Tejiendo redes de protección y transformación para las mujeres en Colombia
Las comunidades afectadas por el conflicto armado, donde las mujeres y las niñas, así como las personas de sexo y género diversos, han sido marginadas. Hoy reconstruyen sus vidas haciendo énfasis en su seguridad y el tejido social, de la mano de organizaciones como Usaid.
Tatiana Moreno Quintero
En la intimidad de sus hogares y sus propias comunidades las mujeres y las niñas viven la violencia basada en género, la violencia intrafamiliar, la violencia sexual e incluso la violencia por prejuicios.
Entre enero de 2020 y lo corrido de 2024 han ocurrido 2.993 feminicidios en todo el país, y dentro de este mismo lapso se han presentado 1.430 acciones que tenían como objetivo darle fin a la vida de una mujer solo por el hecho de ser mujer, según la base de datos del Observatorio de Feminicidios Colombia.
De acuerdo con datos del “Informe de seguridad y convivencia ciudadana desde la perspectiva de las violencias basadas en género”, de la Corporación Humanas Colombia, entre 2022 y 2023, en 35 municipios del país ubicados en zonas de Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), se reportaron 522 presuntos homicidios, de los cuales el 9 % correspondieron a mujeres, es decir, 46 casos. Del total de casos contra mujeres, el 87 % fueron mayores de edad y el 13 % a menores de 18 años.
Por esa razón, organizaciones internacionales, como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) a través del programa Somos Comunidad, implementado por la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), trabajan apoyando el desarrollo de estrategias de prevención de riesgos, así como la formulación y puesta en marcha de planes de seguridad que respondan a las necesidades de la comunidad.
Norte de Santander, Córdoba, Antioquia, Cauca, Nariño, Bolívar y Sucre son algunos de los departamentos donde la violencia ha golpeado con mayor fuerza a las poblaciones. En cuanto a la violencia basada en género, se han visto en lo corrido de este año 340 agresiones contra las mujeres dentro de estos siete departamentos, entre las que se encuentran el feminicidio, el transfeminicidio y el feminicidio en grado de tentativa, de acuerdo con el Observatorio de Feminicidios Colombia.
Según mujeres de estas comunidades, el trabajo con Somos Comunidad ha sido “clave” para ejercer sus roles de liderazgo y su diario vivir. Por medio de la creación e implementación de mecanismos de prevención y autoprotección de la violencia, se ha capacitado a funcionarios públicos, mujeres y hombres de estas comunidades para mitigar las violencias basadas en género, haciendo especial énfasis en la violencia política, con el fin de hacer frente a las barreras que les impiden a las mujeres participar en la toma de decisiones.
El programa no solo busca hacer frente a estas violencias, sino que también trabaja por el empoderamiento de mujeres, niñas, poblaciones étnicas y de género diversas en temas de gobernanza y seguridad ciudadana. Lo anterior, por medio del fortalecimiento de instituciones y organizaciones civiles para incluir a grupos vulnerables en debates de seguridad, promoción de la comprensión de sus dificultades y fomentar la igualdad y participación con el apoyo de organizaciones expertas, como Caribe Afirmativo y la Corporación Humanas Colombia.
Sistemas de seguridad para la población diversa y las mujeres
“El conflicto golpea más a las mujeres. (...) mataban a los hombres y dejaban a las mujeres desprotegidas”, afirmó Adelma Pacheco, integrante de la asociación Narrar para Vivir, que acompaña a mujeres víctimas del conflicto armado en los Montes de María.
En Colombia, las poblaciones diversas y las mujeres han sufrido agresiones psicológicas, sexuales y físicas que han obstaculizado su libre desarrollo y convivencia sumado a que el ejercicio de liderazgo les implica un riesgo; situación que se agrava en zonas rurales donde el conflicto ha estado presente.
La política es un claro ejemplo de ello, pues es un escenario en el que las mujeres han sido históricamente marginadas. Es por esto que hay un especial interés en vencer las brechas que les impiden a las mujeres participar en escenarios cívicos y políticos. Al conversar sobre la violencia política con el funcionariado y con las comunidades, se reconocen estas violencias y se trabaja de manera preventiva.
