Red de oportunidades: estrategia para reducir la deserción escolar en Bogotá
Si bien las cifras oficiales de deserción publicadas por el Ministerio de Educación no son suficientes para entender por completo el fenómeno en la ciudad, Bogotá realiza sus análisis y define estrategias claras y decididas para atacar el problema.
Ver niñas, niños y adolescentes en las calles, en horarios en los que deberían estar en el colegio, es motivo de preocupación para el Distrito. En especial, cuando se sabe que no es por falta de cupos. Bogotá tiene la capacidad de atender a toda la población en edad escolar y desde septiembre abrió una nueva jornada de matrículas con 122.000 nuevos cupos para quienes deseen iniciar o retomar sus estudios.
LEA: “Debemos volver a poner las necesidades de los niños en el centro de la gestión”
Frenar la deserción es una prioridad de la Secretaría de Educación del Distrito (SED). Los datos del Ministerio de Educación Nacional (MEN) son insuficientes para entender este fenómeno por completo ni cómo está Bogotá frente al resto del país. Por eso la capital realiza sus análisis y, gracias a ello, se sabe que de los que se matricularon al inicio de 2023 cerca del 3 % se retiraron a lo largo del año y el 5 % no se matriculó en 2024; además, que el 23% de los estudiantes que llegan a grado noveno no se gradúan de 11.° a tiempo.
La situación genera mucha preocupación. La Secretaría quiere “una educación con acceso para todos, sin distinción. Todos deben tener la misma posibilidad de construir un proyecto de vida”, dice la secretaria de Educación, Isabel Segovia, para quien es crucial que todos los que abandonaron sus estudios, por decisión propia o forzados, regresen a las aulas, porque sin educación no tendrán futuro.
Los datos
Comprender el origen de la deserción es clave para atacarla y minimizar los factores de riesgo. Desde hace años se caracteriza el problema y solo desde que el país tiene un sistema de matrícula que registra a cada niño con su identificación personal, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) tiene capacidad para identificar a los que abandonan el sistema educativo. Sin embargo, la información actual tiene algunos problemas: el Ministerio dejó de calcular la deserción de aquellos que terminan un año escolar y no se matriculan al año siguiente y calculó la deserción de los años de pandemia como si los niños hubieran estado asistiendo al colegio de manera normal.
Más información: Centro felicidad en Chapinero: ¿Cuándo se abrirá y qué hay en sus instalaciones?
Bogotá realizó su análisis y descubrió que, adicional a que solo el 77 % de los que llegan a 9.° se gradúa a tiempo, en el paso de 8.° a 9.° se sale el 6 % de los estudiantes. En Bogotá, casi 30.000 estudiantes desertaron en 2023 y 20.000 no se matricularon en 2024. “Una deserción de año a año del 5 % es inadmisible, sin importar si la tasa es menor que en otras ciudades”, indica Segovia, quien destaca que estos datos son claves para ver el problema de manera global. Por ejemplo, qué sentido tiene decir que la deserción en 2020 fue de 0,5 % y en 2021 de 1,3 % cuando en realidad el contacto de los niños con la educación, si lo había, era incierto e impersonal. ¿De dónde se iban a retirar? ¿Qué sentido tiene enorgullecerse de una tasa de deserción en 2023 de 2,8 % si el 5 % no se matriculó en 2024?
Entender el origen
La deserción es producto de la combinación de factores económicos, familiares, personales, escolares, sociales y de migración. Esto lo registra el Sistema de Información para el Monitoreo, la Prevención y el Análisis de la Deserción Escolar (Simpade), administrado por el MEN, que identifica condiciones de permanencia de los estudiantes a lo largo de su trayectoria educativa.
