Publicidad

Haití se ahoga y no está preparado ni para Trump ni Abinader

El país sigue sumido en una profunda crisis política y de orden público. Miles de migrantes haitianos se enfrentan a una persecución en República Dominicana y Estados Unidos, que pretende devolverlos a un país que no tiene las condiciones para recibirlos.

Hugo Santiago Caro
22 de noviembre de 2024 - 12:00 p. m.
Ilustración que combina fotos de Donald Trump, Luis Abinader y migrantes haitianos.
Ilustración que combina fotos de Donald Trump, Luis Abinader y migrantes haitianos.
Foto: Jonathan Bejarano
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Han pasado más de dos años desde el asesinato de Jovenel Moïse, presidente de Haití, y aún cuando parece que el país no podría tocar más fondo, los límites se alejan cada vez más.

Solo en la última semana, según anunció la ONU, han sido asesinadas 150 personas y otras 92 han resultado heridas en episodios como el de inicios de semana en las afueras de Puerto Príncipe, cuando un camión con pandilleros fue incinerado por la población cuando se dirigía a tomar posesión de zonas de baja gobernanza en la isla.

“Es un fenómeno que se viene presentando desde 2022: la población está tomando la justicia por sus manos. Esto refleja, en medio de esta situación específica, no solo el aumento, sino el crecimiento del poder de las pandillas en el territorio, que se extienden cada vez más. Estas pandillas están tomando control de más y más barrios en Puerto Príncipe. Esto se suma a la crisis de inseguridad alimentaria, pues, según la ONU, más de 5,4 millones de personas enfrentan esa situación. Además, hay más de 700.000 desplazados internos, lo cual se ha convertido en un nuevo fenómeno que acompaña al de la migración”, explica Sandrine Exil, periodista colombo-haitiana, corresponsal de medios como Voz de América y El País.

Desde junio se esperaba que la situación de orden público pudiera ser apaciguada, en especial con la llegada de una fuerza internacional de paz de la ONU compuesta por 400 policías de Kenia. Sin embargo, los resultados no se han visto y, por el contrario, las pandillas siguen fortaleciéndose al punto de que la alianza de estos grupos formada en febrero, denominada Viv Ansanm (“vivamos juntos”), logró su cometido: destituir al primer ministro Ariel Henry. Su sucesor, Michel Patrick Boisvert (interino) , y el sucesor de este, Gary Conille (primer ministro del gobierno de transición), también salieron del cargo.

Este último tenía el respaldo de fuerzas internacionales como el gobierno de Emmanuel Macron, de Francia, quien se refirió a este hecho esta semana en la cumbre del G20 en Brasil.

“Francamente, fueron los haitianos quienes mataron a Haití, al permitir el narcotráfico. El primer ministro era estupendo, yo lo defendí, pero lo despidieron. Es terrible, son completamente idiotas, nunca deberían haberle sacado”, dijo el mandatario galo.

Los motivos detrás de la salida de Conille, remplazado por el empresario Alix Didier Fils Aimé, pueden ser discutidos. Lo que no se puede discutir es que cuatro primeros ministros en menos de un año son un síntoma claro de que la situación política en Haití sigue completamente desestabilizada, mientras que las pandillas siguen con más del 80 % del control de la capital, Puerto Príncipe.

“Es una situación que va a empeorar; será, de alguna forma, una evolución muy negativa porque, mientras Haití siga en las condiciones en las que está, tanto política como económicamente, la situación se agravará. Esto representa un importante factor de exclusión para la población”, explica Manuel Camilo González, analista y docente de la Pontificia Universidad Javeriana, quien destaca, además, que la crisis deja un gran coletazo que reciben los vecinos en la isla La Española: República Dominicana.

“Obviamente, el país más cercano, en este caso República Dominicana, recibe el mayor impacto. Además, está la política de Luis Abinader, que ya se venía implementando y seguramente contará con el respaldo de Estados Unidos. Sin embargo, es muy difícil para República Dominicana lidiar con este problema”, añade González.

Abinader es el presidente de República Dominicana, quien fue reelecto en mayo y en los últimos meses ha promovido una campaña oficial de 10.000 deportaciones semanales de haitianos indocumentados, en lo que, según defensores de derechos humanos, se ha convertido en una persecución con redadas en las que también se les ha retirado la nacionalidad dominicana a haitianos que tenían la doble nacionalidad.

“Se puede decir que esta medida fue oficializada, pero ya desde hace unos meses, desde principios de 2024, lo que hemos observado, incluso desde finales de 2023, es que había una tendencia a cumplir con una cuota. No se sabía si existía una cuota específica para deportaciones, pero se veía claramente que cada año el gobierno intentaba alcanzar récords en deportaciones masivas. Por eso, el año pasado, por ejemplo, se deportaron unas 200.000 personas. Desde hace tiempo, se percibía que existía esta cuota, aunque no fue publicada. Sin embargo, con el anuncio del 2 de octubre, esta medida se hizo oficial”, cuenta Roudy Joseph, defensor derechos humanos y laborales en Republica Dominicana, originario de Haití.

Según el Réseau Frontalier Jeannot Succès (RFJS), organización que brinda asistencia a menores de edad expulsados en Haití desde 2014, en octubre hubo por lo menos 2.175 menores deportados, entre ellos más de 500 niños sin acompañante.

