La última vez que el mundo vio a Isabel II en un acto público fue el 6 de septiembre, dos días antes de su fallecimiento, cuando oficialmente recibió en su casa de Balmoral, en Escocia, a Liz Truss, la nueva Primera Ministra del Reino Unido. Minutos antes se había reunido con el líder saliente Boris Johnson, a quien le aceptó oficialmente su renuncia. Esta ceremonia se realizó en su residencia privada por un evidente deterioro en su salud, que se manifestaba principalmente en problemas de movilidad, por lo que convirtió a su bastón en asistente inseparable.
Hace dos días, la reina Isabel II tuvo un encuentro con Liz Truss.
En su aparición del martes al saludar a Truss, algunos notaron moretones o manchas moradas en sus manos. Al parecer producto de cianosis, una afección debido a la mala circulación y falta de oxígeno en la sangre que la estaría aquejando también.
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Los últimos meses la monarca estuvo en su residencia de verano en Balmoral, donde solía pasar largas temporadas. Fue en julio pasado cuando se trasladó allí y comenzó a atender virtualmente todos sus compromisos, que en realidad fueron pocos, porque tanto su hijo Carlos y su esposa Camila, como su nieto William y Kate, atendieron los eventos reales que significaban viajes y presencia obligada.
El 6 de septiembre fue la primera vez que se le vio en público después de 47 días. Ese día también se reunió con su secretario de comunicaciones, Donald McCabe, para honrarle con la Insignia de teniente de la Real Orden Victoriana, un obsequio personal de la monarca por su servicio a la Familia Real.
El 15 de julio fue su penúltima aparición en público, cuando llegó de sorpresa, a la inauguración de la nueva sede del Thames Hospice, un centro de paliativos. Allí estuvo acompañada de su hija, la princesa Ana. Se mostró muy alegre y sonriente, luciendo un colorido vestido de flores en tonos azules y sin separarse de su bastón.
Durante sus últimos días, se dice que su hijo, el príncipe Carlos, acudía varias veces por semana a verla y le llamaba diariamente; mientras que su nieto William se comunicaba con ella, también cada día, por videollamada. Se especuló que una caída habría sido el detonante de su muerte, pero el accidente fue desmentido por palacio.