Bogotá, por su parte, construyó su índice de riesgo de deserción (IRD), que se calcula para cada estudiante y puede agregar datos por colegio y zona geográfica. Recoge variables distritales y nacionales como el resultado académico, las pruebas Saber 11 y el Sisbén IV para establecer qué tan probable es que un estudiante abandone las aulas. Si bien no es un indicador predictivo, la información permite identificar el riesgo de deserción e intervenir oportunamente para mitigar el problema. El índice le permite a Bogotá caracterizar la deserción, el problema del no tránsito a la media, las localidades con mayores riesgos y la alta correlación que existe entre la deserción de estas localidades y la incidencia de violencia.
Ahora que están abiertas las matrículas, la misión es llenar los cupos y asegurar la permanencia. “Año atrás año se están perdiendo niñas y niños, y los queremos de regreso. Sin importar la cifra, la pérdida de un niño del sistema educativo solo sería aceptable cuando un alumno cambie de ciudad”, asegura la secretaria, quien resalta que “queremos fortalecer al sector con información que apoye la toma de decisiones y con alertas tempranas que mejoren las estrategias”.
Reinserción
Mientras se termina de tener toda la información, el Distrito acude a estrategias tradicionales como la búsqueda activa. Desde septiembre con Fundación Plan buscan a los niños puerta a puerta, en parques, calles y Transmilenio, entre otros, para matricular a quienes no están yendo al colegio. “La búsqueda activa es efectiva. Lo relevante es que este año se tiene mejor información, se fortalecieron los equipos del programa y empezamos la búsqueda antes del inicio de clases para que todos inicien el año sin retrasos”, puntualiza Segovia.
Un desafío más grande es atraer a los jóvenes que abandonaron el colegio, los llamados jóvenes con potencial, que no estudian ni trabajan. “Los estamos buscando para que vuelvan a encontrar en la educación su proyecto de vida. Esto se hace en el marco de la ruta Jóvenes con Oportunidades, en la que se les ofrecen modelos flexibles para culminar el bachillerato y cursos certificables a 20.000 jóvenes, en articulación con Atenea y las secretarías de Integración Social y Desarrollo Económico, para acompañarlos con transferencias monetarias condicionadas y una ruta de empleabilidad con pasantías”.
La teoría y los análisis anteriores indican que el factor económico es una de las razones por las cuales, muchos dejan el colegio al llegar a noveno y dar el paso a la educación media. Fuentes como la Encuesta de Calidad de Vida también muestran que entre los 15 y 16 años los motivos de inasistencia escolar están asociados a falta de interés por los procesos formativos. Acá la pregunta “¿para qué estudiar, si puedo trabajar?” adquiere relevancia entre los estudiantes. “Sienten que terminar once solo representa pérdida de tiempo, al posponer la búsqueda de trabajo”, explica Segovia, quien agrega que la idea es convencer a quienes ya se fueron y quienes están en riesgo de hacerlo de que tendrán un mejor proyecto de vida si culminan el bachillerato.
Para lograrlo, se fortalece la orientación sociocupacional, que ahora empieza en el grado octavo y se ofrece también a los jóvenes con oportunidades. Adicionalmente, la educación media es ahora más pertinente para “que responda a las necesidades de los jóvenes y sus familias”. Estamos ampliando y fortaleciendo los convenios con entidades como el SENA e instituciones de educación superior, para que los estudiantes, mientras cursan los últimos grados, hagan un proceso de formación técnica y tecnológica, y empiecen a proyectarse laboralmente. Un ejemplo de esto es el programa “Universidad en tu colegio”, iniciativa que ofrece un portafolio de programas técnicos profesionales dirigidos a estudiantes de décimo. Así, las alianzas con el sector productivo y la educación terciaria aceleran el contacto de los estudiantes con el mundo laboral, incitándolos a seguir estudiando.
Garantizar su permanencia
Hay varias estrategias para apoyar la permanencia de todos los estudiantes. Se diseña e implementa un currículo pensado en las habilidades esenciales con el fin de que tengan bases sólidas para el aprendizaje. Así mismo, dado que no todos los alumnos estudian cerca del colegio, la Secretaría tiene el programa de movilidad escolar, que a diario beneficia a casi 80.000 estudiantes, con rutas escolares, subsidios de transporte, y movilidad alternativa como Al colegio en bici, Bici parceros y Ciempiés.
Como estrategia de retención también es fundamental el programa de alimentación escolar (PAE), que entrega diariamente un promedio de 840.000 complementos alimentarios a toda la matrícula oficial, durante el calendario escolar. El propósito es mejorar su calidad, ofreciendo más comida caliente. La implementación de la jornada complementaria se suma a este propósito, el trabajo con las entidades del sector cultural y las cajas de compensación es importante para ofrecer a los estudiantes más tiempo en el colegio.
La convivencia escolar y ciudadana también juega su papel. “Los niños y jóvenes también desertan por situaciones como el acoso y no solo en los colegios. Hoy esos entornos y esos espacios en los que se dan las agresiones también son virtuales y parecen expandirse sin control. Por eso la educación emocional es tan importante”. En este caso, la Secretaría trabaja en “Escuelas con emociones”, programa que aborda la educación socioemocional, el fortalecimiento de la salud mental y la educación integral de la sexualidad, que involucran a estudiantes, familias, docentes y administrativos. “Se tienen que reconocer en sus diferencias, entender que vivir en sociedad es un contrato en el que hay que aceptar, entregar y recibir siempre de buena manera. Este es un trabajo que se da con los estudiantes, las familias, los docentes, los directivos y la comunidad, en Entornos escolares inspiradores”, explica la secretaria.
El objetivo, la calidad
En Bogotá solo el 67 % de los niños alcanzan niveles satisfactorios en lectoescritura, lo que indica que se gradúan sin entender textos. En matemáticas solo el 57 % logra niveles satisfactorios avanzados y el resto sale sin hacer operaciones básicas. Estos datos muestran que ningún esfuerzo tendrá sentido si la calidad no mejora.
De ahí las apuestas en materia de aprendizajes básicos y fundamentales que buscan reforzar la lectura y la escritura, pues, para un estudiante, la trayectoria académica puede volverse un martirio cuando no logra comprender un texto. Eso lo desanima”, dice Segovia y agrega: “Estamos implementado metodologías de aprendizaje para que realmente aprendan. No es lo mismo aprender a leer cuando uno tiene seis años a cuando tiene 20. No se puede aprender matemáticas si no se comprende lo que uno lee y muchas de las actividades cotidianas se dificultan si no se sabe sumar y restar”.
Para concretar el cambio, pretenden implementar ajustes desde los niveles básicos hasta la educación media, con focos de nivelación y evaluaciones constantes. Son pocas las estrategias en educación que no se han intentado, pero la manera de ejecutarlas, los tiempos, los aliados y cómo focalizarlas es lo que cambia. Es en esto, y en poner en el centro a los estudiantes, en lo que la Secretaría quiere avanzar.
El plan es ambicioso y de largo plazo, pero la Secretaría de Educación le apuesta para empezar a darle un giro real al sistema educativo de la capital.
Lo que debe saber para concretar la matrícula en Bogotá
Luego de cerrar la primera etapa de inscripciones, donde se ofertaron más de 120.000 cupos nuevos en el sistema educativo del Distrito, para todos los grados y en todas las localidades, viene la etapa de asignación del cupo, aceptación y formalización de la matrícula.
Según la Secretaría de Educación, quienes solicitaron cupo en prejardín, jardín y transición podrán consultar la asignación del 21 de octubre al 5 de diciembre. El resto podrá hacer la consulta del 17 de diciembre al 10 de enero de 2025. Los padres o acudientes deben estar pendientes de su celular, correo electrónico o sitio web, pues por estos medios se informará la asignación.
Una vez quede notificado, podrán aceptar el cupo en los cinco días hábiles siguientes y luego formalizar la matrícula en los cínco días hábiles posteriores a la aceptación del cupo, yendo presencialmente a la institución. Vale recordar que todo el proceso es gratis y no se necesitan intermediarios.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
Ver niñas, niños y adolescentes en las calles, en horarios en los que deberían estar en el colegio, es motivo de preocupación para el Distrito. En especial, cuando se sabe que no es por falta de cupos. Bogotá tiene la capacidad de atender a toda la población en edad escolar y desde septiembre abrió una nueva jornada de matrículas con 122.000 nuevos cupos para quienes deseen iniciar o retomar sus estudios.
LEA: “Debemos volver a poner las necesidades de los niños en el centro de la gestión”
Frenar la deserción es una prioridad de la Secretaría de Educación del Distrito (SED). Los datos del Ministerio de Educación Nacional (MEN) son insuficientes para entender este fenómeno por completo ni cómo está Bogotá frente al resto del país. Por eso la capital realiza sus análisis y, gracias a ello, se sabe que de los que se matricularon al inicio de 2023 cerca del 3 % se retiraron a lo largo del año y el 5 % no se matriculó en 2024; además, que el 23% de los estudiantes que llegan a grado noveno no se gradúan de 11.° a tiempo.
La situación genera mucha preocupación. La Secretaría quiere “una educación con acceso para todos, sin distinción. Todos deben tener la misma posibilidad de construir un proyecto de vida”, dice la secretaria de Educación, Isabel Segovia, para quien es crucial que todos los que abandonaron sus estudios, por decisión propia o forzados, regresen a las aulas, porque sin educación no tendrán futuro.
Los datos
Comprender el origen de la deserción es clave para atacarla y minimizar los factores de riesgo. Desde hace años se caracteriza el problema y solo desde que el país tiene un sistema de matrícula que registra a cada niño con su identificación personal, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) tiene capacidad para identificar a los que abandonan el sistema educativo. Sin embargo, la información actual tiene algunos problemas: el Ministerio dejó de calcular la deserción de aquellos que terminan un año escolar y no se matriculan al año siguiente y calculó la deserción de los años de pandemia como si los niños hubieran estado asistiendo al colegio de manera normal.
Más información: Centro felicidad en Chapinero: ¿Cuándo se abrirá y qué hay en sus instalaciones?
Bogotá realizó su análisis y descubrió que, adicional a que solo el 77 % de los que llegan a 9.° se gradúa a tiempo, en el paso de 8.° a 9.° se sale el 6 % de los estudiantes. En Bogotá, casi 30.000 estudiantes desertaron en 2023 y 20.000 no se matricularon en 2024. “Una deserción de año a año del 5 % es inadmisible, sin importar si la tasa es menor que en otras ciudades”, indica Segovia, quien destaca que estos datos son claves para ver el problema de manera global. Por ejemplo, qué sentido tiene decir que la deserción en 2020 fue de 0,5 % y en 2021 de 1,3 % cuando en realidad el contacto de los niños con la educación, si lo había, era incierto e impersonal. ¿De dónde se iban a retirar? ¿Qué sentido tiene enorgullecerse de una tasa de deserción en 2023 de 2,8 % si el 5 % no se matriculó en 2024?
Entender el origen
La deserción es producto de la combinación de factores económicos, familiares, personales, escolares, sociales y de migración. Esto lo registra el Sistema de Información para el Monitoreo, la Prevención y el Análisis de la Deserción Escolar (Simpade), administrado por el MEN, que identifica condiciones de permanencia de los estudiantes a lo largo de su trayectoria educativa.
Bogotá, por su parte, construyó su índice de riesgo de deserción (IRD), que se calcula para cada estudiante y puede agregar datos por colegio y zona geográfica. Recoge variables distritales y nacionales como el resultado académico, las pruebas Saber 11 y el Sisbén IV para establecer qué tan probable es que un estudiante abandone las aulas. Si bien no es un indicador predictivo, la información permite identificar el riesgo de deserción e intervenir oportunamente para mitigar el problema. El índice le permite a Bogotá caracterizar la deserción, el problema del no tránsito a la media, las localidades con mayores riesgos y la alta correlación que existe entre la deserción de estas localidades y la incidencia de violencia.