“Siempre le hemos dicho al Gobierno dominicano que muchas personas, incluso antes de llegar a donde residían en Haití, enfrentan enormes dificultades. Esto se debe a las pandillas violentas y criminales que han asesinado personas y quemado casas. La situación no favorece en absoluto a los migrantes. En Haití ya no hay riqueza, y además regresar a sus pueblos o casas es casi imposible, ya que el camino está lleno de peligros. En este momento, según lo que hemos visto en las noticias, muchas ciudades o pueblos lejos de Puerto Príncipe están siendo atacados por las pandillas. Esto lleva años ocurriendo, y la gente está huyendo cada vez más hacia otros lugares”, describe Joseph.

No solo se trata de una campaña intensiva de persecución y exclusión. Al llegar a Haití, se convierten en desplazados.

Según Exil, cualquier respuesta institucional ante las medidas que está tomando el gobierno de Abinader es prácticamente inexistente, pues la llegada del nuevo primer ministro trajo un gabinete diferente al que estaba operando, por lo que cualquier diálogo quedó sepultado con la salida de la bancada de Conille.

González avizora además que pueden existir consecuencias económicas que el Gobierno dominicano no esté contemplando del todo.

“Si hay algo que ha impulsado Abinader son las zonas francas, que son áreas donde no se pagan impuestos y existe una flexibilidad regulatoria muy importante. Sin embargo, estas zonas solo han generado alrededor del 4 % del empleo. El resto de la mano de obra no solo está compuesto por dominicanos, sino también por haitianos. Creo que esto representa un equilibrio importante en términos económicos, porque si se elimina de la ecuación la mano de obra haitiana, eso podría afectar de alguna manera. Esto podría poner en problemas a la República Dominicana en términos sectoriales”, analiza.

Xenofobia y exclusión desde el norte

Mientras el caos se toma Haití, durante los dos últimos meses quienes han migrado rumbo a Estados Unidos también han sido blanco de ataques xenófobos en plena campaña presidencial. Durante el debate entre el presidente electo, Donald Trump, y Kamala Harris, el republicano se refirió a un caso en Springfield, Ohio, en donde presuntamente migrantes haitianos indocumentados se estaban comiendo los perros y gatos de los residentes.

Pese a que el mismo moderador del debate y las autoridades de Springfield desmintieron de inmediato las afirmaciones de Trump, el daño ya estaba hecho. En redes sociales los ataques contra los haitianos se multiplicaron e incluso fueron virales fotos de estadounidenses pintados de negro, con banderas de Haití, y con peluches de gatos.

Los migrantes haitianos fueron, sin buscarlo, el foco de la discusión sobre migración durante lo que restó de campaña y ahora, que Trump está de regreso en la Casa Blanca, el panorama no es mejor. Se sabe que prometió deportaciones masivas e incluso, sin que haya empezado su mandato, ha nombrado un “zar de la frontera”: Tom Homan.

Dijo que decretará estado de emergencia y se valdrá de los militares para hacer efectiva su promesa de deportaciones masivas. “Según analistas políticos haitianos con los que he podido hablar, el mayor temor en el país es cómo va a manejar la situación Trump a su llegada en 2025. Si bien ya estamos hablando de una persecución de migrantes irregulares, inmigrantes en general, en Estados Unidos, se teme que con la llegada de Trump se intensifique esta persecución, especialmente con un enfoque militar, como ya se está advirtiendo. Gran parte de la preocupación también radica en cómo se manejarán las relaciones entre Haití y Estados Unidos en ese contexto”, expresa Sandrine Exil.

Abinader ya sabe lo que es tratar con Donald Trump, pues son afines ideológicamente y, durante la primera administración del republicano, el presidente dominicano fue uno de sus grandes aliados en la región.

“El plan de Trump no se limita solo a deportar a los migrantes que están en suelo estadounidense, sino que también incluye pedir a los países de América Latina, tanto de origen como de tránsito migratorio, que detengan esa migración en sus territorios. Creo que esta es una tarea que ya ha asumido Abinader y que seguramente contará con un respaldo político muy importante de Estados Unidos. Sin embargo, lo que sucede en Haití, al otro lado de la frontera, se estrella con la realidad”, explica González.

A todo esto hay que sumarle que ya desde hace unos meses la posibilidad de conseguir un estatus legal en Estados Unidos para los haitianos se complicó sobremanera. El parole humanitario, que funcionó desde 2022 para nicaraguenses, venezolanos, cubanos y haitianos, fue terminado por Joe Biden a inicios de octubre, por lo que ya durante estos meses la posibilidad de una residencia regular es cada vez más remota.

Todos los caminos conducen a unas puertas cerradas para los ciudadanos haitianos y todo apunta a un regreso a un país en caos. Los tres expertos consultados para este artículo coincidieron en que, sin duda, Haití no está preparada para enfrentar el flujo masivo de migrantes que ya se comienza a sentir.

📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.

👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.

Si le interesa algún tema internacional, quiere enviarnos una opinión sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com

Hugo Santiago Caro

Por Hugo Santiago Caro

Periodista y productor radial javeriano. Ganador del Premio Nacional de Periodismo del CPB 2021 a mejor tesis de grado. Ha escrito para El Tiempo y Bacánika. @HugoCaroJhcaro@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Felipe(94028)Hace 12 horas
En 25 años, Haití pasó de tener 8 millones de habitantes a tener 12 millones. En medio del caos y la miseria, se dedicaron a tener hijos y tras el gran terremoto de 2010, que dejó el país destrozado, aumentó su población en otro 20% más. Ningún país de la región hace algo por Haití, salvo enviar sicarios. El primer país latino en independizarse, pero hoy seguro que preferirían ser "región francesa de ultramar" como Guayana, bajo el amparo del gobierno francés y de la Unión Europea.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar