pasó en Estados Unidos, sí es tiempo de cambiarla. De hecho, la mayoría en la Unión Europea y en el Parlamento cree que es un derecho humano y, en consecuencia, debe estar en los tratados del bloque de países. Por ahora, la Unión Europea no lo puede impulsar, pues es una cuestión que le compete a cada Estado miembro.

En ese contexto, ¿cómo ve el panorama del aborto en Colombia?

La decisión de la Corte es muy buena, pero es importante, como lo es en la Unión Europea, que haya legislación para que el aborto sea un derecho en el país. Ahora bien, depende del Congreso que algo así se pueda implementar en el futuro. Por eso es importante que las organizaciones de mujeres sigan impulsando y luchando para que el aborto no solo sea una cuestión marcada por la decisión de una corte, sino que también pertenezca a la legislación colombiana. Eso lo estamos haciendo en Europa y sé que no es una batalla fácil de dar.

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