Ahora que están abiertas las matrículas, la misión es llenar los cupos y asegurar la permanencia. “Año atrás año se están perdiendo niñas y niños, y los queremos de regreso. Sin importar la cifra, la pérdida de un niño del sistema educativo solo sería aceptable cuando un alumno cambie de ciudad”, asegura la secretaria, quien resalta que “queremos fortalecer al sector con información que apoye la toma de decisiones y con alertas tempranas que mejoren las estrategias”.
Reinserción
Mientras se termina de tener toda la información, el Distrito acude a estrategias tradicionales como la búsqueda activa. Desde septiembre con Fundación Plan buscan a los niños puerta a puerta, en parques, calles y Transmilenio, entre otros, para matricular a quienes no están yendo al colegio. “La búsqueda activa es efectiva. Lo relevante es que este año se tiene mejor información, se fortalecieron los equipos del programa y empezamos la búsqueda antes del inicio de clases para que todos inicien el año sin retrasos”, puntualiza Segovia.
Un desafío más grande es atraer a los jóvenes que abandonaron el colegio, los llamados jóvenes con potencial, que no estudian ni trabajan. “Los estamos buscando para que vuelvan a encontrar en la educación su proyecto de vida. Esto se hace en el marco de la ruta Jóvenes con Oportunidades, en la que se les ofrecen modelos flexibles para culminar el bachillerato y cursos certificables a 20.000 jóvenes, en articulación con Atenea y las secretarías de Integración Social y Desarrollo Económico, para acompañarlos con transferencias monetarias condicionadas y una ruta de empleabilidad con pasantías”.
La teoría y los análisis anteriores indican que el factor económico es una de las razones por las cuales, muchos dejan el colegio al llegar a noveno y dar el paso a la educación media. Fuentes como la Encuesta de Calidad de Vida también muestran que entre los 15 y 16 años los motivos de inasistencia escolar están asociados a falta de interés por los procesos formativos. Acá la pregunta “¿para qué estudiar, si puedo trabajar?” adquiere relevancia entre los estudiantes. “Sienten que terminar once solo representa pérdida de tiempo, al posponer la búsqueda de trabajo”, explica Segovia, quien agrega que la idea es convencer a quienes ya se fueron y quienes están en riesgo de hacerlo de que tendrán un mejor proyecto de vida si culminan el bachillerato.
Para lograrlo, se fortalece la orientación sociocupacional, que ahora empieza en el grado octavo y se ofrece también a los jóvenes con oportunidades. Adicionalmente, la educación media es ahora más pertinente para “que responda a las necesidades de los jóvenes y sus familias”. Estamos ampliando y fortaleciendo los convenios con entidades como el SENA e instituciones de educación superior, para que los estudiantes, mientras cursan los últimos grados, hagan un proceso de formación técnica y tecnológica, y empiecen a proyectarse laboralmente. Un ejemplo de esto es el programa “Universidad en tu colegio”, iniciativa que ofrece un portafolio de programas técnicos profesionales dirigidos a estudiantes de décimo. Así, las alianzas con el sector productivo y la educación terciaria aceleran el contacto de los estudiantes con el mundo laboral, incitándolos a seguir estudiando.
Garantizar su permanencia
Hay varias estrategias para apoyar la permanencia de todos los estudiantes. Se diseña e implementa un currículo pensado en las habilidades esenciales con el fin de que tengan bases sólidas para el aprendizaje. Así mismo, dado que no todos los alumnos estudian cerca del colegio, la Secretaría tiene el programa de movilidad escolar, que a diario beneficia a casi 80.000 estudiantes, con rutas escolares, subsidios de transporte, y movilidad alternativa como Al colegio en bici, Bici parceros y Ciempiés.
Como estrategia de retención también es fundamental el programa de alimentación escolar (PAE), que entrega diariamente un promedio de 840.000 complementos alimentarios a toda la matrícula oficial, durante el calendario escolar. El propósito es mejorar su calidad, ofreciendo más comida caliente. La implementación de la jornada complementaria se suma a este propósito, el trabajo con las entidades del sector cultural y las cajas de compensación es importante para ofrecer a los estudiantes más tiempo en el colegio.
La convivencia escolar y ciudadana también juega su papel. “Los niños y jóvenes también desertan por situaciones como el acoso y no solo en los colegios. Hoy esos entornos y esos espacios en los que se dan las agresiones también son virtuales y parecen expandirse sin control. Por eso la educación emocional es tan importante”. En este caso, la Secretaría trabaja en “Escuelas con emociones”, programa que aborda la educación socioemocional, el fortalecimiento de la salud mental y la educación integral de la sexualidad, que involucran a estudiantes, familias, docentes y administrativos. “Se tienen que reconocer en sus diferencias, entender que vivir en sociedad es un contrato en el que hay que aceptar, entregar y recibir siempre de buena manera. Este es un trabajo que se da con los estudiantes, las familias, los docentes, los directivos y la comunidad, en Entornos escolares inspiradores”, explica la secretaria.
El objetivo, la calidad
En Bogotá solo el 67 % de los niños alcanzan niveles satisfactorios en lectoescritura, lo que indica que se gradúan sin entender textos. En matemáticas solo el 57 % logra niveles satisfactorios avanzados y el resto sale sin hacer operaciones básicas. Estos datos muestran que ningún esfuerzo tendrá sentido si la calidad no mejora.
De ahí las apuestas en materia de aprendizajes básicos y fundamentales que buscan reforzar la lectura y la escritura, pues, para un estudiante, la trayectoria académica puede volverse un martirio cuando no logra comprender un texto. Eso lo desanima”, dice Segovia y agrega: “Estamos implementado metodologías de aprendizaje para que realmente aprendan. No es lo mismo aprender a leer cuando uno tiene seis años a cuando tiene 20. No se puede aprender matemáticas si no se comprende lo que uno lee y muchas de las actividades cotidianas se dificultan si no se sabe sumar y restar”.
Para concretar el cambio, pretenden implementar ajustes desde los niveles básicos hasta la educación media, con focos de nivelación y evaluaciones constantes. Son pocas las estrategias en educación que no se han intentado, pero la manera de ejecutarlas, los tiempos, los aliados y cómo focalizarlas es lo que cambia. Es en esto, y en poner en el centro a los estudiantes, en lo que la Secretaría quiere avanzar.
El plan es ambicioso y de largo plazo, pero la Secretaría de Educación le apuesta para empezar a darle un giro real al sistema educativo de la capital.
Lo que debe saber para concretar la matrícula en Bogotá
Luego de cerrar la primera etapa de inscripciones, donde se ofertaron más de 120.000 cupos nuevos en el sistema educativo del Distrito, para todos los grados y en todas las localidades, viene la etapa de asignación del cupo, aceptación y formalización de la matrícula.
Según la Secretaría de Educación, quienes solicitaron cupo en prejardín, jardín y transición podrán consultar la asignación del 21 de octubre al 5 de diciembre. El resto podrá hacer la consulta del 17 de diciembre al 10 de enero de 2025. Los padres o acudientes deben estar pendientes de su celular, correo electrónico o sitio web, pues por estos medios se informará la asignación.
Una vez quede notificado, podrán aceptar el cupo en los cinco días hábiles siguientes y luego formalizar la matrícula en los cínco días hábiles posteriores a la aceptación del cupo, yendo presencialmente a la institución. Vale recordar que todo el proceso es gratis y no se necesitan intermediarios.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.