“Alguien me dijo que iba a hacer el ridículo cuando coloqué mi nombre en el concejo porque uno, era mujer, y dos, no tenía la economía suficiente para aportar cierto dinero que supuestamente tocaba dar para ser concejal. No tenía el conocimiento de qué era violencia política, más bien lo vi como un reto”, recordó Arcilla Villegas, representante de la Asociación de Víctimas de Campesinos y miembro de la Mesa Municipal de Víctimas de Caucasia.
Junto a otras lideresas, Villegas participó en varios espacios de capacitación con Somos Comunidad, lo que les ha permitido identificar las violencias en su entorno laboral y familiar, además de contar con una ruta de protección ante situaciones que amenacen su vida e integridad, apoyadas por entidades como la Defensoría y las comisarías.
“A veces, cuando sufríamos alguna violencia, nos daba miedo ir a exponerla o denunciarla. (...) Pero en este programa aclaramos todo eso. Estuvimos frente a frente con ellos y quedamos convencidas de que cada día el respaldo hacia la mujer se va fortaleciendo y es algo que nos da mucha más fuerza para continuar en este camino”, relató Villegas.
Por otro lado, en comunidades indígenas la violencia contra las mujeres es un problema recurrente que, muchas veces, no se identifica ni se trata por falta de conocimiento. “La violencia basada en género y la violencia intrafamiliar, tanto en nuestros hogares como en el municipio, han sido invisibilizadas porque no se habían tenido en cuenta y, por eso mismo, la mujer no tenía mucha participación”, afirmó Nayari Ortiz, mujer indígena de la Asociación de Mujeres Independientes Agua en Ricaurte, Nariño.
Para abordar las violencias de género, Somos Comunidad ha trabajado en conjunto con la Policía Nacional brindando asesoría para integrar la perspectiva de género en sus acciones. Este esfuerzo ha incluido la creación de guías para mejorar la respuesta policial ante conflictos de convivencia, así como la capacitación de oficiales en la atención de este tipo de violencia. Como resultado de estos esfuerzos se han creado iniciativas como el “Manual de Gestión de Seguridad” para la Policía Nacional, Hablemos de Policía, Policía Vecindario y el piloto de direccionamiento del servicio policial orientado a las personas. Además, se han desarrollado campañas educativas con la mujeres, hombres y comunidad diversa para promover masculinidades corresponsables y no violentas.
Otro enfoque del programa se basa en la creación de políticas públicas que contemplen a las mujeres y la población LGBTIQ+ para garantizar su seguridad y convivencia ciudadana.
De modo que, en los territorios en los que Somos Comunidad ha realizado una asistencia técnica en temas de género, los Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana (PISCC) ahora incluyen estas problemáticas en las decisiones de seguridad a nivel municipal, lo cual ha permitido mejorar la protección y reducir los riesgos para las mujeres y la población LGBTIQ+.
Uno de los resultados de este programa, que refleja un avance en las comunidades en cuanto a prevenir la violencia de género se refiere, es el aumento en las descargas de la APP ELLAS, promovida por la Corporación Humanas.
Esta aplicación, que ofrece información sobre los diferentes tipos de violencia contra las mujeres y las rutas de atención disponibles, ha alcanzado más de 4.000 descargas, siendo esto prueba de su impacto en la difusión de recursos claves para la protección de las mujeres.
“Es hermoso saber que ellas con estos conocimientos pueden defenderse, actuar de una manera más llevadera en sus hogares, ya no hay tanto conflicto y pelea. Importantísimo, todas van aprendiendo de estas iniciativas de las violencias basadas en género”, comentó Ruth del Socorro Rosero, coordinadora de la oficina de Equidad de Género del municipio de Ricaurte, Nariño.
Un tejido social inclusivo y equitativo
“Los retos han sido bastante grandes. Las barreras de acceso a ciertas oportunidades que se supone que son para todos y todas cuando se es una persona diversa, como lo soy yo, es aún más difícil acceder a estos”, aseguró Maia Mitchell Domínguez, lideresa social, mujer trans del municipio de Caucasia y directora de la Corporación Caucasia Diversa.
Por eso, Somos Comunidad se enfoca en fortalecer las organizaciones locales de mujeres y de género diverso, apoyándolas en la creación de planes que fomenten la igualdad de género y la participación de todas las personas a través del diálogo y el desarrollo de habilidades para reducir las brechas, fortalecer a las organizaciones de la sociedad civil lideradas por mujeres y mitigar las violencias a las que se enfrentan.
