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Migración en México: Sheinbaum hereda una agenda llena de problemáticas

Claudia Sheinbaum enfrenta su primer gran desafío migratorio: decidir si mantendrá en el cargo a Francisco Garduño, director del Instituto Nacional de Migración, a pesar de los escándalos de corrupción y las graves denuncias de abusos en su gestión. Mientras la militarización del control migratorio agrava la crisis humanitaria, la presidenta se ve obligada a enfrentar un sistema en ruinas.


Camilo Gómez Forero
04 de octubre de 2024 - 01:49 a. m.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum (c), acompañada del secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Ricardo Trevilla Trejo (i) y de Marina (Semar), Raymundo Pedro Morales (d).
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum (c), acompañada del secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Ricardo Trevilla Trejo (i) y de Marina (Semar), Raymundo Pedro Morales (d).
Foto: EFE - Isaac Esquivel

La flexibilidad con la que el Estado mexicano ha tratado a Francisco Garduño, director del Instituto Nacional de Migración (INM), sorprende tanto a la comunidad migrante como a las organizaciones defensoras de derechos humanos y especialistas en movilidad humana. A pesar de que se han registrado 14 incendios en estaciones migratorias desde que inició su gestión, en 2019, entre los que destacan el brutal episodio de Ciudad Juárez, donde murieron 40 personas y otras 28 resultaron heridas en marzo de 2023, Garduño se ha mantenido en el cargo.

Las más de 5.600 quejas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por abusos en la dependencia tampoco le han costado, hasta ahora, la cabeza al funcionario, ni el centenar de denuncias ante la Fiscalía General de la República por presunta corrupción de miembros del INM. Y no, tampoco lo han afligido la veintena de denuncias recogidas contra marinos y elementos del Ejército con cargos en el INM por acoso sexual, misoginia, hostigamiento, acoso laboral y otras conductas en la dependencia. De hecho, este jueves dio a conocer que sigue al frente de la institución, contra todo pronóstico.

“Hasta hoy, estoy enterado que sí (sigo al frente del INM)”, dijo Garduño durante una audiencia por el caso del incendio en Ciudad Juárez.

Que Garduño siguiera al frente del INM fue un problema para los asuntos relacionados con movilidad humana en México en el pasado gobierno, según comenta la experta Lady Vargas, egresada del Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, donde se estudia a fondo la movilidad humana, pues su permanencia deja expuesto que no hay un castigo severo para la pésima dirección de la institución. “Se tiene que destituir a la persona que era responsable del INM cuando sucedió la muerte de todas esas personas”, enfatizó la experta.

Por eso, el futuro de Garduño se convirtió de entrada en el primer gran reto de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, en el área de migración, tras solo dos días de tomar posesión. Sheinbaum tendrá que decidir pronto si el funcionario sigue al frente de la dependencia o nombra a un reemplazo.

Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, no cree que Garduño continúe al frente del INM y opina que debería salir. Sin embargo, también resalta que esta es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor: si bien hay que empezar por la cabeza, el sistema migratorio mexicano enfrenta muchas complejidades y necesita una reforma total, de la cabeza a la cola.

“Algo más importante que la cabeza del INM es cómo funciona este. Por supuesto, la cabeza importa y se necesita alguien que conjugue varias experiencias que abordan todos los ingresos a México, no solo los de la migración irregular. Al final, el instituto es un monstruo en la operación y tiene un montón de agentes migratorios a nivel estatal, por lo que termina corrompiéndose el tema. Necesita un andamiaje internacional que le permita tener mucha más cercanía y castigos para quienes rompan las reglas”, dice Rendón.

Vargas también comparte este análisis y dice que “en el caso mexicano se necesita una reestructuración total del INM”. Entendiendo que la reforma debe ser enorme y profunda, ¿por dónde empezar? Para la experta en asuntos migratorios, un primer paso en la agenda debería ser que se abran espacios de diálogo para escuchar los reclamos y que esto tenga efectos. La misma experta señala que ha hecho denuncias, pero sabe que no van a proceder, dado el comportamiento actual del INM. “No hay un seguimiento a estos casos, ya que estas instituciones tienen cierta permisividad para cometer abusos”, asegura.

De hecho, esta semana Vargas hizo una denuncia relacionada con la detención de 16 colombianos en un aeropuerto mexicano por las autoridades migratorias. Los detenidos fueron amedrentados y les quitaron los celulares. Según cuenta la experta, fueron llevados a un cuarto toda la noche mientras les revisaban sus dispositivos para averiguar qué relaciones tenían con México. Este caso es muy ilustrativo, pues nos permite entender dos problemas centrales del sistema migratorio de ese país. En primer lugar, como explicó Rendón, hay que entender el sistema migratorio mexicano más allá de la migración irregular.

“Tienes la parte turística y todo el andamiaje de la política migratoria en todos sus sentidos. Por eso, me parece que debe tener una visión integral”, explica.

Desde 2022, se han triplicado las denuncias de colombianos que han sido detenidos en aeropuertos mexicanos, así como los casos de extorsión y maltrato por parte de las autoridades migratorias de ese país. Esto se conecta con el segundo problema en la agenda: la militarización de los asuntos migratorios en México. El aumento de denuncias de detenciones contra turistas en aeropuertos mexicanos coincide con la entrada de cuerpos como la Guardia Nacional y la Marina al control de los aeropuertos mexicanos. Esto ha contribuido al deterioro de la situación.

“La migración no se debe militarizar porque lo que se está viendo es un perfilamiento racial, más inadmisiones y no hay un trabajo enfocado en el migrante. Por eso hay que estructurar de manera federal, pero también estatal, la migración por México. Esto no se va a terminar nunca, así todos los conflictos terminen, porque muchas personas todavía tienen presente el llamado ‘sueño americano’, y este tiene como condición para muchos atravesar el territorio mexicano”, explica Vargas.

Si los casos de maltrato documentados contra la población migrante que va como turista a México son graves, las historias de abuso contra la población migrante que llega al país con el objetivo de transitar de manera irregular hacia los países del norte son espeluznantes. De hecho, según Vargas, hay migrantes que optan por tomar las rutas controladas por el crimen organizado que atravesar los puntos controlados por unidades militares, porque prefieren “ser extorsionados por las mafias que ser extorsionados por la Guardia Nacional, pues los abusos son menores”.

En la agenda migratoria que recibe Sheinbaum, este puede ser el punto más urgente: la seguridad de los migrantes y el rol de los militares en el proceso. De hecho, el jueves elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que acaba de absorber a la Guardia Nacional, atacaron a tiros a 33 migrantes que viajaban en la ruta Villa Comaltitlán-Huiztla hacia Chiapas, de los cuales mataron a siete.

Sheinbaum prometió el jueves una investigación profunda sobre este caso, pero llama la atención que ignoró por completo en su discurso las violaciones a los derechos humanos que se han cometido en el país contra los migrantes y la responsabilidad de los militares en los abusos contra la población civil. En México se comete un crimen de lesa humanidad cada cinco días desde hace 17 años, de acuerdo con el libro Permiso para matar, de los periodistas Paris Martínez, Jacobo Dayán y Daniel Moreno.

“Para los que critican que esto (que la Guardia Nacional sea controlada por la Sedena) es militarización, es falso. En nuestro país no hay Estado de excepción, no hay violaciones a los derechos humanos, lo que hay ahora con la cuarta transformación es más democracia, más libertades y un verdadero Estado de derecho”, dijo Sheinbaum.

Según Rendón, la militarización de los asuntos migratorios no se corregirá pronto, pero se debe hacer. En el andamiaje institucional del INM, que tiene que reconstruirse, hay que fijarse en “cómo capacitamos a la gente”, y los militares no están capacitados para las labores relacionadas con migración, pues ellos tienen “un enfoque de guerra”.

Sobre las capacitaciones, Rendón también dice que deben tener un enfoque de derechos humanos. “Y algo llamativo que hemos visto es que, hasta ahora, los funcionarios reciben capacitaciones en línea. El modelo tiene que ser presencial y práctico, no solo lo teórico y las dinámicas que les tocará vivir a los agentes migratorios. Hay que poner la práctica y la formación humana como pilar de la institución”.

El tercer punto en la agenda es la regularización de los migrantes. Hasta ahora, de acuerdo con las expertas consultadas, México es percibido como un país de tránsito para migrantes y no como uno de recepción. El país carece de mecanismos para permitirle a la población migrante trabajar, estudiar o bancarizarse. Y esto se convierte en un problema enorme, pues el aumento de migrantes en el país se debe a que la mayoría se queda atrapada en México esperando a que Estados Unidos apruebe sus solicitudes para poder viajar hacia el norte. El aumento de migrantes no es porque estos quieran establecerse en el país.

“Esta espera puede tardar de tres meses a un año”, informa Vargas.

En ese tiempo, Rendón comenta que México está jugando a la estrategia de desgaste y devuelve a los migrantes que alcanzan a llegar el norte del país hacia el sur, esperando a que se aburran de la situación y se devuelvan a sus respectivos países. No hay una política integral que ayude a los migrantes que están esperando, y en esto tiene que ver la dirección que toma Washington.

“Estados Unidos ha logrado que el territorio mexicano se quede con personas que quieren solicitar asilo o que quieren entrar a su país por un largo tiempo, sin tener ninguna responsabilidad sobre esta población. No son personas que quieran estar en México, sino que han sido obligadas a esperar en el país”, dice Vargas.

Ahora mismo está pasando que la población en espera que llega a estados del norte mexicano se está devolviendo a Ciudad de México, punto central para quienes esperan la cita estadounidense. Sin una política integral para acogerlos, la capital mexicana se ha visto inmersa en un problema que se presenta en otras zonas donde hay cuellos de botella: la creación de campamentos informales de refugiados con los que la población local se siente incómoda, lo que puede conducir a picos de xenofobia. Acá no solo es México el que tiene que repensar sus políticas.

“México tiene que cambiar su forma de negociar con Estados Unidos. El aumento de migrantes que hemos visto acá corresponde a una necesidad más estadounidense que mexicana y a una negociación entre estos dos países en la que no se entiende qué obtiene México a cambio”, dice Rendón.

El cuarto punto en la agenda migratoria de Sheinbaum atraviesa la Cancillería: históricamente, los intereses estadounidenses han dictado la política migratoria mexicana. México, según las expertas, no puede seguir aceptando todos los términos de Washington. Y la Casa Blanca, por otro lado, no puede seguir entendiendo a la población migrante como una moneda de cambio en sus negociaciones con su vecino del sur. Esta recomendación también va para el Estado mexicano.

“Tristemente, los gobiernos han usado a las personas migrantes como moneda de cambio. En 2018, Andrés Manuel López Obrador dijo que no iba a detener ninguna de las caravanas de migrantes que llegaran a la frontera norte. Pero en ese momento estaba la firma del acuerdo del nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Washington le dijo a México que si no tenían una política migratoria diferente no pasaría ninguno de los objetivos del acuerdo que México quería. Entonces López Obrador dijo ‘ok’ y detuvo las caravanas con acciones militarizadas feroces y violentas. Había acuerdos económicos que se estaban llevando a cabo de fondo”, recordó Vargas.

Los asuntos migratorios nunca fueron una prioridad en la campaña de Sheinbaum, pero solo tres días después de su investidura ya se dibujan como una prioridad. La lista de acciones es amplia y profunda: un cambio estructural del sistema migratorio, en el que se retire la influencia que tuvieron los militares en el último sexenio, con una regularización para las personas migrantes y que cada decisión esté acompañada de los otros actores internacionales involucrados en la movilidad humana, sin someterse a sus demandas. Vargas predice que la nueva presidenta no cambiará las dinámicas del gobierno anterior. Rendón es más optimista, pero de todas maneras advierte que el camino no será sencillo ni rápido.

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