Así no haya golpes es violencia: ¿qué es y cómo prevenir la violencia psicológica?
Los chistes, las amenazas y los gritos son algunos ejemplos de esta violencia, considerada como la puerta de entrada a otras como la física y la sexual. Durante el primer semestre de 2023 en Bogotá, el 48 % de los casos de violencia fueron psicológicos.
Silvia Corredor Rodríguez
“Una palabra hiere más que mil golpes” es una frase común, pero que da cuenta de las implicaciones y repercusiones que tienen actos como los gritos, los insultos, las humillaciones, las amenazas y los chistes hirientes o discriminatorios que son parte de la violencia psicológica.
¿Alguna vez has escuchado o te han dicho frases como “no sirves para nada”, “estás gorda”, “no uses esa ropa”? Todo esto es violencia psicológica, porque busca provocar miedo, generar control, intimidar y degradar. Además, afecta la confianza de quien la recibe, su vulnerabilidad y puede generar dependencia y sumisión. Se vive en diferentes ámbitos -no solo en el sentimental- como en las familias, los espacios laborales, escolares, de amigos y demás.
Según el “Estudio de tolerancia social e institucional a la violencia contra las mujeres”, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por su sigla en inglés), de las violencias que más se presentan en los hogares de Colombia es la psicológica, con un 38 %. Los actos más frecuentes son gritos y humillaciones, con un 25 %, seguido de celos excesivos (16 %), insistencia en “saber dónde está” la otra persona (11 %), amenazas y acusaciones de infidelidad (10 %), silencios prolongados o indiferencias -mejor conocido como ley del hielo- (7 %) y limitar el contacto con familias y amigos (6 %).
Vea: “Duele el alma”: la violencia psicológica que te manipula, humilla e intimida
La violencia psicológica parte también de constructos sociales que como sociedad hemos construido y atribuido a hombres y a mujeres como el “deber ser”. Por ejemplo, si los hombres son “guardianes” de las mujeres, los celos se han justificado como una acción de “proteger” a la pareja de otras personas que son “malintencionadas” porque ellas son “débiles”. Este tipo de comportamientos -como otras violencias de género- se disfrazan bajo ideas de protección, cariño y colaboración.
Sin embargo, esta violencia no solo la viven las mujeres, sino también los hombres y las personas diversas. Bajo esta misma línea de constructos sociales hay una afectación a la confianza -también pasa en las mujeres-. Si un hombre no tiene un trabajo está “fallando a su rol de proveedor”, la violencia psicológica opera haciéndole creer que es una persona inútil o fracasada.
Desde esta orilla del “debe ser” la violencia psicológica es entendida como una violencia basada en género, porque apela a esas normas sociales y establecidas que encasillan el actuar de las personas bajo unos parámetros que, a pesar de estarse transformando, aún pesan en muchas generaciones.
En el caso de la población diversa, organizaciones como Caribe Afirmativo -que lleva 14 años trabajando por los derechos de las personas LGBTIQ+ en Colombia- afirman que la violencia psicológica se vive más que todo con humillaciones, amenazas, hostigamientos y discriminación. Según su informe más reciente sobre la situación de los derechos humanos de las personas LGBTIQ+ en Colombia, el 37 % del total de víctimas de esta población en 2022, el 37 % corresponden a mujeres LBT, es decir, cerca de 1.331.
La violencia psicológica es considerada como la puerta de entrada a otras violencias como física y sexual. En el caso de la población diversa, en 2022 se produjeron 36 homicidios en contra de mujeres LBT. Por eso, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres se busca prestar atención a estas “violencias invisibles” o “sutiles” que se viven en el día a día y deben ser eliminadas.
¿Cuáles son los impactos de la violencia psicológica?
Una de las principales repercusiones de esta violencia es disminuir y minar la confianza de las víctimas generando una serie de consecuencias como: mayor dependencia, aislamiento de redes de apoyo, menor valoración de las capacidades y habilidades propias, justificación de otro tipo de violencias enmarcados en la relación y convencimiento de que no se es buena, útil, bella, inteligente o cualquier atributo que fue atacado.
Al presentarse en diferentes escenarios y ser “maquillada” a través de burlas o chistes, esta violencia ha sido tolerada y aceptada socialmente en muchos escenarios, haciéndola casi imperceptible. Sin embargo, es una de las más denunciadas. En el primer trimestre de 2023 Bogotá atendió cerca de 17 mil llamadas por violencia de género, de las cuales el 48 % corresponden a violencia psicológica.
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Por la misma dinámica en la que opera este tipo de violencia, la persona que la padece muchas veces llega a dimensionarla cuando se ha escalado a violencia física y sexual, y al mirar atrás, se perciben las señales de alerta que se manifiestan con gritos, chantajes y actos de control.
La Secretaría Distrital de la Mujer documentó el caso de una mujer llamada Olga -nombre cambiado por temas de seguridad-, quien acudió a sus líneas de atención e ilustra claramente esta cadena de violencias. “Con él siempre fue violencia psicológica, cada vez que yo intentaba terminar la relación me decía que se iba a morir, que se quería matar o que se iba a dedicar a la calle y no iba a volver a la casa. O cuando peleábamos y yo me negaba a contestarle, de alguna manera se comunicaba conmigo y me decía que lo habían robado o que le había pasado algo terrible, unas historias que yo terminaba creyendo”, aseguró la mujer.
Olga también narró que fue víctima de otros tipos de violencia, como la sexual, y que pudo reaccionar a las alertas previas que no había visto en esos actos de manipulación. “Por más de que yo le decía ‘no, por favor no me toque’, porque no me sentía cómoda, se ponía bravo y básicamente me decía ‘si no la toco a usted ,¿entonces a quién?, usted es mi mujer’, y yo le decía: ‘yo no soy su mujer, soy su pareja, no soy propiedad suya ni de nadie’”.
La violencia psicológica también causa en quien la padece aislamiento y rupturas de lazos de apoyo. Esto se evidencia a través de la limitación de contacto con familiares, amistades y conocidos -por parte del agresor- que dificulta a la víctima identificar esta violencia y salir de ella. Según los datos arrojados por más de 9 mil encuestas realizadas a hombres y mujeres en las regiones de Pacífico, Bajo Cauca y Montes de María por Usaid, el 6 % de las mujeres reportó que su pareja las limita para comunicarse con familiares y amigos, pero ellas no se autorreconocen como víctimas de violencia de género.
Esta encuesta, realizada para el “Estudio de tolerancia social e institucional a la violencia contra las mujeres”, del programa “Generando Equidad”, de USAID, también arrojó que estos comportamientos se acentúan principalmente en personas entre los 45 y 49 años. Los hombres consultados para ese estudio en esos territorios del país afirmaron que tratan de evitar que su pareja se vea con amigas (7 %) y con sus familiares (3 %).
Vea también: Tu esposo o novio también podría violarte, aquí te explicamos
Además, muchas de estas conductas vienen de la mano de actos de manipulación de todo tipo, como hacerse daño si la pareja termina la relación, como lo explica el caso de Olga. Este tipo de actos genera temor de asumir una culpa o responsabilidad futura frente a los hechos que la otra persona pueda hacer, si se quiere salir de dicha situación.
Aunque no hay estudios específicos sobre las personas que han sido víctimas de chantaje emocional por parte de sus parejas en estos contextos, en el primer semestre de 2023, Medicina Legal reportó un aumento del 11 % de los suicidios en Colombia. En promedio, cada día nueve personas se suicidan en el país, y los principales casos se presentan en Bogotá. El 74 % de los estos son personas entre los 20 y 34 años. Aunque los casos de suicidio deben tratarse con toda la seriedad y respeto posible, amenazar con intentarlo no puede ser utilizado como mecanismo de control, manipulación y violencia contra otra persona, dándole la “responsabilidad” de tener en sus manos la salvación de esa vida a costa de su tranquilidad.
La violencia psicológica también puede vivirse a través de herramientas tecnológicas como redes sociales, con el fin de perseguir, acosar o vigilar a la pareja o a una persona. Algunas de esas acciones puede ser la sextorsión, que apela a amenazas con difundir un contenido íntimo o privado; el doxing, que se refiere a difundir contenido erótico de una persona sin su consentimiento, y el ciberacoso, que va desde actos de humillación y hostigamiento a una persona, a través de redes sociales, hasta el control de las publicaciones de una persona.
Sí hay salida: rutas de atención para frenar la violencia psicológica
Las víctimas, las personas agresoras y quienes están cerca -tanto de agresores como de personas agredidas- pueden activar diferentes rutas para frenar las violencias psicológicas.
En Bogotá existe la Línea Púrpura, que funciona las 24 horas del día, todos los días del año y a la que se puede llamar, incluso desde un celular sin minutos, al 01 8000 112 137 o también escribiendo al Whatsapp 300 755 1846. Allí un grupo de psicólogas, trabajadoras sociales, abogadas y enfermeras atenderán la solicitud de la persona que esté viviendo dicha violencia o de quien tenga el conocimiento de una situación de violencia.
Lea: Mujeres que buscan justicia: historias que desafían la violencia de género
Si se presenta una situación inminente de peligro, se debe llamar a la línea 123 y en el caso de denuncias a la línea 122 de la Fiscalía General de la Nación o a la línea 380 8400 de las Comisarías de Familia.
También existe la aplicación “ELLAS libres de violencia”, donde se encuentra información sobre cómo identificar y qué hacer en caso de violencia física, psicológica, sexual, económica, política y acoso.
Para los hombres en Bogotá existe la “Línea Calma”, un espacio telefónico, a través de la línea 018000423614, que ofrece atención gratuita a hombres mayores de 18 años de lunes a viernes de 7:00 a.m. a 10:30 p.m., sábados 8:00 a.m. a 10:30 p.m. y domingos de 2:00 p.m. a 10:30 p.m. Allí podrán recibir asesoría sobre ansiedad, depresión, preocupación por motivos económicos, soledad, problemas familiares, duelos amorosos, entre otros.
Este espacio de la Subsecretaría de Cultura Ciudadana también cuenta con un acompañamiento psicoeducativo para transformar comportamientos machistas y alentar la formación de convivencia pacífica, prevención de violencias, comunicación interpersonal, manejo de emociones y resolución pacífica de conflictos.
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Las personas que conozcan o presencien actos de violencia psicológica pueden aportar desde diferentes acciones. Una de ellas es hablar con el agresor para hacerle entender que su comportamiento no es adecuado, y rechazar esos actos o palabras violentas. Otra es hablar con la persona agredida para alertarla que esos comportamientos no son normales, y en caso de que ella lo quiera, acompañarla en el proceso de buscar ayuda para salir de esa situación. Recomendar un psicólogo o psicóloga amiga también puede aportar a que la persona agredida pueda contar con el acompañamiento de un profesional.
Amar bacano, sin violencias ni control
La idea del “amor romántico” basado en celos y control es parte de la violencia psicológica y sutilmente se ha incrustado en las prácticas cotidianas.
Desde la campaña “Amar bacano”, de Usaid, se invita a construir relaciones sanas basadas en la confianza, en tener redes de apoyo independientes de cada persona, independencia emocional y financiera, y receptividad de las alertas que personas cercanas realicen sobre las posibles dinámicas violentas.
Para ello hay que tener “conversaciones incómodas” para conocer las expectativas, límites, puntos de encuentro y desencuentros, y necesidades de ambas partes para construir acuerdos de honestidad y confianza.
*Esta publicación fue realizada gracias al apoyo del pueblo de Estados Unidos, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y su programa Generando Equidad. El contenido de esta publicación es responsabilidad exclusiva de (El Espectador) y no reflejan necesariamente las opiniones de Usaid o del gobierno de Estados Unidos.
“Una palabra hiere más que mil golpes” es una frase común, pero que da cuenta de las implicaciones y repercusiones que tienen actos como los gritos, los insultos, las humillaciones, las amenazas y los chistes hirientes o discriminatorios que son parte de la violencia psicológica.
¿Alguna vez has escuchado o te han dicho frases como “no sirves para nada”, “estás gorda”, “no uses esa ropa”? Todo esto es violencia psicológica, porque busca provocar miedo, generar control, intimidar y degradar. Además, afecta la confianza de quien la recibe, su vulnerabilidad y puede generar dependencia y sumisión. Se vive en diferentes ámbitos -no solo en el sentimental- como en las familias, los espacios laborales, escolares, de amigos y demás.
Según el “Estudio de tolerancia social e institucional a la violencia contra las mujeres”, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por su sigla en inglés), de las violencias que más se presentan en los hogares de Colombia es la psicológica, con un 38 %. Los actos más frecuentes son gritos y humillaciones, con un 25 %, seguido de celos excesivos (16 %), insistencia en “saber dónde está” la otra persona (11 %), amenazas y acusaciones de infidelidad (10 %), silencios prolongados o indiferencias -mejor conocido como ley del hielo- (7 %) y limitar el contacto con familias y amigos (6 %).
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La violencia psicológica parte también de constructos sociales que como sociedad hemos construido y atribuido a hombres y a mujeres como el “deber ser”. Por ejemplo, si los hombres son “guardianes” de las mujeres, los celos se han justificado como una acción de “proteger” a la pareja de otras personas que son “malintencionadas” porque ellas son “débiles”. Este tipo de comportamientos -como otras violencias de género- se disfrazan bajo ideas de protección, cariño y colaboración.
Sin embargo, esta violencia no solo la viven las mujeres, sino también los hombres y las personas diversas. Bajo esta misma línea de constructos sociales hay una afectación a la confianza -también pasa en las mujeres-. Si un hombre no tiene un trabajo está “fallando a su rol de proveedor”, la violencia psicológica opera haciéndole creer que es una persona inútil o fracasada.
Desde esta orilla del “debe ser” la violencia psicológica es entendida como una violencia basada en género, porque apela a esas normas sociales y establecidas que encasillan el actuar de las personas bajo unos parámetros que, a pesar de estarse transformando, aún pesan en muchas generaciones.
En el caso de la población diversa, organizaciones como Caribe Afirmativo -que lleva 14 años trabajando por los derechos de las personas LGBTIQ+ en Colombia- afirman que la violencia psicológica se vive más que todo con humillaciones, amenazas, hostigamientos y discriminación. Según su informe más reciente sobre la situación de los derechos humanos de las personas LGBTIQ+ en Colombia, el 37 % del total de víctimas de esta población en 2022, el 37 % corresponden a mujeres LBT, es decir, cerca de 1.331.
La violencia psicológica es considerada como la puerta de entrada a otras violencias como física y sexual. En el caso de la población diversa, en 2022 se produjeron 36 homicidios en contra de mujeres LBT. Por eso, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres se busca prestar atención a estas “violencias invisibles” o “sutiles” que se viven en el día a día y deben ser eliminadas.
¿Cuáles son los impactos de la violencia psicológica?
Una de las principales repercusiones de esta violencia es disminuir y minar la confianza de las víctimas generando una serie de consecuencias como: mayor dependencia, aislamiento de redes de apoyo, menor valoración de las capacidades y habilidades propias, justificación de otro tipo de violencias enmarcados en la relación y convencimiento de que no se es buena, útil, bella, inteligente o cualquier atributo que fue atacado.
Al presentarse en diferentes escenarios y ser “maquillada” a través de burlas o chistes, esta violencia ha sido tolerada y aceptada socialmente en muchos escenarios, haciéndola casi imperceptible. Sin embargo, es una de las más denunciadas. En el primer trimestre de 2023 Bogotá atendió cerca de 17 mil llamadas por violencia de género, de las cuales el 48 % corresponden a violencia psicológica.
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Por la misma dinámica en la que opera este tipo de violencia, la persona que la padece muchas veces llega a dimensionarla cuando se ha escalado a violencia física y sexual, y al mirar atrás, se perciben las señales de alerta que se manifiestan con gritos, chantajes y actos de control.
La Secretaría Distrital de la Mujer documentó el caso de una mujer llamada Olga -nombre cambiado por temas de seguridad-, quien acudió a sus líneas de atención e ilustra claramente esta cadena de violencias. “Con él siempre fue violencia psicológica, cada vez que yo intentaba terminar la relación me decía que se iba a morir, que se quería matar o que se iba a dedicar a la calle y no iba a volver a la casa. O cuando peleábamos y yo me negaba a contestarle, de alguna manera se comunicaba conmigo y me decía que lo habían robado o que le había pasado algo terrible, unas historias que yo terminaba creyendo”, aseguró la mujer.
Olga también narró que fue víctima de otros tipos de violencia, como la sexual, y que pudo reaccionar a las alertas previas que no había visto en esos actos de manipulación. “Por más de que yo le decía ‘no, por favor no me toque’, porque no me sentía cómoda, se ponía bravo y básicamente me decía ‘si no la toco a usted ,¿entonces a quién?, usted es mi mujer’, y yo le decía: ‘yo no soy su mujer, soy su pareja, no soy propiedad suya ni de nadie’”.
La violencia psicológica también causa en quien la padece aislamiento y rupturas de lazos de apoyo. Esto se evidencia a través de la limitación de contacto con familiares, amistades y conocidos -por parte del agresor- que dificulta a la víctima identificar esta violencia y salir de ella. Según los datos arrojados por más de 9 mil encuestas realizadas a hombres y mujeres en las regiones de Pacífico, Bajo Cauca y Montes de María por Usaid, el 6 % de las mujeres reportó que su pareja las limita para comunicarse con familiares y amigos, pero ellas no se autorreconocen como víctimas de violencia de género.
Esta encuesta, realizada para el “Estudio de tolerancia social e institucional a la violencia contra las mujeres”, del programa “Generando Equidad”, de USAID, también arrojó que estos comportamientos se acentúan principalmente en personas entre los 45 y 49 años. Los hombres consultados para ese estudio en esos territorios del país afirmaron que tratan de evitar que su pareja se vea con amigas (7 %) y con sus familiares (3 %).
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Además, muchas de estas conductas vienen de la mano de actos de manipulación de todo tipo, como hacerse daño si la pareja termina la relación, como lo explica el caso de Olga. Este tipo de actos genera temor de asumir una culpa o responsabilidad futura frente a los hechos que la otra persona pueda hacer, si se quiere salir de dicha situación.
Aunque no hay estudios específicos sobre las personas que han sido víctimas de chantaje emocional por parte de sus parejas en estos contextos, en el primer semestre de 2023, Medicina Legal reportó un aumento del 11 % de los suicidios en Colombia. En promedio, cada día nueve personas se suicidan en el país, y los principales casos se presentan en Bogotá. El 74 % de los estos son personas entre los 20 y 34 años. Aunque los casos de suicidio deben tratarse con toda la seriedad y respeto posible, amenazar con intentarlo no puede ser utilizado como mecanismo de control, manipulación y violencia contra otra persona, dándole la “responsabilidad” de tener en sus manos la salvación de esa vida a costa de su tranquilidad.
La violencia psicológica también puede vivirse a través de herramientas tecnológicas como redes sociales, con el fin de perseguir, acosar o vigilar a la pareja o a una persona. Algunas de esas acciones puede ser la sextorsión, que apela a amenazas con difundir un contenido íntimo o privado; el doxing, que se refiere a difundir contenido erótico de una persona sin su consentimiento, y el ciberacoso, que va desde actos de humillación y hostigamiento a una persona, a través de redes sociales, hasta el control de las publicaciones de una persona.
Sí hay salida: rutas de atención para frenar la violencia psicológica
Las víctimas, las personas agresoras y quienes están cerca -tanto de agresores como de personas agredidas- pueden activar diferentes rutas para frenar las violencias psicológicas.
En Bogotá existe la Línea Púrpura, que funciona las 24 horas del día, todos los días del año y a la que se puede llamar, incluso desde un celular sin minutos, al 01 8000 112 137 o también escribiendo al Whatsapp 300 755 1846. Allí un grupo de psicólogas, trabajadoras sociales, abogadas y enfermeras atenderán la solicitud de la persona que esté viviendo dicha violencia o de quien tenga el conocimiento de una situación de violencia.
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Si se presenta una situación inminente de peligro, se debe llamar a la línea 123 y en el caso de denuncias a la línea 122 de la Fiscalía General de la Nación o a la línea 380 8400 de las Comisarías de Familia.
También existe la aplicación “ELLAS libres de violencia”, donde se encuentra información sobre cómo identificar y qué hacer en caso de violencia física, psicológica, sexual, económica, política y acoso.
Para los hombres en Bogotá existe la “Línea Calma”, un espacio telefónico, a través de la línea 018000423614, que ofrece atención gratuita a hombres mayores de 18 años de lunes a viernes de 7:00 a.m. a 10:30 p.m., sábados 8:00 a.m. a 10:30 p.m. y domingos de 2:00 p.m. a 10:30 p.m. Allí podrán recibir asesoría sobre ansiedad, depresión, preocupación por motivos económicos, soledad, problemas familiares, duelos amorosos, entre otros.
Este espacio de la Subsecretaría de Cultura Ciudadana también cuenta con un acompañamiento psicoeducativo para transformar comportamientos machistas y alentar la formación de convivencia pacífica, prevención de violencias, comunicación interpersonal, manejo de emociones y resolución pacífica de conflictos.
Le puede interesar: Prevenir las violencias contra mujeres y niñas es un asunto colectivo: ONU Mujeres
Las personas que conozcan o presencien actos de violencia psicológica pueden aportar desde diferentes acciones. Una de ellas es hablar con el agresor para hacerle entender que su comportamiento no es adecuado, y rechazar esos actos o palabras violentas. Otra es hablar con la persona agredida para alertarla que esos comportamientos no son normales, y en caso de que ella lo quiera, acompañarla en el proceso de buscar ayuda para salir de esa situación. Recomendar un psicólogo o psicóloga amiga también puede aportar a que la persona agredida pueda contar con el acompañamiento de un profesional.
Amar bacano, sin violencias ni control
La idea del “amor romántico” basado en celos y control es parte de la violencia psicológica y sutilmente se ha incrustado en las prácticas cotidianas.
Desde la campaña “Amar bacano”, de Usaid, se invita a construir relaciones sanas basadas en la confianza, en tener redes de apoyo independientes de cada persona, independencia emocional y financiera, y receptividad de las alertas que personas cercanas realicen sobre las posibles dinámicas violentas.
Para ello hay que tener “conversaciones incómodas” para conocer las expectativas, límites, puntos de encuentro y desencuentros, y necesidades de ambas partes para construir acuerdos de honestidad y confianza.
*Esta publicación fue realizada gracias al apoyo del pueblo de Estados Unidos, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y su programa Generando Equidad. El contenido de esta publicación es responsabilidad exclusiva de (El Espectador) y no reflejan necesariamente las opiniones de Usaid o del gobierno de Estados Unidos.