“El aprendizaje más importante que rescato de Somos Comunidad es el hecho de tejer una red de hermanamiento entre mujeres y entre líderes y lideresas, de poder hacer ese acompañamiento, de poder acompañar al otro o a la otra en una denuncia o en un acompañamiento psicosocial”, comentó Maia Mitchell Domínguez.
Somos Comunidad ha brindado asistencia técnica a 53 organizaciones de la sociedad civil (OSC) para la construcción de Planes de Acción con un enfoque de género. Estas acciones han fortalecido puntos focales en las organizaciones de la sociedad civil (OSC), promoviendo la inclusión de género en la formulación de políticas, así como en la prevención de violencias basadas en género, la violencia contra las mujeres en política (VCMP), la violencia por prejuicio.
“Para las familias ha sido muy importante, porque hay algunas que dicen: ‘No conocíamos ese paso que teníamos que seguir, no tenía conocimiento de cuál era la ruta’. Entonces ha sido bien acogido y las familias están interesadas en que se le brinde ese apoyo e información”, atestiguó Daira Lucy Valenzuela, miembro del resguardo integrado Cartagena en Ricaurte, Nariño, y coordinadora suplente del grupo de mujeres de su comunidad.
Según datos de Caribe Afirmativo, publicados en el “Informe Incontables”, entre el 1° de enero y el 31 de diciembre de 2023, se registraron 156 homicidios de personas LGBTIQ+ en todo el país, es decir, cada 55,95 horas se cometió un asesinato contra una persona con una orientación sexual, identidad de género o expresión de género diversa.
Bajo esta perspectiva, Somos Comunidad ha logrado que entidades del Estado, como alcaldías y gobernaciones, prioricen la implementación de Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana (PISCC), que enfatizan temas relacionados con los derechos de las mujeres y de las personas sexo y género diversos. Todas estas acciones promueven la colaboración entre las comunidades y el Gobierno, asegurándose que tanto las mujeres como las personas de la comunidad LGBTIQ+ estén representadas en decisiones importantes.
Así lo expresó Lilia Barrios Carmona, lideresa e integrante del comité Justicia Transicional de la Mesa de Víctimas y Prevención y Protección del municipio de El Guamo, Bolívar: “Hemos ejecutado proyectos con los planes de desarrollo territorial con entidades nacionales, hoy estamos en uno con el Ministerio de Vivienda, todo eso a raíz del fortalecimiento que hemos recibido con esta actividad de Somos Comunidad”.
El fortalecimiento de la sociedad civil también está vinculado a la comunicación para el cambio social, el programa de Usaid implementa estrategias de comunicación que buscan empoderar a líderes sociales y sus comunidades, cambiar la percepción sobre el liderazgo y promover la participación cívica y política de grupos marginalizados, como mujeres y personas LGBTIQ+.
Una de estas estrategias se refleja en iniciativas como la emisora Voces de Nuestra Tierra en Jambaló, que contribuye a la difusión y visibilización de proyectos enfocados en la participación cívica de las mujeres para el cambio social y la prevención de violencias basadas en género e intrafamiliar.
“Llevamos a la comunidad es la guía y transmisión de mensajes alusivos al tema de paz, entidades y orientación de la familia”, afirmó Luzdary Cuetia, indígena de Jambaló e integrante de la emisora comunitaria Voces de Nuestra Tierra. Una parte fundamental para construir un tejido social sólido es asegurar la sostenibilidad de estas acciones a lo largo del tiempo. Por eso, las lideresas de las organizaciones de la sociedad civil que han participado en las capacitaciones de prevención y protección contra la violencia de género desarrolladas por Somos Comunidad se han enfocado en replicar lo aprendido e informar a las mujeres de sus comunidades. “Tuvimos un privilegio, pero también una responsabilidad con quienes no han tenido la oportunidad”, aseguró Yadis Domínguez, representante legal de la Asociación de Víctimas Constructoras de Paz (Asovictpaz).
Por ello es que, en la actual fase de apropiación y sostenibilidad, Somos Comunidad se está enfocando en dinamizar las políticas de seguridad y convivencia. Esto incluye reunir todos los esfuerzos en áreas claves, como el fortalecimiento de la sociedad civil organizada, la creación de mecanismos de colaboración, el desarrollo de estructuras y rutas de protección, la desestigmatización de liderazgos, el trabajo con la Policía Comunitaria, la gestión territorial de la seguridad y, finalmente, la implementación de iniciativas para prevenir la violencia.
En la intimidad de sus hogares y sus propias comunidades las mujeres y las niñas viven la violencia basada en género, la violencia intrafamiliar, la violencia sexual e incluso la violencia por prejuicios.
Entre enero de 2020 y lo corrido de 2024 han ocurrido 2.993 feminicidios en todo el país, y dentro de este mismo lapso se han presentado 1.430 acciones que tenían como objetivo darle fin a la vida de una mujer solo por el hecho de ser mujer, según la base de datos del Observatorio de Feminicidios Colombia.
De acuerdo con datos del “Informe de seguridad y convivencia ciudadana desde la perspectiva de las violencias basadas en género”, de la Corporación Humanas Colombia, entre 2022 y 2023, en 35 municipios del país ubicados en zonas de Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), se reportaron 522 presuntos homicidios, de los cuales el 9 % correspondieron a mujeres, es decir, 46 casos. Del total de casos contra mujeres, el 87 % fueron mayores de edad y el 13 % a menores de 18 años.
Por esa razón, organizaciones internacionales, como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) a través del programa Somos Comunidad, implementado por la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), trabajan apoyando el desarrollo de estrategias de prevención de riesgos, así como la formulación y puesta en marcha de planes de seguridad que respondan a las necesidades de la comunidad.
Norte de Santander, Córdoba, Antioquia, Cauca, Nariño, Bolívar y Sucre son algunos de los departamentos donde la violencia ha golpeado con mayor fuerza a las poblaciones. En cuanto a la violencia basada en género, se han visto en lo corrido de este año 340 agresiones contra las mujeres dentro de estos siete departamentos, entre las que se encuentran el feminicidio, el transfeminicidio y el feminicidio en grado de tentativa, de acuerdo con el Observatorio de Feminicidios Colombia.
Según mujeres de estas comunidades, el trabajo con Somos Comunidad ha sido “clave” para ejercer sus roles de liderazgo y su diario vivir. Por medio de la creación e implementación de mecanismos de prevención y autoprotección de la violencia, se ha capacitado a funcionarios públicos, mujeres y hombres de estas comunidades para mitigar las violencias basadas en género, haciendo especial énfasis en la violencia política, con el fin de hacer frente a las barreras que les impiden a las mujeres participar en la toma de decisiones.
El programa no solo busca hacer frente a estas violencias, sino que también trabaja por el empoderamiento de mujeres, niñas, poblaciones étnicas y de género diversas en temas de gobernanza y seguridad ciudadana. Lo anterior, por medio del fortalecimiento de instituciones y organizaciones civiles para incluir a grupos vulnerables en debates de seguridad, promoción de la comprensión de sus dificultades y fomentar la igualdad y participación con el apoyo de organizaciones expertas, como Caribe Afirmativo y la Corporación Humanas Colombia.
Sistemas de seguridad para la población diversa y las mujeres
“El conflicto golpea más a las mujeres. (...) mataban a los hombres y dejaban a las mujeres desprotegidas”, afirmó Adelma Pacheco, integrante de la asociación Narrar para Vivir, que acompaña a mujeres víctimas del conflicto armado en los Montes de María.
En Colombia, las poblaciones diversas y las mujeres han sufrido agresiones psicológicas, sexuales y físicas que han obstaculizado su libre desarrollo y convivencia sumado a que el ejercicio de liderazgo les implica un riesgo; situación que se agrava en zonas rurales donde el conflicto ha estado presente.
La política es un claro ejemplo de ello, pues es un escenario en el que las mujeres han sido históricamente marginadas. Es por esto que hay un especial interés en vencer las brechas que les impiden a las mujeres participar en escenarios cívicos y políticos. Al conversar sobre la violencia política con el funcionariado y con las comunidades, se reconocen estas violencias y se trabaja de manera preventiva.
“Alguien me dijo que iba a hacer el ridículo cuando coloqué mi nombre en el concejo porque uno, era mujer, y dos, no tenía la economía suficiente para aportar cierto dinero que supuestamente tocaba dar para ser concejal. No tenía el conocimiento de qué era violencia política, más bien lo vi como un reto”, recordó Arcilla Villegas, representante de la Asociación de Víctimas de Campesinos y miembro de la Mesa Municipal de Víctimas de Caucasia.
Junto a otras lideresas, Villegas participó en varios espacios de capacitación con Somos Comunidad, lo que les ha permitido identificar las violencias en su entorno laboral y familiar, además de contar con una ruta de protección ante situaciones que amenacen su vida e integridad, apoyadas por entidades como la Defensoría y las comisarías.
“A veces, cuando sufríamos alguna violencia, nos daba miedo ir a exponerla o denunciarla. (...) Pero en este programa aclaramos todo eso. Estuvimos frente a frente con ellos y quedamos convencidas de que cada día el respaldo hacia la mujer se va fortaleciendo y es algo que nos da mucha más fuerza para continuar en este camino”, relató Villegas.
Por otro lado, en comunidades indígenas la violencia contra las mujeres es un problema recurrente que, muchas veces, no se identifica ni se trata por falta de conocimiento. “La violencia basada en género y la violencia intrafamiliar, tanto en nuestros hogares como en el municipio, han sido invisibilizadas porque no se habían tenido en cuenta y, por eso mismo, la mujer no tenía mucha participación”, afirmó Nayari Ortiz, mujer indígena de la Asociación de Mujeres Independientes Agua en Ricaurte, Nariño.
Para abordar las violencias de género, Somos Comunidad ha trabajado en conjunto con la Policía Nacional brindando asesoría para integrar la perspectiva de género en sus acciones. Este esfuerzo ha incluido la creación de guías para mejorar la respuesta policial ante conflictos de convivencia, así como la capacitación de oficiales en la atención de este tipo de violencia. Como resultado de estos esfuerzos se han creado iniciativas como el “Manual de Gestión de Seguridad” para la Policía Nacional, Hablemos de Policía, Policía Vecindario y el piloto de direccionamiento del servicio policial orientado a las personas. Además, se han desarrollado campañas educativas con la mujeres, hombres y comunidad diversa para promover masculinidades corresponsables y no violentas.
Otro enfoque del programa se basa en la creación de políticas públicas que contemplen a las mujeres y la población LGBTIQ+ para garantizar su seguridad y convivencia ciudadana.
De modo que, en los territorios en los que Somos Comunidad ha realizado una asistencia técnica en temas de género, los Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana (PISCC) ahora incluyen estas problemáticas en las decisiones de seguridad a nivel municipal, lo cual ha permitido mejorar la protección y reducir los riesgos para las mujeres y la población LGBTIQ+.
Uno de los resultados de este programa, que refleja un avance en las comunidades en cuanto a prevenir la violencia de género se refiere, es el aumento en las descargas de la APP ELLAS, promovida por la Corporación Humanas.
Esta aplicación, que ofrece información sobre los diferentes tipos de violencia contra las mujeres y las rutas de atención disponibles, ha alcanzado más de 4.000 descargas, siendo esto prueba de su impacto en la difusión de recursos claves para la protección de las mujeres.
“Es hermoso saber que ellas con estos conocimientos pueden defenderse, actuar de una manera más llevadera en sus hogares, ya no hay tanto conflicto y pelea. Importantísimo, todas van aprendiendo de estas iniciativas de las violencias basadas en género”, comentó Ruth del Socorro Rosero, coordinadora de la oficina de Equidad de Género del municipio de Ricaurte, Nariño.
Un tejido social inclusivo y equitativo
“Los retos han sido bastante grandes. Las barreras de acceso a ciertas oportunidades que se supone que son para todos y todas cuando se es una persona diversa, como lo soy yo, es aún más difícil acceder a estos”, aseguró Maia Mitchell Domínguez, lideresa social, mujer trans del municipio de Caucasia y directora de la Corporación Caucasia Diversa.
Por eso, Somos Comunidad se enfoca en fortalecer las organizaciones locales de mujeres y de género diverso, apoyándolas en la creación de planes que fomenten la igualdad de género y la participación de todas las personas a través del diálogo y el desarrollo de habilidades para reducir las brechas, fortalecer a las organizaciones de la sociedad civil lideradas por mujeres y mitigar las violencias a las que se enfrentan.
“El aprendizaje más importante que rescato de Somos Comunidad es el hecho de tejer una red de hermanamiento entre mujeres y entre líderes y lideresas, de poder hacer ese acompañamiento, de poder acompañar al otro o a la otra en una denuncia o en un acompañamiento psicosocial”, comentó Maia Mitchell Domínguez.
Somos Comunidad ha brindado asistencia técnica a 53 organizaciones de la sociedad civil (OSC) para la construcción de Planes de Acción con un enfoque de género. Estas acciones han fortalecido puntos focales en las organizaciones de la sociedad civil (OSC), promoviendo la inclusión de género en la formulación de políticas, así como en la prevención de violencias basadas en género, la violencia contra las mujeres en política (VCMP), la violencia por prejuicio.
“Para las familias ha sido muy importante, porque hay algunas que dicen: ‘No conocíamos ese paso que teníamos que seguir, no tenía conocimiento de cuál era la ruta’. Entonces ha sido bien acogido y las familias están interesadas en que se le brinde ese apoyo e información”, atestiguó Daira Lucy Valenzuela, miembro del resguardo integrado Cartagena en Ricaurte, Nariño, y coordinadora suplente del grupo de mujeres de su comunidad.
Según datos de Caribe Afirmativo, publicados en el “Informe Incontables”, entre el 1° de enero y el 31 de diciembre de 2023, se registraron 156 homicidios de personas LGBTIQ+ en todo el país, es decir, cada 55,95 horas se cometió un asesinato contra una persona con una orientación sexual, identidad de género o expresión de género diversa.
Bajo esta perspectiva, Somos Comunidad ha logrado que entidades del Estado, como alcaldías y gobernaciones, prioricen la implementación de Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana (PISCC), que enfatizan temas relacionados con los derechos de las mujeres y de las personas sexo y género diversos. Todas estas acciones promueven la colaboración entre las comunidades y el Gobierno, asegurándose que tanto las mujeres como las personas de la comunidad LGBTIQ+ estén representadas en decisiones importantes.
Así lo expresó Lilia Barrios Carmona, lideresa e integrante del comité Justicia Transicional de la Mesa de Víctimas y Prevención y Protección del municipio de El Guamo, Bolívar: “Hemos ejecutado proyectos con los planes de desarrollo territorial con entidades nacionales, hoy estamos en uno con el Ministerio de Vivienda, todo eso a raíz del fortalecimiento que hemos recibido con esta actividad de Somos Comunidad”.
El fortalecimiento de la sociedad civil también está vinculado a la comunicación para el cambio social, el programa de Usaid implementa estrategias de comunicación que buscan empoderar a líderes sociales y sus comunidades, cambiar la percepción sobre el liderazgo y promover la participación cívica y política de grupos marginalizados, como mujeres y personas LGBTIQ+.
Una de estas estrategias se refleja en iniciativas como la emisora Voces de Nuestra Tierra en Jambaló, que contribuye a la difusión y visibilización de proyectos enfocados en la participación cívica de las mujeres para el cambio social y la prevención de violencias basadas en género e intrafamiliar.
“Llevamos a la comunidad es la guía y transmisión de mensajes alusivos al tema de paz, entidades y orientación de la familia”, afirmó Luzdary Cuetia, indígena de Jambaló e integrante de la emisora comunitaria Voces de Nuestra Tierra. Una parte fundamental para construir un tejido social sólido es asegurar la sostenibilidad de estas acciones a lo largo del tiempo. Por eso, las lideresas de las organizaciones de la sociedad civil que han participado en las capacitaciones de prevención y protección contra la violencia de género desarrolladas por Somos Comunidad se han enfocado en replicar lo aprendido e informar a las mujeres de sus comunidades. “Tuvimos un privilegio, pero también una responsabilidad con quienes no han tenido la oportunidad”, aseguró Yadis Domínguez, representante legal de la Asociación de Víctimas Constructoras de Paz (Asovictpaz).
Por ello es que, en la actual fase de apropiación y sostenibilidad, Somos Comunidad se está enfocando en dinamizar las políticas de seguridad y convivencia. Esto incluye reunir todos los esfuerzos en áreas claves, como el fortalecimiento de la sociedad civil organizada, la creación de mecanismos de colaboración, el desarrollo de estructuras y rutas de protección, la desestigmatización de liderazgos, el trabajo con la Policía Comunitaria, la gestión territorial de la seguridad y, finalmente, la implementación de iniciativas para prevenir la violencia.